lunes, 9 de mayo de 2022

LA NITTETI DE NICCOLÒ CONFORTO, UNA ARDUA RECUPERACIÓN LÍRICA EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID

Niccolò Conforto (1718-1793). La Nitteti ø+ (1756). CICLO UNIVERSO BARROCO del CNDM en el Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica. Sábado 7 de mayo, 2022.

Ópera con libreto de Pietro Metastasio estrenada en el Teatro del Buen Retiro de Madrid por encargo de Farinelli. ø+ Recuperación histórica, estreno en tiempos modernos

(Formación) Nereydas

Javier Ulises Illán, director

Zachary Wilder, tenor (Amasi)

María Espada, soprano (Sammete)

Ana Quintans, soprano (Beroe)

Núria Rial, soprano (Nitteti)

Lucía Caihuela, soprano (Amenofi)

Paloma Friedhoff, soprano (Bubaste)

Víctor Cruz, bajo (Noble egipcio)

"La Nitteti", de Niccolò Conforto (1718-1793) es una ópera con libreto de Pietro Metastasio estrenada en el Teatro del Buen Retiro de Madrid en 1756 por encargo del mítico Farinelli.

Según opina el director musical de la propuesta, Javier Ulises Illán, “Por suerte, ya no es una extravagancia el rescate de obras dramáticas españolas del siglo XVIII. A esa tarea se suma el conjunto Nereydas, que, pasada ya su primera década de vida, se enfrentará a La Nitteti, una obra representada como regalo de cumpleaños de María Bárbara a su esposo, el rey Fernando VI. La música proviene de Niccolò Conforto, un compositor napolitano que acababa de llegar a la corte madrileña, donde con Carlos III alcanzaría la maestría de la Capilla Real. Murió en Aranjuez en 1793 poco antes de cumplir los setenta y cinco años”.

El compositor de esta partitura, pues, Nicola Conforto o Conforti nacido en Nápoles fue un compositor italiano que estudió música en la ciudad natal en el Conservatorio di Santa Maria di Loreto, donde tuvo como maestros a Giovanni Fischietti y Francesco Mancini. Después de haber recibido la formación adecuada, se estrenó durante el carnaval del año 1746 en Nápoles como compositor de óperas con La finta vedova. En los años posteriores, pusieron en escena otros trabajos suyos, tanto en Nápoles como en Roma. Por la fama obtenida gracias a estos éxitos hizo que en el año 1750 recibiera el encargo de representar en el Teatro de San Carlos su primera ópera seria, Antigono.

Para celebrar la onomástica del rey de España Fernando VI puso en escena el 30 de mayo de 1752 el drama Siroe y el 23 de septiembre de 1754 para la celebración del cumpleaños del rey de Nápoles Carlos III L'eroe cinese. Estos dos trabajos obtuvieron numerosos aplausos en Madrid, tanto que en esta ciudad en el año 1755 fue nombrado compositor de ópera de la corte. Posteriormente recibió el título de maestro de capilla, pero a pesar de ello su importancia como autor empezó a declinar y en los últimos años se dedicó siempre menos a la actividad compositiva escribiendo sólo ocasionalmente música para conmemoraciones especiales.

A pesar de la habitual confusión de personajes, situaciones y géneros (sexos), líquidos, muy líquidos, no binarios, al estilo de lo que se lleva en estos tiempos, el libreto de esta ópera lo compuso un escritor de los más famosos del siglo XVIII.

En efecto, Pietro Antonio Domenico Bonaventura Trapassi, más conocido como Metastasio (Roma, 3 de enero de 1698 - Viena, 12 de abril de 1782), fue un escritor y poeta italiano que nació en Roma, donde su padre, Pietro improvisaba versos y cantaba ya de niño. En una de esas improvisaciones en 1709 fue descubierto por el árcade Gian Vincenzo Gravina y por el crítico Lorenzini.  Gravina lo adoptó y le proporcionó una educación esmerada. En un viaje de Gravina a Nápoles y a Calabria confió su educación a Gregorio Caroprese, más atento a la salud y esfuerzos de su alumno. A los doce años tradujo La Ilíada y en 1721 empezó su carrera musical con el epitalamio Endimión, con ocasión de la boda de su protectora, la princesa Pinelli di Sangro, con el marqués Belmonte Pignatelli.

Fue conociendo a los mayores compositores de su tiempo: Porpora, quien le dio una formación musical, Johann Adolf Hasse, Pergolesi, Alessandro Scarlatti, Leonardo Vinci, Leonardo Leo, Francesco Durante y Benedetto Marcello, y no paró de escribir sus encargos. En ese mismo cenáculo aprendió el arte del bel canto y se familiarizó con el estilo de intérpretes como Farinelli.

