SONYA YONCHEVA, soprano, en concierto. Teatro de La Zarzuela, Madrid. Jueves, 29 de abril de 2021, 20:00 horas
Ficha Artística
MIQUEL ORTEGA, Dirección musical
Con la colaboración especial de
ALEJANDRO DEL CERRO, tenor
ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID
Programa
FEDERICO CHUECA (1846-1908): Preludio, La alegría de la Huerta
(1900) (instrumental)
PABLO SOROZÁBAL (1897-1988): Romanza: «Noche hermosa», Katiuska
(1931) Texto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso
FEDERICO MORENO TORROBA (1891-1982): Petenera: «Tres horas antes
del día», La Marchenera (1928) Texto de Ricardo González del Toro y Fernando Luque
P. SOROZÁBAL: Intermedio, Los Burladores (1948) (instrumental)
RAFAEL MILLÁN (1893-1957): Romanza: «La luz de la tarde se va», El
pájaro azul (1921) Texto de Antonio López Monís
MIGUEL MARQUÉS (1843-1918): Romanza: «Lágrimas mías en dónde
estáis», El anillo de hierro (1878) Texto de Marcos Zapata
JOAQUÍN GAZTAMBIDE (1822-1870): Romanza: «Yo me vi en el mundo
desamparada», El juramento (1858) Texto de Luis de Olona
GERÓNIMO GIMÉNEZ (1854-1923): Preludio, Los Borrachos (1899)
(instrumental)
PABLO LUNA (1879-1942): Canción: «De España vengo», El niño judío
(1918)
P. SOROZÁBAL Romanza: «No corte más que una rosa», La del manojo de
rosas (1934)
REVERIANO SOUTULLO (1880-1932) y JUAN VERT (1890-1931): Intermedio,
La leyenda del beso (1924) (instrumental)
MANUEL PENELLA (1880-1939): Dúo: « ¡Vaya una tarde bonita!», El
gato montés (1917) Texto de Manuel Penella
RUPERTO CHAPÍ (1851-1909): Carceleras: «Al pensar en el dueño de
mis amores», Las hijas del Zebedeo (1889) Texto de José Estremera
GONZALO ROIG (1890-1970): Salida: « ¡Yo soy Cecilia!», Cecilia Valdés (1932) Texto de Agustín Rodríguez y José Sánchez-Arcilla, basado en Cirilo Villaverde
Como narra el programa de mano y toda la información que en redes
sociales y medios desplegó el Teatro de la Zarzuela antes de la llegada de la multifacética
soprano a Madrid, la soprano búlgara Sonya Yoncheva, (en búlgaro, Соня Йончева;
Plovdiv, 25 de diciembre de 1981), “una de las voces más aclamadas actualmente
por la crítica internacional y el público de los más célebres escenarios de
ópera del mundo, ha desarrollado una intrépida y exitosa trayectoria encarnando
los principales y más arriesgados personajes de óperas, del Barroco al Verismo.
Con este concierto, Yoncheva debuta en el Teatro de la Zarzuela,
único en el mundo, y suma la Zarzuela Grande a su exquisito repertorio,
poniendo así de relieve la atracción y reconocimiento que nuestro género lírico
suscita cada vez más fuera de nuestras fronteras”.
La expectación que suscitó esta propuesta, a teatro lleno y
entradas agotadas dentro de la capacidad obligada por la pandemia, fue
indescriptible y al cabo del fragmento de la Carmen de Bizet, la audiencia
seguramente pensó que no había sido defraudada.
Se da la circunstancia de que la cantante se presentó con el acompañamiento de una orquesta y no de un pianista, como suele suceder en los recitales al uso. La dirección musical, pues, corrió a cargo de Miquel Ortega. A todo lujo, entonces.
El director nació en Barcelona, en 1990 y fue adjunto a la dirección del coro del Gran Teatro del Liceo de Barcelona de 1980 a 1989. Maestro concertador de la temporada de ópera del Teatro de la Zarzuela de 1990 a 1993 y director titular de la Orquesta Pablo Sarasate de Pamplona de 1994 a 1995. Además, principal director invitado del Teatro Imperial de Compiègne de 2002 a 2006, y de la Südwestdeutsche Philharmonie Konstanz (en Alemania).
