jueves, 18 de octubre de 2012

"LOS DESORIENTADOS" DE AMIN MAALOUF



El lunes 22 de octubre, Amin Maalouf presentará en Casa Árabe su última novela, Los desorientados, su obra más personal, emotiva y en la que condensa su manera de ser y de pensar.
El autor participará en un encuentro con el público junto a Milagros Hernando, embajadora de España en Líbano, y Eduardo López Busquets, director general de Casa Árabe.
El acto tendrá lugar a las 19:30 horas en el Auditorio de Casa Árabe en Madrid (c/ Alcalá, 62) y la entrada es libre hasta completar el aforo.
Los desorientados es quizá la obra más personal y emotiva de Amin Maaoluf. La que condensa su manera de ser, de pensar. La clave de todas las ideas que ha volcado en sus obras. Un «regreso» literario a su país natal, un lugar indeterminado, un no lugar que se convierte en una reflexión universal sobre la amistad, el amor, la memoria, el exilio, la identidad y la necesidad de tender puentes entre Oriente y Occidente, siempre presentes en su escritura.

Sobre ella, el autor ha dicho: «Tengo, desde hace años, la impresión obsesiva de que el mundo al que pertenezco se desdibuja más cada día, y que podría desaparecer estando yo vivo. Mi novela ha nacido de ese sentimiento. En Los desorientados, me inspiro con mucha libertad en mi propia juventud. La he pasado con amigos que creían en un mundo mejor. E incluso si ninguno de los personajes del libro corresponde a una persona real, ninguno es enteramente imaginario. Me he nutrido de mis sueños, de mis fantasmas, de mis remordimientos, tanto como de mis recuerdos.

Es cierto que su tierra natal es de las que llaman a la nostalgia. Lugar de enfrentamiento así como de coexistencia entre diversas tradiciones religiosas y culturales, lugar de riqueza intelectual y política durante sus años universitarios, ha conocido, desde entonces, una sucesión de conflictos armados que han alterado su carácter y creado esa impresión de un mundo que se desvanece. Algunos de ellos siguen pensando que su existencia no tiene sentido más que en ese país de equilibrios delicados, mientras que otros sienten que ya están fuera de lugar, y que no pueden volver más que de paso.
 

¿Ese país que no se nombra nunca es el país en el que he pasado yo mismo mis años de juventud? Sí y no. Lo he cogido indudablemente como modelo, pero sería vano buscar referencias precisas a lugares o fechas. Lo que acabo de decir no es, sin embargo, más que una explicación a posteriori. La verdad, es que no he sentido, en ningún momento, que tuviese que llamar a ese país por su nombre. Lo cual es sin duda revelador de los sentimientos complejos que me inspira todavía. Y que me inspirará hasta el fin de mis días.»

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