jueves, 13 de agosto de 2020

SIEMPRE EN EL RECUERDO: (13 agosto, 2020) DEL MAESTRO GIUSEPPE MANCINI. ENTREVISTA DEL 2008.


«He vivido de arte, efectivamente, pero también de amor». Tosca, de Giacomo Puccini
(Por Alicia Perris, A.P.:)

El Maestro Giuseppe Mancini falleció el pasado 10 de agosto de 2020 y ya no podrá seguir dirigiendo tan exquisitamente como lo hacía, sobre todo a sus queridos alumnos y exalumnos de El Escorial, pero tal vez ya se haya unido definitivamente, a lo que él consideraba “la música de las esferas”.

El director de orquesta Giuseppe Mancini nació en Roma, donde estudió violín, piano y órgano en la Academia Santa Cecilia, así como Filosofía y Letras en la Universidad de Roma.
Recibió su formación orquestal en Italia, Hungría y Alemania y entre sus maestros figuran Franco Ferrara, Bruno Aprea, Zoltàn Peskó y Sergiu Celibidache, entre otros. Vive desde 1990 en España, dedicándose tanto a la enseñanza como a la actividad profesional.
Habituado a trabajar con músicos muy jóvenes, ha obtenido muchos premios internacionales y nacionales dirigiendo orquestas de jóvenes.

A.P.: Maestro, la orquesta del C.I. Padre Soler, integrada por músicos de grado medio su concierto en el Teatro Auditorio de El Escorial, que dio sonaba como una orquesta profesional, ¿cómo lo ha conseguido?
G.M.: El Auditorio es muy bonito, suena muy bien. Y además hay que renunciar a la perfección, más que perseguir esto que es inalcanzable, lo que es importante es hacer vibrar la música dentro de los jóvenes músicos. Eso lo entienden perfectamente, ya que de niños se están convirtiendo en hombres y mujeres y su alma está sufriendo una gran transformación. Hace dos años ganamos un concurso internacional con Beethoven y Mendelssohn. Ellos se identifican más con la música romántica que con Mozart, por ejemplo. Cada uno tiene su misión en la vida y es la vida misma la que se encarga de decirlo. Si el éxito no ha llegado para mí hasta ahora como individuo, tal vez mi tarea sea conseguir que los demás lo tengan.

A.P.: ¿Y cómo transcurre su trabajo con los chicos?
 G.M.: Se trata de trabajar con los alumnos hasta que el resultado se parezca lo más posible
a una orquesta profesional. Hay bastante sintonía entre ellos y yo y no les dejo “pasar ni
una”. Ellos responden volcándose en cada nota y dando lo mejor de sí.

A.P.: ¿Cómo ve la situación de la música en España?
G.M.: Muy bien, se han construido teatros, auditorios, se compone, yo he estrenado varias
obras de jóvenes compositores. Yo he venido a vivir aquí por una historia de amor…A veces
pienso qué sería ahora si no hubiese hecho las cosas que he hecho. La vida es muy extraña,
como si viviéndola, ella se dibujara a sí misma, como un tren que se construye sus propias
vías mientras avanza y uno no entiende el sentido de las cosas hasta que éstas han
pasado…

A.P.: ¿Esto que me está contando es influencia del Maestro Celibidache, que tenía
una filosofía orientalizante?
 G.M.: Veo que se ha leído mi curriculum. Si pregunta a cada uno de los miles de alumnos
del maestro lo que le dejó, le dará una respuesta diferente. Celibidache practicaba el zen.
Para mí “Celi”- como lo llamaban todos- ha significado la modestia, poner todo en discusión,
buscar, buscar, el escrúpulo máximo en encontrar el sentido justo. Necesitas una vida
entera para conseguir esa especie de estado de gracia en que la vida fluye, tú no eres más
que un trámite, el tallo que hay entre la flor y la tierra. Yo lo conocí al final de su vida.

A.P.: ¿Qué opina de la implicación política del músico en diferentes áreas de la
actualidad, como podría ser el caso de Barenboim, de Abbado, de Pollini?
 G.M.: Lo de Baremboim me parece del máximo interés. Leí su libro de paradojas, escrito con
Edward Said. Baremboim, que es judío, se enfrentó algunas veces al poder del Estado de
Israel, cuando preguntó al parlamento israelí dónde estaban las ideas de la constitución del
48. Lo atacaron como a un traidor. Lo mismo le pasó a Zubin Mehta en un ensayo de
Richard Strauss. Si existe algo que hemos aprendido es que el amor une. A Baremboim
nadie le obligaba a hacer esto. Podría haber seguido con sus éxitos y sin embargo se
involucra en un proyecto para hacer algo por los demás.

