La Filarmónica. Sinfonías 2 Y 4 de Brahms. Orquesta Sinfónica de Radio Suecia. Daniel Harding, director. Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica. Jueves 12 de mayo, 2022
PROGRAMA
Johannes Brahms (1833-1897)
Sinfonía núm. 2, en re mayor, Op. 73 (1877)
I.
Allegro ma non troppo
II.
Adagio non troppo
III.
Allegretto grazioso (quasi andantino)
IV.
Allegro con spirito
Sinfonía núm. 4, en mi menor, Op. 98 (1884-85)
I.
Allegro non troppo
II.
Andante moderato
III.
Allegro giocoso- Poco meno presto- Tempo I
IV. Allegro energico e passionato. Più allegro
“Nunca terminaré una sinfonía. No tienes idea cómo afecta al
espíritu estar escuchando continuamente la marcha de un gigante tras de ti”. Johannes Brahms
Gran final de temporada para La Filarmónica, Sociedad de Conciertos,
que cumplió 10 años de madurez y de saber hacer frente y proponer una
programación que ha incluido orquestas, solistas y músicos e instituciones de
la más alta calidad del presente internacional. Según explica la entidad en su-
como siempre- rico y exhaustivo Programa de mano, “El regreso de la Orquesta
Sinfónica de la Radio Sueca con su maestro titular Daniel Harding… con una extraordinaria calidad instrumental y una
marcada personalidad, nos acercará al inconfundible sonido de las orquestas del
norte. Considerada una de las formaciones sinfónicas más importantes de Europa,
ha sido dirigida por grandes maestros como Sergiu Celibidache, Esa-Pekka
Salonen y desde 2006 por Daniel Harding, entre muchos otros.
En mayo de 2018, este maestro ofreció en este ciclo de conciertos
en el Auditorio Nacional una Tercera Sinfonía de Brahms luminosa y reveladora. Ahora
vuelve por tercera vez a La Filarmónica para ofrecernos la Segunda y la Cuarta
con la misma agrupación, una orquesta de la que es director titular, cultivando
un enorme repertorio que incluye Mahler,
Bruckner, Brahms, Beethoven, Mozart, Britten, Chaikovsky, Bártok,orff,
Mendelssohn, Strauss, entre muchos otros compositores ...”.
Daniel Harding (Oxford, 31 de agosto de 1975) es británico, nacido en una de las ciudades probablemente más elegantes y con más hondo arraigo universitario del planeta y eso se refleja, en su rostro, en sus manos y en ese empaque natural que despliega cuando da la entradas a los músicos, se retuerce para afirmarse un segundo en el podio, se aferra a él, se distiende, se relaja y vuela.
Actualmente es además, el principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Londres. Recuerda a la perfección al talentoso y a veces envuelto en el misterio protagonista de Endeavour, el detectivo Morse, de la famosa serie de la BBC.
A la edad de 17 años, Harding reunió a un grupo de músicos para interpretar Pierrot Lunaire de Arnold Schoenberg, y envió una cinta con la ejecución a Simon Rattle. Después de escucharla, Rattle lo contrató como su director asistente al frente de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham por un año, durante la temporada 1993-1994. En este último año, Harding realizó su debut profesional al frente de esta orquesta.
Por entonces, era un estudiante de la Universidad de Cambridge, que
no de su ciudad natal, habitual competidora y rival de la anterior, pero tras
su primer año como universitario, Claudio
Abbado, que lo llamaba "mi pequeño genio" lo designó director
asistente de la Orquesta Filarmónica de Berlín, con la que debutó en el
Festival de esa ciudad en 1996. En su primera dirección en los Proms en 1996, fue el más joven
director en actuar. En 1997, Harding fue el responsable de Música del Ojai
Music Festival, junto al pianista Emanuel
Ax.
