Celso Albelo, tenor. ORQUESTA DE PULSO Y PÚA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. Teatro de La Zarzuela. 31 de marzo, 2023.
ENRIQUE GARCÍA REQUENA Dirección musical
PROGRAMA
ANTONIO ÁLVAREZ
ALONSO (1867-1903), Pasodoble: Suspiros de España (1902, 1938)
ENRIQUE GARCÍA
REQUENA (1960), Habanera: Noche madrileña (1993)
GIOACCHINO ROSSINI (1792-1868), Obertura: Il barbiere di Siviglia (1816). Instrumental
MANUEL ESPERÓN
(1911-2011), Ranchera: Noche plateada (1944)
JOSÉ SERRANO
(1873-1941), Jota: «Te quiero, morena »,
MANUEL DE FALLA
(1876-1946), Danza ritual del fuego: El amor brujo (1915-1925). Instrumental
JOSÉ PADILLA
(1889-1960), Pasodoble: Valencia (1925)
TOMÁS BRETÓN
(1850-1923), Mazurca y seguidillas: La verbena de la Paloma (1894)
Instrumental
ALFONSO ESPARZA
(1894-1950), Vals: La rondalla (1948)
JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ
(1926-1973), Vals: Corazón, corazón (1952)
GERÓNIMO GIMÉNEZ
(1854-1923), Intermedio: La boda de Luis Alonso (1897)
Instrumental
FRANCIS LOPEZ
(1916-1995), Canción: «Violeta para ti», Violetas imperiales (1952)
PABLO SOROZÁBAL
(1897-1988), Romanza: «No puede ser», La tabernera del puerto (1936)
TEATRO DE LA ZARZUELA
Pasodobles, habaneras, rancheras, jotas, canciones mexicanas, donde no podía faltar alguna romanza de zarzuela, hicieron las delicias del público. Las obras de Falla, Padilla, Giménez, Sorozábal, Serrano, Álvarez Alonso, García Requena, Esperón González o Esparza, son de lo más granado del repertorio que se puede disfrutar en el coliseo de la calle Jovellanos. Perfumes pasados de Sarita Montiel, de Luis Mariano, de Raf Vallone, leyendas del cine y tantas geografías. Ya saben, puro Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su Padre (“Todo tiempo pasado fue mejor”, ¡ay!). Un clásico entre los clásicos.
No un madrileño, pero casi esa noche, Celso Albelo, tenor canario de cumplida trayectoria, defendió el recital no esta vez con una orquesta destacada tradicional como suele, o con un piano de acompañamiento, sino con la Orquesta de Pulso y Púa de la Universidad Complutense de Madrid. Esta formación- dice el exiguo programa de mano- es la materialización de una idea surgida a partir de la Asociación de Antiguos Tunos de la Universidad de Madrid. Agrupación musical que ha ganado prestigio a medida que se ha dado a conocer en ámbitos musicales nacionales e internacionales.
La Asociación de
Antiguos Tunos fue constituida en abril de1982, con la firma de dieciocho
personas, con el objetivo de conservar las mejores tradiciones universitarias y
promover la música interpretada por instrumentos de pulso y púa: bandurria, laúd,
mandolina, por ejemplo. En 1990 la primitiva Orquesta fue adoptada por la
Universidad Complutense de Madrid como orquesta propia. Su territorio incluye
obras de los grandes clásicos como
Vivaldi, Mozart, Beethoven, Falla, Albéniz, Granados, entre otros, sin
olvidar el folclore español, la zarzuela y piezas del repertorio eclesiástico. Realiza
además una labor pedagógica, con cursos de solfeo, lectura por tablatura, así
como clases de canto con el objeto de formar nuevos músicos.
La Orquesta ha intervenido en numerosos conciertos en España,
Austria, Francia, Italia, Portugal, República Checa, México y Perú y ha actuado
en los auditorios nacionales de Madrid y Ciudad de México o en el Festival de
Hellbrun-Salzburgo. También ha protagonizado cuatro programas de Televisión
Española y algunas grabaciones con Alfredo Kraus, María Dolores Pradera, entre
otras figuras reconocidas. Para celebrar sus 40 años se ha grabado el disco Serenata española, con Celso Albelo,
para el sello discográfico Atlántida Music.
