El riquísimo hombre de
negocios y mecenas, Calouste Sarkis Gulbenkian, armenio nacido en 1869 en
Turquía y fallecido en Portugal en 1955, dejó reflejada en su testamento para
garantizar la conservación íntegra y el disfrute público de su suntuosa
colección de arte.
Está compuesta por
piezas de excepcional calidad, que nos llevan desde el Egipto del Imperio
Antiguo, hasta el arte europeo de inicios del siglo XX a través de la pintura,
la escultura, el diseño y las artes decorativas”. La sistematización del Museo
es cronológica y tiene dos itinerarios: el primero de Arte Egipcio,
Greco-romano, Oriente Islámico, Armenia y Extremo Oriente y el segundo dedicado
al Arte Europeo, con secciones especiales para
el Arte del Libro, Escultura, Pintura y Artes Decorativas. Hay un
apartado también para la obra de René Lalique.
Del 27 de febrero al 22 de abril de 2001 se pudo disfrutar en Madrid, en la Sala de Exposiciones de la Fundación Santander Central Hispano, de una exposición de Arte Islámico perteneciente a la Fundación Gulbenkian, que llevaba por nombre “Un Jardín Encantado”. Pero eso ya es solo un buen recuerdo. Volvamos al presente.
Del 27 de febrero al 22 de abril de 2001 se pudo disfrutar en Madrid, en la Sala de Exposiciones de la Fundación Santander Central Hispano, de una exposición de Arte Islámico perteneciente a la Fundación Gulbenkian, que llevaba por nombre “Un Jardín Encantado”. Pero eso ya es solo un buen recuerdo. Volvamos al presente.
El Arte Egipcio, como
es público y conocido, con sus cánones estilísticos tan peculiares preservados
durante tres milenios, fue reflejo de una poderosa y fascinante civilización
que creció y se desarrolló a orillas del Nilo. El mecenas Calouste Gulbenkian
no pudo sustraerse al hechizo de esta cultura y a ella le dedicó buena parte de
sus esfuerzos y desvelos de coleccionista.
La cronología de la
Colección Egipcia Gulbenkian abarca los períodos que van desde la época Tinita
(primera y segunda dinastías), el Imperio Antiguo (III a VI dinastías), Primer
Periodo Intermedio (dinastías VII a X), Imperio Medio y Segundo Periodo
Intermedio (de la dinastía XI a la XVII), Imperio Nuevo (dinastía XVIII a XX),
Época Baja (dinastía XXI a XXX), Reyes Macedónicos, Faraones Ptolemaicos y
Egipto Romano, en un lapso de tiempo que abarca desde el año 3.100 a.C., al 640
d.C..
BREVE HISTORIA DE LA
COLECCIÓN DE ARTE EGIPCIO
La dedicación de
Calouste Sarkis Gulbenkian al arte del país del Nilo, comenzó mucho antes de
visitar Egipto. En efecto, la primera adquisición de una de estas piezas data
de 1907. Sin embargo, gran parte de los objetos que hoy enriquecen la
colección, se reunió entre 1922 y 1929.
Casi la mitad de estas
obras se compró en 1922, año en que se conmemoraba el desciframiento de los
jeroglíficos. Howard Carter en persona, que tuvo el honor de descubrir la tumba
de Tutankhamon, con el patrocinio de Lord Carnavon, ofició de intermediario y
especialista a la hora de adquirir algunas piezas.
Estas obras formaban
parte de otras colecciones privadas, como la del coleccionista británico,
Reverendo William McGregor, antes de pasar a pertenecer a este ciudadano del
mundo enamorado del Arte. Entre ellas se puede destacar especialmente la
“Cabeza de Amenemhat III”.
Fue en 1936, cuando
Calouste Gulbenkiam tomó la decisión de descentralizar su colección de arte. De
esta forma, prestó una parte nada desdeñable de su colección egipcia al British
Museum de Londres, donde permaneció hasta 1949. Allí se exhibió antes y después
de la II Guerra Mundial. De allí pasó a la National Gallery of Art de
Washington y algunas obras al Brooklyn Museum de Nueva York.
