miércoles, 10 de marzo de 2021

NORMA, CON LA "SICILIANITÀ" LENITIVA DE BELLINI, EN EL TEATRO REAL DE MADRID

Tragedia lírica en dos actos. Música de Vincenzo Bellini (1801-1835). Libreto de Felice Romani, basado en la obra Norma, ou l’infanticide (1831) de Alexandre Soumet. Teatro Real, 9 de marzo, 2021. Presencial.

Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831 y en el Teatro Real el 13 de noviembre de 1851. Nueva producción del Teatro Real

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real (Coro Intermezzo / Orquesta Sinfónica de Madrid)

Equipo artístico

Director musical | Marco Armiliato

Director de escena | Justin Way,

Escenógrafo | Charles Edwards,

Figurinista | Sue Willmington,

Iluminador | Nicolas Fischtel

Director del coro | Andrés Máspero

Coreografía | Jo Meredith

Reparto

Pollione | Michael Spyres

Oroveso| Roberto Tagliavini

Norma| Yolanda Auyanet

Adalgisa| Clémentine Margaine

Clotilde I Berna Perles

Flavio| Fabián Lara

“Gallia est omnis divisa in partes tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam Aquitani, tertiam qui ipsorum lingua Celtae, nostra Galli appellantur. Hi omnes lingua, institutis, legibus inter se differunt. Gallos ab Aquitanis Garumna flumen, a Belgis Matrona et Sequana dividit”.

De bello gallico (La Guerra de las Galias), Julio César, Libro I

Mis queridos Galos, cayeron con su jefe Vercingetorix en Alesia, bajo la bota romana, como Etruria, Grecia, Judea, Egipto, Cartago y tantos otros territorios que, justamente y gracias en parte a Julio César, (asesinado a puñaladas en los idus de Marzo del 44 a.C) pasaron a conformar el imperio más estable y feroz (la historiadora británica Bettany Hugues, reconoce la dualidad genial pero implacable de la apropiación territorial y política romana) que tuvo la Antigüedad, desde Augusto, de la familia Julio-Claudia, ya que el de Alejandro Magno había sido más extenso, pero más efímero y más volátil.

Una hora al día de Latín, 6 años,  y el tercero dedicado enteramente a este conflicto, que ahora retoman los escritores italianos (el libretista) y francés. ,  8 cursos entre Griego clásico y Latín en Filología. Como antigua clasicista (nunca se deja de serlo), unos apuntes de las fuentes de Medea/Norma, sacerdotisas fuera de las leyes romanas y humanas.

En la mitología griega, Medea (del griego Μήδεια) era la hija de Eetes, rey de la Cólquida y de la ninfa Idía. Era sacerdotisa de Hécate, a la que algunos consideran su madre y de la que se supone que aprendió los principios de la hechicería junto con su tía, la diosa y maga Circe. Así, Medea es el arquetipo de bruja o hechicera, y comparte con Calipso y Circe, entre otras, su condición de mujer autónoma e inusual, contraria al prototipo ideal de la época. Era, asimismo, nieta del dios Helios.

Medea de hecho, fue también, una tragedia fundacional de Eurípides, reescrita por el filósofo Séneca, luego retomada en el siglo XVII francés por Pierre Corneille. Y finalmente por los psicoanalistas que crearon el concepto de “filicidio”, la muerte de los hijos a manos de los padres.

Norma/Medea, será el nudo a partir del cual se escanden los grandes temas de la condición humana: la fidelidad, la ira, la vendetta inefable de las óperas italianas, el odio, la piedad, la aceptación de sí mismo y del Otro como entidades independientes.

Ya musicalmente hablando, en cuanto a la presentación escénica, Justin Way sitúa la acción en el interior de un obsoleto teatro italiano con toda la compañía ensayando Norma. En el exterior, el siglo XIX, que ha comenzado marcado por el Congreso de Viena tras la derrota de Napoleón, mantiene el norte de Italia bajo la dominación austriaca, cuyo gobierno reaccionario provoca el nacimiento de los primeros movimientos nacionalistas.

Se trata de un paralelismo entre el argumento de la ópera y la realidad histórica del momento de su estreno en Milán en 1831 coincidiendo casi con la campanada del estreno de Hernani de Victor Hugo en París que saluda la llegada del Romanticismo.

Así, austríacos/romanos, coro/ patriotas italianos ocupados en una Italia no reunida todavía...en una narración que se multiplica en una sucesión de espejos deformantes. A los austríacos invasores, habría que añadir los también extranjeros Borbones, del Reino de las dos Sicilias, que ocuparon la zona sur italiana, incluida Sicilia y masacraron a los vecinos de la región de Nápoles, en los levantamientos revolucionarios de la república Partenopea.

En cuanto a la escenografía de Charles Edwards, recuerda la estructura de un teatro envejecido, con gastados telones pintados de cartón y el vestuario de Sue Willmington dibuja una imaginativa indumentaria para druidas y romanos, muy al gusto de la época contemporánea de la obra, alternándose con figurines decimonónicos para la vida “real”.

Es Nicolas Fischtel, el responsable de la iluminación y sugiere las candilejas de los escenarios de otros tiempos, cuyas luces y sombras evocan una geografía onírica donde se comparten y desdoblan los dos planos de realidad.

Marco Armiliato, director genovés (1963)  en diciembre de 2019 nominado Ehrenmitglied der Wiener Staatsoper tuvo a cargo en el Real, Tosca (2004) y Madama Butterfly (2017). Ahora se hace cargo de esta partitura sofisticada, rotunda, llena de sugerencias bellinianas en la mejor tradición de un belcanto acompañado por Donizetti y antes por Rossini, siguiendo el hilo de los cantantes y modulando desde la obertura hasta un final conseguido en planos y espectacularidad sonoros. Muy bien.

En 2012, Armiliato, siempre inquieto,  participó, con un pequeño papel, en la película A Roma con amor de Woody Allen, interpretando a un agente de servicios funerarios cuya voz fuera de serie lo lleva a ofrecer recitales y a protagonizar la ópera Pagliacci de Ruggero Leoncavallo, cantando siempre en un cubo de ducha.

Bellini firmó en su ópera, algunas de las páginas más bellas y reconocidas del territorio operístico, como  en la obertura, breve del acto I, el Coro de introducción y cavatina Ite sul colle / Dell'aura tua profetica (Oroveso, coro), la escena y cavatina Casta diva / Ah! bello a me ritorna (Norma), el recitativo y cavatina Meco all'altar di Venere / Me protege, me difende (Pollione) o la escena y terceto final Oh, non tremare o perfido / Vanne sì, mi lascia indegno (Norma, Adalgisa, Pollione).

En el acto II, la tierna Escena Dormono entrambi! / Teneri figli (Norma) o el potente Coro Guerra, guerra! Le galliche selve (coro), la Escena y dueto In mia man alfin tu sei (Norma y Pollione) y la Escena y concertante final Deh! non volerli vittime (Norma, Oroveso, Pollione, coro).

Norma fue dada a conocer por la soprano d´agilità Giudita Pasta y a partir del estreno, una lista fantástica jalonó el paso de los años en el universo de la lírica. Entre las Norma más conocidas se destacan las interpretaciones de Rosa Raisa, Claudia Muzio y Rosa Ponselle en los años veinte. La más prolífica Norma del período de posguerra fue Maria Callas, quien con 89 representaciones en escena (algunas de las cuales se conservan grabadas) y dos grabaciones de estudio en 1954 y 1960, impuso la supremacía del papel en el repertorio belcantista entre 1949 y 1964.

Desde ese tiempo-Callas podría decirse, se instaura la "nueva-antigua" tradición de Pasta-Callas con dos intérpretes muy diferentes, ambas herederas del renacido y depurado estilo dramático-belcantista: la turca Leyla Gencer, que interpretó el papel junto a Giulietta Simionato, y la australiana Joan Sutherland, secundada por la Adalgisa de Marilyn Horne. Después del debut de la Sutherland en 1964 en el papel titular, Pavarotti la llamó "la mayor voz femenina de todos los tiempos".

A ellas habría que añadir nuestra impecable Montserrat Caballé, Beverly Sills, Renata Scotto, Grace Bumbry (afroamericana) y en los años ochenta y noventa, el papel de Norma fue interpretado por cantantes tan diferentes como Katia Ricciarelli, Marisa Galvany, Dame Gwyneth Jones y Jane Eaglen. Normas más contemporáneas son Fiorenza Cedolins, Galina Gorchakova, Hasmik Papian, Maria Guleghina, Nelly Miricioiu, June Anderson, y Edita Gruberová. En 2008, Daniela Dessì, la lamentada cantante fallecida, casada con el hermano Fabio del director orquestal de esta puesta en el Teatro Real, interpretó Norma en el Teatro Comunale de Bolonia.

Por su parte, Mariella Devia, valoradísima y con justicia en la capital española, la cantó hasta los 69 años.

Viendo este panorama, Yolanda Auyanet, cantante canaria de prolongadas prestaciones en todo el territorio operístico, debió de sentir un sudor frío al recoger el guante de la protagonista de la ópera del siciliano. Porque el rol no solo significa salir airosa de la inefable Casta Diva, sino de un planteamiento lírico más in extenso que exige fuerza dramática, una voz peculiar llena de rigores en el desarrollo musical del estilo del Cigno, que recorre los senderos del canto spianato, los melismas, acrobacias vocales y muchas fiorituras.

Verdi decía que Bellini era “era el maestro de las melodías largas”, y hay que citar además sus strette, aceleración del tempo al final de una escena o de un pasaje. Secuencias cromáticas, movimientos ascendentes y descendentes, juego de modos mayor y menor y sus complementarios… Auyanet defiende con éxito su parte y va creciendo su prestación a medida que se asienta en el papel y en el terreno. Sale airosa de la propuesta, acompañada de un elenco donde resalta la habilidad y la experiencia de Roberto Tagliavini en Oroveso, siempre seguro y bien colocado en un papel de autoridad que cumple perfectamente.

A capa y espada lucha la dulce Adalgisa, Clementine Margaine, que desarrolla su papel con soltura y una voz adecuada en los registros y la ejecución, enfrentada y seducida a la vez por la grandeza de Norma y su amado procónsul romano Pollione, un tenor norteamericano, Michael Spyres, que podría llegar a más nivel todavía en su ejecución actoral y vocal.

La Clotilde de Berna Perles y el Flavio de  Fabián Lara entregan sobradamente una labor vocal y teatral, que los destaca sobre el escenario.

El coro dirigido por el maestro Andrés Máspero, se mire como se mire, puede mejorarse, como todo, pero está estupendo, como suele.

La audiencia no estuvo todo lo fascinada que podría haber estado. Hace un tiempo se puso otra Norma en el Real, y hay grabaciones, vídeos, ofertas en salas extranjeras, anécdotas, bibliografía, sobre una ópera disfrutada siempre por todos los públicos aquí y en el extranjero. Pero eso sí, lejos quedó una repetición del estreno del “povero” Bellini, que alguien definió en su día, como “Fiasco, fiaschissimo”. En realidad, todo lo contrario. O tempora, o mores! Y, entretanto, seguimos vivos, que no es poco.

Alicia Perris

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