El miércoles 17
de junio se inaugura en el Museu Fundación Juan March, en Palma, (www.march.es/arte/palma ), una exposición que reúne, en un diálogo
asincrónico tan sorprendente como lleno de sentido, cuarenta y tres obras
realizadas entre 1855 y 1975 procedentes en su totalidad de la colección Siegert (Múnich) y siete óleos del siglo XVII de la mano de
Willem Heda, Pieter Claesz, Juan van der Hamen y Pier Francesco Cittadini,
provenientes de colecciones particulares.
Con esta
presentación conjunta, que establece un salto temporal de casi tres siglos
entre fotografía y pintura y de más de un siglo entre las fotografías
seleccionadas, Cosas plantea
un diálogo asincrónico tan sorprendente como lleno de sentido. El fundamento para este
ejercicio de emparejamiento es el denominador común a todas las obras aquí
exhibidas, su carácter de "naturalezas muertas" y, en concreto, su
pertenencia a tres de los estadios de la vida de ese género artístico, tan
clásico como confusamente denominado: el de su nacimiento entre los pintores
flamencos del siglo XVII europeo y su extensión a otros países como Italia o
España; el de su presencia como uno de los motivos preferentes del
pictorialismo y de los protagonistas de los inicios de la fotografía; y, por
último, el de su metamorfoseada y variada presencia –con novedosas
aportaciones– en las vanguardias fotográficas de los años veinte a cincuenta
del siglo pasado.
La rara
expresión "naturaleza muerta" (su castiza alternativa en español,
"bodegón", apenas la mejora) proviene de la confusa traducción
francesa y española del original flamenco "stilleven", que más bien
habría que traducir por "vida en calma", "vida quieta" o
"vida inmóvil" (expresiones que el alemán "Stillleben" y el
inglés "Still Life" sí respetan). Esta denominación se empezó a
aplicar en el siglo XVII a un tipo de pintura, nacida en Holanda y Flandes, que
representaba lo que genéricamente podría ser designado con la indeterminada
pero universalísima palabra "cosas": como en los casos de Willem Heda
y Pieter Claesz (c 1640-43 y 1643), dos de los más relevantes representantes de
esa práctica pictórica, marcan el género las mesas puestas con objetos de todo
tipo, a menudo alimentos, pero también enseres, objetos decorativos, copas o
vasos; o centros y arreglos florales; o jarros y cuencos compuestos, en
artístico desorden, junto a frutas, hortalizas o dulces, en los que no faltan a
veces incluso insectos y pequeños animales, vivos -como en los casos de los
bodegones de caza- o recién cazados y muertos.
Desde su
invención, la fotografía -el nuevo "pincel de la naturaleza", como la
llamó William Henry Fox Talbot- no sólo no sustituyó a la pintura, sino que
desde entonces la acompaña en su papel de imitadora del espacio real o
imaginado; con frecuencia, incluso remedando los géneros pictóricos. Las
fotografías seleccionadas en esta muestra, de grandes figuras de la historia de
la fotografía o de fotógrafos anónimos o documentalistas, admiten, en efecto –y
con toda naturalidad– su pertenencia a casi las mismas agrupaciones en series
que se observan en la pintura de género: los centros de flores perviven, por
ejemplo, en el pictorialismo del Barón de Meyer (1908), y las composiciones de
objetos en mesas son un motivo preferente en la historia de la fotografía
(aunque, obviamente, con la novedad de incluir objetos aún no inventados en el
siglo XVII) o ser el resultado de procesos de abstracción y concreción mediante
el primer plano o el zoom.
Las
escenificaciones con animales muertos son, unas veces, literales, como en el
caso de Camille Silvy, Bodegón de caza
con The Times, c 1859; otras, aprovechan las nuevas técnicas o son
literalmente naturalezas muertas en el sentido de vidas interrumpidas, como en
las impresionantes composiciones a partir de despieces de abattoirs
parisinos de Madame d'Ora.
La
selección de obras de esta exposición es, como se ha dicho, ejemplar al mostrar
lo numerosos que son los motivos florales en la fotografía pictorialista -y
también en las vanguardias, como acontece con Sudek (1940-54) o Marianne
Brandt-. También la fotografía del surrealismo y su influencia se prodigará en
las mesas con arreglos de objetos, sólo que con escenificaciones plenamente
fantásticas o jugando con conjunciones disyuntivas. Por último, llama la
atención hasta qué punto están unidas realidades tan distintas como la
vanguardia experimental del siglo XX y un género pictórico cuatro siglos más
antiguo: pues, ¿qué otra cosa sino composiciones y arreglos de objetos en mesas
son la mayor parte de las "fotografías sin cámara" de la
experimentación vanguardista que arranca con László Moholy-Nagy, tan bien
representada en la exposición por el fotograma de Man Ray y por una de las
raras schadografías de Christian Schad?.
Como en la
fotografía anónima de los años treinta de la Agencia Weltbild
significativamente titulada Bodegón con brazos y piernas esperando a sus
cuerpos (c 1930), en ocasiones las imágenes de la historia, salvando
siempre las diferencias y las distancias de espacio y tiempo, parecen
complacerse en establecer sintonías tan razonables como sorprendentes. Cosas. La idea de naturaleza muerta en
la fotografía y la pintura juega a mostrar fotografía y pintura
atendiendo a la cualidad estética propia de cada modalidad artística, pero
también a las relaciones que, por encima del tiempo histórico y del espacio
geográfico de cada obra, el espacio común de la exposición permite establecer;
un espacio que siempre es, en su intención y para su público, un ámbito para la
contemplación libre y para las comparaciones.
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