Estas piezas van a ser enviadas finalmente a Portugal en
1960, ya que fue a este país al que el mecenas cedió toda su colección
artística, pero deseando que permanecieran todas juntas en el mismo sitio. En
Portugal residía ya parte de la colección, proveniente de su residencia
parisina en la Avenida de Iéna.
Al llegar a Portugal,
las obras de arte fueron depositadas originariamente en el Palacio del Marqués
de Pombal, en Oeiras, donde una parte fue expuesta por primera vez al público
en 1965. Antes de esto, la exposición había sido completamente estudiada y
clasificada. Corría el año 1962. Luego se continuarían las investigaciones en
1968.
La encargada de estos
trabajos fue la estudiosa francesa Christiane Desroches-Noblecourt, recientemente
fallecida, especialista en los temas relacionados con la mujer egipcia, que se
trasladó con este fin a Portugal.
Sin embargo, debido a que había que utilizar el Palacio Pombal para restaurar piezas dañadas por las inundaciones que ocurrieron en Lisboa y alrededores en noviembre de 1967, la colección egipcia, fue cambiada de lugar en el mes de diciembre del mismo año.
Sin embargo, debido a que había que utilizar el Palacio Pombal para restaurar piezas dañadas por las inundaciones que ocurrieron en Lisboa y alrededores en noviembre de 1967, la colección egipcia, fue cambiada de lugar en el mes de diciembre del mismo año.
Hubo que consolidar y
restaurar en el Laboratorio de Conservación del Museo monográfico de Coimbra,
seis obras de la colección egipcia que estaban en el Palacio.
Por fin, toda la
colección de arte fue instalada en su residencia última, en Lisboa, en 1969.
Para exhibirlas se preparó una galería especialmente diseñada a tales efectos,
donde se pudieran poner de relieve toda su belleza y su valor artístico.
No es una colección
vasta ni exhaustiva, pero sí extendida en el tiempo, lo que otorga a estas
obras un valor destacado como testimonio de un documento coherente.
Podemos rastrear
gracias a estas obras, el arte egipcio
faraónico durante tres mil años, excepto el lapso herético de Amarna.
LAS PIEZAS DEL MUSEO
GULBENKIAN
La colección-
cronológica- se inicia con una “Taza” de alabastro del Imperio Antiguo y termina
con un “Torso de Venus” del Egipto romano. La “Taza” es de forma cilíndrica,
muy equilibrada y elegante y presumiblemente fue encontrada en Reqaqnah, al
Norte de Tebas. Es una pieza de uso funerario, aunque tazas parecidas a ésta
fueron utilizadas en el Imperio Nuevo para mezclar ungüentos.
A continuación
encontramos un fragmento de bajorrelieve, con restos de policromía verde, de la
época de la Gran Pirámide de Kheops. Fragmentos de bajorrelieves de la misma
capilla se encuentran también en el Museo Barraco de Roma y en el Museo de
“Fine Arts”, de Boston, Estados Unidos.
También encontramos
una estatua funeraria de madera de ébano en rojo, proveniente tal vez del
templo funerario de Mentuhotep, en Der-el Bahri, en Tebas, en la margen
occidental del Nilo. La posición de esta figura es característica del arte
egipcio: la pierna izquierda avanzada, el brazo derecho relajado y el izquierdo
doblado, aunque faltan las insignias que sostenían las manos.
Hay también una
“Cabeza de Amenemhat III” antes citada, que reinó en la segunda mitad de la
dinastía XII y se considera una obra muy importante en el retrato de este
periodo. La factura es de obsidiana, vidrio volcánico muy difícil de trabajar
debido a su dureza y fragilidad. Se trata de un retrato de gran nivel artístico, uno de los pocos documentos
donde este rey aparece en plena madurez. El faraón lleva “nemes” o el tocado
plisado y en la frente se puede apreciar el “uraeus”.
La “Estatua de Mes”,
fue dedicada a ésta por su hermana y asegura en la mano derecha una flor de
loto, típica del Alto Egipto y símbolo de eternidad. Pertenece al Imperio
Nuevo, al principio de la XVIII dinastía. Proviene de la colección Amherst y
fue incorporada al patrimonio Gulbenkian en 1921.
