La Comunidad de Madrid desoyó otras alternativas más saludables
para los escolares de familias perceptoras de la Renta Mínima de Inserción y
los menores ya empiezan a sufrir las consecuencias
BERTA FERRERO
LUCÍA FRANCO
Los menús entregados
por Telepizza el lunes, martes, miércoles y jueves pasado.BEGOÑA SOLÍS
Alicia Montoya tiene seis años, síndrome de Rett y ha estado
comiendo el menú ofrecido por Telepizza con la beca comedor entre el 16 de
marzo y el 20 de abril. La niña padece un trastorno genético neurológico desde
que nació y, debido a la actual situación económica de su familia, su madre no
ha tenido más remedio que alimentarla con la comida que ha ofrecido la
Comunidad durante el estado de alarma para las 11.500 familias perceptoras de
la Renta Mínima de Inserción (RMI). Pizza, hamburguesa, patatas fritas, pasta,
alguna ensalada de acompañamiento, Fanta, Coca Cola y Aquarius. Para Isabel
Díaz Ayuso eso no es un problema. Tras más de cuatro semanas alternando día
tras día esos menús, María del Carmen Jiménez, la madre de Alicia, se rindió.
Mejor comer menos, que aquello.
La Comunidad de Madrid va a mantener el servicio hasta que finalice
el curso: paga cinco euros por menú repartido de Telepizza y de Rodilla y 7,30
por cada uno de Viena Capellanes
“Empezamos a ver que estaba peor de salud y al principio pensamos
que era el encierro, pero luego caí en la comida”. No se equivocaba. Los
nutricionistas se echan las manos a la cabeza. Ya avisaron hace una semana los
17 profesionales que elaboraron un informe que presentó la Federación Regional
de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (FAPA) Francisco Giner de los
Ríos ante el Defensor del Pueblo. Hicieron un análisis pormenorizado de los
menús de Telepizza y Rodilla —no los de Viena Capellanes, a los que no tuvieron
acceso— que reciben los menores diariamente y concluyeron que las consecuencias
a medio plazo, para niños sanos, enfermos o con intolerancias, son nocivos para
la salud.
Laura Zurita, nutricionista clínica, analiza el caso de Alicia.
“Esa alimentación, como está basada en proteínas de tan baja calidad y muy alta
en carbohidratos sí que podría hacer que se aumentara la pérdida muscular y
potenciar las convulsiones”. Lo corrobora la médico María Otal: “Para esa
enfermedad es importante tener una dieta equilibrada y constante”. Por tanto,
lo que Jiménez empezó a ver en su hija tenía sentido. Apatía, pérdida de fuerza
y un asco repentino por todo lo que ingería. “Se lo cortaba en pedacitos y me lo
escupía”, explica la madre, que asegura que, antes, comían comida procesada
“una vez al mes”.
Es precisamente lo que recomiendan los expertos. “Porque en
realidad la comida rápida es un fraude nutricional. Una vez cada dos semanas
puede ser. Pero no más. No entiendo las palabras de la presidenta del otro día,
debería ser más responsable como representante política porque hace que parezca
normal algo que no lo es”, critica la nutricionista. Zurita se refiere a la
polémica que suscitó la decisión de la Comunidad de entregar estos menús a los
menores más vulnerables cuando se suspendieron las clases, el 11 de marzo. Y
también a las declaraciones de la presidenta del pasado miércoles en la
Asamblea, que respondía a las críticas que ha recibido tanto de la oposición,
como de sindicatos, nutricionistas y la FAPA Francisco Giner de los Ríos. “Que
a un niño le den una pizza no es un problema”, dijo. “Seguramente a ustedes no
les guste y no se las hayan comido en la vida pero a los ciudadanos y a los
niños... Juraría que al cien por cien de los niños les encanta”, remató.
A los menores, efectivamente, les gusta. Pero todo tiene un límite.
Mihaela Aldei, de 41 años, cuenta que sus hijas Laura y Lorena, de 11 y 8 años,
celebraron los manjares de Telepizza. Pero varias semanas después ya no podían
más. “Mamá, ¡otra vez no!”, le suplica ahora la mayor cada vez que la ve entrar
por la puerta con la comida. El reflejo de esa alimentación ya ha comenzado a
hacerse evidente. Laura ha subido de 40 a 46 kilos en algo más de un mes. “El
encierro y la comida basura es la combinación perfecta para dañar su salud”, se
queja la madre. No es un caso único. Otros seis kilos ha ganado Rubén Cámara,
un niño de 9 años, que también saltó de alegría con los primeros menús. Le
encantan las pizzas, los nuggets y la pasta. Pero ya lo ha aborrecido todo. El
niño ha pasado de 30 a 36 kilos. El resultado, por tanto, en la báscula. “Así
no se puede vivir, se va a enfermar”, lamenta su madre, Angelines Díaz, de 45
años.
No hay quien se crea
que la consejería no tuviera alternativas porque hay 86 empresas homologadas y
porque hay Ayuntamientos como Madrid, Rivas, Getafe, Leganés... que ofrecen
menús nutritivos
ABEL ESTEBAN, SOCIO DE LA COOPERATIVA GARÚA
“Estos productos ultraprocesados tienen mucha sal, azúcar y grasa.
Provocan una obesidad desnutrida porque no aporta ni los minerales ni las
vitaminas que necesita el cuerpo. Producen lo que se denomina alta palatividad.
Es decir, que te sacias rápidamente y enseguida te entra apetito de nuevo”, analiza
Zurita. Esa alimentación se encuentra en el lado opuesto a lo que los
especialistas denominan el Plato de Harvard, el sinónimo de la comida sana y
equilibrada, basada en verduras, fruta, legumbres, carne, pescado.
Ante tantas críticas, la comunidad se mantiene firme. Ya anunció el
pasado jueves que va a mantener el servicio (por el que paga cinco euros por
menú repartido de Telepizza y de Rodilla y 7,30 por cada uno de Viena
Capellanes) hasta que finalizara el periodo lectivo. ¿No había otra alternativa?
La Consejería de Educación explicó hace mes y medio que las
empresas que hacían el servicio de comedor no podían asegurar una adecuada
distribución. Estas empresas, agrupadas en la Federación Food Service España,
ya contestaron entonces que pusieron sobre la mesa hasta 50 puntos de recogida.
Por ese servicio, el Gobierno regional pagaría 4,65 euros por menú entregado,
que es lo que se abona en los centros escolares. Fuentes consultadas por este
periódico que estuvieron en aquella negociación entre empresas y gobierno
aseguran que propusieron, de hecho, entregar la comida en línea fría, es decir,
en envasados de paquetes individuales para que las propias familias calentaran
los platos en casa.
Abel Esteban es socio de la cooperativa Garúa, que desde hace seis
años impulsa menús saludables en los colegios. Cuando vio el tuit de Ayuso del
16 de marzo, anunciando el acuerdo con Telepizza, pensó que era una broma. “No
hay quien se crea que la consejería no tuviera alternativas porque hay 86
empresas homologadas y porque hay Ayuntamientos como Madrid, Rivas, Getafe,
Leganés... que ofrecen menús nutritivos”.
LENTEJAS O PIZZA: LA POLÍTICA ENTRA EN EL MENÚ
Leganés, Getafe, Móstoles, Rivas o Loeches apuestan por lo
saludable. Alcalá por un vale de dinero.
https://elpais.com/espana/madrid/2020-05-03/las-pizzas-de-ayuso-y-algunos-kilos-de-mas.html
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