En 2003 se convirtió en el primer director musical de la Mahler
Chamber Orchestra, conjunto fundado por su antiguo mentor Claudio Abbado de la
que ahora es director laureado. Ese mismo año debutó en el Festival de
Salzburgo al frente de la Orquesta Estatal Sajona de Dresde (Dresden
Staatskapelle). En 2005 dirigió la noche de apertura en La Scala de Milán en
Idomeneo, como sustituto, después de la dimisión de Riccardo Muti.
Según los expertos, “Su estilo de dirección, muy influido como es
lógico por su mentor Claudio Abbado, se caracteriza por la claridad de ideas,
la capacidad para transmitirlas con eficacia, la perspicacia para saber qué es
lo que debe estar en primer plano en cada momento y una visión de conjunto que
va más allá de la anécdota y lo convierte en un director muy completo.
Muy vinculado a Japón y sus instituciones musicales, desde septiembre
de 2010, en junio de 2015, la Orquesta de París anunció la contratación de
Harding como su 9.º director principal, desde septiembre de 2016.
En lo que se refiere al compositor que acompaña al público de
Madrid en esta propuesta, Johannes
Brahms (Hamburgo, 7 de mayo de 1833-Viena, 3 de abril de 1897) fue un también
un pianista y director de orquesta alemán del romanticismo, considerado el más
clásico de los compositores de dicho periodo. Nacido en Hamburgo en una familia
luterana, pasó gran parte de su vida profesional en Viena. Se mantuvo fiel toda
su vida al clasicismo romántico y conservador, influenciado por Wolfgang Amadeus Mozart, Joseph Haydn y,
particularmente, por Ludwig van Beethoven y Robert Schumann.
Tal vez sea el mayor representante del círculo conservador en la
Guerra de los románticos. Sus oponentes, los progresistas radicales de Weimar,
estaban representados por Franz Liszt,
los integrantes de la posteriormente llamada Nueva Escuela Alemana y por Richard Wagner. Aunque muchos
contemporáneos encontraron su música demasiado académica, su contribución y
artesanía han sido admiradas por figuras posteriores tan diversas como Arnold Schönberg y Edward Elgar.
Brahms compuso para orquesta sinfónica, conjuntos de cámara, piano,
órgano y voz y coro y estrenó muchas de sus propias obras. Trabajó con algunos
de los principales artistas de su tiempo, incluida la pianista Clara Schumann y el violinista Joseph Joachim (los tres eran amigos
cercanos). Las expresiones «Las tres bes», acuñada por Hans von Bülow, y «La
santa trinidad» se refieren a Bach,
Beethoven y Brahms como tres de los mayores compositores de la historia de
la música.
En cuanto a las composiciones de este concierto, la Sinfonía n.º 2
en re mayor, op.73 fue compuesta por Johannes Brahms en el verano de 1877
durante una visita a los Alpes austríacos. La gestación de este trabajo es
sorprendentemente corta en comparación a los quince años empleados por el
compositor para completar la primera.
La fecha del estreno fue el 30 de diciembre de 1877, en Viena, bajo
la dirección de Hans Richter. La entusiasta respuesta del público vienés hizo
que se repitiera el tercer movimiento.
El primero había sido enviado a Clara Schumann, con quien tuvo una
profunda relación intelectual y artística de tintes amorosos no del todo
aclarados, quien predijo que la obra tendría una gran acogida. Se desarrolla en
un clima aparentemente bucólico, por lo que a menudo se la compara con la Sexta
Sinfonía (Pastoral) de Ludwig van Beethoven. Su amigo Theodor Billrot, músico
aficionado, asemejó la sinfonía a un retrato del ambiente rural de Pörtschach
am Wörther See, localidad a la que el compositor se había retirado para
componerla. El contraste con la Primera Sinfonía, escrita en do
menor, es evidente.