Su preparación como maestro repetidor lo ha convertido en uno de
los máximos conocedores del teatro lírico en España. Es miembro del comité de
referencia y soporte de la música francesa en reconocimiento a su labor
recuperadora de títulos clásicos y contemporáneos enla ciudad gala citada.
Cantantes como Montserrat Caballé, José Carreras, Jaume Aragall y Carlos
Álvarez, le han solicitado como director para sus recitales y grabaciones. Como
compositor su obra está siendo cada vez más interpretada y su ópera, La casa de
Bernarda Alba, se estrenó en 2007 bajo su propia dirección en Brasov (Rumanía).
Se podría seguir comentando su curriculum, pero en referencia a la velada que nos ocupa, se demostró con claridad el buen rapport que mantuvo con Yoncheva, su capacidad para transmitir órdenes y energía a sus músicos y a los cantantes, en un clima de seguridad y excelente sintonía. La orquesta sonó muy bien y con garantías, también en sus fragmentos instrumentales (muy bonito el intermedio de La leyenda del beso), para que el espectáculo tuviera una base sonora sólida sobre el que desarrollarse.
Alejandro del Cerro, fue el tenor que dio la réplica a la soprano en una única vez, pero muy conseguida, en El gato montés. El dúo fue gracioso, sugerente, muy castizo, pero sin sobreactuaciones a los que algunos especialistas tienen acostumbrado al público. Recibió muchos aplausos.
Nacido en Santander. Estudió canto y piano en el conservatorio de
la ciudad para luego graduarse en la Escuela Superior de Canto de Madrid.
Premiado en diversos certámenes españoles como el Concurso Internacional de
Canto Ciudad de Logroño, participa en producciones en el Teatro Real, el Teatro
de la Zarzuela, el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el Teatro Calderón de
Valladolid, los Teatros del Canal de Madrid y el Teatro Campoamor de Oviedo,
entre otros. Fuera de España, ha cantado en los Estados Unidos, Portugal, Reino
Unido (Faust), Bélgica (Eugenio Oneguin) y Colombia (Cecilia Valdés).
En el terreno operístico interpreta Poliuto,
Marina, Parsifal, Gianni Schicchi, Otello, I vespri siciliani, La Favorita,
entre otras partituras. Mención especial merece el papel protagonista de la obra El pintor,
de Colomer, estrenada en los Teatros del Canal en 2018.
De sus últimos compromisos, destaca su debut en el Palau de les
Arts de Valencia y en la temporada de zarzuela de Oviedo en El dúo de «La
africana», así como el papel protagonista de Lucia de Lammermoor en el Teatro
Campoamor. Próximamente volverá al Real para participar en Viva la mamma, de
Donizetti. Su repertorio de zarzuela incluye entre otros títulos: Doña Francisquita
en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona; La leyenda del beso, El dúo de «La
africana» y otras composiciones.
El dúo con Yoncheva declinó un coqueteo musical y escénico. Fue
gracioso, sugerente. Recibió muchos y
merecidos aplausos por una interpretación holgada, un instrumento ancho y
generoso, que empastó a la perfección con la voz y el espíritu de la artista
búlgara.
¿Cómo describir la actuación y la personalidad de Yoncheva, tan
lejos geográficamente de su universo de origen y tan emparentada en lo
emocional y en la tradición de la música española de zarzuela? Se dirigió a la audiencia en un español emocional y empático, prometiendo volver, mientras acomodaba una cabellera ondulada, magnífica, de reflejos dorados.
Bulgaria ofreció a la constelación de la lírica, grandes personajes
y cantantes, las conocidas divas de Raïna
Kabaivanska, Ghéna Dimitrova o Svetla Vassileva o los bajos Boris Christoff, o Nicolaï Ghiaurov,
por ejemplo. La soprano Sonya Yoncheva,
llega después de una rápida ascensión, con un repertorio variado y rico, vida
familiar, marido, hijos, lo que los franceses denominarían “une femme
accomplie”.
