sábado, 14 de mayo de 2022

DANIEL HARDING. LA FILARMÓNICA, CONCIERTO DE BRAHMS EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID

La Filarmónica. Sinfonías 2 Y 4 de Brahms. Orquesta Sinfónica de Radio Suecia. Daniel Harding, director. Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica. Jueves 12 de mayo, 2022

PROGRAMA

Johannes Brahms (1833-1897)

Sinfonía núm. 2, en re mayor, Op. 73 (1877)

I.                   Allegro ma non troppo

II.                Adagio non troppo

III.             Allegretto grazioso (quasi andantino)

IV.              Allegro con spirito

Sinfonía núm. 4, en mi menor, Op. 98 (1884-85)

I.                   Allegro non troppo

II.                Andante moderato

III.             Allegro giocoso- Poco meno presto- Tempo I

IV.              Allegro energico e passionato. Più allegro

“Nunca terminaré una sinfonía. No tienes idea cómo afecta al espíritu estar escuchando continuamente la marcha de un gigante tras de ti”. Johannes Brahms

Gran final de temporada para La Filarmónica, Sociedad de Conciertos, que cumplió 10 años de madurez y de saber hacer frente y proponer una programación que ha incluido orquestas, solistas y músicos e instituciones de la más alta calidad del presente internacional. Según explica la entidad en su- como siempre- rico y exhaustivo Programa de mano, “El regreso de la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca con su maestro titular Daniel Harding… con una extraordinaria calidad instrumental y una marcada personalidad, nos acercará al inconfundible sonido de las orquestas del norte. Considerada una de las formaciones sinfónicas más importantes de Europa, ha sido dirigida por grandes maestros como Sergiu Celibidache, Esa-Pekka Salonen y desde 2006 por Daniel Harding, entre muchos otros.

En mayo de 2018, este maestro ofreció en este ciclo de conciertos en el Auditorio Nacional una Tercera Sinfonía de Brahms luminosa y reveladora. Ahora vuelve por tercera vez a La Filarmónica para ofrecernos la Segunda y la Cuarta con la misma agrupación, una orquesta de la que es director titular, cultivando un enorme repertorio que incluye Mahler, Bruckner, Brahms, Beethoven, Mozart, Britten, Chaikovsky, Bártok,orff, Mendelssohn, Strauss, entre muchos otros compositores ...”.

Daniel Harding (Oxford, 31 de agosto de 1975) es británico, nacido en una de las ciudades probablemente más elegantes y con más hondo arraigo universitario del planeta y eso se refleja, en su rostro, en sus manos y en ese empaque natural que despliega cuando da la entradas a los músicos, se retuerce para afirmarse un segundo en el podio, se aferra a él, se distiende, se relaja y vuela. 

Actualmente es además, el principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Londres. Recuerda a la perfección al talentoso y a veces envuelto en el misterio protagonista de Endeavour, el detectivo Morse, de la famosa serie de la BBC.

A la edad de 17 años, Harding reunió a un grupo de músicos para interpretar Pierrot Lunaire de Arnold Schoenberg, y envió una cinta con la ejecución a Simon Rattle. Después de escucharla, Rattle lo contrató como su director asistente al frente de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham por un año, durante la temporada 1993-1994. En este último año, Harding realizó su debut profesional al frente de esta orquesta.

Por entonces, era un estudiante de la Universidad de Cambridge, que no de su ciudad natal, habitual competidora y rival de la anterior, pero tras su primer año como universitario, Claudio Abbado, que lo llamaba "mi pequeño genio" lo designó director asistente de la Orquesta Filarmónica de Berlín, con la que debutó en el Festival de esa ciudad en 1996. En su primera dirección en los Proms en 1996, fue el más joven director en actuar. En 1997, Harding fue el responsable de Música del Ojai Music Festival, junto al pianista Emanuel Ax.

En 2003 se convirtió en el primer director musical de la Mahler Chamber Orchestra, conjunto fundado por su antiguo mentor Claudio Abbado de la que ahora es director laureado. Ese mismo año debutó en el Festival de Salzburgo al frente de la Orquesta Estatal Sajona de Dresde (Dresden Staatskapelle). En 2005 dirigió la noche de apertura en La Scala de Milán en Idomeneo, como sustituto, después de la dimisión de Riccardo Muti.

Según los expertos, “Su estilo de dirección, muy influido como es lógico por su mentor Claudio Abbado, se caracteriza por la claridad de ideas, la capacidad para transmitirlas con eficacia, la perspicacia para saber qué es lo que debe estar en primer plano en cada momento y una visión de conjunto que va más allá de la anécdota y lo convierte en un director muy completo.

Muy vinculado a Japón y sus instituciones musicales, desde septiembre de 2010, en junio de 2015, la Orquesta de París anunció la contratación de Harding como su 9.º director principal, desde septiembre de 2016.

En lo que se refiere al compositor que acompaña al público de Madrid en esta propuesta, Johannes Brahms (Hamburgo, 7 de mayo de 1833-Viena, 3 de abril de 1897) fue un también un pianista y director de orquesta alemán del romanticismo, considerado el más clásico de los compositores de dicho periodo. Nacido en Hamburgo en una familia luterana, pasó gran parte de su vida profesional en Viena. Se mantuvo fiel toda su vida al clasicismo romántico y conservador, influenciado por Wolfgang Amadeus Mozart, Joseph Haydn y, particularmente, por Ludwig van Beethoven y Robert Schumann.

Tal vez sea el mayor representante del círculo conservador en la Guerra de los románticos. Sus oponentes, los progresistas radicales de Weimar, estaban representados por Franz Liszt, los integrantes de la posteriormente llamada Nueva Escuela Alemana y por Richard Wagner. Aunque muchos contemporáneos encontraron su música demasiado académica, su contribución y artesanía han sido admiradas por figuras posteriores tan diversas como Arnold Schönberg y Edward Elgar.