La “Cabeza de nubio”
presenta un tipo étnico negroide, diferente del egipcio. Nubia, al sur de
Egipto, formaba parte del imperio de los faraones. Se trataba de una región muy
rica, donde los egipcios acudían a buscar oro, marfil, ébano u otras materias
preciosas. Los nubios no fueron asociados a la administración faraónica en su
territorio hasta el Imperio Nuevo. Las pieza, incorporada a la colección en
1929 fue comprada a Howard Carter.
La “Cabeza de Amenofis
III adolescente” es una obra delicada y pequeña, de pasta de vidrio,
primorosamente trabajada y se trata de un retrato idealizado del faraón joven.
Amenofis III fue un gran protector de las artes y de las manifestaciones
artísticas de su época. Durante su reinado por lo tanto, se alcanza un
verdadero apogeo en este campo. Se incorpora al legado Gulbenkian en 1922,
proveniente de la colección McGregor.
Hay también una
“Cabeza de faraón”, recubierta por el “khepresh”, de pasta de vidrio,
probablemente de la XVIII dinastía. Se trata de un retrato convencional
idealizado. Proviene de la colección del Dr. Fouquet, en El Cairo y llega al
Museo Gulbenkian en 1922.
“Collar para
toilette”, encontrada en Tuna el Gebel- en la margen occidental del Nilo, en el
Egipto central, es otro objeto curioso de la colección. Está hecho de marfil,
un material verdaderamente raro en el Imperio nuevo.
El tipo negroide
presente en este collar, revela el interés de la sociedad egipcia por las
etnias exóticas de Nubia, así como un fino sentido del humor, que durante el
transcurso de la dinastía XVIII, se sirve de objetos de uso cotidiano para
manifestarse.
También se encuentra
la “Estela del escriba Iri”y el “ushebti” de Hes-Meref, de la época de
Tutankhamon, incorporada a la colección en 1926 y proveniente de la colección
Carmichael.
Hay también una
estatuilla femenina y otra masculina, de la época de la XVIII dinastía,
provenientes de la colección Amherst, ambas incluidas en el museo en 1921.
La “dama Henut-tauy”
es una elegante figurita esculpida en madera, con vestigios de policromía y
oro. Representa a la “Señora de la casa”, gran sacerdotisa consagrada al culto
de Min, dios de la fecundidad y la reproducción. La túnica transparente y
ceñida otorga realce a un cuerpo escultural y descubre un perfecto dominio de
la técnica del modelado. Tiene como adorno un collar de varias vueltas y una
pulsera de oro. Pertenece a la dinastía XVIII, incorporada en 1917 y originaria
de la colección de Lord Grenfell.
Encontramos también un “fragmento de bajorrelieve representando un sacerdote funerario de Tutmés III, proveniente de la Casa Khawam Brothers, en El Cairo y el “Torso del rey Petubastis, faraón de la dinastía XXIII. Se trata de un bronce con incrustaciones de oro y cobre que proviene de la colección del Conde Gregorio Stroganoff, en Roma.
Encontramos también un “fragmento de bajorrelieve representando un sacerdote funerario de Tutmés III, proveniente de la Casa Khawam Brothers, en El Cairo y el “Torso del rey Petubastis, faraón de la dinastía XXIII. Se trata de un bronce con incrustaciones de oro y cobre que proviene de la colección del Conde Gregorio Stroganoff, en Roma.
De delicada factura
son también los “Paneles fragmentados de un cofre”. Pertenecen a un conjunto de
siete, que decoraban una caja para guardar joyas, grabados en un estilo
elegante y de líneas simples en bajorrelieve sobre marfil. Son todavía visibles
restos de policromía verde pálido. Estos pequeños paneles están considerados
como uno de los más bellos trabajos egipcios ejecutados en marfil.
Destacan también en la
colección Gulbenkian unos “ornamentos funerarios”, encontrados en Tuna el
Gebel, compuestos por un escarabajo alado, una diosa Hathor igualmente alada y
cuatro “genios” que representan los hijos de Horus. Estos amuletos, 104 en su
totalidad, eran cosidos a las vendas de lino que envolvían la momia, en lugares
predeterminados. La serie de cuatro genios está incompleta y se consideraban
como los protectores de las vísceras que retiraban del cuerpo del difunto, a
excepción del corazón. Éste permanecía en los restos mortales para comparecer
en el tribunal el día del juicio, en el cual el candidato era juzgado sobre sus
acciones para conquistar el derecho a disfrutar de la eternidad.
