miércoles, 5 de octubre de 2016

EL TEATRO REAL OFRECIÓ EL CONCIERTO BENÉFICO “SINFONÍA DEL PERÚ” CON JUAN DIEGO FLÓREZ PATROCINADO POR TELEFÓNICA




Obras de Gioachino Rossini, Gluck, Massenet, Bizet, Offenbach, Donizetti y como primicia tecnológica, la conexión en directo y tiempo real con los pre-juveniles de la Sinfonía de Perú desde el Auditorio Telefónica en Lima. Teatro Real, 4 de octubre de 2016.

REPARTO:

Pablo Mielgo, director, Orquestra Simfònica de Balears. Marina Monzó, soprano y Karine Deshayes, mezzosoprano.
Programa anunciado:
Gioachino Rossini (1792-1868)
Matilde di Shabran
“Alma real!”
Le Comte Ory
“Ah, quel respect, Madame”
con Marina Monzó, soprano
 Il barbiere di Siviglia
Obertura
 Semiramide
“Ah! Dov’è il cimento”
 La cenerentola
“Tutto è deserto… Un soave non so che”
con Karine Deshayes, mezzosoprano
 Guillaume Tell
Pas de six
 Il barbiere di Siviglia
“Cessa di più resistere”


DESCANSO

Christoph Willibald Gluck (1714-1787)
Orphée et Eurydice
“J’ai perdu mon Eurydice”

Jules Massenet (1842-1912)
Werther
“Pourquoi me réveiller?”
 Georges Bizet (1838-1875)
L’Arlesienne
Farandole
 Jacques Offenbach (1819-1880)
La belle Hélène
“Au mont Ida”

 Conexión en directo con “Sinfonía por el Perú”
desde el Auditorio Telefónica en Lima

Gaetano Donizetti (1797-1848)
La fille du régiment
“Ah, mes amis!”


Hace 20 años que el tenor Juan Diego Flórez (Lima, Perú, 1973) debutó en los escenarios. Por este motivo, el coliseo madrileño propuso una velada única, en la  que el tenor peruano repasó los principales hitos de su carrera artística, con una gala a beneficio de la Fundación “Sinfonía por el Perú”, el sistema de orquestas infantiles y juveniles creado por el tenor para la integración social y la formación en valores a través de la música de población de escasos recursos. Desde marzo de 2016, Telefónica y el maestro Flórez trabajan conjuntamente para combinar música y tecnología como palancas de educación e inclusión social.
Un día antes, Flórez, con seguridad el mejor tenor ligero del mundo, ofreció el pasado lunes una rueda de prensa a los medios en Telefónica en la Gran Vía madrileña, fresco y sonriente como una mañana de otoño, privilegiado, con calor y luz en la capital. Contestó preguntas, firmó autógrafos, se sometió a la sesión de fotos y contó anécdotas muy divertidas.
Acompañado por el Director General de Asuntos Públicos y Regulación de Telefónica, Carlos López Blanco, relató sus comienzos en la música, los recuerdos de sus debuts en Pesaro (el reino de Rossini) y su entrañable relación con el maestro Riccardo Muti y sus “toques” cariñosos en la mejilla, que podría decirse lo apadrinó en sus comienzos en el Teatro alla Scala de Milán.



La educación de los niños de familias con problemas económicos o de relación es fundamental para un cantante como Flórez, sensible como otros músicos de Hispanoamérica (ver el caso de Venezuela, por ejemplo) a la situación social que a menudo se enseñorea en estos territorios, pero están la esperanza y el trabajo y la solidaridad de los generosos y los que se implican. Y tal vez esta cosmovisión sea más abarcadora y grande que sus famosísimos nueve do de pecho de “La fille du régiment” y los bises de esta partitura que se atrevió a hacer en el templo musical de Milán, donde esto no ocurría desde la conocida prohibición del maestro Toscanini in illo tempore.
Flórez comentó lo importante que es para él su familia, jugar con sus hijos en Viena (y arduo) donde reside y cantar y trabajar cerca de esta ciudad centroeuropea porque no quiere ausentarse demasiado de ellos.
Tiene una trayectoria en lo vocal perfilada con esmero y sabiduría, cuidadosa con un instrumento único, no le duelen prendas al reírse cuando cuenta que juega bien al futbol y el último partido su equipo lo ganó por 13 goles a 10, y al tenis, regular, y que apareció enfundado en un históricamente impecable traje de Manco Cápac, el primer emperador inca que se conoce, en los Proms de Londres, mientras los británicos se definían por las banderas a favor de la Unión Europea o del Brexit.



