El rey que rabió. Teatro
de la Zarzuela. Música: Ruperto Chapí (1851, Alicante- 1909, Madrid). Libro:
Miguel Ramos Carrión y Vital Aza. A partir de La Celestina de Fernando de Rojas
y textos de Juan del Encina.18 de junio de 2021.
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el 21 de Abril de
1891
Edición crítica a cargo de Tomás Marco. (Ediciones Iberautor,
Promociones Culturales SRL / Instituto Complutense de Ciencias Musicales,
1996). Versión teatral de Luis Olmos. Producción del Teatro de La Zarzuela,
2007. Nueva producción. Zarzuela cómica en tres actos y siete cuadros. (En
conmemoración del centenario del fallecimiento de Ruperto Chapí).
"El Rey que rabió", una verdadera zarzuela grande, fue concebida
por Ramos Carrión, Vital Aza y Chapí en 1891. Se trata de un hito en la
historia del teatro lírico y en el escenario del Teatro de la Zarzuela. Porque
pocos reyes, ni los más populares de la Historia, ni los más queridos de sus
pueblos, habrán sido más aclamados, más aplaudidos, más vitoreados que nuestro
Rey en este reino de La Zarzuela. A diferencia de lo que sucede en otros
escenarios imaginarios o reales.
Muchas óperas y otros tipos de música han bebido en todas las
fuentes de las monarquías que en el mundo han sido y continúan reinando. Un
tema arduo que da para una abundante narrativa. Cada quien interpretará su
historia, dentro de este marco fantástico que abre ahora para cerrar la
temporada, el inigualable salón de todos, de la calle de Jovellanos.
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección musical, Iván López Reynoso
Dirección de escena, Bárbara Lluch
Escenografía, Juan Guillermo Nova
Vestuario, Clara Peluffo Valentini
Iluminación, Vinicio Cheli
Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de La
Zarzuela
Coro Titular del Teatro de La Zarzuela. Director: Antonio Fauró
Reparto
El rey, JORGE RODRÍGUEZ-NORTON
Rosa, SOFÍA ESPARZA
María, MARÍA JOSÉ SUÁREZ
El General, RUBÉN AMORETTI
Jeremías, JOSÉ MANUEL ZAPATA
El Almirante, CARLOS COSÍAS
El Intendente, IGOR PERAL
El Gobernador, JOSÉ JULIÁN FRONTAL
Juan, SANDRO CORDERO
El Alcalde, PEP MOLINA
Paje, RUTH GONZÁLEZ MESA
El Capitán, ALBERTO FRÍAS
El Corneta, ANTONIO BUENDÍA
Ruperto Chapí, celebrado compositor de esta partitura, había nacido
el 27 de marzo de 1851 en la localidad alicantina de Villena.
A los doce años compone su primera zarzuela: Estrella del Bosque.
Sus padres, conscientes de sus grandes aptitudes musicales, envían a Chapí con
dieciséis años a Madrid para que amplíe sus horizontes y complete su formación.
En 1873, luego de años de trabajo musical, gana el primer concurso promovido
por la sección de música de la Academia de Bellas Artes para ser pensionado en Roma,
con la que fue su primera ópera, Las naves de Cortés, estrenada en el Teatro
Real unos meses más tarde.
Durante su estancia en Italia compondrá las últimas óperas de esta
primera etapa: La hija de Jefté (1875, representada en el Teatro Real al año siguiente),
La muerte de Garcilaso, compuesta en el mismo año, y Roger de Flor,
esta última puesta en escena en 1878 también en el Teatro Real.
Alcanzó gran éxito con obras como: La tempestad (1882), La bruja
(1887) y El rey que rabió (1891). Llegando a la cumbre con El tambor de
granaderos (16 de noviembre de 1896, libreto de Emilio Sánchez Pastor) y La
Revoltosa (1897). Otras obras suyas del género chico son: Las bravías (1896),
La flor de Lys, El guerrillero, El país del abanico, ¡Ya pican!, Los quintos de
mi pueblo, Término medio, El domingo gordo y El puñao de rosas (30 de octubre
de 1902), entre otras creaciones. De hecho, el maestro alicantino mantuvo una
gran producción hasta el mismo año de su muerte.
