Madrid. Auditorio Nacional de Música. 22-XII-2019. Universo
Barroco. Bach, Oratorio de Navidad (partes I, II, III y VI). Hana Blažíková,
soprano. Alex Potter, contratenor. Georg Poplutz, tenor. Peter Kooij, bajo.
Collegium Vocale Gent. Director: Christoph Prégardien.
Para mi maestro de francés y relator de tantas historias que
iluminaron mi adolescencia, Fernan Goethals, embajador y fascinante políglota
nacido en Gante. Todavía recuerdo las frases que me decía en swahili, sotto
voce, en mitad de una clase de cultura y civilización europeas. Mi cosmovisión
ha cambiado mucho desde entonces. Kanga Munuko, mika bakalele. Danke, lieber
Lehrer.
El Collegium Vocale Gent como “ángeles” de la Navidad, es decir, en su
sentido etimológico griego clásico, “emisarios” o “embajadores” (que anuncian).
Así llegaron y tocaron en la capital española, como un anticipo de una de las
fiestas más conmovedoras y celebradas de la geografía cristiana, la Navidad.
Y para ilustrarla, la siempre espléndida y contundente, algo severa
y menos exuberante que la de un Vivaldi, por ejemplo, solar y destellante, (por
eso es la iglesia reformada) obra sacra de Johan Sebastian Bach. El gran
arquitecto en el sentido más mágico y esotérico, en la tradición original de un
Renacimiento siempre renovado. Pura alquimia de pentagramas y fiorituras y el
sonido en cascadas concebido y organizado como un corpus matemático y total.
El Collegium Vocale Gent, de la ciudad de mi maestro siempre
querido y evocado, es una agrupación coral con sede en Gante, la Bélgica que
habla neerlandés, volcada hacia la tradición alemana cultural y musical,
también lingüística.
Fue fundada en 1970 por Philippe Herreweghe y se ha hecho
famosa por sus interpretaciones de música vocal de Johann Sebastian Bach. En
esta ocasión llegó a Madrid de la batuta de Christoph Prégardien, que también para subrayar un nombre y un
apellido no exentos de misterio (¿ vinculados en su gens a” Cristo” y a sus “guardianes”?).
Esta agrupación es la primera en aplicar en la década de 1970, una
nueva forma de interpretar la música barroca, centrándose en los textos y la
retórica. Muy pronto la transparencia de este nuevo lenguaje musical llama la
atención de grandes directores como Gustav
Leonhardt, Nikolaus Harnoncourt o Ton Koopman.
Sin embargo, aunque el Collegium Vocale es más conocido por su frecuentación
de obras de barrocas del norte de Alemania, como Bach, el repertorio de este
conjunto no se limita a este tipo de elección. Fueron también Philippe
Herreweghe y Collegium Vocale quienes abrieron las puertas al redescubrimiento de la música antigua y del
Renacimiento y en la actualidad interpretan música romántica y contemporánea
muy a menudo. A finales de 1980 al coro se unió la orquesta Collegium Vocale
Gent.
Ha actuado además en los principales escenarios internacionales en
Europa, Japón, Estados Unidos o Australia. El conjunto ha llevado a cabo más de
sesenta grabaciones tanto en solitario solo como con otros conjuntos, como la
Orquesta el Collegium Vocale Gent, la Orchestre des Champs Elysées, el coro de
la Chapelle Royale entre otros y cuentan con una discografía selecta sobre Bach
o Monteverdio Dusapin, entre otros.
Christoph Prégardien (Limburg an der Lahn, 18 de enero de 1956) es
un tenor lírico alemán especializado en oratorio, música sinfónico-vocal, de
cámara y ópera, que comenzó como corista en la catedral de Limburgo y estudió
en Frankfurt am Mein con Martin Gründler y con Harmut Höll ganando en 1978 la
competición de Berlín.
Como se ha podido comprobar muy
recientemente en el Ciclo de Lied del Teatro de La Zarzuela, es un género donde
se mueve con eficacia y sabiduría. También cantó ópera en Frankfurt am Mein,
Stuttgart, Hamburgo, Amberes, Karlsruhe, Zúrich, Ginebra, Gante, Montpelier,
Salzburg, Tokio, Parma, Barcelona, colaborando con directores como Frans
Brüggen, John Eliot Gardiner, Michael Gielen, Nikolaus Harnoncourt, Philippe
Herreweghe, Christopher Hogwood, René Jacobs, Ton Koopman, Sigiswald Kuijken,
Gustav Leonhardt y Helmuth Rilling.
Frecuenta los senderos diferentes de la ópera, donde se destaca
como Tamino, Don Ottavio, Tito, Conde Almaviva, Fenton y Ulises de Monteverdi.