La dicción en español, difícilmente mejorable. La cantante posee
una riqueza de colores, oscuros, más brillantes, un legato indiscutible, un
fraseo y una técnica cuidada, que a sus casi 40 años hace prever todavía
cambios y embellecimientos añadidos. Cimbrea la cintura y todo el cuerpo
mientras acompaña la partitura, que parece conocer de toda la vida. Hay una
estrecha identificación entre su idiosincrasia y el repertorio escogido para el
coliseo madrileño, nada fácil.
Se desenvolvió con elegancia y desenfado en escena, enfundada en un llamativo vestido rojo bermellón palabra de honor, que se ajustaba cada tanto y que caía en una cascada de volantes con cola. Pendientes rojos a juego, Yoncheva se compenetró bien con su mascarilla de quita y pon con el tenor y el director de orquesta, cantó como una diva y todavía le quedó tiempo al final, para escarceos teatrales cómicos con uno de los músicos de la sección de cuerda.
La soprano lírica es una fuerza desatada de la naturaleza en la plenitud
de su edad, fresca, como su voz, lozana y se interrelacionó con magia con el
público del Teatro de La Zarzuela, también pasional y entregado, que busca el
cuerpo a cuerpo con el alma de las producciones, es decir, los músicos y sobre
todo, los cantantes.
Durante el recital se pudo disfrutar de “Noche hermosa” de
“Katiuska”, de Sorozábal, “La luz de la tarde se va”, de “El pájaro azul”, de
Rafael Millán, de Gaztambide, “Yo me vi en el mundo desamparada”, romanza de
“El juramento”, “De España vengo”, de “El niño judío”, de Pablo Luna ( del que
se repusieron dos de sus obras recientemente en la sala de Jovellanos, “Las
calatravas” y “Benamor”, que cosechó muchísimos éxitos hasta ahora mismo).
Cuando hacia la culminación de la noche, le llegó el turno a “Cecilia
Valdés”, la composición cubana y evocadora de Gonzalo Roig, los presentes ya
había aplaudido y vitoreado lo suyo.
Durante el obligado lockdown, Yoncheva no se detuvo y pudo vérsela anunciada junto a otros grandes en el Metropolitan de Nueva York, en recitales en streaming. En España, dio en esta gira otros conciertos y continuará su labor en los países que se vayan abriendo en las propuestas líricas pospandémicas. Cantará tal vez, de nuevo junto a su hermano, Marin Yonchev, muy reconocido en su país natal. Su agenda continúa y continúa…
Grande y exhaustiva la cobertura de prensa de los técnicos y gestores de Zarzuela, que presidieron desde un discreto segundo plano en el palco habitual el discurrir de la actuación, la preparación de las fotos y de la publicidad del concierto prácticamente en tiempo real. Un esfuerzo agradecido y valorado por todos, en especial sobre todo por los que no pudieron estar presentes en la velada lírica por diferentes razones. Asistió un público de todas las edades, niños incluidos, que fue testigo de una propuesta en la mejor tradición de apuestas ganadas de la Casa.
Foto de la izquierda, La soprano con el Director Artístico del T. de La Zarzuela, Daniel Bianco
Su última aparición ya fuera de programa, se adecuó como un guante
al repertorio español de zarzuela, porque entonó el fragmento de la Habanera de
Carmen de Bizet, “L´amour est un oiseau rebelle” para delicia del público, con
los pies descalzos, al aire, como para demostrar a los asistentes, que como la
desafiante y valiente cigarrera, otra mujer de rompe y rasga, ella también es
una criatura libre y decidida, hermosa, que, como dirían en la obra de Federico
García Lorca, “quiere y puede”. Un privilegio elegido, y una forma de estar en
el mundo, claro. Atávica, reivindicativa, pero sin alharacas,
Alicia Perris