martes, 30 de junio de 2015

LA ÚLTIMA CONFESIÓN DE OLIVER SACKS: SU TORTURA POR SER HOMOSEXUAL

Ha publicado 'On the Move' una sincera autobiografía en la que habla de su vida íntima
Durante 35 años se mantuvo célibe. Cumplidos los 70 años, conoció al escritor Billy Hayes
Fue culturista y consumió drogas de forma regular. Su madre le traumatizó


Retrato de Oliver Sacks, que en la actualidad tiene 81 años. CORDON

"He sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura". Con estas emotivas palabras, Oliver Sacks terminaba un artículo en el que anunciaba que le quedaban pocas semanas de vida. Un tumor poco frecuente, un melanoma ocular, había desembocado en un cáncer de hígado y, a sus 81 años, el hombre que revolucionó la literatura clínica vendiendo millones de ejemplares de sus libros se disponía a encarar sus últimos meses.
El neurólogo firmó este artículo el pasado mes de febrero. Sus propósitos eran sencillos. "Estrechar mis amistades, despedirme de las personas a las que quiero, escribir más, viajar si tengo fuerza suficiente...". El resultado de esas ganas de escribir ya está en las librerías norteamericanas. Se titula 'On the Move' y es la sincera autobiografía del autor de 'Despertares' (Robin Williams le interpretaría en la cinta homónima). En su portada, un imponente Sacks posa con una ceñida chupa de cuero a lomos de una Harley Davidson. La fotografía parece más propia de uno de los libros homoeróticos de Tom of Finland que de la biografía de un neurólogo humanista y 'best seller'. Y algo de eso hay.
En estas memorias, por primera vez, Sacks habla sin censura sobre su homosexualidad. Algo que le ha atormentado la mayor parte de su vida. Durante mucho tiempo se definió como célibe -de hecho, pasó 35 años sin mantener ninguna relación sexual- pero en su aquí, Sacks cuenta incluso cómo perdió la virginidad. Fue en los años 50, en Amsterdam. Él estaba tirado en la calle borracho y un hombre le recogió y le llevó a su casa.
Por entonces, aún existían leyes contra la homosexualidad en la mayoría de los países y, lo que es peor, su adorada madre creía que ser gay era "una abominación". Esas palabras se le quedaron grabadas a fuego.


Portada del libro de Sacks

Adicto a las anfetaminas, Sacks montaba en moto a gran velocidad por las colinas de Santa Mónica
El escritor Lawrence Weschler, buen amigo de Sacks, ha revelado 'Vanity Fair' uno de los episodios más duros de Sacks. "Tenía 21 años y estaba en la universidad. Había regresado a casa y acompañé a mi padre en coche. Él me preguntó qué tal me iban las y cosas y si tenía alguna novia. 'No'. '¿Por qué no sales con chicas?'. 'No sé, quizás porque no me gustan'. Hubo un momento de silencio. '¿Eso significa que te gustan los chicos'. 'Sí, soy homosexual'. Le pedí que no se lo dijera a mi madre bajo ninguna circunstancia, le rompería el corazón, no lo iba a entender. A la mañana siguiente, ella bajó las escaleras llorando, me gritaba y me hacía terribles acusaciones... Esto duró una hora. Después se calló y se mantuvo en silencio durante los tres días siguientes. Tras aquello, volvió a la normalidad. Nunca habló de este episodio a lo largo de su vida".
Su liberación en USA
Una vez terminada la universidad, Sacks, que vivió los bombardeos nazis siendo un niño, abandonó Inglaterra. En su opinión ya había bastantes doctores Sacks en Londres (sus propios padres y sus primos). Ollie, como le llamaban, emigró a San Francisco y Los Ángeles, donde conoció los placeres del culto al cuerpo. Aficionado a la natación, el científico exhibía orgulloso su musculatura. En la playa de VeniceBeach llegaron a bautizarle Mr. Sentadillas. Tal era su poderío que hacía ejercicios con pesas de más de 270 kilos sobre sus hombros.
Eran los tiempos en los que comenzaba a experimentar con fármacos durante su estancia en UCLA. Las drogas le ayudaban a sobrellevar sus demonios interiores. Por entonces, era prácticamente adicto a las anfetaminas. Fue un período autodestructivo , casi suicida. Experimentaba con LSD y a diario tomaba alguna sustancia. Tenía breves y apasionados encuentros sexuales con desconocidos. Se escapaba a conducir en moto a gran velocidad por las montañas de Santa Mónica... Según confesó a Weschler: "Un día me miré al espejo. Tenía los pómulos hundidos, se marcaba mi calavera, y me dije: 'Ollie, si sigues así no estarás aquí otro año más'".
Nunca abandonó su afición a la química, pero sí relajó su modus vivendi. Desde que cumplió 40 años hasta que conoció al escritor Billy Hayes, su pareja, siendo ya un septuagenario se mantuvo célibe. Descubrir los recovecos del cerebro fue su mayor inquietud en ese tiempo. A diferencia de otros neurólogos, para él, los diagnósticos eran sólo el principio de su aventura junto a los pacientes. Según sus palabras, la medicina debía centrarse en el paciente y no en la enfermedad. Quizás ese fuera el secreto para que su escritura científica se haya convertido en super ventas. Su vida está a la altura de su obra.


http://www.elmundo.es/loc/2015/06/20/558435bf268e3e302e8b4590.html

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