UNA EXPOSICIÓN SOBRE “LOS JUDÍOS DE ARGELIA”
PREPARA LA “RENTRÉE” EN EL MUSEO DE ARTE E HISTORIA DEL JUDAÍSMO (MAHJ) DE
PARÍS (DEL 27 DE SEPTIEMBRE DE 2012 AL 28 DE ENERO DE 2013)
En 2012 se cumplen cincuenta años de los Acuerdos
de Evián*. Es por esta razón que el MAHJ ha decidido unirse a las instituciones
que quieren recordar lo que fue 1962 tanto para Francia como para Argelia.
Este año rememora el importante impacto de la
repatriación de los judíos de ese país y la pérdida de la memoria de esta
población y de la del Norte de África.
Esta exposición intenta destacar la gran diversidad
y la complejidad de las experiencias, las trayectorias políticas y sociales de
los miembros de esta comunidad. Se aborda también su vida religiosa y sus
actividades económicas. Además se evoca la cultura popular de los judíos de
Argelia, especialmente las costumbres y las diversiones. La música está muy
presente en este escenario: melodías sinagogales, cantos tradicionales,
composiciones cultas o populares provenientes de tradiciones árabo-andaluzas,
creaciones híbridas marcadas por las modas europeas y latinas.
Alrededor de 250 documentos (manuscritos, libros,
telas, objetos, obras de arte, originarias de colecciones públicas francesas y
extranjeras), así como archivos administrativos y familiares, forman el corpus
del recorrido, completado por documentos audiovisuales, mapas, cronologías y
bases de datos numéricos.
Gracias a una convocatoria lanzada a partir de 2011
para recolectar documentación a la que respondieron centenares de familias, la
exposición deja un espacio amplio para la memoria familiar, objetos y archivos
conservados durante varias generaciones.
Se da testimonio de esta forma de los vínculos mantenidos
o rotos de los judíos de Argelia con su historia o su país de origen. La
propuesta permite por una parte, comprender lo que Argelia representó y
representa para ellos y por otra, la manera cómo se siente, en Francia, la
desaparición de la comunidad judía de allí, los desgarros y las resonancias de
la difícil historia de Francia y Argelia.
El proyecto de constituir esta exposición no fue
fácil, a pesar de que se recibieron las donaciones de Pierre Zermati en 2006 y
en 2011 las de Jean-Claude Lalou. La mayoría de los documentos recuperados
datan desde el final del siglo XIX hasta 1962 y consisten en fotografías,
retratos pintados, papeles familiares y administrativos y objetos.
Recoger judaica (objetos de culto) que juegan un
papel importante para mostrar la
diversidad de comunidades, estilos estéticos y diferentes liturgias, permite
evocar una profesión ejercida en su gran mayoría por judíos, que produjo una
serie de objetos fundamentales, como los rimmonim de la colección del MAHJ pero
también el conjunto de judaica pertenecientes al Wolfson Museum de Arte Judío
de Heichal Shlomo o los magníficos objetos que componen la colección del Museo
de Israel en Jerusalem.
Información recogida por Anne Hélène Hoog,
comisaria de la exposición.
*Acuerdos de Evian: Firmados el 18 de marzo de 1962
en la localidad homónima, se traducen en un inmediato cese de hostilidades en
Argelia. Son el fruto de las negociaciones entre los delegados del Gobierno
Provisional de la República Argelina constituida por el FLN (Frente de
Liberación Nacional) durante la guerra de independencia de Argelia, que duró 8
años y en la que Francia, en tanto país colonial, había comprometido alrededor de unos 400.000
efectivos para asegurar la continuidad de su dominio y durante la que murieron
más de un millón de argelinos según estimaciones del FLN.
LA MUESTRA PARALELA DE SOPHIE ELBAZ
Simultáneamente con la muestra que acabamos de
presentar, en el marco del mes de la Foto, París 2012, el MAHJ ha coproducido
con Sophie Elbaz, una instalación que evoca su relación con la historia
familiar, Constantina- la ciudad de su padre- y Argelia.
“Geografías interiores” se reparte en cuatro
espacios distintos, donde se mezclan fotografías, videos y archivos familiares.
La exposición describe el proceso por el cual la artista se reapropia de la
historia familiar. La importancia de lo imaginario en la manera en que se
acogen los recuerdos heredados o que se han recompuesto es primordial.
La evocación de la memoria familiar en el discurso
del duelo o en el de la ruptura caracteriza a menudo las visiones de la segunda
generación. Sophie Elbaz, por su parte, ha querido comprender por qué su abuelo
eligió quedarse en Constantina (donde murió el 21 de diciembre de 1962, seis
meses después de la independencia de Argelia) mientras que sus tres hijos y su
mujer se fueron a vivir a Francia desde los años 50. La artista lleva a cabo
varios viajes a esa ciudad argelina que son para ella una experiencia compleja,
extática y después dolorosa de la confrontación con la realidad. Es en una
visión nueva, a través de las imágenes del pasado y a partir de las que ella
misma ha creado, que expresa hoy encanto y desencanto, para convertirlos en los
motores de una obra singular e íntima.
Como dice la autora de la muestra: “El recorrido se
abre sobre la cuestión de la identidad y la herencia transmitidos. El segundo
espacio, especie de pasaje que vincula los otros escenarios, simboliza la
relación entre los muertos y los vivos, entre los recuerdos y los vestigios. El
tercer contexto reenvía a la idealización del origen reencontrado. Una serie de
fotografías reflejan una percepción completamente proyectiva de la ciudad de
mis antepasados y desvelan una sensación extraña: la de un desarraigo completo
en un país tan familiar. Finalmente, la última sección nos deja en el silencio
de las ruinas.
Al final del viaje, toda la dimensión imaginaria se
borra progresivamente ante una realidad, Argelia tal como es hoy en día.”
Los destierros, queridos o no, los desarraigos,
casi nunca exitosos y en el fondo nunca elegidos con total libertad, siempre
dejan un desgarrón, una abertura inmensa, una herida. La huella de lo que
nuestros antepasados y nosotros y hasta nuestros descendientes también
podríamos haber vivido y sido, si las cosas se hubieran presentado o percibido
de otra manera. Ya lo glosó Grinberg, el psicoanalista, en su día.
La línea de fuga de otros horizontes concebidos a
partir de otros encuentros, otros territorios y otras lunas. La conciencia de
saber que pese a un hipotético e improbable descubrimiento y reconstrucción de
los hechos de los antepasados, el silencio y el espacio no ocupado o abandonado
por ellos y por nosotros no ha podido, en muchos años de trabajo y de espera,
manifestarse como un buen sueño. Y la desdicha y la tristeza de saber que ahora
ya no se puede, que nunca más, que no nos queda más remedio que levantarnos con
lo que logramos salvar de la huída, la mirada orientada hacia la próxima parada
y la última frontera, y continuar y no volver la vista atrás porque ya recogimos
todo el equipaje posible y producirnos. Desde la nostalgia y la pérdida, nunca
desde el olvido.
Alicia Perris
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