Entrado el siglo XX cuatro son sus obras esenciales: La patria
chica, La venta de Don Quijote, Circe (1902) y Margarita la Tornera (1909).
Además, fue el fundador de la Sociedad General de Autores y Escritores
(S.G.A.E.), en 1893, una organización destinada a proteger los derechos de los
compositores, registrando obras para evitar plagios o el control de las
representaciones o interpretaciones. También fue maestro del reconocido
compositor Manuel de Falla.
Murió en Madrid, en 1909. Sus restos se encuentran en el Panteón de
Ilustres del cementerio municipal de Villena desde 2003.
El rey que rabió, es una zarzuela, cuyo título proviene de una
expresión proverbial, “acordarse del rey que rabió por gachas (o sopas)”,
haciendo referencia a un personaje símbolo de una remota antigüedad.
El argumento, escrito por Miguel Ramos Carrión, es una aguda sátira
política, ambientada en un país imaginario que alude indirectamente a España.
Se piensa que la obra puede enmarcarse en el siglo XVIII o la propia época de
estreno de la obra (reinado de Alfonso XII?). Tanto el Rey como sus consejeros
carecen de nombre propio. Así lo expone Luis López Morillo:
“A pesar de que el estreno estuvo salpicado por la polémica (El
Semanario Madrid cómico acusó a los libretistas de plagiar el tema de Un roi en
vacances), este estreno supuso un gran éxito, convirtiéndose en el más
importante del año.
Escriben otros cronistas de la época, que "La música se adapta
perfectamente a las condiciones del poema y toda ella es hermosa e inspirada.
Todos los números gustaron de una manera extraordinaria, especialmente el
cuarteto de la dimisión, la escena de la risa, el aria de la aldeana, el coro
de segadores y el preludio del segundo acto, que fueron repetidos tras las
correspondientes tempestades de aplausos. Brillan estas piezas por la novedad y
la riqueza de sus fáciles melodías y por las filigranas de su rica y vigorosa
instrumentación".
Y otros críticos dijeron, que "Tiene agilidad, destreza,
ingenio, viveza, ductilidad, elegancia, grados medios de la fuerza
activa".
Según Antonio Peña y Goñi, el libreto de la obra está inspirado en
la opereta francesa, no obstante, este título también se ha comparado con la
austriaca: hija de la versión francesa del género. Ello es debido a que, tal y
como resalta Iberni, se siguen los modelos de Franz von Suppé y Johann Stauss
hijo, además de la prominencia de las danzas típicas de este género: polcas,
valses, minuetos...
Sin embargo, se concluiría según muchas tesis, que habría que
decantarse por la impronta de la opereta
francesa. “Ello es debido a su componente de sátira social y política y a la
influencia sobre Chapí durante la etapa de sus estudios en España y París.
Además, la opereta vienesa no se extenderá por Europa hasta principios del
siglo XX con las obras de Franz Lehár, Leo Fall, la familia Strauss... En
España esto ocurrirá de la mano de compositores como Pablo Luna, Amadeo Vives y
Tomás Bretón.
En la composición de Chapí hay burla, farsa, sátira, pero también
ese toque mágico de ilusión, de ensueño, de cuento de hadas y sobre todo de
ternura, que la versión de este coliseo quiso resaltar en esta ocasión.
En síntesis se puede decir que tanto en la música como en el
libreto, se incorporan al mundo lírico de nuestro país recursos y lenguajes de
la opereta centroeuropea. Al mismo tiempo se mantiene una fuerte idiosincrasia
española en los chistes, en el reflejo de las costumbres y en las situaciones
cómicas, aunque, en la mayoría de la partitura, Chapí permanece alejado de
modismos populares hispanizantes tanto desde el punto de vista melódico como
rítmico o armónico”.
Entre los números musicales, hay partes instrumentales, polkas,
couplets, minués, con una preponderancia habitual del coro, musculado y dúctil,
dirigido con mano sabia como suele, por Antonio
Fauró.
La dirección orquestal siempre es opinable, salvo si recurrimos a
casos ya históricamente aceptados por unos pero siempre detestados por otros,
como Karajan, Muti, Abbado, Prêtre, y un largo etcétera. Los que ingresaron o
están ya en el panteón de los directores inmortales (de momento pero siempre
revisables, (como el “caso Karajan” ahora mismo, por su filiación política). De
modo que la labor del músico mexicano Iván
López Reynoso, levanta comentarios de todo tipo. As usual…Llevó a cabo una
gestión más que digna y adecuada de la partitura, de los cantantes, una escena
repleta de motivos, decorados e ideas.
