jueves, 7 de marzo de 2013

LA ORQUESTA SINFONICA DE BAMBERG EN EL AUDITORIO NACIONAL


Jueves 28 de febrero, Sala Sinfónica

Director: Jonathan Nott.  Piano: Alexei Volodin. .
 A partir de un grupo de músicos refugiados de la Orquesta Filarmónica Alemana en Praga y los músicos de Carlsbad y de Silesia que habían sobrevivido a la II Guerra Mundial, se organiza la Orquesta Sinfónica de Bamberg en 1946.



 Jonathan Nott, es su director titular desde el año 2000, con mucho éxito nacional e internacional, dirigió esta velada brillante. Gran defensor de la música contemporánea, la soirée transcurrió sin embargo, con una propuesta totalmente clásica y de lujo: El Concierto para Piano y Orquesta Nº 5 “Emperador” (1811) de Ludwig van Beethoven (1770-1827), con el pianista Alexei Volodin como solista y la Sinfonía Nº 5 (1902) de Gustav Mahler (1860-1911).



Con sus reminiscencias napoleónicas, el “Emperador”, fue una verdadera obra de arte, una arquitectura fascinante donde el Steinway de Volodin sonaba él solo como una orquesta completa. El diálogo entre los músicos de Nott y el ruso hacía suponer que habían tocado juntos durante toda la vida.
Acostumbrado a actuaciones con el Teatro Mariinsky de Valery Gergiev, el Teatro Alla Scala, la Filarmónica de Berlín o el Concertgerbouw de Amsterdam,  es compañero de ruta habitual de directores como Semyon Bychkov, Lawrence Foster, Riccardo Chailly o Lorin Maazel, entre otros.
Ha trabajado una técnica depurada, finísima. Sus ejecuciones suenan con una alegría de campanillas y lleva hasta una depuración absoluta la partitura militar y heroica del alabado concierto de Beethoven.  Un vals de Chopin envuelto en delicadezas y rubatos, coronó una actuación que dejó a todos los presentes arrobados.


Jonathan Nott y su orquesta pudieron lucirse con la Sinfonía Nº 5 de Mahler, que el compositor dio a luz cuando se encontraba felizmente casado con Alma, una mujer de bandera que abriría las compuertas de la libertad femenina en la decadente pero trepidante Viena fin de siècle.
El famoso “Adagietto”, considerado el núcleo fuerte de la obra, parece haber sido ofrendado por el compositor a su novia “como regalo de compromiso”.
Como ilustra en sus cuidadas notas al programa de mano Juan Manuel Viana, Mahler le expresó a su esposa tras el primer ensayo de su Quinta: “¿Qué va a decir (el público) de esta música primitiva, de este océano sonoro desencadenado, espumoso y rugiente?”. La respuesta podría ser un silencio emocionado y agradecido.
 La Filarmónica, Sociedad de Conciertos, se ha vuelto a lucir por su savoir faire en la elección del repertorio ofrecido en sus propuestas musicales, un programa fascinante y unos intérpretes en estado de gracia.

Alicia Perris

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