En cuanto al director de este grupo, Enrique García Requena, realizó sus estudios de Canto, Piano y
Composición en el Conservatorio Superior de Música de Madrid. Se inició como
cantante en la Antología de la Zarzuela de José Tamayo y como solista, guiado por Pedro Lavirgen. Ha interpretado
aproximadamente 500 representaciones de zarzuela. Como director de orquesta se
ha formado con Benito Lauret (Teatro lírico español), Arturo Tamayo (Música
contemporánea), Miquel Ortega (Repertorio operístico) y Enrique García Asensio;
este último es el verdadero artífice de su formación técnica.
El tenor Celso Albelo, por su parte, nació en Santa Cruz de Tenerife,
se formó en el conservatorio de su ciudad y en la Escuela Superior de Canto
Reina Sofía de Madrid, antes de acceder a la Academia de Busseto (Italia), en la que se perfeccionó con Carlo Bergonzi. Su carrera
internacional le ha llevado a debutar en los escenarios más importantes del
mundo, desde el Metropolitan Opera House de Nueva York al Teatro alla Scala de
Milán, pasando por la Staatsoper de Viena, la Deutsche Oper de Berlín, y tantos
otros de fama internacional y muchos más.
Ha colaborado con directores como Antonio Pappano, Zubin Mehta, Daniel
Harding, Daniel Oren, Alberto Zedda, Nello Santi, Rafael Frühbeck de Burgos,
Carlo Rizzi, Evelino Pidò, Riccardo Frizza o Gianluigi Gelmetti. Heredero del bel
canto romántico más genuino, es uno de los tenores más solicitados por las
principales salas líricas del mundo. Ha interpretado más de treinta personajes
operísticos y de zarzuela, así como un amplio catálogo de oratorios y obras
sinfónico-vocales, un parcours que está ampliando al incorporar diversos
papeles verdianos.
Como en su propia casa se encontraban tan cómodos, tan queridos los
actores de este recital tan especial: el público, la presencia de autoridades
de La Zarzuela, el aforo como a rebosar, los familiares, los amigos y
seguidores de la Orquesta y del cantante, a quien la audiencia siempre agradece
que se tome un respiro para acudir a Madrid.
Quien esperara el sonido, los volúmenes y las texturas de una
formación tradicional, con sus secciones de cuerda, de viento, de percusión al
uso, no encontraría esa experiencia. Se trató esta vez de una vivencia sonora
distinta, más clara, como de viejo organillo, cristalina, sin densidades, de
esos que ya no quedan ni siquiera cerca de la Puerta del Sol, donde acompañaban
su música con barquillos.
Las partituras son conocidas, pero suenan de otra manera: la
claridad, prístina, de las cuerdas pulsadas, las panderetas, las castañuelas,
muy bien dirigido todo por el maestro García
Requena, a quien se veía entregado y luego, satisfecho. Contentos los músicos
y, muy al fondo, un conjunto de voces que no salió a saludar pero que redondeó
la función, con aplomo, con eficacia.
Celso Albelo fue desgranando las obras celebradas y canturreadas
sotto voce por los presentes, con la técnica que se le conoce, con algo de
catarro imperceptible, tal vez, por la sequedad y el rigor de la capital para
las voces de los artistas de fuera. Cómplice, gracioso, “chulo”, en el mejor de
sus acepciones, un halago aquí. Como
toca con estas melodías, sabedor de una música que es España, sus gentes y su
patrimonio cultural, la tradición vocal e instrumental, un cierto estilo único
sobre todo.
Muchos aplausos lógicamente y entonces, alguien pidió tres
propinas. Y sonaron “El pasodoble más famoso de mi tierra”, explicó el tenor,
un Islas Canarias, sentido y generoso. De nuevo La verbena de la Paloma, ya con
los asistentes pidiendo paso y queriendo y pudiendo participar de la fiesta.
Cerrando la marcha, el antiguo tuno
(¿alguna vez se deja de serlo, aunque pasen cien años?) Celso Albelo, firmó con
Clavelitos, mítica, (tantos recuerdos de cuando la Tuna se paseaba por la Cava
Baja o por algunos restaurantes del centro para iluminar a los turistas
expectantes) armado de su guitarra. Saludaron todos, vibró completamente la
platea y a casa, susurrando por las calles las notas de la celebración que
resonaban todavía en los oídos, en la columna vertebral, en el corazón. Como un
San Isidro sobrevenido, anticipado, en Las Vistillas. Vistoso y florido, claro…..
Alicia Perris
Fotos, Elena del Real
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