Y como educador mantuvo una cátedra en la Hochschule für Musik und Theater en
Zúrich y desde el 2004 en la Hochschule für Musik Köln.
Desde hace un par de años el prodigioso tenor, a veces más en la
tesitura baritonal, Christoph Prégardien
ha comenzado a surcar nuevos caminos en una carrera colmada de éxitos: la
experimentación, también en la dirección.
Grande y corpórea, palpable, su interpretación del Oratorio de Navidad en el Universo Barroco del Centro Nacional de
Difusión Musical (CNDM). Otro nuevo acierto de elección y apuesta por la
excelencia de sus responsables.
El Collegium Vocale de Gante, muy veterano, ponía punto y final en 2019 a su ciclo de
grandes composiciones sacras de Bach en el Auditorio Nacional, luego de haber
experimentado con la Pasión según San Juan, la Pasión según San Mateo y la Misa
en Si menor, con Philippe Herreweghe al
mando. Esta vez el desafío y la gran oportunidad fue para el cantante Christophe
Prégardien, que dirigió de la manera más conseguida posible, ya que “solo” se
limitó a cambiar de “orilla” interpretativa.
El grupo belga y su director en Madrid manejan un repertorio que
les resulta un territorio por demás frecuentado en sus recitales. Vestidos de negro
al completo, casi monacales, hasta saludando castrenses, su espíritu se
diferenció muchísimo de los intérpretes franceses del domingo anterior, dirigidos
por el chispeante William Christie, con un muestreo brillante y
en general menos intimista en la lectura y en la interpretación (compositores
mandan) que las Cantatas a las que honró la técnica y el saber hacer del
Collegium.
Magníficos los músicos de los instrumentos más convencionales, el
órgano de Maude Gratton, el contrabajo de Shalinsky y los intérpretes de los traversos, Patrick Beuckels, Amélie Michel, los oboes d´amore de Ponseele y Kitazato, los oboes de
caccia de Timothée Oudinot y Marta Blawat, así como el fagot de Debordes, los timbales de Piechotta y las trompas de Drees, Staff y Kamps. El coro, seguro,
claro, con una emisión generosa, ajustada a la partitura e interpretada a la
perfección con la guía, amable y entregada del director Christoph Prégardien,
un verdadero “gardien” de sus músicos, que hace holgadamente honor a su
apellido.
Entre los cuatro solistas tal vez el más aplaudido fue el
contratenor Alex Potter, con una
prestación peculiar y amplia, segura en lo vocal y generosa en el despliegue
escénico, gran fiato, musicalidad manifiesta, siempre dentro de la línea contenida de la formación y su presentación
general.
Hana Blažíková cantó adecuadamente
con el bajo Peter Kooij, que estuvo
a la altura, Er ist auf Erden kommen arm y
en la segunda parte, Herr, dein Mitleid, dein Erbarmen. El tenor Georg Poplutz tuvo un papel destacado en la velada, como por ejemplo en
su aria de la Cantata II, Frohe Hirten, eilt, ach eilet.
Las partes corales verdaderamente ofrecieron una expresividad que
para los alemanes siempre tiene unos límites bien marcados, porque se prestan a
una mayor fluidez y decontracción. Bonitas, con una pronunciación dolorosamente
perfecta y audible.
Mientras discurría el concierto, leyendo a ratos la traducción del
alemán una reflexión sobre la estructura de esta lengua tan lejana y tan cerca
del Latín, que la impregnó de su racionalidad, con los verbos al final, una
sintaxis incomprensible para algunos y la aportación importante germana, esas
palabras adosadas unas a otras e interminables y otras invenciones.
La batalla de Teutoburgo la perdieron los romanos en Germania “Varo, devuélveme mis legiones” (“Quintili
Vare, legiones redde!”), le escribió el emperador Augusto a su general). Una
enorme confrontación entre dos mundos distintos, belicistas y territoriales. Sin embargo, a lo
largo de los siglos, más reconciliados los pueblos por momentos, la tradición
musical alemana y su lengua, densa y compacta, casan muy bien con la voluntad
fusional del mundo católico, más volcado hacia fuera, más explosivo.
La sala, al completo, ovacionó a los músicos, cantantes y solistas,
todos, que ofrecieron bises y se mostraron conmovidos por el recibimiento de la
audiencia.
Las Cantatas de Bach en el Auditorio, con un texto reducido, nada caudaloso, una lección de orden y de una
musicalidad de todos, plenamente disfrutable y angélica, como se dijo al
principio. Que el mensaje y los deseos de Paz y serenidad, de solidaridad,
pues, prosperen dentro y fuera de las
fronteras propias y ajenas. Hace falta. Y un venturoso 2020 para todos (Frohes neues
Jahr für alle).
Alicia Perris
Fotos: Elvira Megías (CNDM)