Su mérito no se desvela en las intrigas convencionales, algunas situaciones absurdas y las libertades que se toma con la verdad histórica de algunos personajes, de hecho, el Egipto de la Nitteti podría haber sido el de cualquier reinado de los Lágidas, aquellos reyes y reinas descendientes de Ptolomeo, el lugarteniente del macedonio que heredó esta parte del mundo conquistado, cuando Alejandro magno falleció prematuramente. También podrían haber sucedido los hechos en la corte de Leónidas de Esparta, o el entorno de Aníbal Barca o Julio César y Cleopatra. Aunque- todo hay que decirlo- las fuentes que utilizó Metastasio para el libreto fueron serias: los estudios histórico – geográficos de los griegos Heródoto de Halicarnaso y Diodoro de Sicilia.

En 1770, el compositor checo Josef Myslivecek (Praga, 1737 – Roma, 1781) compuso sobre el mismo texto en italiano, una ópera homónima en 3 actos, cuyo estreno tuvo lugar en el Teatro Comunale de Bolonia, el 29 de abril.

En los libretos de ópera de Metastasio se encuentra la mejor expresión de la corriente arcádica, que predominó en la lírica neoclásica italiana y será revisitada por compositores como Vivaldi, Haendel, Gluck, Meyerbeer, Traetta y Mozart.

Escriben los expertos que “Durante los cuarenta años que duró su carrera original y creativa, su renombre no paró de crecer de una forma verdaderamente formidable, casi increíble. En su biblioteca se contaban no menos de cuarenta ediciones distintas de sus obras completas. Fueron traducidas a numerosas lenguas: francés, inglés, alemán, español e incluso griego moderno.

Pero su estilo convenía a una cierta música, la de los virtuosos de la vocalización, los sopranos dramáticos. Las evoluciones que afectaron al drama musical con la llegada de Gluck y Mozart, el desarrollo de la orquestación y la moda del estilo germánico que se expandía rápidamente necesitaban textos de una factura distinta. Las obras del autor italiano cayeron en un olvido que ciertamente no merecían, como no lo merecía tampoco la música ad hoc.

Farinelli, considerado por él como un alter ego, personificaba de alguna manera su poesía y con la desaparición de los castrati la música apropiada a Metastasio se desvaneció”.

El archipiélago de los castrati, niños y jóvenes emasculados cuya voz en principio podía tomar después de la operación una tonalidad particular y angélica, aunque a menudo no era así, se descubrió para el gran público con una película con cuya producción comienza a ponerse de moda masivamente ese tipo de música, también el barroco, las orquestas de cámara de corte y la búsqueda de efectos y diseños fantásticos para escenografías, trajes y todo tipo de impedimenta, como las que a menudo enarbolaron cantantes como Philippe Jaroussky en la Ópera de Versailles o la mezzosoprano Cecilia Bartoli entre otros. Esos montajes, hicieron desarrollar toda una fantasmagoría de sueños y ensueños en las audiencias, que los encuentran ahora en parte cancelados cuando esos proyectos se reducen a una versión de concierto. Está claro que la ópera nació para ser representada en aquella Florencia mítica de la Camerata del Conde di Bardi, aunque algunas salas notorias de la capital española hayan dedicado buena parte de su temporada actual a propuestas huérfanas de sortilegios, lujos, oropeles, plumas, terciopelos o imaginación, inmersos aquellos siempre antes en un juego de espejos convergentes de manifiesta y expuesta ambigüedad y de transgresión.

En cuanto a Farinelli, que entronca con esta composición de manera sabida y documentada, le hemos puesto temperamento, rostro y voz, aunque fuera algo ad libitum, en la película biográfica, una coproducción italiano-belga-francesa, dirigida por Gérard Corbiau, sobre la vida y la carrera del cantante de ópera italiano Carlo Broschi, conocido como Farinelli, considerado el más importante castrato de todos los tiempos.

Protagonizada por Stefano Dionisi, como un inasible Farinelli, la voz de este personaje se obtuvo mediante la mezcla digital de las voces de Ewa Malas-Godlewska, una soprano polaca, y de Derek Lee Ragin, un contratenor estadounidense, con el objetivo de recrear una voz similar a la de un castrato. Aunque el relato de la película está basada en hechos reales, hay numerosos datos que no responden a la realidad histórica, como la descripción psicológica y musical de figuras como Porpora, el hermano de Farinelli o el propio Haendel. Por ejemplo, se destaca la importancia del hermano de Farinelli en perjuicio de la de Nicola Porpora.

El director musical de la cinta fue el clavecinista francés Christophe Rousset cuya grabación musical fue realizada en la sala de conciertos del Arsenal en Metz, con la orquesta Les Talens Lyriques.

Si no siempre hay acompañamiento escénico, como en los fulgores de aquella película y las óperas de esas épocas, queda sin embargo la música y en el caso de La Nitteti, una partitura recuperada ahora, cuyo mérito es exactamente la posibilidad de descubrir gemas perdidas en la noche de los tiempos o no tanto, pero fuera de la circulación de repertorios conocidos o fáciles de identificar por el público de los grandes teatros.