Lo mismo sucede con la escenografía de Juan Guillermo Nova, nacido en Jerez de la Frontera, que colaboró
con el Regio de Parma, la Ópera de Roma, el Teatro Colón de Buenos Aires, o el
vestuario delicioso que recuerda a los relatos de Beatrix Potter, de la
bonaerense Clara Peluffo, con la
iluminación sugerente de Vinicio Cheli,
que estudió en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Plantel internacional,
donde habría que incluir el desempeñó fantástico de Barbara Lluch, responsable escénica con talento y planes, después de su mítico Cinesi, en colaboración
con la Fundación Juan March. Todos, bordaron un festival de colores.
Para pilotar esta zarzuela, se necesita un afinado equipo de voces,
con capacidad actoral relevante y actores desenvueltos. Aquí los hay. Y
rendidos trabajadores minuciosos, también.
El rol del protagonista, el rey desnortado (o no tanto), lo desempeña un tenor en esta
ocasión, bien defendido por un Jorge
Rodríguez Norton (en el cast alternativo). Con un instrumento atractivo,
cumplidor, actor eficaz y excelente configuración del papel, en consonancia con
una campesina, la futura reina, Sofía
Esparza, bella soprano de Pamplona, atractiva presencia escénica y voz dotada.
Esparza tiene aún toda una carrera por delante, a pesar de haber hace ya años
iniciado estudios de arpa, canto y pedagogía y seguido clases con Alberto
Zedda, Mariella Devia y recibido más de una docena de premios. Este año abrió
con L´elisir la temporada del Comunale de Bolonia y es la primera vez que actúa
en esta histórica sala.
Los acompañantes de los protagonistas ejercieron con entrega,
dedicación, dando lo mejor de sí mismos, condición que parece contagiar este
teatro a sus producciones y a sus artistas.
Realiza una apreciable prestación Rubén Amoretti, con una voz generosa y destacable en la actuación. Se
agradece la reaparición de dos conocidos de la lírica española, José Julián Frontal, barítono y José
Manuel Zapata, tenor cómico, siempre divertidos, eficaces y disponibles (a
pesar de la muy reciente partida de la madre de Frontal y el consiguiente duelo
del barítono), en su puesto Carlos
Cosías e Igor Peral.
Last but not least (luego, pero no por ello menos importantes) Alberto Frías y, María José Suárez, como María,
cumplidora como suele, segura y guapa y Pep Molina, el Alcalde. También Sandro Cordero, Juan, adecuado. Ruth González Mesa, con un pequeño rol cantado, es un paje
encantador. Sin olvidar al capitán, Alberto
Frías, valiente y el corneta, cómico, Antonio
Buendía, los dos a la altura esperada y más.
Señoras y señores, aquí acaba este relato, relajado, informal, en
apariencia, pero tomado en serio en el fondo y en la forma, de la última
propuesta exitosa del Teatro de la Zarzuela, antes del receso estival.
Hay que dar las gracias a todos los que no desfallecieron,
estuvieron en su puesto, dando el do de pecho en sus actuaciones, la
colaboración, el entusiasmo y la entrega. Técnicos, artistas, gestores, prensa
y público, siempre “masqués” (con mascarilla), como músicos, cantantes, y actores,
pero valientes.
Siempre está y estará el que escriba, piense y comente, que podría
haberse hecho mejor, de esta o aquella otra manera. Claro, por eso son
relatores y no los actores de esta, otra creación. Declinada navegando el Eros
y onírica, preciosista y única.
“Sobre gustos no hay nada escrito”. Y esta fábula se termina aquí
por el momento, pensando y pregonando que, como decía el inefable Willy Wilder en Con faldas y a lo loco,
celuloide fundacional y legendario, “Nadie es perfecto”. Y como he firmado
muchas veces, (y me cito) la perfección no existe y, además, es aburrida.
Disfrutable verano además a la audiencia, que aplaudió mucho y bien.
Alicia Perris