Il Prigioniero, de Luigi
Dallapiccola (1904-1975) y Suor Angelica de Giacomo Puccini (1858-1924), nueva
producción del Teatro Real en coproducción con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
Director musical: Ingo
Metzmacher. Director de escena: Lluís Pasqual. Director del coro: Andrés
Máspero. Reparto del Prigioniero:
La madre, Deborah Polaski (soprano). El prisionero,Vito Priante/Georg Nigl (bajo-barítonos). Carcelero y gran inquisidor, Donald Kaasch (tenor) y elenco.
Reparto de Suor Angelica:
Suor Angelica, Verónica Dzhioeva/Juliana di Giacomo (sopranos), la tía princesa, Deborah Polaski (soprano). Abadesa, María luisa Corbacho y elenco.
Miembros del Coro Titular del Teatro Real. Pequeños Cantores de
2,3,4,6,7,8,9,11,12,13,y 15 noviembre 2012.
Como consecuencia de las ideas conservadoras y retrógradas de la época que le toca vivir, Suor Angelica es una madre de familia noble, frustrada y separada de su hijo, que finalmente muere para expiar una relación extramatrimonial y el fruto concebido en ella.
Il prigioniero es una
víctima del oscurantismo ideológico y religioso, que recuerda con dramatismo
las leyes antisemitas hitlerianas de 1938, ya que la esposa del compositor
Dallapiccola era una italiana de origen judío, sujeta a la persecución y el
segregacionismo por este tipo de prácticas durante la Segunda Guerra Mundial.
Puccini, autor de Suor
Angelica, estrena esta ópera en el Met de New York en 1918, coincidiendo con la
fecha en que los padres de Dallapiccola regresan a Pisino, tras su deportación
por las autoridades austriacas acusados de activismo proitaliano dos años
atrás. Treinta años después se estrenará Il prigioniero en concierto en la RAI , en 1949.
Mientras que
Dallapiccolla es el primer serialista italiano, con reminiscencias más clásicas
a mitad de camino entre Puccini y Verdi, el compositor de Lucca está llegando
al final musical y vital de un estilo único, contestado por algunos y
reivindicado con pasión por otros.
Dos prisioneros pues
conforman y se confrontan tácitamente en esta propuesta en la que el director
musical del Real, Gerard Mortier, aparta sus preferencias habituales para
programar una dupla rica en sentimientos y en mensajes de libertad y concordia,
auténtica advertencia en unos tiempos en que todavía no se han olvidado ni han
periclitado las ideologías nazifascistas en Europa y en el resto del mundo.
El libreto de Il
prigioniero parte de uno de los Cuentos Crueles del escritor francés Auguste
Villiers de L´isle-Adam, donde se describe el sadismo último de un carcelero
que engaña al penado, haciéndole creer que va a salir hacia la luz de la
libertad cuando en realidad va camino de ser ajusticiado. “Le sale espoir” como
escribía en tiempos existencialistas Jean Paul Sartre.
La dirección musical de
Metzmacher es muy solvente y lleva a cabo un Prigioniero excelso, maestría que
se vuelve a producir en Suor Angelica. El maestro comenta que “Puccini y
Dallapiccola comparten un vínculo con la tradición italiana. En ellos cada nota
guarda relación con la historia”. La dirección escénica de Lluís Pasqual es
acertada y en un escenario circular lleno de rejas, fóbico, sin escapatoria,
como corresponde a la temática de las dos propuestas teatrales. Ya había
dirigido con anterioridad en el coliseo capitalino Don Giovanni( 2005) y
Tristán e Isolda( 2008).
Deborah Polaski,
cantante que actúa en el Real con cierta frecuencia es un hallazgo para ambos
papeles preponderantes: el de la madre del preso y la tía de la monja.
No se da demasiado
lucimiento vocal en estas dos partituras, pero sí una contención dramática que
transmite en un contexto muy peculiar el fuego fatuo del universo operístico. Y
el conjunto, en sus dos vertientes, es más que aceptable.
Se podría resumir este
proyecto político y “pedagógico”, con un comentario que el barítono español
Alfredo García, que también actuó en Il Prigioniero en la Maestranza de Sevilla
(13 de febrero de 2010) escribió: “Hay un tipo encerrado en una mazmorra al que
llevan torturando días interminables con la excusa de que no acaba de pensar
como aquellos que le administran el sufrimiento. Parece un caso sacado de un
periódico o de un informe de Amnistía Internacional, sin embargo la historia
que nos cuenta Dallapiccolla en esta ópera transcurre en Zaragoza en los
tiempos de la Inquisición.
…Lo peor es que sabes
que cuando cierres la partitura y pases a otra cosa, el tipo va a seguir en
algún lugar del mundo encadenado a un destino insoportable.
Soy cantante lírico y
este es mi primer pensamiento en el que me pregunto si además de salir a un
escenario, un artista puede intentar abrir una celda, al menos una vez en el
transcurso de su tiempo”.
Alicia Perris Fotos Javier del Real
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