En lo que respecta al concierto, casi al final de la noche se realizó una transmisión con la orquesta pre-juvenil del proyecto “Sinfonía del Perú”, lo que permitió unir a dos continentes separados por un océano y miles de kilómetros. Como un milagro y con absoluta perfección y puntualidad, las imágenes mostraron en el Real, a decenas de niños sonrientes y felices, tocando el famosísimo Mambo (el que también frecuenta el maestro Dudamel) y acompañándolo con sus instrumentos y voces y luego, al mismo tiempo, una versión muy sui generis de la “Donna è mobile” verdiana, que Juan Diego acompañó con su voz desde Madrid. Aunque estamos acostumbrados a los progresos de la tecnología, más de uno pensó que era una alucinación. Emocionante.
En la primera parte, se lució con Rossini, (es un habitual del Festival de Pesaro) repertorio que maneja con facilidad y exultante, como “si estuviera bebiendo champán”, como manifestó en el encuentro con los medios. Junto a él, una tímida Marina Monzó, soprano, que lo siguió en “Ah, quel respect, madame!”, de Le Comte d´Ory, que cumplió con soltura, aunque no siguió del todo al tenor en todas sus manifestaciones cómicas y teatrales a las que nos tiene acostumbrados. Su responsabilidad como pareja lírica era enorme.
“Tutto è deserto…” de la Cenerentola se produjo con la mezzosoprano Karine Deshayes, bien fogueada, bonita presencia escénica, con mejor química y excelente línea de canto, buenos graves, un dúo muy aplaudido.
Las partes instrumentales y el resto de obras por la orquesta Sinfónica Islas Baleares a cargo del director Pablo Mielgo fue un acompañamiento ideal para el tenor, porque en ningún momento entró en competencia sonora, a sabiendas a priori de que la figura, esa noche, era él y su proyecto.



En la segunda parte se escucharon la deliciosa y nostálgica “j´ai perdu mon Eurydice” del Orfeo de Gluck, el no menos famoso “Pour quoi me réveiller?” del Werther de Massenet y una parodia de la elección de la diosa más bella del Olimpo, con la que el tenor peruano, manzana en mano y haciendo malabares con ella, glosó la partitura chispeante y entusiasta del Offenbach más aplaudido de La Belle Hélène. Un fiato envidiable, atractivo y encantador sobre el escenario, fresco, luminoso, una expresividad lujosa, agudos sobrehumanos y un trabajo corporal todo terreno, hacen de esta figura con un anecdotario legendario, uno de los elegidos del universo operístico de estos tiempos. La química que mantiene con el público y el mundo es muy especial. Nos tiene a todos muy enamorados…
La conexión con Sinfonía del Perú ofreció también un pequeño reportaje en el que se vio al cantante dialogar con los pequeños in situ y se escucharon algunas historias que prueban que la música, contada como hace Flórez, con amor, con una propuesta clara y generosa, es el mejor antídoto contra la pobreza, la insolidaridad y la violencia de todo tipo en todas partes.



Los bises, el primero de los cuales cayó ya al final de la primera sección del concierto, son un capítulo de mención: sonaron boleros (“Me importas tú…”) e historias de vendedores de hierbas “para casarse”, muy hispanoamericanas, muy entrañables, llenas de sabor, que el público acompañó con palmas y canto por momentos, y no faltaron, entre otras más, “Guantanamera”, “Fina estampa” y la mítica “Flor de la Canela”, que Flórez desgranó como solo él sabe hacerlo, con permiso de Chabuca.
No faltaron los sobresaltos y sofocos de la “prensa people”, como la definen los franceses, porque presentó la velada el Premio Nobel de Literatura peruano con nacionalidad española, Mario Vargas llosa, compatriota del cantante, que asistió acompañado de su nueva pareja, habitualmente exhibida hasta la extenuación por la prensa. ¡Las tentaciones de caer en esta narrativa permanezcan fuera de este relato, que quiere ser más bien solidario y lírico! Però…



Negros coches impresionantes hacían cola en la puerta del Teatro Real recuperando ilustres pasajeros ricos o enriquecidos, aristócratas y políticos, ejecutivos de ringo rango de aquí y de allí, en revisión perentoria en épocas de gobierno en funciones, mientras Juan Diego Flórez seguía hilvanando sus “encore”, haciendo soñar a los niños músicos del Perú y a los que nos quedamos hasta el final.
Es difícil vaticinar cómo será el resto de esta temporada en el Real, pero es improbable, por no decir imposible, superar a Juan Diego Flórez “and friends” en este concierto, su apasionamiento, su afecto por la vida y su empeño solidario desbordado siempre por las entretelas de su inmenso y generoso talento. Un privilegio haberlo podido compartir.

Alicia Perris
Fotos: Julio Serrano

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