TEATROS DEL CANAL. La compagnia del Madrigale / Il Pomo D’Oro / Davide y Giuseppe Di Liberto. Sparge La Morte. Madrigales de Gesualdo. Sala roja. 21de mayo de 2022. 20.30
Proyecto escenográfico inspirado en los madrigales de Gesualdo
PROGRAMA
G.M. Trabaci – Consonanze stravaganti – Instrumental/C. Gesualdo –
O dolorosa Gioia – (Libro V)
S. Scheidt – Pavana – Instrumental/ C.
Gesualdo – Mille volte il di moro – (Libro VI)/P. Nenna – Io moro – (Libro V)
J. Dowland – Semper Dowland semper dolens –
Instrumental/ C. Gesualdo – Languisco e moro – (Libro III)
B. Marini – Passacalio a quattro –
Instrumental/ C. Gesualdo – Se la mia morte brami – (Libro VI)
A. il Verso – Lasciatemi morire – Instrumental/
C. Gesualdo – Ancidetemi pur grievi martiti – (Libro III)
A. Holborne – Pavan: Bona Speranza –
Instrumental
G. de Macque – Prime Stravaganze –
Instrumental/ C. Gesualdo – S’ io non miro non moro – (Libro V)
H. Purcell – Fantasia n.5 z736 – Instrumental/
C. Gesualdo – Moro, Lasso, al mio duolo – (Libro VI)
G.M. Trabaci – Toccata I del secondo tono –
Instrumental/ C. Gesualdo – Sparge la morte – (Libro IV)
Conjunto vocal: La Compagnia del Madrigale.
Conjunto instrumental: Il Pomo d’Oro
Dirección, escenografía y diseño de
iluminación: Davide y Giuseppe Di
Liberto
La Compagnia del madrigale: Rossana Bertini, Soprano, Francesca
Cassinari, Soprano, Elena Carzaniga, Contralto, Giuseppe Maletto, Tenor,
Raffaele Giordani, Tenor,Matteo Bellotto, Bajo
Il Pomo d’Oro: Evgenii Sviri, Violín, Anna Dmitrieva, Violín y Viola, Giulio D’Alessio, Viola Ludovico Minasi, Violonchelo, Riccardo Coelati, Violón
Carlo Gesualdo es un compositor italiano que exploró “avant la
lettre” una armonización cambiante, los melismas diatónicos, las variadas
disonancias y el cromatismo, con una existencia bastante desaforada, incluso
para la época renacentista.
(Habría que recordar, como
se hizo en enero de 2018 en La Casa de las Alhajas de Madrid, el curso donde se
lo comparaba con Marlowe y Caravaggio (otro asesino asumido pero genial
artista, como Benvenuto Cellini, como tantos otros mecenas y políticos de su
tiempo y los nuestros, también, muy peculiares.)).
La moral del siglo XXI, tan estricta ahora y refractaria a
incorporar o dejar permanecer en la fila de los notables a personajes públicos
con un comportamiento amoral, antisocial, misógino o libertino, regresa una y
otra vez a beber en las fuentes de este noble del sur de Italia. De hecho, sus
composiciones, sus actuaciones personales de aristócrata a quien todo estaba
permitido, lo sitúan en el panel de preferencia de críticos y públicos amantes
de la transgresión, tal vez de la diferencia enfermiza.
Según las fuentes disponibles consultadas al uso, Carlo Gesualdo,
príncipe de Venosa y conde de Conza (Venosa, Basilicata, 8 de marzo de
1566-Avellino, Campania, 8 de septiembre de 1613), compone una de las figuras más significativas
de la música de finales del Renacimiento con madrigales intensamente expresivos
y piezas de música sacra. El hecho más conocido de su vida, verdaderamente
sangriento y feroz, fue el asesinato de su primera esposa y su amante al encontrarlos
"en flagrante delito", el 16 de octubre de 1590. Olvidado con el
tiempo, fue redescubierto en el siglo XX debido a la fascinación por su
extraordinaria música y sus impactantes hechos personales.
