sábado, 26 de abril de 2025

LA ORQUESTA NACIONAL DE FRANCIA, DIRIGIDA POR CRISTIAN MACELARU DIBUJA UN CONCIERTO SUBLIMADO Y ELEGANTE EN RADIO FRANCIA DE PARÍS

La Orquesta Nacional de Francia dirigida por Cristian Macelaru con obras de Georges Bizet(1838-1875), Camille-Saint- Saëns (1835-1921) y Modeste Mussorgki (1839-1881) / Maurice Ravel (1875-1937). Radio France, París. 24 de abril de 2025.

En directo del Auditorium de la Maison de la Radio y de la Musique en Paris.

Programa

Georges Bizet (1838-1875): L'Arlésienne, opus 23, suite n°2 - para orquesta (1879)

1. Pastorale

2. Intermezzo

3. Menuetto

4. Farandole

Camille Saint-Saëns (1835-1921): Tres cuadros sinfóniques de La Foi, opus 130 (1909), drama d'Eugène Brieux

1. Poco allegro

2. Andantino

3. Allegro moderato e maestoso

Modest Petrovitch Moussorgski (1839-1881): Cuadros de una exposición (1874)

1. Promenade (Paseo)

2. Le gnome (El gnomo)

3. Promenade (Paseo)

4. Il vecchio castello (El viejo castillo)

5. Promenade (Paseo)

6. Le jardin des Tuileries (El Jardín de las Tullerías)

7. Bydlo

8. Promenade (Paseo)

9. Ballet des poussins dans leur coque (Baile de los pollitos en su cascarón)

10. Samuel Goldenberg y Schmuyle

11. Le marché de Limoges (El mercado de Limoges)

12. Catacombes. Sépulcre romain (Catacumbas, sepulcro romano)

13. Con mortuis in lingua mortua (latín, con muertos en lengua muerta)

14. La cabane sur des pattes de poules (La cabaña sobre patas de gallinas)

15. La Grande Porte de Kiev (La gran puerta de Kiev)

Antes de comenzar, un "speaker" presenta y explica de forma amena brevemente el repertorio. Para dar comienzo al concierto en una sala preciosa, de madera y con perfumes a cedro, excelente acústica, la música incidental de la obra del escritor provenzal Alphonse Daudet L'Arlésienne (Arlesiana) (normalmente transcrita como 'La chica de Arlés'). El escritor, un clásico que además se estudia en los colegios y se sigue leyendo como un “must”, había adaptado un cuento de las Cartas de mi molino inspirada en el suicidio por amor de un sobrino de Frédéric Mistral.

Había sido compuesta por Georges Bizet para el estreno de la obra el 1 de octubre de 1872 en el Teatro Vodevil (hoy conocido como Teatro Paramount). La arlesiana, título con el que se la conoce en español, consta de 27 números (algunos de unos pocos compases) para voz, coro y orquesta de cámara, algunos siendo pequeños solos y otros largos entreactos, pero en este caso se escucharon cuatro fragmentos solamente de la Suite no. 2). El mismo Bizet interpretó el armonio tras los bastidores durante el estreno de la obra.

Bizet concibió varios temas semipopulares, algunos orientalizantes, o hispanizantes, como en casi toda su obra. La partitura alcanza finales de gran poder dramático con una gran economía de medios. Aun así recibió críticas negativas tras su estreno y no se interpreta habitualmente en su forma original. La obra en sí no tuvo éxito y concluyó tras sólo 21 interpretaciones. El caso es que había sido montada como reemplazo de última hora para otra obra que había sido prohibida por los censores y, por ello, la audiencia no estaba tan predispuesta a la nueva obra.

Esta música incidental, programática de facto, ha sobrevivido y florecido, a pesar de todo. Se puede escuchar más frecuentemente en forma de dos suites, pero también hay grabaciones completas de la música.

L'Arlésienne, Suite n.º 2, también escrita para orquesta sinfónica, fue arreglada y publicada en 1879, cuatro años después de la muerte del compositor, por Ernest Guiraud, empleando los temas originales de Bizet (aunque no todos ellos pertenecían a la música incidental de L'Arlésienne). Cada parte del concierto cuenta con un responsable diferente para las notas del programa de mano y en el primer caso se deben a Chantal Cazaux, detallada, clara y con una bibliografía a pie de página para completar la información, como los libros incluidos de “Georges Bizet” de Hervé Lacombe (Fayard, 2000) o “Georges Bizet” publicada en Gallimard por Rémy Stricker en 1999.

