lunes, 5 de agosto de 2024

PÌOTR BECZALA, BELLO CONCIERTO EN EL AUDITORIO DE EL ESCORIAL

Auditorio San Lorenzo de El Escorial. Piotr Beczala, tenor. Orquesta CAM. Director: Óliver Díaz y Coro (Director, Josep Vila) de la Comunidad de Madrid (CAM). Arias, coros y piezas instrumentales de Nabucco, Luisa Miller, Un ballo in maschera, Il Trovatore y La forza del destino de Giuseppe Verdi, Straszny Dwor de Moniuszko, Madama Butterfly, Turandot, Manon Lescaut y Tosca de Puccini, Cavalleria rusticana de Mascagni y Andrea Chénier de Giordano. 3 de agosto de 2024.

PROGRAMA

I

G. Verdi, Nabucco (Obertura)

G. Verdi, Nabucco (Va pensiero)

G. Verdi, Luisa Miller (Rodolfo: “Oh! Fede negar pottesi… Quando le sere al placido”)

G. Verdi, Un Ballo in Maschera (Ricardo y coro de hombres: “su, profetessa… di´tu se fedele il flutto m´aspetta”)

G. Verdi, Il Trovatore “vedi le fosche”

G. Verdi, La forza del destino (Don Álvaro: “La vita è inferno all’infelice”)

S. Moniuszko Straszny Dwór (Stefan: “Aria z kurantem”)

II

G. Puccini, Manon Lescaut (Intermedio)

G. Puccini, Tosca (Cavaradossi “Recondita Armonia”)

P. Mascagni, Cavalleria rusticana (Turiddu: “Mamma, quel vino è generoso”)

P. Mascagni, Cavalleria rusticana (Coro y Turiddu: “A casa amici… Viva il vino spumeggiante”)

U. Giordano, Andrea Chénier: (Andrea Chénier: “Come un bel di di maggio)

G. Puccini, Madama Butterfly (Coro a bocca chiusa)

G. Puccini, Turandot (Calaf: “Nessun Dorma”)

El tenor Piotr Beczala protagonizó junto a la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid uno de los conciertos más esperados del periodo vacacional, que forma parte de la docena de espectáculos que habrá entre flamenco, danza y lírica, durante todo el mes de agosto, en el tradicional Festival de San Lorenzo de El Escorial estival. La sala estaba verdaderamente al completo, en el patio de butacas y en la tribuna. Todo ocupado.

Con varios premios en su haber, muy escuchado ya en los teatros líricos de toda España, y dedicado además a dar a conocer al gran público internacional la obra de los compositores de su país, Beczala, nació el 28 de diciembre de 1966 en Czechowice-Dziedzice, en el sur de Polonia. Es pues un tenor lírico polaco. Fue miembro del elenco de la Ópera de Zúrich. En el 2004 debutó en el Covent Garden en Der Rosenkavalier y en Fausto de Gounod e hizo su debut americano en San Francisco con Eugene Onegin y luego en el Metropolitan Opera en Rigoletto. En febrero de 2009 reemplazó a Rolando Villazón en Lucia di Lammermoor en el mismo coliseo.

Debutó en la Ópera Estatal de Viena, el Festival de Salzburgo, la Ópera Alemana de Berlín y en los teatros de Fráncfort, Bilbao y Tokio. Su repertorio incluye los papeles verdianos de Alfredo (La Traviata) y Riccardo (Un ballo in maschera); Edgardo (Lucia di Lammermoor de Donizetti), Rodolfo (La Bohème de Puccini), el príncipe (Rusalka de Dvořák), Vaudémont (Iolanta de Chaikovski), Jenik (La novia vendida de Smetana), el pastor (El rey Roger de Szymanowski), Tamino (La flauta mágica de Mozart), Don Ottavio (Don Giovanni de Mozart), Orombello (Beatrice di Tenda de Bellini) y otros. Aunque la vocalidad wagneriana no forma parte de su repertorio habitual, debutó como Lohengrin en Dresde en 2016 con Christian Thielemann junto a Anna Netrebko con gran éxito, y repitió en 2018 en el Festival de Bayreuth y Anja Harteros.

Desde su repertorio mozartiano inicial ha ido evolucionando, hasta ser ahora un casi lírico- spinto (¿), con una técnica que sabe aprovechar todos los espacios corporales, por donde la voz se apoya y sigue su curso con libertad, regalando un fiato, una línea de canto y una facilidad en el pasaje notorios. Ya no sorprenden solo tanto sus agudos, siempre rozando la espectacularidad, sino la claridad de sus graves, plenos y seguros, casi cavernosos.

Posee una buena dicción en italiano (aunque en francés siempre pronuncia “Jetée”, “la fleur que tu m´avais jetée” de la Carmen de la primera propina, como si fuera inglés, “jetí”, aunque también se le entiende fuera de estas minucias en esa lengua, más costosa para él y más forzada).

La pasión de Beczala para cantar un repertorio de alto voltaje emocional podría ser la de un húsar alado polaco (husaria) la famosa caballería de su país: entregada y leal, pero para conseguir l´italianità” famosa de Muti y tantos otros, probablemente lo traicionará la genética y su backround de cultura eslava, lejana de los distintos “sures” de Europa. En el momento del éxtasis sonoro, nunca se abandona. Es perfeccionista, cuidadoso, autoexigente hasta el límite, aunque cada vez que entra o sale del escenario, no deja de acariciar el arco del podio del director. ¿Un mantra que corta con la racionalidad?  Nihil obstat…

De todas formas, dibujó con elegancia y seguridad, impecable en su traje de gala negro con reflejos, pechera blanca impoluta, las arias de Luisa Miller, Un ballo in maschera, Il trovatore y La forza del destino, de Verdi y  las puccinianas Tosca y Turandot, firmó un Turiddu  conmovedor en la conversación con su madre en la Cavalleria rusticana de Mascagni, luego con el coro, el Andrea Chénier de Giordano y de Straszny Dwór de su compatriota Moniuszko, un fragmento bastante largo que cerró la primera parte de la velada. Al Nessum dorma final le faltó coronar con una consistencia más catedralicia, faraónica y total. Pero fue muy reconocido por los asistentes. (¿Lo habrá podido escuchar Pavarotti? Seguro que sí, en alguna parte no lejos del coliseo escurialense).

A su servicio y al de su talento, estuvieron la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid dirigida con entusiasmo y dedicación, aunque se le veía exigido y preocupado por hacerlo muy bien, al maestro Óliver Díaz (1972), de traje de chaqueta gris topo (no de gala), aunque con zapatos de charol, como el cantante. La formación madrileña sonó bien y se aprovechó para destacar a algunos solistas como el primer violoncelo siempre amable, la firmeza del gesto habitualmente serio y adusto del concertino (nunca se ríe ni sonríe, consciente sin duda de su autoridad) o la habilidad y adecuación de Eva Martín con la viola, en conexión visual constante con el director.

El coro, a cargo de Josep Vila tuvo partes de lucimiento como el Va pensiero, que no terminó de escucharse bien redondo (la acústica de la sala no es ni mucho menos perfecta) o el “bocca chiusa” de Butterfly.

El conjunto, igualmente, resultó bien planteado. La audiencia disfrutó cada momento, se deshizo en bravos y en aplausos. Hubo flores para el maestro Díaz y Beczala, que caballerosamente entregaron a dos instrumentistas y un ramo especial para una cantante del coro, aplaudida, seguramente con ocasión de su jubilación (aunque no hubo anuncio en ese sentido). Programa de mano en papel inexistente, sí el código QR.

Hubo dos”encore”: el ya mencionado de Carmen y el Amor ti vieta de la Fedora de Giordano. El verismo también estuvo muy bien servido esta noche. Y Verdi, Verdi es Verdi. Y las melodías amorosas, la mayoría trágicas, flotaron en el ambiente, por todas partes. Embalsamándolo todo. Por momentos, onírico.

Alicia Perris

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