lunes, 20 de junio de 2022

TEATRO REAL EN MADRID: EL NACIMIENTO DEL REY SOL, DANZA EN VERSIÓN CONCIERTO

Semiópera en cuatro escenas y baile final con música de Jean de Cambefort (1605-1661), Antoine Boësset (1587-1643), Louis Constantin (1697-1779), Michel Lambert (1610-1696), con extractos de Ercole amante (1662) de Francesco Cavalli (1602-1676) y Orfeo (1647) de Luigi Rossi (1597-1653). Libreto de Isaac de Benserade. Teatro Real de Madrid. 19 de junio, 2022, 18 horas.

Estrenada en el Palacio Petit-Bourbon de París el 23 de febrero de 1653 y ahora en el Teatro Real. En versión de concierto y en única función. Aplazado su estreno de hace dos años por la pandemia.

Nota bene: Eva Plouvier, una Gracia italiana, fue sustituida en la función por Marie-Frédérique Girod

EQUIPO ARTÍSTICO

Ensemble Correspondances.

Director y reconstructor musical | Sébastien Daucé

REPARTO

Lucile Richardot | La Nuit / Venere (La Noche / Venus). Caroline Weynants | Euridice / Une grâce / Bellezza / Une âme errante / Cintia (Eurídice / Una gracia / Belleza / Un alma errante / Cynthia)  Caroline Bardot | Vénus / Le Silence / Une grâce (Venus / El Silencio / Una gracia) Marie-Frédérique Girod | Une Grâce française (Una Gracia francesa). Eva Plouvier | Une Grâce italienne (Una Gracia italiana). Blandine de Sansal | La Lune / Dejanira / Une grâce / Une âme errante (La Luna / Deyanira / Una gracia / Un alma errante). Ilektra Platiopoulou | Giunone (Juno).David Tricou | Apollo / Une grâce / Un suivant d'Endimion (Apolo / Una gracia / Un seguidor de Endimión). Etienne Bazola | Le Sommeil / Un suivant de Vénus / Un fleuve / L’Aurore / Une âme errante / Un Zéphyr (El Sueño / Un seguidor de Venus / Un río / La Aurora / Un alma errante / Un Zéfiro). Renaud Bres | Ercole (Hércules). Nicolas Brooymans | Un Grand Homme, Un Zéphyr, Un suivant d’Endimion (Un hombre grande / Un Zéfiro / Un seguidor de Endimión)

Según informan los expertos en un programa de mano algo exiguo y con algún error en la transcripción de la grafía francesa (“ballet royale” en vez de” royal”), “Son muchos los monarcas que han protagonizado títulos operísticos (solo en esta temporada del Real tenemos a Eduardo II de Inglaterra, Fernando IV de Castilla y Gustavo III de Suecia), pero muy pocos los que tienen el honor de haber sido estrenados por un monarca, como es el caso de Le ballet royal de la nuit (1653), espectáculo en el que el rey Luis XIV (1638-1715) encarnó al dios Apolo en calidad de bailarín con apenas 14 años de edad.

El espectáculo, inteligente e incisivo en términos políticos, sancionaba el triunfo de la corona sobre las revueltas que los aristócratas y otras clases sociales de las Frondas (1648- 1653) habían instigado durante el lustro precedente, a través de una alegoría en la que el Rey Sol disipaba las tinieblas de la noche, dispuestas musicalmente a lo largo de cuatro vigilias que alternaban números cantados y bailados.

Luis XIV, que tuvo que huir junto a los regentes Mazarino y su madre Ana de Austria, de origen español, como su futura esposa, María Teresa durante estos levantamientos, se juró en la infancia que nunca le volvería a pasar por lo mismo, con lo cual edificó todo un aparato de estado “ad maiorem gloriam suam”, para protegerse y gobernar ya sin regentes ni primeros ministros de fuste. Solo algunos consejeros, que hoy se denominarían “tecnócratas” o “asesores”, pero menos numerosos que en la actualidad: militares o de parques y jardines, arquitectos, encargados de las fiestas, músicos, aquí y allá.

La partitura, compuesta por diversos compositores franceses e italianos vinculados con la corte, durmió durante siglos entre los archivos de la colección Philidor del antiguo conservatorio de París, hasta su redescubrimiento en 2004 y su recreación musical en 2016 por parte de Sébastian Daucé y el Ensemble Correspondances”.

El nacimiento del Rey Sol en esta partitura, bucea en el paradigma del gobernante absoluto, que modeló Luis XIV a su imagen y semejanza, un protocolo que no solo abarcaba la música, la danza y las representaciones de corte, sino también, el levantarse del rey, las cacerías, las grandes comidas y celebraciones, los fuegos artificiales en castillos propios (Versalles) y prestados, sino también las amantes reales, los venenos y sus razzias, terribles, las vestimentas, el propio diseño de la nueva morada cortesana, lejos del centro de París, los diseños de los jardines, las fuentes y esculturas, los espacios privados públicos y finalmente las guerras, sangrantes, sucesivas, probable embrión de la Revolución Francesa de 1789.” Dos reyes más allá”, con unos súbditos hartos de trabajar para los nobles, exhaustos de penurias y hambrientos.

