Instalado en el último taller y apartamento de Eugène Delacroix, en medio del barrio de Saint-Germain-des-Prés, el musée Eugène-Delacroix es un remanso de paz, entre patio y jardín. Creado por el pintor mismo, el taller fue convertido en museo a la iniciativa de Maurice Denis y de los grandes pintores de los años 1920. Así se convirtió en un lugar dedicado a la creación artística.
Situado en la place de Fürstenberg, entre patio y jardín, se
distingue por su extraordinario emplazamiento. La disposición de los espacios
es la misma que Delacroix decidió cuando llegó en 1857. La reciente renovación
del jardín, que tanto amaba el pintor, propone compartir su intimidad, en un
remanso de paz inédito en París, y con un delicioso decorado floral, donde se
responden olores y perfumes. La propia colección del museo es la única
colección en el mundo que presenta todas las facetas del talento de Delacroix,
que fue pintor, dibujante, grabador pero también escritor.
Desde el 1ero de enero del 2016, el musée national Eugène-Delacroix
es miembro de la red Maisons des Illustres.
https://es.parisinfo.com/museo-monumento-paris/71084/Musee-national-Eugene-Delacroix
Eugène Delacroix (1798-1863) instaló su estudio de pintor en la
deliciosa placita Fustemberg a finales de 1857 para poder estar cerca de la
iglesia de Saint-Sulpice, donde estaba decorando una capilla con tres grandes
frescos, que hoy son uno de los tesoros de esa iglesia.
Pero su nuevo hogar le resultó tan agradable que ya no lo abandonaría hasta su muerte, ocurrida 15 años después, a los 65 años de edad (1863). Recién trasladado, anotaba en su diario:
Eugène Delacroix.
Autorretrato
Autorretrato
"Mi alojamiento
es decididamente encantador. La vista sobre mi pequeño jardín y el agradable
aspecto de mi taller me producen siempre un sentimiento de placer".
Delacroix fue uno de los artistas más geniales de su generación, y
su influencia en la historia de la pintura es incalculable. No sólo fue una
referencia obligada para sus contemporáneos, sino para todos los que vendrían
después, en especial gracias a su investigación sobre las posibilidades
expresivas del color. Todos, de un modo un otro, debían algo a Delacroix.
Por eso, serían los artistas y coleccionistas de París los que,
casi 70 años después de su muerte, se unirían para impedir que el taller y
residencia del genial pintor cayera en el abandono o fuera destruido. Así
dieron vida a este museo, que abrió sus puertas en 1932.
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