Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica, domingo 25 de abril
Fabio Luisi,
Director. Orquesta y Coro Nacionales de España
Valentina Farcas, Soprano
Veronica Simeoni, Mezzosoprano
Mauro Peter, Tenor
Jochen Kupfer, Barítono
Concierto sin
interrupción
PROGRAMA
Richard Strauss (1864-1949), Metamorphosen, TrV 290 [26’]
Franz Joseph Haydn (1732-1808), Misa núm. 10 en Do mayor, Hob. XXII:9, «Missa in tempore belli» :
I. Kyrie
II. Gloria
III. Credo
IV. Sanctus
V. Benedictus
VI. Agnus Dei
Una propuesta musical como de contrición, de respeto solemne,
mística. Una forma, a las 11.30 de la mañana, de hacer un saludo al sol tardío
por el rito católico. Hasta los músicos y los cantantes, cubiertos con sus
mascarillas, con una gran contención, dejando ver, también, cuál es la
situación pandémica real fuera de la sala. Sin
embargo, el concierto, una forma de disfrutar a pesar de un entorno en
suspenso, por momentos amenazante, con el que, sin embargo, algunos humanos
hemos aprendido relativamente a convivir.
Para comenzar, de Richard
Strauss (1864-1949), Metamorphosen, TrV 290, intenso gran lapso de casi
media hora de meditación, melancólica, reflexiva y circunspecta.
Como se lee en las crónicas al uso, “Metamorphosen (en castellano
Metamorfosis) es una composición para veintitrés instrumentos solistas de
cuerda (diez violines, cinco violas, cinco violonchelos y tres contrabajos) del
compositor alemán Richard Strauss.
Se trata de una composición que fue escrita hacia el final de la
Segunda Guerra Mundial. Surgió ante la profunda impresión que recibió Strauss
al saber que el Teatro Nacional de Múnich, su ciudad natal, había sido
destruido durante un bombardeo. Strauss exclamó: « ¡El mundo es muy cruel. Me
han aniquilado!». La obra se estrenó en enero de 1946, tocada por la orquesta
del Collegium Musicum de Zúrich, dirigida por Paul Sacher.
La obra utiliza como motivo principal un pasaje característico de la Marcha fúnebre de la Sinfonía Heroica de Beethoven. Al final de Metamorphosen, en el compás 502, el compositor cita textualmente el tema principal de la Marcha fúnebre en las cuerdas bajas y puede leerse la acotación «In Memoriam!»”.
El Maestro Fabio Luisi
tiene un agudo sentido de la concertación, bastante clásico y tradicional, que
no convencional y consigue de los instrumentos, relativamente pocos si se los
compara con el corpus de una orquesta mahleriana por ejemplo, o de Beethoven o
Bruckner, wagneriana en fin. La apreciación es límpida y clara, con
distinciones dentro de los cantabile de cada cuerda, como el cello. Excelente
forma de preparar el camino a los 45 minutos de la Missa de Haydn, que
determinará una duración de la matinal de alrededor de hora y cuarto, como
viene siendo habitual en estos tiempos.
En Europa, muchos se preguntan cuál es el misterio de estas grandes
salas españolas abiertas y funcionando. La verdad es que no hay ninguno:
sentido del orden social, cuidado y respeto por el otro y su trabajo. Tal vez
una plegaria para encomendarse, como diría el literato, “a un dios desconocido”
y a la suerte, que, como expresó Julio César, “jacta est”, está echada. Y se
cruza el Rubicón, con la esperanza de que todo salga bien.
En el caso de los conciertos cortos resulta más manejable el riesgo
que en una ópera o espectáculo de una mayor duración, donde se exigen más
ensayos, convivencia de bailarines, cantantes, coro, músicos y todo el
aparataje humano y técnico que dibujan también las bambalinas.
Volviendo al programa, la Missa
N.º 9 Do mayor, In Temporis Belli o Paukenmesse (En Tiempos de Guerra), o Misa de los timbales de 1796, pertenece a
una serie compuesta por Joseph Haydn, a quien la guerra, lo acerca en su época,
a las contiendas entabladas por Napoleón Bonaparte, sobre todo con Rusia,
Inglaterra y el imperio austríaco, al que pertenecía el compositor.