Está ausente sin embargo, el componente esencial de la propuesta, la danza, además la algarabía, la luz y el sonido de la juventud del rey trasladado al escenario y a la obra, enhebrada por varios fragmentos de diferente proveniencia y compositor.

El espacio de la escena se concibe con inteligencia en tarimas negras que generan diferentes niveles y alturas, facilitando la localización de cantantes, los instrumentistas por familias y la inclusión de los claves. Con un director, Sébastien Daucé, que ejecuta a la vez su labor de responsable de todo, atentísimo y eficaz, con saber hacer y oficio, y que incluye su participación también instrumental con un clave, que toca de pie.

Daucé  es un organista y clavecinista especializado en la música francesa del siglo XVII, que se formó en el Conservatorio Superior de Lyon, donde tuvo como maestros a Françoise Lengellé y a Yves Reschteiner, y entró en contacto con los futuros miembros de Correspondances. Tras ejercer como continuista y director de coro junto con el Ensemble Pygmalion o la Maîtrise y Orchestre Philharmonique de Radio France y actuar en escenarios como el Festival de Aix-en-Provence, fundó el Ensemble Correspondances en 2009, consagrado al estudio y recuperación del repertorio sacro francés del Grand Siècle. En 2016 fue premiado en la ceremonia de los Echo Preis en el Konzerthaus de Berlín en las categorías de Mejores Estrenos Mundiales por Le Concert Royal de la Nuit y Mejor Director Joven del año. La revista australiana Limelight le otorgó el premio a la mejor ópera del año 2016 por su Concert Royal de la Nuit.

En lo que se refiere al Ensemble Correspondences (que en el programa de mano figura alternativamente también como "Ensamble", con "a"), fue fundado en 2009 en Lyon. Sus programas de investigación del siglo XVII han dado resultados como la monumental reconstrucción de la Coronación de Luis XIV o la de la partitura del Ballet Royal de la Nuit, permitiendo redescubrir un momento musical cumbre, bastante largo, que supuso la inauguración y el comienzo del reinado del Rey Sol.

Este conjunto ha realizado una intensa labor con la obra de autores señeros de este periodo como Marc Antoine Charpentier, Etienne Moulinié, Henry du Mont, Michel-Richard de Lalande y Dietrich Buxtehude. Asimismo, ha revivido formas escénicas como el ballet de cour, la histoire sacrée, la semiópera o la mask inglesa. Es conjunto residente en el Théâtre de Caen (Normandía), formación asociada al Museo del Louvre, entre otras instituciones. En esta representación han demostrado que su trayectoria les ha dado calidad, consistencia de repertorio, técnica y confianza en públicos y especialistas. Y sentido estético de equipo, de trabajo conjuntado.

En cuanto a la función y la sala, al fondo, para coronar el minirecinto escénico, amplio y cómodo, los paramentos reconocibles de madera color roble, que bien podrían haber sido sustituidos para esta ocasión por elementos más coloristas y festivos. Tapices, decorados pintados más “solares”, justamente, con texturas cálidas, frescas, o pastoriles, evocando los héroes, semidioses, dioses y reyes de los que hablan los textos.

Estos, para iniciados: aparecen Hades, Deyanira en su confrontación eterna con Hércules, Apolo, que representa al rey Luis, Zéfiro, Euridice, Orfeo, el Sueño, las Gracias, la Aurora, Venus, criaturas más o menos míticas, mitológicas, en inclasificable y dislocado desfile que evoca una edad antigua clásica, griega y romana, o anterior, aún, la de los poemas homéricos, de viajes, de movimiento, de luces y sombras, llenos de personajes.

Y la costumbre con tantas referencias a los clásicos fundadores de Luis XIV de homologarse a un dios, que ya practicaban en Roma desde la República con Julio César, deificado luego de su muerte violenta, al igual que la condición sobrenatural que adquirirían los emperadores que continuaron (Julio César fue, de hecho, “general en jefe” (imperator en latín, sin embargo, no emperador, “un falso amigo”, lo llaman los lingüistas).

Hasta aproximadamente el siglo XVIII, este despliegue clásico formó parte carnal de la literatura, los relatos, la música, el teatro, de los artistas que se fueron sucediendo. Con la llegada del Romanticismo, el Realismo y el Naturalismo en literatura y los cambios en otras artes y lenguajes, ese universo feérico y misterioso patrimonio de Occidente durante tantos siglos, empezó a abandonarse y a desvanecerse. Hoy, son pocos los alumnos de Latín, Griego clásico y Mitología en los bachilleratos públicos y privados, a este paso las clásicas, también las semíticas, serán una excepción en las Universidades. Habrá que repensar estudiar en Oxford y Cambridge, los que puedan pagarlo…

Sea como fuere, un escenario el del Real para esta representación más Austria que Borbón, más que un nacimiento, la languidez de algunos pasajes instrumentales y vocales recuerdan el recogimiento conventual que se une a conmemoraciones menos fulgurantes.

Para pensar en la época de Luis XIV, aparecen, aunque no sea verdaderos pero tal vez sí verosímiles, evocaciones como las de las películas “Le roi danse” (Gérard Corbiau, 2001, con Benoît Magimel como protagonista), “Vatel” (Roland Joffé, 1999, con Gérard Dépardieu) o la norteamericana “El hombre de la máscara de hierro” (Randall Wallace, 1998, con Di Caprio, J. Irons, Malkovich,  otra vez Dépardieu, etc.), la última con una deslumbrante escena de baile y máscaras, llena de sugerencias y ambigüedades, sellos del siglo XVII. Esta época es sobre todo representación e imagen, y el “imperio de los sentidos”, el visual, en gran medida.

No faltaron cronistas de la época del padre de Luis XIV, Luis XIII, improbable origen biológico de su famosos descendiente, como Alejandro Dumas padre, que glosó las andanzas de Richelieu, ministro anterior a Mazarino (Mazarin), Ana de Austria y un Luis joven con un hermano- doble- como Philippe, que, de hecho existió y se dedicó a sustituir a menudo al primogénito en los campos de batalla. Capas y espadas y mucho furor, ansia y movimiento y paradigmas- hombres y mujeres, palacios e historias- para la Historia.

Las dicciones- varias- mejorables y los títulos en español e inglés, lejos de los originales- parece- en francés e italiano. De hecho, alguien en la sala apunta, “¿Por qué en el texto español aparece la mención de la Galia, cuando en el mismo en inglés se llama a ese territorio Francia? En efecto, es una confusión de muchos siglos, la Galia de la guerra de Julio César y Vercingetorix (siglo I a. C) y la Francia de los invasores francos, medieval.

Unos cincuenta participantes entre instrumentistas y cantantes (alrededor de 20, conseguida la función coral, armónica y redonda), desarrollaron este proyecto temerario que llega sin embargo a buen puerto en el coliseo madrileño, donde sin embargo, no se vendieron todas las localidades, a pesar de que la audiencia presente gratificó el esfuerzo de todos con muchos aplausos, recompensados a su vez por el Ensemble Correspondances con un “encore” del Orfeo de Rossi.

La audiencia, en cambio, por momentos, de urbanidad dudosa, para un teatro como este, importante y muy premiado, que a su vez otorga distinciones. Una señora se queda dormida, su pierna con una férula apoyada en el respaldo de una butaca, alguien sale del entorno pero no se ve a ningún asistente ad hoc para orientarla y minimizar el ruido, otra empuja a la entrada a la anterior señora que espera en la fila, “porque ella sabe dónde sentarse y la otra, más educada sin embargo, no”. Los abanicos, tic- tic, de ellas y ellos, forman parte desgraciadamente del volumen sonoro, una y otra vez, como las interminables toses sin mascarilla, sin manos para cubrirse y sin jarabe. Alguien acatarrado que no controla, debe quedarse en casa o tener a mano pastillas para la tos, con las que también, molestan al abrirlas. Y los contagios, todavía. Y todos de nuevo de regreso a la época descontrolada y zafia anterior a la pandemia.

A la escuela pues o a leerse un libro de instrucciones de comportamiento social. Que las entradas al Teatro Real cuestan un lujo raro de emular en el resto del mundo musical. Es difícil imaginar otra situación como la que se describe en esta tarde, con las localidades para la Netrebko o Domingo rozando los 500 euros.

Instrumentos de esta época y más históricos estuvieron presentes, como los violines, los oboes, los claves, una percusión que hacía mover al público del asiento y estirar el cuello para conseguir mejorar la visión y el sacabuche, el clave de Arnaud de Pasquale, LA viola de gamba o LA tiorba, entre otros. Sólidas las voces de las sopranos y mezzos como solistas y en grupo Girod, Weynants, Platiopolou, Bardot y Haering, y Richardot, de Sansal, Bedouelle y Pouchelon, respectivamente., solventes las voces masculinas, los “tailles”, los barítonos y bajos y el Apolo y otros roles de David Tricou. Coherencia, como se dijo antes y gusto exquisito en el desempeño coral.

Aprobado con solvencia el todo. No hubo Thanatos, pero faltó calor, sensualidad, “marcha”, como diría un castizo. Y más pasión. Eros también estuvo ausente. El “deus ex machina” esta vez, no se presentó.

Alicia Perris


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