A.P.: Parece que la 5ta de Chaikovski fue un éxito enorme en la Brucknerhaus de
Linz, ¿qué pasó?
 G.M.: Sí, un crítico de un periódico la llamó “fulminante”. A mí me gustaría hacer toda la
música del mundo y le agregaría el cariño con el que la haría. En una página de música
cabe toda la música del mundo, como en una gota de agua cabe toda el agua del océano,
porque están hechas de la misma sustancia. En un cuarteto de Mozart están todas las
sinfonías de Bruckner.

A.P.: Podría decir, como en Tosca, “vissi d´arte, vissi d´amore”?
 G.M.: Mi padre era músico y se dio cuenta de que para aprender música no podría hacerlo
con él. Y durante mucho tiempo estuve más cerca de la filosofía que de la música, luego
regresé a los veinte años a la música. La filosofía empezó a parecerme como la canción,
“parole, parole, parole…”. He vivido de arte, efectivamente, pero también de amor.

A.P.: ¿Dónde le gustaría tocar en Roma, maestro?
G.M.: El espacio más sagrado para mí es el lugar donde escuché a los grandes, Kleiber,
Sinopoli, Maazel, Giulini. Iba a ver cómo trabajaban. A los ensayos, pedía permiso para
asistir y me dejaban pasar. Estaba en Via de la Conciliazione. Aquella sala ya no existe.

A.P.: ¿Qué papel juegan para Usted los silencios, el silencio?
 G.M.: La primera asociación de la palabra silencio es el silencio como marco, que se produce
cuando termina la música y si tú consigues que la gente espere para aplaudir, este silencio
antes de comenzar y el que viene después, es el silencio más bello, más solemne, más
humano, más lleno de significado. Los silencios son cuando quieres llorar, cuando estás
hablando de algo y tienes que callarte. Es más fuerte que las palabras. Las palabras
expresan conceptos y los silencios sentimientos.

A.P.: ¿Y la voz humana?
 G.M.: Es el instrumento más cerca del alma, el que comunica todas las emociones y el que
más dentro llevamos.

A.P.: Oliver Sacks opina que cuando imagina música piensa en una Mazurca de
Chopin. ¿Y Usted, maestro?
 G.M.: Si cierro los ojos imagino el tiempo lento de la 4ta.de Mahler o el adagio del Concierto
Emperador de Beethoven.

A.P.: ¿La música es una forma de ganarle tiempo a la muerte?
G.M.: La muerte tal vez no sea tan horrible, acaso sea como un nuevo nacimiento. Pitágoras habla de la música de las esferas, del sonido que hace el universo. Fausto también habla de sol sale resuena por el universo. Tal vez tenía esto: cuando el razón “Celi” cuando preguntaba qué es el tiempo. El tiempo es la condición para que las cosas ocurran. Esa es la respuesta exacta. Yo le conté cosas parecidas a mis alumnos, para que tocaran sin prisas el adagio del "Concierto de Navidad" de Corelli. Y lo entendieron y tocaron el adagio bien.

A.P.: A la gente le gusta que le cuenten historias y a través de ellas se puede
enseñar como maestro, o curar, como terapeuta. Es un trabajo de cuidador.
 G.M.: Lo que yo creo saber hacer bien es hacer vibrar la música dentro de los chicos de 16,
18 años. Si hemos ganado el concurso, es más que por perseguir la perfección (la música
sigue en pie aunque haya una nota equivocada), es porque ocurre algo y si ocurre algo,
está bien.

A.P.: ¿Qué quiere decir?
 G.M.: Si yo me vuelco totalmente en algo y consigo que esto les llegue, ellos me responden
como solamente una joven orquesta sabe hacerlo, con un entusiasmo que solamente una
joven orquesta puede tener. Se establecen contactos muy profundos entre nosotros, algo
como una identificación: ellos son mi orquesta, es decir, mi propia voz, mi misma alma…y
yo los quiero. Si has dado algo a alguien, esto te vuelve a ti, como un fruto inesperado…

A.P.: La próxima vez hablaremos de Italia, vero?

Han quedado muchas ideas, muchos sentimientos fuera de la entrevista, porque no se puede, no se debe consignar todo. Hay cosas que nos gustaría que no se hicieran públicas
aunque las digamos y otras que no acertamos a expresar, que quedan en algún lugar del
cosmos, esperando la próxima vez. Compartir una charla con Giuseppe Mancini puede resultar una experiencia mística, es posible que entrevistarse con él y con sus alumnos músicos (porque han estando aquí, in absentia, acompañándolo) cambie el colorido de un día melancólico de la primavera madrileña.
Tiene muchos proyectos, como preparar una orquesta con músicos de grado superior,
seguir tocando, componiendo. Vivir y compartir y dar, que es lo suyo. En uno de los
vídeos de sus conciertos, su joven orquesta tocó bajo un lema en latín que invadía y
perfumaba la sala: “el hombre es algo muy importante para el hombre”.

Alicia Perris

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