Joseph Haydn compuso en toda su
carrera catorce misas. Se clasifican de acuerdo con el catálogo desarrollado
por Anthony van Hoboken, que siendo universalmente reconocido, no refleja con
exactitud el orden cronológico de composición.
En su trayectoria artística, pasó un periodo desde 1780 a 1796 sin
componer misas, labor a la que dedicó parte de sus inicios como compositor y la
última década de su vida y la que alude a “los tiempos de guerra” posee un profundo
sentimiento religioso y a la vez, antibelicista, de conmiseración por el estado
de la política y la sociedad de su tiempo.
Las misas 9 a 14 forman un grupo diferenciado: fueron compuestas
para la familia Esterházy para celebrar la onomástica (el 12 de septiembre) de
la princesa María Hermenegilda, esposa del príncipe Nicolás y amiga del
compositor. La composición de estas partituras sacras, fue una de las
obligaciones principales de Haydn con sus mecenas en aquel momento de su
carrera.
El texto, como suele, en
latín medieval pero bonito. No es como el de Cicerón, pero respeta las esencias
de esta lengua fundacional. Algún apunte sobre la acentuación: la palabra “remisionem”
de los sobretítulos, no lleva acento. La acentuación en latín es diferente de
la de las lenguas romances y muy a menudo, destaca en la poesía, donde se escanden
los versos. Otrosí: la palabra hebrea Hosanna, suele escribirse con “h”.
El conjunto, es grandioso, el Coro Nacional de España dirigido por
el maestro Miguel Ángel García Cañamero, lleva a cabo en la Missa
el papel de protagonista, doblemente reseñable, dado que sus integrantes cantaban
cubiertos, como se dijo, pero consiguen la sensación sonora de gran calidad, al
estar distribuidos en el centro, detrás de la orquesta (bancos del coro), y en
los laterales de la Sala Sinfónica. De esta manera, se amplificó con
naturalidad y se mejoró una acústica de por sí valiosa en este coliseo.
El Maestro García Cañamero, estudió piano, órgano y dirección coral
en Valencia obteniendo cinco premios de honor y el premio José Iturbi al mejor
expediente académico. En 1999, ingresa en la Academia Franz Liszt de Budapest
donde cursa estudios de perfeccionamiento con G. Istvan (piano), K. János
(canto), K. Éva y E. Péter (dirección coral).
Será un período decisivo en su formación como director al entrar en
contacto con la gran tradición coral húngara y centro-europea. En 2001 fue
finalista y premio especial en el I Concurso Internacional de Jóvenes
Directores Corales, en Budapest. Es raro que, dada su importancia en este
concierto, no aparezca su nombre al principio del programa, junto a cantantes y
el director musical, sino solo ya al final, su biografía.
Fabio Luisi, pues, ejerció una destacada misión de aunar esfuerzos,
entre el coro, los músicos, ampliados luego de las Metamorfosis de Strauss. Los
cuatro cantantes, realizaron una tarea más discreta pero impecable.
Valentina Farcas, una soprano con
voz clara, excelente técnica, adecuado fiato y fraseo, Veronica Simeoni, la mezzosoprano, cumplió con creces su tarea,
ejercitando una pequeña argucia que funcionó: cada vez que le tocaba cantar,
levantaba apenas su mascarilla para dejar pasar mejor el aire y facilitar una
emisión diáfana y ajustada. Las dos, con una muy agradable presencia escénica,
enfundadas en unos sugerentes vestidos negro y color vino.
Mauro Peter, el tenor y Jochen Kupfer, el barítono, estuvieron a la altura de sus colegas femeninas, acompañando la supremacía de un coro con una prestación encomiable.
Ni una tos, ni un tono de teléfono, esta vez una audiencia educada
y rigurosa, despierta y atenta, muchos aplausos y bravos, los músicos y los
cantantes, sonriendo con los ojos y agradeciendo la complicidad de otro
proyecto conseguido con la ayuda de todos.
Recordando el final de la Missa de Haydn, en el Agnus Dei,
podríamos concluir deseando, pidiendo, confiando en sentido amplio, “Dona nobis pacem”(Danos la paz). Amen,
que así sea.
Alicia Perris
Fotos, Julio Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario