Por Sebastiano De Filippi
A una década de su primera presentación en el Teatro Colón, Roberto Alagna vuelve a nuestro escenario, esta vez para brindar un recital solista. El tenor lírico ya se ha elevado al rango de superstar de la escena operística, elogiado tanto por sus cualidades vocales como por su expresivo estilo actoral. Honrando su doble herencia, cantó y grabó todas las grandes óperas del repertorio francés (Manon, Werther, Carmen) e italiano (La Bohème, La Rondine, Tosca, Il Trovatore). Será una gran oportunidad ideal para disfrutar lo mejor de su arte.
El programa para este recital es tan variado como inusual: en él se
alternan números de ópera bien conocidos con otros que lo son mucho menos
(incluyendo una curiosa excursión en terreno baritonal), canciones de cámara en
dos idiomas, un manojo de canzonette napolitanas con largo historial de
interpretación por parte de tenores y –en el medio de todo ello– tres
interludios instrumentales con música pianística.
La primera parte se abre con
un aria de Le roi d’Ys (1888) del francés Édouard Lalo, con libreto de Édouard
Blau basado en la leyenda bretona sobre la mítica ciudad sumergida de Ys, en
Cornualles: la aubade “Vainement, ma bien aimée” (En vano, amada mía), en la
que el caballero Mylio refrenda a su enamorada la profundidad de sus
sentimientos. El panorama operístico francófono prosigue con “Suspendez à ces
murs”, aria de Les Abencérages (1813) del italiano Luigi Cherubini, con versos
de Étienne de Jouy, sobre la novela de Claris de Florian. En ella, el joven
guerrero Almanzor se dirige agitadamente a su escudero con la frase “Cuelguen
en estas paredes mis armas, mi bandera”.
Esta sección se cierra con el aria más famosa de una ópera que fue
vehículo de lucimiento para grandes tenores –recordemos a Enrico Caruso,
Giovanni Martinelli, Richard Tucker, José Carreras y Neil Schicoff– como lo es
La juive (1835) del francés Jacques Halévy, sobre texto de Eugène Scribe:
“Rachel, quand du Seigneur” (Raquel, cuando del Señor). En ella, el joyero
Eléazar se propone salvar a su hija adoptiva de la condena a muerte que él
mismo causó, en su afán por oponerse al cardenal Brogni, padre carnal de la
joven.
Tras el paréntesis pianístico que trae el Nocturno en Re bemol
mayor –Opus 2, Nº 2– del franco-polaco Frédéric Chopin, Alagna acomete
repertorio italiano, comenzando con “O figli, o figli miei” (Oh hijos, oh hijos
míos), la magnífica aria de Macduff en Macbeth (1847) de Giuseppe Verdi, sobre
libreto de Francesco Maria Piave: el príncipe escocés lamenta la muerte de sus
hijos y esposa a manos del usurpador Macbeth, y jura venganza…………………
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