El “sistro votivo” es un instrumento de percusión, de bronce, que se utilizaba sobre todo en las ceremonias religiosas. Se trata de una terracota barnizada, de época saíta, que proviene de la colección Fouquet, en El Cairo. Data de 1922.
El “sistro votivo” es un instrumento de percusión, de bronce, que se utilizaba sobre todo en las ceremonias religiosas. Se trata de una terracota barnizada, de época saíta, que proviene de la colección Fouquet, en El Cairo. Data de 1922.
También de época saíta
es la “estatuilla de Osiris” y la “estatua de la dama Chepes”, proveniente de
la colección del Dr. Eddé, en Alejandría, adquirida en 1911. Figura en el museo
además, la estatua de un alto funcionario de la corte durante el reinado del
faraón Psamético. Y dos gatos sentados, en un grupo escultórico.
Son asimismo de la
etapa saíta, época de acentuada representación animal. Estos animales estaban consagrados
al culto de Bastet, diosa de la fecundidad, representada bajo forma femenina
con cabeza de felino. Se le había consagrado un templo en Busbastis, en el
Delta. Son de bronce, uno fue adquirido a Howard Carter y el otro proviene de
la colección Carmichael.
La “Máscara de momia”
es una pieza de gran interés por su rareza. Se conocen, de hecho, pocas
máscaras de este tipo, entre ellas, la de Tutankhamon, que está en el Museo del
Cairo. Es de plata dorada, de la XXX dinastía y fue comprada a la colección
John Maxwell en 1928.
La “Barca solar de Djedher” adquirida en el casa Sotheby, de Londres, es un ejemplar en bronce, en buen estado de conservación y excepcionalmente bien trabajado.
La “Barca solar de Djedher” adquirida en el casa Sotheby, de Londres, es un ejemplar en bronce, en buen estado de conservación y excepcionalmente bien trabajado.
La “estatua de
Djedher” es de basalto, material raro y excepcionalmente duro. Data de la época
de influencia griega en Egipto y tiene una factura impecable. Estas estatuas
votivas, naóforas, tienen una larga tradición en Egipto y a partir del Imperio
Nuevo y especialmente en la Época Baja era utilizadas como estatuas de templos.
Pertenece al principio de la época Ptolemaica y proviene de la colección Hope,
adquirida en 1917.
También de época
Ptolemaica es una esfinge con la boca sonriente y los ojos almendrados, que
refleja claramente el ideal artístico en la época de los soberanos Lágidas.
La colección
Gulbenkian cuenta también con un bajorrelieve de un faraón y un “Harpócrates”,
pequeña figura de plata que representa un dios con los símbolos de la infancia.
Se trata del dios Horus niño, que lleva la corona del Alto y Bajo Egipto- el
pschent-, un “uraeus” y una pulsera de oro. Se trata de una pieza que debía ser
usada como amuleto.
Hay también un cuenco de roca volcánica, en tonos blanco-amarillento. Es un material que ya era utilizado en tiempos predinásticos. Adquirido en 1907 en la casa Christie´s de Londres.
Hay también un cuenco de roca volcánica, en tonos blanco-amarillento. Es un material que ya era utilizado en tiempos predinásticos. Adquirido en 1907 en la casa Christie´s de Londres.
Finalmente, una cabeza
de sacerdote en tonos verde siempre de época Ptolemaica y el “torso de la Venus
andiomena”, de época romana, completan esta colección privada excepcional.
El mecenas de este
exquisito museo de Lisboa escribió en el diario de su viaje a Egipto, en 1934:
“... tant de beauté, de civilisation”...
Pasear por la
Colección de Arte Egipcio de Calouste Gulbenkian supone “revisitar” el antiguo
territorio bañado por el Nilo, en un viaje de ida y vuelta que nos conecta una
vez más con un pasado mítico del que, a pesar del paso de los siglos, nunca nos
hemos sentido excluidos.
Es el encuentro
repetido con los dioses, la nostalgia de la trascendencia, que nos envuelven en
un universo donde sólo parece real la ceremonia del Eterno Retorno.
Alicia Perris
www.Gulbenkian.pt
No hay comentarios:
Publicar un comentario