El director del Real propone seis
candidatos internacionales para reemplazarle
El ministerio baraja tres nombres
españoles para el puesto
Joan Matabosch, del Liceo, el mejor
situado
El belga, en tratamiento, se
perderá el comienzo de la temporada
DANIEL VERDÚ Bruselas
3 SEP 2013 -
El director del Teatro Real, Gerard Mortier. / JORDI SOCÍAS
El director del Teatro Real, Gerard Mortier (Gante,
1943), se encontraba a mediados de mayo cerrando su tercera temporada al frente
del coliseo madrileño. A punto de cumplir 70 años, se ocupaba también de
preparar su sucesión en 2016, momento en el que finaliza su contrato y su
aventura en España. Justo por esas fechas una pésima noticia se cruzó en su
camino. Al director belga le diagnosticaron un cáncer que le ha obligado a
pasar por el quirófano y le mantendrá, al menos hasta final de noviembre,
realizando un tratamiento en una clínica de Alemania. Sus colaboradores más
cercanos ya conocen la noticia. Hoy mandará una carta a los artistas con los
que trabaja habitualmente (directores de escena, cantantes y directores
musicales) y encarará este duro periplo. “Creo que debo hablar de este tema
para que las personas que lo sufran tengan más referencias”, explica
notablemente más delgado en su apartamento de Bruselas.
Pero el otro proceso, el que debe desembocar en la elección de su sucesor
en las próximas semanas, no se ha detenido y le tiene extremadamente
preocupado. Durante una conversación de dos horas y con radical claridad, como
acostumbra, explica las claves de lo que debía ser un relevo consensuado que
diera continuidad a su proyecto. La decisión, en cambio, va camino de
convertirse en una imposición del Ministerio de Cultura basada en un criterio
puramente nacionalista, asegura: tiene que ser un español. Él no contempla esa
posibilidad. “No veo hoy a nadie en España”.
—Usted manejaba unos nombres de perfil internacional con los que ya habían
mantenido conversaciones. ¿En qué punto se encuentra ahora mismo la elección de
su sucesor?
—Algunos de los nombres que había propuesto están interesados en venir y ya
han tenido contacto con el teatro. Ese era el plan. Pero ahora Gregorio Marañón
[presidente del Patronato del Teatro Real] me ha dicho que el Gobierno quiere a
un español. Para mí no es ningún problema si lo es, siempre que sea buen
candidato. Pero el parámetro no puede ser la nacionalidad, sino la calidad.
Esta manera de pensar ya no existe en Europa. En Ámsterdam tienen a un libanés;
en Milán, a un francés… En fin, es ridículo.
—¿Le han dicho cuáles son los candidatos del ministerio en liza?
—Sí, son tres: Antonio Moral [predecesor de Mortier en el Teatro Real],
Pedro Halffter [director artístico de la Maestranza] y Joan Matabosch
[responsable del Liceo de Barcelona]. Gregorio Marañón me llamó días después de
mi operación y me dio estos nombres. No entiendo, por ejemplo, por qué se
prescindió de Moral en 2010 y ahora meditan volver a contratarle. ¿Alguien se
equivocó dejándole marchar? A Halffter no le conozco… y Matabosch me gusta
mucho, pero no tiene nada que ver con el proyecto actual. Creo que la
colaboración que mantenemos con el Liceo es más valiosa que traerle aquí. Y
además, se van a cargar el proyecto de Barcelona para incorporar a Madrid una
idea que no tiene que ver con la línea que hemos seguido estos últimos años. Es
algo un poco loco.
Un momento del 'San Francisco de Asís' que se
representó en el Madrid Arena en julio de 2011. / JAVIER DEL REAL
De esos tres nombres, Joan Matabosch, destacado por su versatilidad
programando —ha conjugado en el Liceo apuestas de mucho riesgo con otras más
conservadoras que le han mantenido relativamente al margen de las habituales
polémicas operísticas— es actualmente el mejor situado. “Marañón está muy a
favor de esa opción”, revela el belga, sin dar crédito a que no se vaya a tener
en cuenta su opinión. En realidad, y pese a que tampoco coincide con el perfil
que reclaman los círculos musicales madrileños más conservadores desde hace
tiempo, el director del Liceo tiene todos los números para aterrizar en el Real
próximamente si el proceso que propone el actual director no se ejecuta.
Mortier, uno de los gestores culturales más importantes del mundo, pide que
se abra una convocatoria para la sucesión y que se forme un comité con miembros
del consejo asesor del Real y de su Patronato para buscar el perfil idóneo.
Algo así como aplicar ese viejo compromiso político del código de buenas
prácticas formulado en tiempos socialistas. “Los nombres de Wert y Lassalle
podrían presentarse, pero también algunos de los que yo contemplo”.
Los candidatos deberían exponer su proyecto y someterlo a la evaluación de
dicho comité, que terminaría presentando un solo nombre al Patronato. Mortier
ha puesto encima de la mesa seis opciones: Viktor Schoner (de la Ópera de
Múnich), Alexander Neef (Toronto), Serge Dorny (Lyon), John Berry (English
National Opera), Pierre Audi (de la De Nederlandse Opera) y Bernd Loebe
(intendente de la Ópera de Frankfurt). Las conversaciones con algunos de ellos
ya habían arrancado hace meses. “El presidente del Patronato ya se había
entrevistado con Schoner y Neef. El elegido podría venir como asistente a
partir de 2014. Empezaríamos a trabajar juntos y luego yo incluso podría
adelantar mi marcha a 2015”.
Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny también
se exportó al Bolshói. / J. R.
—¿Y si el ministerio termina imponiendo el nombre de un español?
—Si el Gobierno impone un nombre con el que no estoy de acuerdo, no
esperaré a 2016. Me voy. No pienso estar trabajando un tiempo con una persona
que no coincide con el proyecto que está desarrollando el Real.
—¿Le han dicho por qué motivo quieren que sea un español?
—No. Pero ya le he dicho a Marañón que debe ser el presidente y el
Patronato quienes decidan, no el Gobierno. Le seré sincero, ahora mismo no veo
candidatos en España. Este país tiene una tradición pictórica y museística
fantástica, posee unos directores de museo extraordinarios. Pero en la ópera no
sucede igual: no hay tradición.
—El Real ha alcanzado en los últimos años una gran dimensión internacional
y ha despertado el interés de artistas de renombre mundial como Michael Haneke.
¿Está en riesgo su proyecto?
—Absolutamente. Habrá que ver si muchos de ellos quieren trabajar con
cualquier sucesor.
Los títulos de la siguiente temporada (2014-2015) están ya contratados y
parcialmente producidos. Los del curso 2015-2016, prácticamente también. Debido
a los largos plazos que se manejan en la producción operística, el sucesor de
Mortier debería elegirse en próximas fechas para empezar a planificar el
futuro. Muy probablemente para que se incorpore un año antes de que el actual
director se marche y pueda empaparse del día a día del teatro. Su enfermedad
introduce ahora nuevas variables al proceso.
Mortier, apasionado del conflicto como motor creativo e intelectual, ha
colocado al Teatro Real en estos tres años en la primera división europea. No
siempre las cosas han salido como él esperaba y, en muchas ocasiones, las
peleas que ha mantenido con figuras como la anterior presidenta de la Comunidad
de Madrid, Esperanza Aguirre, han generado enormes tensiones en el Patronato.
Al mismo tiempo, ha alcanzado cotas de éxito con ideas excelentes como el Così
fan tutteque construyó con Michael Haneke e innovadores proyectos como el
que abordará esta temporada con Brokeback mountain. “Confío en
poder estar recuperado para ese estreno mundial en febrero. El tratamiento
durará hasta noviembre, pero hay que ver cómo va todo. Mientras tanto intentaré
venir a algunos ensayos y trabajaré a través del ordenador”, explica muy
sereno.
Momento del sonado 'Cosí fan tutte' de Michael
Haneke. / J. R.
—¿Cómo está llevando la enfermedad?
—La voluntad de trabajar me ayuda a superarlo. Ayer [por el viernes pasado]
di una conferencia en Gante ante 250 personas y me sentí de maravilla. Es lo
que mejor me va. No me interesa vivir otros 10 o 15 años, sino poder trabajar
con mi cabeza en perfecto estado un tiempo más. Y mire, gracias a mi educación
jesuita mantengo una disciplina absoluta para el tratamiento.
—¿El presidente ha hablado de sustituirle antes de lo previsto debido a su
enfermedad?
—No. Me ha dicho que va a esperarme.
—¿No le preocupa que todo esto que acaba de contar perjudique, digámoslo
así, a su estabilidad laboral?
—A mi edad yo ya no tengo miedo de nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario