“Nabucco”, Teatro Real, Giuseppe Verdi (1813-1901). Dramma lirico en cuatro actos. Teatro Real, 15 de julio, 2022.
Libreto de Temistocle Solera,
basado en la obra Nabuchodonosor (1836) de Auguste
Anicet-Bourgeois y Francis Cornu,
y en el ballet Nabuccodonosor (1838) de Antonio
Cortesi.
Estrenada en el Teatro Alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842 y
en el Teatro Real el 27 de enero de 1853.
Producción de la Opernhaus de Zürich, en coproducción con el Teatro Real.
Se trata de un texto literario y musical vibrante y que despierta
muchas emociones. Según comentario del Teatro Real sobre esta ópera, última de
la temporada 21-22, el Antiguo Testamento ya había estado marcado por obras que
habían sido la base de innumerables oratorios barrocos.
En la ópera romántica encuentran entonces un nuevo foro, que iría
ensanchándose a lo largo del siglo con significativas contribuciones de
Donizetti, Halévy, Gounod, Serov, Goldmark o Saint-Saëns, entre otros.
Pero ninguno tal vez como Verdi sacó un partido semejante al
obtenido con su Nabucco, un primer gran éxito tras unos inicios poco decididos,
que le encumbró como símbolo del Risorgimento a través del célebre coro de
esclavos hebreos «Va, pensiero». Una especie de segundo himno no oficial de la
República italiana, que se refiere a la voluntad y el deseo de libertad del
pueblo italiano (tal vez debería señalarse “todos los pueblos italianos”), bajo
la opresión del imperio austríaco en parte de su territorio, que antes había
estado también, sectorialmente, regido por los reyes borbones.
Nabucco cuenta además con tres protagonistas de primer orden –el
protagonista homónimo, Abigaille y Zaccaria– que anuncian algunos de los
grandes roles verdianos que estarían aún por venir.
El coliseo madrileño lo presenta en la producción de Andreas Homoki que, con un suntuoso
vestuario de época de Susana Mendoza
y una escena minimalista de Wolfgang
Gussmann, traslada la acción a la Italia de los tiempos de Verdi y sitúa el
foco, ya desde la obertura, en las relaciones familiares que constituyen el
verdadero núcleo de este pasional drama.
EQUIPO ARTÍSTICO
Director Musical I Nicola Luisotti
Director de Escena I Andreas Homoki
Escenógrafo I Wolfgang Gussmann
Figurinistas I Wolfgang Gussmann I Susana Mendoza
Director del Coro I Andrés Máspero
Coro y Orquesta titulares del Teatro Real
(Coro Intermezzo / Orquesta Sinfónica de
Madrid)
REPARTO
Nabucco| George Gagnidze
Ismaele I Michael Fabiano
Zaccaria
I Alexander Vinogradov
Abigaille
I Saioa Hernández
Fenena I Elena Maximova
El Gran Sacerdote I Simon Lim
Abdallo I Fabián Lara
Anna I Maribel Ortega
Con el objetivo de llevar la ópera los públicos que no la
frecuentan por placer o tradición o no pueden pagarse el precio oneroso de unas
entradas desde se vea y oiga bien siempre, RTVE Play y la cadena 2 se
convierten en las “plazas públicas” de la radio y televisión estatales para
disfrutar de la función, del viernes 15 de julio en el Teatro Real.
La audiencia de RTVE podrá disponer de la ópera de Verdi en RTVE
Play, después de la grabación de la función de este viernes, y en ‘El Palco’ de
La 2 en la medianoche del domingo 17 al lunes 18 de julio.
El Real celebra de esta manera- se trata además de un teatro pagado
con fondos públicos en parte- la sexta edición de la Semana de la Ópera a
través de una serie de eventos gratuitos, como la retransmisión de ‘Nabucco’ en
instituciones y centros culturales de toda España, en decenas de lugares a
menudo alejados de las grandes salas de concierto en una jornada de puertas
abiertas o la emisión en streaming de populares títulos de ópera.
Nabucco, como es bien sabido, fue compuesta en un período
particularmente difícil de la vida del compositor. Su esposa y sus dos hijos
pequeños habían muerto poco tiempo antes y Verdi prácticamente había decidido
no volver a componer. En el estreno, el papel de Abigaille fue interpretado por
Giuseppina Strepponi, quien se convertiría en compañera sentimental y luego
esposa de Verdi. Se dice que la dificultad del papel causó el declive vocal de
la cantante.
Con esta partitura se inician los llamados “años de galera”, en los
que compuso a un ritmo frenético, produciendo diecisiete óperas en doce años.
No es fácil conseguir una soprano dramática que pueda medirse con
la despiadada tesitura de la malvada Abigaille. El papel ha sido considerado
como la caída de numerosas cantantes. Fue caballo de batalla de María Callas en
los comienzos de su carrera; lo interpretó completo sólo tres veces y sólo se
grabó una vez en vivo, en 1949.