Brahms compuso para orquesta sinfónica, conjuntos de cámara, piano, órgano y voz y coro y estrenó muchas de sus propias obras. Trabajó con algunos de los principales artistas de su tiempo, incluida la pianista Clara Schumann y el violinista Joseph Joachim (los tres eran amigos cercanos). Las expresiones «Las tres bes», acuñada por Hans von Bülow, y «La santa trinidad» se refieren a Bach, Beethoven y Brahms como tres de los mayores compositores de la historia de la música.

En cuanto a las composiciones de este concierto, la Sinfonía n.º 2 en re mayor, op.73 fue compuesta por Johannes Brahms en el verano de 1877 durante una visita a los Alpes austríacos. La gestación de este trabajo es sorprendentemente corta en comparación a los quince años empleados por el compositor para completar la primera.

La fecha del estreno fue el 30 de diciembre de 1877, en Viena, bajo la dirección de Hans Richter. La entusiasta respuesta del público vienés hizo que se repitiera el tercer movimiento.

El primero había sido enviado a Clara Schumann, con quien tuvo una profunda relación intelectual y artística de tintes amorosos no del todo aclarados, quien predijo que la obra tendría una gran acogida. Se desarrolla en un clima aparentemente bucólico, por lo que a menudo se la compara con la Sexta Sinfonía (Pastoral) de Ludwig van Beethoven. Su amigo Theodor Billrot, músico aficionado, asemejó la sinfonía a un retrato del ambiente rural de Pörtschach am Wörther See, localidad a la que el compositor se había retirado para componerla. El contraste con la Primera Sinfonía, escrita en do menor, es evidente.

La sinfonía n.º 4 en mi menor, op. 98, en cambio, es la última compuesta por Johannes Brahms. Se originó en las vacaciones de verano que disfrutó el compositor en Mürzzuschlag, en aquel entonces perteneciente al Imperio Austro-Húngaro, en 1884, aproximadamente un año después de la finalización de la tercera. La primera mención que Brahms hace de esta obra es en una carta, escrita el 19 de agosto de 1884 a su editor, Fritz Simrock. Fue compuesta específicamente para la Meiningen Court Orchestra, y estrenada con dirección del compositor el 25 de octubre de 1885 en Meiningen y tuvo una acalorada acogida.

Está considerada como su obra maestra, junto con Un réquiem alemán. Se caracteriza por el especial énfasis en la nota Do a lo largo de los cuatro movimientos, así como los encadenamientos de terceras que los violines tocan en el primer movimiento y que se van repitiendo después.

El primer movimiento es en forma sonata clásica. La coda comienza en el c. 377 y tiene 70 compases de duración, con un aumento constante de la intensidad llegando a un gran clímax cinco compases antes del final del movimiento. El segundo tiempo invita a un pensamiento más reflexivo e introspectivo debido a su mayor lentitud. Se inicia con la llamada de las trompas, que presentan el tema, una melodía de sabor exótico en modo hipofrigio.

El tercer movimiento es el único scherzo propiamente dicho encontrado en las sinfonías de Brahms. Se podría decir que compite en exuberancia con el final de su segunda sinfonía.

Y finalmente el cuarto movimiento es un peculiar ejemplo de passacaglia sinfónica  similar a una chacona. El tema se inspiró del último movimiento de la cantata de Johann Sebastian Bach Nach dir, Herr, verlanget mich, BWV 150, y las variaciones suelen ser difíciles de identificar debido a las astutas transformaciones que Brahms realiza del material original. La sinfonía- se dice- está repleta de alusiones a varias de las composiciones de Beethoven.

Jugoso concierto repleto de “ups and downs” a lo largo de la noche, momentos que aprovechó Daniel Harding para dibujar con maestría todo el volumen sonoro que su orquesta de unos cien instrumentistas bien avenidos, sonrientes y felices, como de boda, o de estreno absoluto, ofrecieron a una audiencia enfervorizada que recompensó la solidez de la estructura orquestal, la empatía entre los ejecutantes y el maestro y el vínculo que estableció este con el público y el compositor que lo acompañó toda la noche.

La formación con vestimenta de etiqueta, negro absoluto, solo dislocado por una medias de red, con dibujos o unos zapatos con pulsera, aquí y allá, tules y encajes para destacar el diseño y el chic de los vestidos y el conjunto. La orquesta y su director, algo sorprendidos, agradecieron divertidos los aplausos, pero no hubo “encore”, ya que fueron prácticamente dos horas de concierto con un intervalo que dio el tiempo justo para recomponerse y que el maestro tomara un bocado. Y fueron suficientes el esfuerzo y el inmenso lucimiento para disfrutar y entrar casi en trance.

Antes de que comenzara la segunda parte, alguien deslizó a los pies de una violista a la derecha del escenario, un pañuelo de papel escrito a toda prisa, en mayúsculas, con el texto: “Lamento mucho la situación negativa que la invasión y la guerra de Ucrania están también ocasionando a Suecia. Por favor, dígaselo a todos los miembros de la orquesta. Les deseo lo mejor”. A ver si alguien se hace cargo, en algún momento, en alguna parte del planeta, de esta  petición de humanidad y misericordia. De Paz.

Hasta la próxima temporada de la Filarmónica, que será la undécima y esperamos continúe siendo tan exitosa, proteica y luminosa como esta.

Alicia Perris

Fotos de sala, Julio Serrano (1 y 2)

Foto 3, La Filarmónica Sociedad de Conciertos

Cartel del INAEM del estado español, en solidaridad con el conflicto en Ucrania


No hay comentarios:

Publicar un comentario