domingo, 9 de abril de 2023

FAHMI ALQHAI Y L´ACCADEMIA DEL PIACERE EN EL AUDITORIO DE EL ESCORIAL, MÚSICA APROPIADA PARA SEMANA SANTA

Auditorio de El Escorial. 8 de abril de 2023

Fahmi Alqhai y Accademia del Piacere Il pianto della Madonna. Selva morale e spirituale de Claudio Monteverdi. Una antología de su obra sacra. Estreno absoluto

Fahmi Alqyhai, viola da gamba y dirección

Alena Dantcheva, soprano

Ariel Hernández, tenor

Jesús G. Aréjula, barítono

Miriam Hontana, violín barroco

Johanna Rose, viola da gamba

Rami Alqhai, viola da gamba

Carles Blanch, archilaúd

Miguel Rincón, tiorba

Javier Núñez, órgano positivo

Selva morale e spirituale (SV 252–288) es el título corto de una colección de música sacra del compositor italiano Claudio Monteverdi, publicada en Venecia en 1640 y 1641, la «antología más significativa de obras litúrgicas de Monteverdi desde las Vísperas de la beata Virgen en 1610». Selva morale e spirituale presenta obras compuestas en la Basílica de San Marcos de Venecia, donde Monteverdi había colaborado desde 1613. Está considera el testamento de su música eclesiástica compilada cuando ya tenía 74 años.

Fahmi Alqhai nació en Sevilla en 1976. Hijo de madre palestina y padre sirio vivió hasta los 11 años en Siria. Aprendió piano en Homs con su abuela y comenzó su formación musical de forma autodidacta. En 1998 se trasladó a Basilea para ampliar sus estudios en la Schola Cantorum Basiliensis.  En 2001 se afincó en Milán para estudiar en el Conservatorio della Svizzera Italiana de Lugano (Suiza) guiado por el maestro Vittorio Ghielmi. Paralelamente a sus estudios musicales obtuvo la Licenciatura de Odontología por la Universidad de Sevilla.

Alqhai trabajó en sus primeros años de carrera con las formaciones camerísticas más importantes del panorama internacional de la música antigua, como miembro habitual de Hespèrion XXI (Jordi Savall) e Il Suonar Parlante (Vittorio Ghielmi), aunque  ha visitado numerosas salas de concierto en todo el mundo, formando parte de las más prestigiosas formaciones y otros proyectos, entre los cuales grabaciones e incursiones en jazz, flamenco y música contemporánea. En 2002 había ya fundado, junto  a la soprano Mariví Blasco, el conjunto Accademia del Piacere.

Un repertorio adecuado para un Sábado Santo y el entorno del monasterio de El Escorial, panteón de reyes y bastión católico que alberga la tumba de Carlos V, emperador defensor de la fe descendiente de los Reyes Católicos, saga que hizo de la religión una bandera y un campo de batalla en Europa y el mundo conocido de entonces.

Números religiosos casi todos pues, en latín eclesiástico medieval, con su peculiar pronunciación, lejos de la de la producción de un Tito Livio, un Lucrecio o un Ovidio, claro, difícil de pronunciar y seguir en el canto, aunque algunos convocados como el tenor Ariel Hernández, de voz clara, rotunda, aterciopelada, lo consiguieron mejor que otros.

A pesar de la solemnidad de estas partituras, a menudo, vivacidad, alegría y un perfume de danza, solar. Eficientes los músicos, donde destacaron como totalidad y conjunto, al mando de su fundador y violagambista, Alqhai, muy en su papel de responsable de la misión de la velada.

Realmente destacable la prestación de la violinista Miriam Hontana, suelta, expresiva, que honró el encuentro con varias secuencias en solitario y junto al director. Disfrutables la tiorba de Miguel Rincón, el órgano positivo, discreto, de apoyo también para las frecuentes afinaciones de los instrumentos de Javier Núñez, el archilaúd amoroso y dulce de Carles Blanch y Johanna Rose también en viola da gamba. Concienzuda labor de concertación y visión (y audición) de conjunto. No se dispuso de programa de mano escrito, sino en código QR.

Junto al tenor, una actuación más reducida temporalmente del barítono Jesús G. Aréjula, bello instrumento (una pena que no lo luciera más) y determinante la presencia de la soprano Alena Dantcheva, que disfrutó de tiempo y espacio para desplegar una voz educada, adecuado fiato y fraseo, algo más tenso en la repetición y exigencia de agudos y agilidades, aunque eficaz y segura. Precioso el vestido negro de encaje y puntillas negras, que le daba un aspecto muy elegante y acorde con el programa por momentos también conventual y recoleto.

Exquisita la música monteverdiana, un padre fundador de la música y el canto, que terminó con un fragmento interrumpido inexplicablemente por el anuncio de “apaguen los móviles, prohibido realizar fotografías, etcétera”, (que se suele escuchar habitualmente al principio de los espectáculos.).

La propina consistió en la reiteración de ese último párrafo cantado, ejecutado según expresó el director, “después de una noche como esta…”. Anteriormente, dos señoras habían bajado en medio de la actuación a ocupar sendas butacas disponibles más cercanas de los intérpretes.

La sala estaba muy completa, el público del Auditorio de El Escorial en general entendido y elegante, deseoso por los comentarios escuchados de una programación anual más extensa y menos esporádica que la que se está llevando a cabo ahora durante la Semana Santa, Navidad o los meses de verano. Ese deseo de más, de ampliar, es siempre una excelente noticia. Que así sea.

Alicia Perris

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