De familia de “aristós”, literalmente en griego, “los mejores”, muy
relacionada con la Iglesia, era sobrino del arzobispo de Nápoles, Alfonso
Gesualdo y de san Carlos Borromeo, también pariente del Papa Pío IV. El
ensañamiento y salvajismo con el que cometió el crimen de su mujer y su amante
convulsionó a la sociedad de la época. Por esa razón se retirara a su mansión
en la ciudad de Gesualdo, para escapar de la ira de las familias de los
asesinados. Posteriormente emparentó otra vez por matrimonio con la familia
d´Este de Ferrara.
Murió también su hijo en extrañas y sospechosas circunstancias. Y lo
que sí está claro es que parece que el crimen cometido sobre su primera mujer
lo afectó notablemente, lo que podría ser el punto de partida de la particular
penitencia que se autoadministró y de la expresión torturada de su música. Se
sometia además a prácticas masoquistas que incluían escenas de flagelación a
manos de sirvientes para, según sus palabras, «cazar a sus demonios». Después
de una de estas sesiones, se encontró a Carlo Gesualdo muerto y desnudo el 8 de
septiembre de 1613. Según algunas fuentes, su muerte fue un suicidio, lo que
parece poco probable dada su firme fe católica, y algunas otras indican que
podría haber sido accidentalmente muerto por alguno de los jóvenes que lo
flagelaba, al excederse con la disciplina sobre un cuerpo debilitado”.
Toda su trayectoria íntima- la del propio Gesualdo- pero a la vez pública y conocida también es lo
que haría suponer una cierta inclinación al territorio de la Muerte como
destino y consolación o como terror cotidiano. Más que la proclividad del sur
de Italia y sus costumbres, como sugiere la información de este concierto,
(semejantes a las que reinan en la Andalucía profunda o las islas griegas por
ejemplo). La brutalidad y la violencia contemporánea al compositor, siguen
siendo las de siempre. Cambian los escenarios, la presentación, la complicidad
o la aquiescencia sociales. Son tantas las constelaciones donde el morbo, en su
sentido más latino entendido como “enfermedad”, tiene mucho más predicamento
que lo solar, la contemplación de la belleza, los placeres disfrutables más
sanos de la vida, el buen vino, los lupanares al estilo de Pompeya, la danza o
el arrebato amoroso, lúdico.
La aparición de las iglesias del Libro, sobre todo interpretadas
con un forzamiento histórico y doctrinal intencionado, acabaron con aquella
Arcadia precristiana, donde había muchas disfunciones sociales, políticas y
morales, que sin embargo, continúan entre nosotros a pesar de los siglos
transcurridos. En el caso de Gesualdo no se trata de las tradiciones del
mezzogiorno, sino de los complejos y la culpa de un alma negra y sin esperanza.
Así pues, “Sparge la Morte…”
De la violencia homicida cometida, Carlo fue libre de
responsabilidad. Las circunstancias lo justificaban desde el punto de vista de
la Ley y de las costumbres de la época. Quedó libre sin cargos con el
beneplácito del virrey de Nápoles, Juan de Zúñiga Avellaneda y Bazán y el
proceso se archivó un día después de su apertura.
En cuanto a su creación musical, hay una edición de 1613 de sus
madrigales. Y 5 libros de madrigales a capella (1594-1611), un libro de
madrigales a seis voces, póstumo (1626). 2 libros de Sacrae cantiones, cinco a
siete voces (1603), Responso de la oscuridad para Semana Santa y 4 motetes a
María. En el Tratado de armonía, de Jean
Phillippe Rameau (1722), se podrían buscar horizontes para bucear en su
obra, radicalmente, así como también en la producción de Luzzasco Luzzaschi, a quien conoció Gesualdo en Ferrara y a quien
dedicó en 1594 su cuarto libro de madrigales.