El éxito de la ópera perdura hasta hoy día. Aunque no se representa
tantas veces como otras óperas de Verdi, aún se encuentra entre las más
representadas del repertorio operístico mundial.
El estreno americano se produjo en el Teatro Colón de Buenos Aires en 1914 con la Compañía y dirección de Tulio Serafín, volviéndose a representar en las temporadas oficiales 1956, 1972, 1988 y 1991. Ha sido una obra permanente de la Metropolitan Opera desde que se representó allí por vez primera durante la temporada 1960/61.
Nabucco cuenta con pasajes conocidos, difíciles y señeros, como el
aria: Come notte a sol fulgente / "Como la noche antes del sol"). (Viva
Nabucco / "Viva Nabucco") o el aria Anch'io dischiuso un giorno /
"Yo también una vez abrí mi corazón a la felicidad o la cabaletta: Salgo
già del trono aurato / "Estoy preparada para ascender al trono
dorado").
Y el teatral fragmento del protagonista, cuando ordena que maten a los judíos: Non son più re, son dio / "¡No soy un rey! ¡Soy un dios!"). Los judíos prisioneros añoran su tierra natal: Va pensiero, sull'ali dorate / "Vuela, pensamiento en alas doradas; vuela y asientate en las laderas y las colinas. La más famosa creación para un coro, fue bisada otra vez la noche de esta reseña por la agrupación, siempre excelsa, que dirige el maestro argentino Andrés Máspero.
La batuta del maestro Nicola
Luisotti está a la altura de lo que debe ser querer y poder concertar una
masa coral, instrumental y de solistas como la que disfruta esta inspiradora
obra del compositor de Busetto. Consigue salir airoso del empeño con más o
menos fatigas, en buena coincidencia con los participantes de la noche y el
público suele reconocerle un trabajo si no absolutamente impecable, esforzado y
más o menos canónico. Porque interpretaciones de Verdi hay muchas. Tocar e
interpretar a Verdi, esa es la cuestión. Se podría consultar ad hoc la
enciclopedia Riccardo Muti.
La escenografía, la dirección de actores, los figurines, en general
no gustaron, son mejorables. El muro verde tornasolado en escena
permanentemente cansa un poco. Los trajes de los hebreos tienen un aroma a los
de los obreros del Novecento de Bertolucci y los de los gobernantes y
aristócratas, crinolina para Abigaille, uniformes de difícil identifiación
histórica componen una imagen que se evapora hacia el ámbito sonoro, más que a
grandes regodeos visuales. El movimiento de actores/ cantantes es bastante
rígido y por momentos, sus gestos estáticos y estereotipados no seducen
demasiado.
Pocas mascarillas en la sala- fuera se soporta unas temperaturas
cercanas a 40 grados- y a menudo programas de mano sirven como improvisados
abanicos. El aforo no es completo pero sí musculoso.
Saoia Hernández, en realidad el hombre con pantalones de la propuesta verdiana aquí, con una psicología falócrata y gigante en el despliegue y las exigencias, a pesar de sus faldas, defiende un personaje como se dijo arriba de tesitura compleja, grandes intervalos, que necesita un instrumento poderoso, bien entrenado y seguro, condiciones que posee la cantante española. Así como buena línea de canto. A medida que avanza la función, se va expandiendo con más confianza y amplitud, lo mismo que le sucede al Nabucco de George Gadnize, que se deja la piel en un intento conseguido con esfuerzo para administrar su voz y su espacio escénico.
Solvente el Zaccaria de Alexander
Vinogradov, acertada afinación, color y timbre aunque se le echa en falta
algo más de pasión, cualidad que sin embargo, no hace falta que cumpla, como en
su caso, un sacerdote. El rol de Ismaele
con Michael Fabiano se oye y se ve
con agrado, aunque su parte es pequeña, siempre es una presencia reconocible y
agradecida.
La Fenena de Elena Maximova puede
no estar perfecta en lo vocal, mejorable como sucede casi siempre, pero en
cambio su actuación es fresca y sabe imprimir agilidad incluso teatral a un
personaje que parece desde el inicio sometido al padre y a la hermana ávida de
poder y reconocimiento.
Muy bien y en conjunto con el resto de las voces, el Gran Sacerdote
de Simon Lim, el Abdallo de Fabián Lara y también Maribel Ortega como Anna. Fue una
disfrutable serata de ópera, que permitió echar un vistazo a una temporada en
la que ha habido de todo en el Real, muchas producciones destacables, otras
menos imprescindibles, como siempre.
Después del verano y los últimos
fulgores de algunos solistas excesivamente bien pagados, (no porque no
crean ellos o el Real que valgan lo que perciben, sino por un poco de sentido
de la realidad local, europea y planetaria), más. Ci sentiamo presto.
Alicia Perris
Fotos, Javier del Real
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