Se da la circunstancia de que las tres partituras que ha dirigido el maestro titular esa noche pertenece a una contemporaneidad evidente, aunque no siempre coincidente en los hechos históricos o políticos, teniendo en cuenta que el maestro ruso tenía otro contexto musical y un panorama de otra Europa diferente a la francesa. Pero hay una concordancia perceptible y luego redondeada con la transcripción de Ravel, uno de los puntales de la música gala del siglo XIX, frecuentadísimo por su Bolero en salas de conciertos, películas y otros tipos de literatura.

En la segunda parte de la primera sección de la velada antes del entreacto, Charles-Camille de Saint-Saëns (París, 9 de octubre de 1835-Argel, 16 de diciembre de 1921). Un compositor, director de orquesta, organista, pianista y militar francés. Músico muy dotado —un virtuoso pianista y también un excelente improvisador al órgano—, espíritu curioso ante todo, escritor, caricaturista, gran viajero, Saint-Saëns desempeñó un papel excepcional en la renovación de la música francesa, tanto por su enseñanza —tuvo como alumnos, entre otros, a Gabriel Fauré—, como, sobre todo, por su actividad en favor de la música nueva —fue uno de los fundadores de la Société Nationale de Musique, destinada a tocar y difundir la música francesa—. Puede considerársele un eslabón esencial de la renovación que condujo a Claude Debussy y a Maurice Ravel.

Además Saint-Saëns fue un intelectual multifacético. Desde pequeño se dedicó al estudio de la geología, la arqueología, la botánica y la entomología. La Foi (La Fe), tres cuadros sinfónicos del opus 130, es música de escena (1908-1909), creada en el Teatro de Monte-Carlo para su orquesta. A partir de un drama de Eugène Brieux, que se desarrolla en el antiguo Egipto, no por un gusto por el exotismo, sino para destacar el lugar de la religión en la sociedad.

La obra le trajo algunos contratiempos al compositor y como explica Hélène Cao en las notas, “No hay tantos músicos en esa época, capaces de apreciar la diferencia de una cultura extranjera”.

La segunda parte, firmada en las notas por Christian Wasselin, estuvo dedicada a los Cuadros de una exposición (en ruso: Карти́нки с вы́ставки, Kartinki s výstavki,) una famosa suite, compuesta por Modest Músorgski (1839-1881) en 1874. El músico compuso la obra para piano, aunque ha sido conocida y más interpretada por la orquestación que el compositor Maurice Ravel (1875-1937) hizo de ella en 1922. El compositor ruso compuso esta obra inspirado en diez pinturas y dibujos incluidos en una exposición póstuma de su gran amigo, el artista y arquitecto Víktor Hartmann (1834-1873), quien solo tenía 39 años cuando murió. A manera de homenaje, el compositor quiso «dibujar en música» (música programática) algunos de los cuadros expuestos y dedicó la partitura a Stásov.

Se puede considerar Cuadros de una exposición como “ejemplo de los dos principales sistemas armónicos que el Círculo de Balakirev desarrolló durante su producción y exploración musical. El primero es la armonización diatónica de las canciones folk (o de sus imitaciones) donde el compositor intentó mantener la ambigüedad tonal evitando los acordes de dominante y las modulaciones, a favor de acordes estáticos y notas pedales. Por otro lado la presencia de la armonía cromática, codificada para los pasajes fantásticos, mitológicos, demoníacos o de magia. Se usaban la escala de tonos enteros o la octatónica. Ambos tipos de armonías estaban claramente codificadas y se utilizaban paralelamente pero nunca se confundían”, según explican los expertos.

En cuanto a La Orquesta Nacional de Francia, es la “garante de la interpretación francesa por su dinamismo y su patrimonio y legado”. Heredera de la tradición interpretativa de la música francesa, la Orquesta Nacional de Francia ha intentado crear un repertorio propio a través de estrenos de obras de los más grandes compositores contemporáneos: le Soleil des eaux de Pierre Boulez, la Sinfonía Turangalîla de Olivier Messiaen (1950, en estreno francés), la Primera Sinfonía de Henri Dutilleux (1951), así como el concierto para violín L'Arbre des songes con Isaac Stern (1985), Déserts de Edgar Varèse (1954), o Jonchaies de Iannis Xenakis (1977).