Para entrar en tema, “El madrigal es una composición de tres a seis voces sobre un texto profano, a menudo en
italiano. Tuvo su máximo auge en el
Renacimiento y primer Barroco. Musicalmente reconoce orígenes en la frottola, posee una letra en lengua italiana de temática profana, armonía contrapuntística y carácter popular,
generalmente están compuestos en su mayoría para voces a capella, y en algunos
casos con instrumentos doblando las partes vocales.
Fue la forma musical profana más importante de su tiempo. Floreció
especialmente en la segunda mitad del siglo XVI y se desvanece a través de la
aparición de nuevas formas profanas como la ópera. Su difusión se inició con el
"Primer Libro de Madrigales" de Philippe Verdelot, publicado en
Venecia en 1533. Fue especialmente apreciado en Inglaterra, desde la
publicación en 1588 de "Música Transalpina" de Nicholas Yonge. Los
madrigalistas tardíos más importantes fueron Luca Marenzio, Carlo Gesualdo y Claudio Monteverdi.
Para distender la seriedad de estas composiciones y la propia reseña,
se podría terminar con el género diciendo que en su espectáculo “Mastropiero
que nunca, el grupo argentino de humor Les
Luthiers interpreta una canción en forma de madrigal denominado “La bella y graciosa moza
marchóse a lavar la Ropa, la mojó en el arroyuelo y cantando la lavó, la frotó
sobre una piedra, la colgó de un abedul”.
Los madrigales se tocaron en
vivo en 2018 en Madrid, en el curso citado de los tres artistas violentos y
distópicos en la Casa de las Alhajas interpretadas por las formaciones Música Ficta y Vandalia. Son interpretados muy a menudo estos años por formaciones
como Les Arts florissants y hay
grabaciones valiosas.
El concierto de ahora en los Teatros del Canal, en medio de una primavera florida e insultante, muy calurosa, convocó solamente a algo más de la mitad de la sala, con una audiencia potencial probablemente dedicada a otras cosas, después de transcurrida la obligada penitencia para los creyentes de la Semana Santa, que tuvo su propia convocatoria ad hoc.
La escenografía, escueta y lúgubre, como en general esta música,
propicia a la penitencia y al recogimiento privado y musical, como de otro
mundo, viene de la propuesta de los dos directores y escenógrafos. Según el
programa de mano, hay “velos se iluminan con focos de luces inferiores que
apuntan hacia arriba y emiten una luz cálida que recuerda a la de las velas
votivas que alumbran las capillas mortuorias, un ambiente rico en claroscuros
acentuados por las siluetas de los músicos, de los cantantes y de dos escaleras
de camposanto que cumplen una función estructural e icónica.
Además de estas escaleras y de las telas de plástico, la puesta en
escena cuenta con otro elemento: una barra LED que funciona como centro de
gravedad de toda la composición. Este filo de luz constituye un elemento
totémico y anómalo que determina el espacio escénico y que requiere de cuidado
y protección por lo que se presentará como centro gravitatorio y punto de
convergencia”.
Bien, todo es opinable. También hubiera sido válida la presentación de la música, con los instrumentistas y los cantantes a capella, solos pero contundentes en un escenario despejado y vacío, cargado de significado ante la pérdida y el duelo de la propuesta. Se exhibieron pañuelos blancos (color en algunas cortes o monarquías símbolos de la tragedia) en vez del negro para dibujar el luto.
Excelentes los instrumentos bien conjuntados
de La Compagnia del madrigale: con Rossana Bertini, Soprano, Francesca Cassinari,
Soprano, Elena Carzaniga, Contralto, Giuseppe Maletto, Tenor, Raffaele
Giordani, Tenor,Matteo Bellotto, Bajo. A menudo se vinculan vocalmente entre ellos por pequeños gestos a
cargo de los cantantes masculinos. Excelentes voces y técnica tanto en la
inmediatez de la emisión como en el manejo y conocimiento de las partituras de
los madrigales y sobre todo ya al final, poderosa la ejecución de Il Pomo d’Oro.
El público aplaudió mucho y bien el
esfuerzo de atender y dar relumbrón y memoria a este repertorio peculiar, tan
frecuentado como se ha comentado antes, en las salas de la capital española.
Alicia Perris
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