El Barbero de Sevilla de Gioachino Rossini.
Director musical: Thomas Hanus. Director de escena: Emilio Sagi. Elenco: Dmitry
Korchak, El conde de Almaviva. Bruno De
Simone, Bartolo. Serena Malfi, Rosina.
Mario Cassi, Figaro. Dmitry Ulyanov,
Basilio. Isaac Galán, Fiorello y Berta Cordón, Susana. Coro y Orquesta del
Teatro Real. Fortepiano, Angelo Michele Errico. Violonchelo, John Friefhoff y
contrabajo, Holger Ernst. 25 de septiembre de 2013.
Con esta conocida y frecuentada ópera, el coliseo
madrileño comienza su 17ª temporada presentando entre los días 14 y 26 de
septiembre, 10 funciones de la obra maestra del maestro Rossini (1792-1868).
En su día fue una propuesta teatral de vanguardia,
con humor pero también con una filosa cirugía social y política que describe
los vicios de una época que algunos llamaron- con alguna duda- el comienzo
final del Ancien Régime.
El responsable de esta producción operística, Emilio
Sagi, desplegó ya con gran éxito en 2005 (con Juan Diego Flórez como
protagonista) una ópera que triunfó en el Théâtre du Châtelet de París, Sâo
Carlos de Lisboa, Bauluarte de Pamplona y Ópera de Los Angeles, en donde
volverá a subir a escena en 2015.
Tomas Hanus,
es el director checo que debuta en el Real. Estará al frente del doble reparto,
en una producción concebida como una ingeniosa “folie organisée”: todo se
mueve, nada es seguro, incluyendo el decorado y unos figurines preciosos de
Renata Schussheim. Es la transformación permanente delante del público, dando
cobijo a las diferentes escenas de una propuesta que es la metáfora de unos
tiempos de transición, que cambiarían la arquitectura de Francia y de buena
parte del mundo conocido.
Hay efervescencia y alegría burbujeante en El
Barbero en un final de verano que recibió Madrid con la noticia de la
enfermedad de Gerard Mortier, intendente del Teatro hasta ese momento y la
aparición de Joan Matabosch, responsable del Teatro del Liceu de Barcelona, que
se hará cargo de la nueva gestión del Real a partir de enero, mientras que el
intendente belga sigue conservando su participación en la gestión de la sala, como
ya informó también “Música, arte y cultura”.
Esta producción se desgrana en un minucioso trabajo
dramático a cargo de los protagonistas, el coro y los actores- bailarines que
participan en el espectáculo, que se va hilvanando como una intensa coreografía
donde también danzan el propio decorado y el atrezzo.
Se
convierten también el coro y la iluminación en elementos dramáticos, una muestra en principio en blanco y negro,
que eclosiona en “la tempesta”, una lluvia multicolor, que rompe la primera
bicromía en el escenario.
Emilio Sagi
explicó con acierto en la rueda de prensa cómo había concebido esta puesta en
escena, mientras capeaba el temporal
contestando con soltura y honestidad a los periodistas que por momentos,
parecían más interesados en la situación del binomio Mortier/Matabosch” que en
la propia ópera.
El elenco de
la velada del día 25 de septiembre logró transmitir a la perfección el interés
y la dedicación esforzada que pusieron en el compromiso de hacer que la
producción alcanzara su mejor performance posible.
La
conocidísima cavatina de “Largo al factotum” de Fígaro, sonó muy bien. Mario
Cassi compone un Fígaro con ánimo y un buen instrumento, dúctil y que le
resulta cómodo de manejar en todos los registros. Excelente “A un dottor della
mia sorte” del Doctor Bartolo. Bruno De Simone tiene un desempeño teatral temperado y justo, con una
dicción y emisión cuidadísimas, cristalinas. De hecho, el cantante napolitano
es uno de los barítonos más importante de los últimos tiempos, que brilla
especialmente como una referencia en el repertorio bufo y belcantista. “La calumnia è un venticello” en la voz de
Basilio, deliciosa, un Dmitry Ulianov que presta su picardía y su personaje un
poco patético de viejo que quiere controlar todo y no consigue finalmente más
que ser burlado. No tiene una voz potentísima, pero cumple. Y está por supuesto “Una voce poco fa”, la
también celebérrima cavatina de Rosina. Serena Amalfi en este personaje tal vez
no sea perfecta, es algo irregular, pero acompaña teatralmente a sus compañeros
de reparto en el trabajo corporal ajustado. Susana Cordón como Berta e Isaac
Galán defendieron muy bien su parte y prometen un futuro interesante en la
ópera. Dmitry Korchak, tiene una hermosa voz, un Conde de Almaviva con
prestancia vocal y escénica, suelto y contundente.
La orquesta podría haber tenido todavía más
brillantez y le faltaba ese punto que se alcanza cuando ya no se puede mejorar
la ejecución y el jugo de la partitura, bajo la batuta de Thomas Hanus. El
director, no perdió el hilo en ningún momento y el coro, excelente en su
desempeño como viene siendo habitual, hicieron que la noche rossiniana fuera un
éxito. El público reconoció y aplaudió la entrega y el esfuerzo de todos.
Alicia Perris
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