miércoles, 4 de septiembre de 2013

MORTIER: " SI EL GOBIERNO IMPONE A MI SUCESOR, NO ESPERARE A 2016,ME VOY.


El director del Real propone seis candidatos internacionales para reemplazarle
El ministerio baraja tres nombres españoles para el puesto
Joan Matabosch, del Liceo, el mejor situado
El belga, en tratamiento, se perderá el comienzo de la temporada

DANIEL VERDÚ Bruselas 
3 SEP 2013 - 


El director del Teatro Real, Gerard Mortier. / JORDI SOCÍAS

El director del Teatro Real, Gerard Mortier (Gante, 1943), se encontraba a mediados de mayo cerrando su tercera temporada al frente del coliseo madrileño. A punto de cumplir 70 años, se ocupaba también de preparar su sucesión en 2016, momento en el que finaliza su contrato y su aventura en España. Justo por esas fechas una pésima noticia se cruzó en su camino. Al director belga le diagnosticaron un cáncer que le ha obligado a pasar por el quirófano y le mantendrá, al menos hasta final de noviembre, realizando un tratamiento en una clínica de Alemania. Sus colaboradores más cercanos ya conocen la noticia. Hoy mandará una carta a los artistas con los que trabaja habitualmente (directores de escena, cantantes y directores musicales) y encarará este duro periplo. “Creo que debo hablar de este tema para que las personas que lo sufran tengan más referencias”, explica notablemente más delgado en su apartamento de Bruselas.
Pero el otro proceso, el que debe desembocar en la elección de su sucesor en las próximas semanas, no se ha detenido y le tiene extremadamente preocupado. Durante una conversación de dos horas y con radical claridad, como acostumbra, explica las claves de lo que debía ser un relevo consensuado que diera continuidad a su proyecto. La decisión, en cambio, va camino de convertirse en una imposición del Ministerio de Cultura basada en un criterio puramente nacionalista, asegura: tiene que ser un español. Él no contempla esa posibilidad. “No veo hoy a nadie en España”.
—Usted manejaba unos nombres de perfil internacional con los que ya habían mantenido conversaciones. ¿En qué punto se encuentra ahora mismo la elección de su sucesor?
—Algunos de los nombres que había propuesto están interesados en venir y ya han tenido contacto con el teatro. Ese era el plan. Pero ahora Gregorio Marañón [presidente del Patronato del Teatro Real] me ha dicho que el Gobierno quiere a un español. Para mí no es ningún problema si lo es, siempre que sea buen candidato. Pero el parámetro no puede ser la nacionalidad, sino la calidad. Esta manera de pensar ya no existe en Europa. En Ámsterdam tienen a un libanés; en Milán, a un francés… En fin, es ridículo.
—¿Le han dicho cuáles son los candidatos del ministerio en liza?
—Sí, son tres: Antonio Moral [predecesor de Mortier en el Teatro Real], Pedro Halffter [director artístico de la Maestranza] y Joan Matabosch [responsable del Liceo de Barcelona]. Gregorio Marañón me llamó días después de mi operación y me dio estos nombres. No entiendo, por ejemplo, por qué se prescindió de Moral en 2010 y ahora meditan volver a contratarle. ¿Alguien se equivocó dejándole marchar? A Halffter no le conozco… y Matabosch me gusta mucho, pero no tiene nada que ver con el proyecto actual. Creo que la colaboración que mantenemos con el Liceo es más valiosa que traerle aquí. Y además, se van a cargar el proyecto de Barcelona para incorporar a Madrid una idea que no tiene que ver con la línea que hemos seguido estos últimos años. Es algo un poco loco.

Un momento del 'San Francisco de Asís' que se representó en el Madrid Arena en julio de 2011. / JAVIER DEL REAL
De esos tres nombres, Joan Matabosch, destacado por su versatilidad programando —ha conjugado en el Liceo apuestas de mucho riesgo con otras más conservadoras que le han mantenido relativamente al margen de las habituales polémicas operísticas— es actualmente el mejor situado. “Marañón está muy a favor de esa opción”, revela el belga, sin dar crédito a que no se vaya a tener en cuenta su opinión. En realidad, y pese a que tampoco coincide con el perfil que reclaman los círculos musicales madrileños más conservadores desde hace tiempo, el director del Liceo tiene todos los números para aterrizar en el Real próximamente si el proceso que propone el actual director no se ejecuta.
En España no veo ahora a ningún candidato. No hay tradición operística”
Mortier, uno de los gestores culturales más importantes del mundo, pide que se abra una convocatoria para la sucesión y que se forme un comité con miembros del consejo asesor del Real y de su Patronato para buscar el perfil idóneo. Algo así como aplicar ese viejo compromiso político del código de buenas prácticas formulado en tiempos socialistas. “Los nombres de Wert y Lassalle podrían presentarse, pero también algunos de los que yo contemplo”.
Los candidatos deberían exponer su proyecto y someterlo a la evaluación de dicho comité, que terminaría presentando un solo nombre al Patronato. Mortier ha puesto encima de la mesa seis opciones: Viktor Schoner (de la Ópera de Múnich), Alexander Neef (Toronto), Serge Dorny (Lyon), John Berry (English National Opera), Pierre Audi (de la De Nederlandse Opera) y Bernd Loebe (intendente de la Ópera de Frankfurt). Las conversaciones con algunos de ellos ya habían arrancado hace meses. “El presidente del Patronato ya se había entrevistado con Schoner y Neef. El elegido podría venir como asistente a partir de 2014. Empezaríamos a trabajar juntos y luego yo incluso podría adelantar mi marcha a 2015”.

Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny también se exportó al Bolshói. / J. R.

—¿Y si el ministerio termina imponiendo el nombre de un español?
—Si el Gobierno impone un nombre con el que no estoy de acuerdo, no esperaré a 2016. Me voy. No pienso estar trabajando un tiempo con una persona que no coincide con el proyecto que está desarrollando el Real.
—¿Le han dicho por qué motivo quieren que sea un español?
—No. Pero ya le he dicho a Marañón que debe ser el presidente y el Patronato quienes decidan, no el Gobierno. Le seré sincero, ahora mismo no veo candidatos en España. Este país tiene una tradición pictórica y museística fantástica, posee unos directores de museo extraordinarios. Pero en la ópera no sucede igual: no hay tradición.
—El Real ha alcanzado en los últimos años una gran dimensión internacional y ha despertado el interés de artistas de renombre mundial como Michael Haneke. ¿Está en riesgo su proyecto?
—Absolutamente. Habrá que ver si muchos de ellos quieren trabajar con cualquier sucesor.
Matabosch me gusta, pero no tiene nada que ver con el proyecto actual”
Los títulos de la siguiente temporada (2014-2015) están ya contratados y parcialmente producidos. Los del curso 2015-2016, prácticamente también. Debido a los largos plazos que se manejan en la producción operística, el sucesor de Mortier debería elegirse en próximas fechas para empezar a planificar el futuro. Muy probablemente para que se incorpore un año antes de que el actual director se marche y pueda empaparse del día a día del teatro. Su enfermedad introduce ahora nuevas variables al proceso.
Mortier, apasionado del conflicto como motor creativo e intelectual, ha colocado al Teatro Real en estos tres años en la primera división europea. No siempre las cosas han salido como él esperaba y, en muchas ocasiones, las peleas que ha mantenido con figuras como la anterior presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, han generado enormes tensiones en el Patronato. Al mismo tiempo, ha alcanzado cotas de éxito con ideas excelentes como el Così fan tutteque construyó con Michael Haneke e innovadores proyectos como el que abordará esta temporada con Brokeback mountain. “Confío en poder estar recuperado para ese estreno mundial en febrero. El tratamiento durará hasta noviembre, pero hay que ver cómo va todo. Mientras tanto intentaré venir a algunos ensayos y trabajaré a través del ordenador”, explica muy sereno.

Momento del sonado 'Cosí fan tutte' de Michael Haneke. / J. R.

—¿Cómo está llevando la enfermedad?
—La voluntad de trabajar me ayuda a superarlo. Ayer [por el viernes pasado] di una conferencia en Gante ante 250 personas y me sentí de maravilla. Es lo que mejor me va. No me interesa vivir otros 10 o 15 años, sino poder trabajar con mi cabeza en perfecto estado un tiempo más. Y mire, gracias a mi educación jesuita mantengo una disciplina absoluta para el tratamiento.
—¿El presidente ha hablado de sustituirle antes de lo previsto debido a su enfermedad?
—No. Me ha dicho que va a esperarme.
—¿No le preocupa que todo esto que acaba de contar perjudique, digámoslo así, a su estabilidad laboral?
—A mi edad yo ya no tengo miedo de nada. 

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