Ha publicado 'On the Move' una
sincera autobiografía en la que habla de su vida íntima
Durante 35 años se mantuvo célibe.
Cumplidos los 70 años, conoció al escritor Billy Hayes
Fue culturista y consumió drogas de
forma regular. Su madre le traumatizó
Retrato de Oliver Sacks, que en la
actualidad tiene 81 años. CORDON
"He sido un ser sensible, un animal pensante
en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una
aventura". Con estas emotivas
palabras, Oliver Sacks terminaba un artículo en el que anunciaba
que le quedaban pocas semanas de vida. Un tumor poco frecuente, un
melanoma ocular, había desembocado en un cáncer de hígado y, a sus 81 años, el
hombre que revolucionó la literatura clínica vendiendo millones de ejemplares
de sus libros se disponía a encarar sus últimos meses.
El neurólogo firmó este artículo el pasado mes de
febrero. Sus propósitos eran sencillos. "Estrechar mis amistades,
despedirme de las personas a las que quiero, escribir más, viajar si tengo
fuerza suficiente...". El resultado de esas ganas de escribir ya está en
las librerías norteamericanas. Se titula 'On the Move' y es la sincera
autobiografía del autor de 'Despertares' (Robin Williams le interpretaría en la
cinta homónima). En su portada, un imponente Sacks posa con una ceñida chupa de
cuero a lomos de una Harley Davidson. La fotografía parece más propia
de uno de los libros homoeróticos de Tom of Finland que de la
biografía de un neurólogo humanista y 'best seller'. Y algo de eso hay.
En estas memorias, por primera vez, Sacks habla
sin censura sobre su homosexualidad. Algo que le ha atormentado la mayor parte
de su vida. Durante mucho tiempo se definió como célibe -de hecho, pasó 35 años
sin mantener ninguna relación sexual- pero en su aquí, Sacks cuenta
incluso cómo perdió la virginidad. Fue en los años 50, en Amsterdam.
Él estaba tirado en la calle borracho y un hombre le recogió y le llevó a su
casa.
Por entonces, aún existían leyes contra la
homosexualidad en la mayoría de los países y, lo que es peor, su adorada madre
creía que ser gay era "una abominación". Esas palabras se le quedaron
grabadas a fuego.
Portada del libro de Sacks
Adicto a las anfetaminas, Sacks montaba en moto a
gran velocidad por las colinas de Santa Mónica
El escritor Lawrence Weschler, buen amigo de
Sacks, ha revelado 'Vanity Fair' uno de los episodios más duros de Sacks.
"Tenía 21 años y estaba en la universidad. Había regresado a casa y
acompañé a mi padre en coche. Él me preguntó qué tal me iban las y cosas y si
tenía alguna novia. 'No'. '¿Por qué no sales con chicas?'. 'No sé, quizás
porque no me gustan'. Hubo un momento de silencio. '¿Eso significa que
te gustan los chicos'. 'Sí, soy homosexual'. Le pedí que no se lo
dijera a mi madre bajo ninguna circunstancia, le rompería el corazón, no lo iba
a entender. A la mañana siguiente, ella bajó las escaleras llorando, me gritaba
y me hacía terribles acusaciones... Esto duró una hora. Después se calló y se
mantuvo en silencio durante los tres días siguientes. Tras aquello, volvió a la
normalidad. Nunca habló de este episodio a lo largo de su vida".
Su liberación
en USA
Una vez terminada la universidad, Sacks, que vivió
los bombardeos nazis siendo un niño, abandonó Inglaterra. En su opinión ya
había bastantes doctores Sacks en Londres (sus propios padres y sus primos).
Ollie, como le llamaban, emigró a San Francisco y Los Ángeles, donde conoció
los placeres del culto al cuerpo. Aficionado a la natación, el científico
exhibía orgulloso su musculatura. En la playa de VeniceBeach llegaron a
bautizarle Mr. Sentadillas. Tal era su poderío que hacía ejercicios
con pesas de más de 270 kilos sobre sus hombros.
Eran los tiempos en los que comenzaba a
experimentar con fármacos durante su estancia en UCLA. Las drogas le ayudaban a
sobrellevar sus demonios interiores. Por entonces, era prácticamente adicto a
las anfetaminas. Fue un período autodestructivo , casi suicida. Experimentaba
con LSD y a diario tomaba alguna sustancia. Tenía breves y apasionados
encuentros sexuales con desconocidos. Se escapaba a conducir en moto a gran
velocidad por las montañas de Santa Mónica... Según confesó a Weschler:
"Un día me miré al espejo. Tenía los pómulos hundidos, se marcaba mi calavera,
y me dije: 'Ollie, si sigues así no estarás aquí otro año más'".
Nunca abandonó su afición a la química, pero sí
relajó su modus vivendi. Desde que cumplió 40 años hasta que conoció al
escritor Billy Hayes, su pareja, siendo ya un septuagenario se mantuvo célibe. Descubrir
los recovecos del cerebro fue su mayor inquietud en ese tiempo. A
diferencia de otros neurólogos, para él, los diagnósticos eran sólo el
principio de su aventura junto a los pacientes. Según sus palabras, la medicina
debía centrarse en el paciente y no en la enfermedad. Quizás ese fuera el
secreto para que su escritura científica se haya convertido en super ventas. Su
vida está a la altura de su obra.
http://www.elmundo.es/loc/2015/06/20/558435bf268e3e302e8b4590.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario