Auditorio San Lorenzo de El Escorial. Piotr Beczala, tenor. Orquesta CAM. Director: Óliver Díaz y Coro (Director, Josep Vila) de la Comunidad de Madrid (CAM). Arias, coros y piezas instrumentales de Nabucco, Luisa Miller, Un ballo in maschera, Il Trovatore y La forza del destino de Giuseppe Verdi, Straszny Dwor de Moniuszko, Madama Butterfly, Turandot, Manon Lescaut y Tosca de Puccini, Cavalleria rusticana de Mascagni y Andrea Chénier de Giordano. 3 de agosto de 2024.
PROGRAMA
I
G. Verdi, Nabucco (Obertura)
G. Verdi, Nabucco (Va pensiero)
G. Verdi, Luisa Miller (Rodolfo: “Oh! Fede negar pottesi…
Quando le sere al placido”)
G. Verdi, Un Ballo in Maschera (Ricardo y coro de hombres:
“su, profetessa… di´tu se fedele il flutto m´aspetta”)
G. Verdi, Il Trovatore “vedi le fosche”
G. Verdi, La forza del destino (Don Álvaro: “La vita è
inferno all’infelice”)
S. Moniuszko Straszny Dwór (Stefan: “Aria z kurantem”)
II
G. Puccini, Manon Lescaut (Intermedio)
G. Puccini, Tosca (Cavaradossi “Recondita Armonia”)
P. Mascagni, Cavalleria rusticana (Turiddu: “Mamma, quel
vino è generoso”)
P. Mascagni, Cavalleria rusticana (Coro y Turiddu: “A casa
amici… Viva il vino spumeggiante”)
U. Giordano, Andrea Chénier: (Andrea Chénier: “Come un bel
di di maggio)
G. Puccini, Madama Butterfly (Coro a bocca chiusa)
G. Puccini, Turandot (Calaf: “Nessun Dorma”)
El tenor Piotr Beczala protagonizó junto a la
Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid uno de los conciertos más
esperados del periodo vacacional, que forma parte de la docena de espectáculos
que habrá entre flamenco, danza y lírica, durante todo el mes de agosto, en el
tradicional Festival de San Lorenzo de El Escorial estival. La sala
estaba verdaderamente al completo, en el patio de butacas y en la tribuna. Todo
ocupado.
Con varios premios en su haber, muy escuchado ya en los
teatros líricos de toda España, y dedicado además a dar a conocer al gran
público internacional la obra de los compositores de su país, Beczala, nació el
28 de diciembre de 1966 en Czechowice-Dziedzice, en el sur de Polonia. Es pues un
tenor lírico polaco. Fue miembro del elenco de la Ópera de Zúrich. En el 2004
debutó en el Covent Garden en Der Rosenkavalier y en Fausto de Gounod e hizo su
debut americano en San Francisco con Eugene Onegin y luego en el Metropolitan
Opera en Rigoletto. En febrero de 2009 reemplazó a Rolando Villazón en Lucia di
Lammermoor en el mismo coliseo.
Debutó en la Ópera Estatal de Viena, el Festival de
Salzburgo, la Ópera Alemana de Berlín y en los teatros de Fráncfort, Bilbao y
Tokio. Su repertorio incluye los papeles verdianos de Alfredo (La Traviata) y
Riccardo (Un ballo in maschera); Edgardo (Lucia di Lammermoor de Donizetti),
Rodolfo (La Bohème de Puccini), el príncipe (Rusalka de Dvořák), Vaudémont
(Iolanta de Chaikovski), Jenik (La novia vendida de Smetana), el pastor (El rey
Roger de Szymanowski), Tamino (La flauta mágica de Mozart), Don Ottavio (Don
Giovanni de Mozart), Orombello (Beatrice di Tenda de Bellini) y otros. Aunque
la vocalidad wagneriana no forma parte de su repertorio habitual, debutó como
Lohengrin en Dresde en 2016 con Christian Thielemann junto a Anna Netrebko con
gran éxito, y repitió en 2018 en el Festival de Bayreuth y Anja Harteros.
Desde su repertorio mozartiano inicial ha ido evolucionando, hasta ser ahora un casi lírico- spinto (¿), con una técnica que sabe aprovechar todos los espacios corporales, por donde la voz se apoya y sigue su curso con libertad, regalando un fiato, una línea de canto y una facilidad en el pasaje notorios. Ya no sorprenden solo tanto sus agudos, siempre rozando la espectacularidad, sino la claridad de sus graves, plenos y seguros, casi cavernosos.
Posee una buena dicción en italiano (aunque en francés
siempre pronuncia “Jetée”, “la fleur que tu m´avais jetée” de la Carmen de la
primera propina, como si fuera inglés, “jetí”, aunque también se le entiende
fuera de estas minucias en esa lengua, más costosa para él y más forzada).
La pasión de Beczala para cantar un repertorio de alto
voltaje emocional podría ser la de un húsar alado polaco (husaria) la famosa
caballería de su país: entregada y leal, pero para conseguir l´italianità”
famosa de Muti y tantos otros, probablemente lo traicionará la genética y su
backround de cultura eslava, lejana de los distintos “sures” de Europa. En el
momento del éxtasis sonoro, nunca se abandona. Es perfeccionista, cuidadoso,
autoexigente hasta el límite, aunque cada vez que entra o sale del escenario,
no deja de acariciar el arco del podio del director. ¿Un mantra que corta con
la racionalidad? Nihil obstat…
De todas formas, dibujó con elegancia y seguridad, impecable
en su traje de gala negro con reflejos, pechera blanca impoluta, las arias de
Luisa Miller, Un ballo in maschera, Il trovatore y La forza del destino, de Verdi
y las puccinianas Tosca y Turandot, firmó
un Turiddu conmovedor en la conversación
con su madre en la Cavalleria rusticana de Mascagni, luego con el coro,
el Andrea Chénier de Giordano y de Straszny Dwór de su compatriota Moniuszko,
un fragmento bastante largo que cerró la primera parte de la velada. Al Nessum
dorma final le faltó coronar con una consistencia más catedralicia, faraónica y
total. Pero fue muy reconocido por los asistentes. (¿Lo habrá podido escuchar
Pavarotti? Seguro que sí, en alguna parte no lejos del coliseo escurialense).
El coro, a cargo de Josep Vila tuvo partes de lucimiento como el Va pensiero, que no terminó de escucharse bien redondo (la acústica de la sala no es ni mucho menos perfecta) o el “bocca chiusa” de Butterfly.
El conjunto, igualmente, resultó bien planteado. La
audiencia disfrutó cada momento, se deshizo en bravos y en aplausos. Hubo
flores para el maestro Díaz y Beczala, que caballerosamente entregaron a dos instrumentistas
y un ramo especial para una cantante del coro, aplaudida, seguramente con
ocasión de su jubilación (aunque no hubo anuncio en ese sentido). Programa de
mano en papel inexistente, sí el código QR.
Hubo dos”encore”: el ya mencionado de Carmen y el Amor ti
vieta de la Fedora de Giordano. El verismo también estuvo muy bien servido esta
noche. Y Verdi, Verdi es Verdi. Y las melodías amorosas, la mayoría trágicas,
flotaron en el ambiente, por todas partes. Embalsamándolo todo. Por momentos,
onírico.
Alicia Perris
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