Esta vez en el Auditorio Nacional de Madrid, la Nitteti corre a cargo del grupo Nereydas, “una formación, dirigida por Javier Ulises Illán, fundada en 2010 para investigar, recuperar, interpretar y difundir el patrimonio musical de diferentes periodos estilísticos, desde el Renacimiento y el Barroco hasta programas sinfónico-corales del clasicismo.

Tal y como ellos se definen, “Nereydas se organiza como una agrupación abierta y flexible con capacidad de formar la combinación ideal para desarrollar cada proyecto. Sus señas de identidad son el rigor de sus interpretaciones con criterios historicistas, que se basan en el estudio de las fuentes y el trabajo musicológico sobre cada partitura, para ofrecer la esencia y el estilo propios de cada periodo y obra. Utiliza instrumentos originales de época o copias fidedignas de los mismos”.

En esta ocasión Nereydas, y su director, Javier Ulises Illán, se emplearon a fondo en una propuesta conseguida que se desarrolló en más o menos tres horas de duración, dura prueba para músicos, cantantes y el público. Mascarillas a voluntad, ya no son obligatorias.

Illán es un maestro con soltura dirigiendo con confianza en la seguridad y compactación sonora de unos músicos que dan lo mejor de sí en una función única exigente y agotadora. Ha realizado numerosas colaboraciones internacionales con organismos y formaciones de nivel. Los instrumentistas, destacan por su denuedo en la ejecución, aunque por momentos, se echa en falta algo más de apasionamiento en la evolución interpretativa de una partitura inspiradora y con arrebatos amorosos y otros, muy frecuentes.

Bien los vientos, las cuerdas y la viola d´amore de Valerio Losito, los timbales y percusión de Daniel Garay, originales en sus intervenciones, con la obligada mención al clave de David Palanca, y la cuerda pulsada de Manuel Minguillón.

Es complicado encontrar tantas sopranos para una producción con instrumentos igualmente dotados y a punto. Y en ese sentido, admirable sobre todo la Beroe de Ana Quintans, la bella escultora además, acompañada por la protagonista, Nitteti de Nuria Rial, elegante fraseo y actividad en varios teatros extranjeros.

María Espada adecuada y con claque propia que aplaudía de forma clara sus intervenciones, aunque algo destemplados algunos de sus agudos. Ajustado también el Amenofi de la soprano Lucía Caihuela y Paloma Friedhoff, de la misma cuerda en su recreación de Bubaste.

El tenor tenía toda las de ganar en una representación con arrolladora mayoría de sopranos y voces femeninas, por contraste, Zachary Wilder consiguió convencer y agradar en su papel de Amasi, redondeando sus intervenciones con dulzura, excelente técnica y fiato.

Por fin, Víctor Cruz fue un equilibrado bajo como noble egipcio (con bastón egiptizante) y hay que subrayar que casi todos los cantantes llevaban vestimentas, peinados, accesorios o maquillaje (triunfó el “eye liner” acentuado en varias cantantes) que evocaban las iconografías de las tumbas de Luxor en el Valle de los Reyes o los detalles de las máscaras de las momias que descansan como pueden su sueño eterno siempre sobresaltado en el antiguo Museo de El Cairo.

No faltaron tampoco, las sandalias rojas de tacón sobreelevado o los calcetines y el  foulard de un músico del mismo color, tal vez saludando la llegada de una primavera a Madrid que fue la causa probable de que la Sala Sinfónica solo estuviera con su aforo a la mitad.

A la vista de la rapidez de algunas reseñas la mañana siguiente al concierto, largas, dúctiles y profusamente documentadas, se aprecia una cierta “Sangallización” (ver Honoré de Balzac) en la prensa especializada y otras, ya que muchas veces algunos de sus representantes de medios locales y prestigiosos seguramente acuden a los ensayos generales o tienen cumplida información de artistas, escenarios, las propias obras con anticipación. Está muy bien, van abriendo caminos a lo que vienen detrás y andan un poco perdidos ante un primer visionado o audición en sala el día de la velada.

Hubo aplausos para todos al final por supuesto, a los valientes resistentes y durante las arias, recitativos, dúos o el coro, que en el cuarteto del primer acto logró conmover y enamorar a la audiencia.  Como sucedió con algunas arias a cargo de Beroe “Oh, come amor tiranno”, “Non rendono superbi” (de Amasi) o el final conclusivo del Coro, “Temerario è ben chi vuole”, a cargo de Amenofi, Beroe, Bubaste, Nitteti y Sammete.  Como decía Plauto, autor latino de más de 130 comedias entre el siglo III y II a.C., si seguramente os gustó y la disfrutasteis, “plaudite”.

Alicia Perris

Fotos del concierto, Elvira Megías

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