La orquesta ha grabado numerosos discos. Entre su amplio catálogo fonográfico destacan: Guerra y paz de Serguéi Prokófiev con Mstislav Rostropóvich, Lulú de Alban Berg con Jeffrey Tate, la integral de la obra para orquesta de Edgar Varèse con Kent Nagano. La grabación de Pelléas et Mélisande de Claude Debussy (Bernard Haitink) fue galardonado como mejor «grabación clásica del año» a los Victoires de la musique classique 2002 entre otros muchos.

Désiré-Émile Inghelbrecht, primer director titular, fundó la tradición musical de la orquesta, un repertorio en el que predominan las obras de Claude Debussy y Maurice Ravel, pero en el que también tienen cabida partituras como el Borís Godunov de Modest Músorgski, de la que la radio francesa fue una de las primeras en recuperar en 1935. A Sergiu Celibidache, primer director invitado desde 1973 a 1975, le siguió Lorin Maazel. Desde 2008 a 2016, el director italiano Daniele Gatti ha sido el director musical de la orquesta.

En esta ocasión, al frente de la magnífica velada, con un sentido exquisito de los planos sonoros, las entradas de los solistas, la elegancia y gracilidad distintas en cada momento de las interpretaciones, el entendimiento y la comunicación con los intérpretes con gestos pequeños, minimalistas pero elocuentes, el director Cristian Măcelaru.

Nacido en Timișoara (1980) es además violinista y el menor de una familia de 10 hijos. Estudió violín en su juventud y frecuentó ambientes sobre todo de Estados Unidos y luego de Colonia (Alemania).

En septiembre de 2018, dirigió por primera vez la Orquesta Nacional de Francia (ONF) y regresó para una segunda aparición como director invitado en el verano de 2019. Sobre la base de estas apariciones, en noviembre de 2019, la ONF anunció el nombramiento de Măcelaru como su siguiente director musical, a partir del 1 de septiembre de 2021, con un contrato inicial de 4 años. Tras la dimisión de Emmanuel Krivine como director musical de la ONF en mayo de 2020, Măcelaru se convirtió en director musical de la ONF el 1 de septiembre de 2020, un año antes de lo previsto originalmente. En septiembre de 2022, la ONF anunció una extensión del contrato de Măcelaru hasta el año 2027. Su relación con la orquesta de la que es titular se ve y se oye fluida y natural, amable.

La segunda parte, firmada en las notas por Christian Wasselin, estuvo dedicada a los Cuadros de una exposición (en ruso: Карти́нки с вы́ставки, Kartinki s výstavki,) una famosa suite, compuesta por Modest Músorgski (1839-1881) en 1874. Músorgski escribió la obra para piano, aunque ha sido conocida y más interpretada por la orquestación que el compositor Maurice Ravel (1875-1937) hizo de ella en 1922. El compositor ruso compuso esta obra inspirado en diez pinturas y dibujos incluidos en una exposición póstuma de su gran amigo, el artista y arquitecto Víktor Hartmann (1834-1873), quien solo tenía 39 años cuando murió. A manera de homenaje, el compositor quiso «dibujar en música» (música programática) algunos de los cuadros expuestos y dedicó la partitura a Stásov.

Habría que recordar en la primera parte la intervención del arpa y de una flauta traversa verdaderamente estupendas, así como la labor de la concertino, vibrante y entusiasta, Sarah Nemtanu. Orgiástica la Farandole que cierra L´Arlesiana de Bizet. La audiencia, de todas las edades, que prácticamente coronaba el aforo, disfrutó, aplaudió y escuchó con una serenidad y respeto que no se dispone en otros públicos del mundo, ruidosos y al límite de un comportamiento educado. La cortesía, en Francia es proverbial, también en las salas de concierto. Ni una tos, ni un suspiro.

Aunque hubo una cierta dificultad para llegar a Radio France (París se bloquea a menudo a diferentes horas del día), al entrar en Radio France, un edificio enorme, amplio, acristalado, aunque a la medida humana, se disipan las dudas, los inconvenientes. Apolíneo y dionisíaco a la vez, el ambiente reinante y el programa de la noche apaciguan a los espectadores y al entorno, lleno de una aparente despreocupación y ligereza que predisponen al goce y la escucha. Es como un ballet. El público, los acomodadores, todos, como de puntillas y disponibles. No hay roces, ni voces resonantes, ni desencuentros. Casi podría decirse que se roza la perfección. Voilà.

Alicia Perris

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