La sinfonía n.º 4 en mi menor, op. 98, en cambio, es la última
compuesta por Johannes Brahms. Se originó en las vacaciones de verano que
disfrutó el compositor en Mürzzuschlag, en aquel entonces perteneciente al
Imperio Austro-Húngaro, en 1884, aproximadamente un año después de la
finalización de la tercera. La primera mención que Brahms hace de esta obra es
en una carta, escrita el 19 de agosto de 1884 a su editor, Fritz Simrock. Fue
compuesta específicamente para la Meiningen Court Orchestra, y estrenada con
dirección del compositor el 25 de octubre de 1885 en Meiningen y tuvo una
acalorada acogida.
Está considerada como su obra maestra, junto con Un réquiem alemán.
Se caracteriza por el especial énfasis en la nota Do a lo largo de los cuatro
movimientos, así como los encadenamientos de terceras que los violines tocan en
el primer movimiento y que se van repitiendo después.
El primer movimiento es en forma sonata clásica. La coda comienza
en el c. 377 y tiene 70 compases de duración, con un aumento constante de la
intensidad llegando a un gran clímax cinco compases antes del final del
movimiento. El segundo tiempo invita a un pensamiento más reflexivo e
introspectivo debido a su mayor lentitud. Se inicia con la llamada de las
trompas, que presentan el tema, una melodía de sabor exótico en modo hipofrigio.
El tercer movimiento es el único scherzo propiamente dicho
encontrado en las sinfonías de Brahms. Se podría decir que compite en
exuberancia con el final de su segunda sinfonía.
Y finalmente el cuarto movimiento es un peculiar ejemplo de passacaglia sinfónica similar a una chacona. El tema se inspiró del último movimiento de la cantata de Johann Sebastian Bach Nach dir, Herr, verlanget mich, BWV 150, y las variaciones suelen ser difíciles de identificar debido a las astutas transformaciones que Brahms realiza del material original. La sinfonía- se dice- está repleta de alusiones a varias de las composiciones de Beethoven.
Jugoso concierto repleto de “ups and downs” a lo largo de la noche,
momentos que aprovechó Daniel Harding para dibujar con maestría todo el volumen
sonoro que su orquesta de unos cien instrumentistas bien avenidos, sonrientes y
felices, como de boda, o de estreno absoluto, ofrecieron a una audiencia enfervorizada
que recompensó la solidez de la estructura orquestal, la empatía entre los
ejecutantes y el maestro y el vínculo que estableció este con el público y el
compositor que lo acompañó toda la noche.
La formación con vestimenta de etiqueta, negro absoluto, solo dislocado por una medias de red, con dibujos o unos zapatos con pulsera, aquí y allá, tules y encajes para destacar el diseño y el chic de los vestidos y el conjunto. La orquesta y su director, algo sorprendidos, agradecieron divertidos los aplausos, pero no hubo “encore”, ya que fueron prácticamente dos horas de concierto con un intervalo que dio el tiempo justo para recomponerse y que el maestro tomara un bocado. Y fueron suficientes el esfuerzo y el inmenso lucimiento para disfrutar y entrar casi en trance.
Antes de que comenzara la segunda parte, alguien deslizó a los pies
de una violista a la derecha del escenario, un pañuelo de papel escrito a toda
prisa, en mayúsculas, con el texto: “Lamento mucho la situación negativa que la
invasión y la guerra de Ucrania están también ocasionando a Suecia. Por favor,
dígaselo a todos los miembros de la orquesta. Les deseo lo mejor”. A ver si
alguien se hace cargo, en algún momento, en alguna parte del planeta, de
esta petición de humanidad y
misericordia. De Paz.
Hasta la próxima temporada de la Filarmónica, que será la undécima
y esperamos continúe siendo tan exitosa, proteica y luminosa como esta.
Alicia Perris
Fotos de sala, Julio Serrano (1 y 2)
Foto 3, La Filarmónica Sociedad de Conciertos
Cartel del INAEM del estado español, en solidaridad con el conflicto en Ucrania
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