UN TROVATORE LÍRICO Y APASIONADO EN EL TEATRO REAL DE MADRID
No faltan los
apuntes protorracistas o francamente partidarios de la figura jurídica que hoy
se denominaría “incitación al odio”, porque la protagonista desalmada del
relato es una gitana, con toda la parafernalia con que los poco amigos de la
diferencia, definen a la etnia de Juan de Dios Ramírez Heredia. Pero eran otras
épocas, se supone, aunque no sea una excusa para el escarnio de un pueblo que
lleva siglos asentado en la Península Ibérica. Hoy no se llevaría esta
concepción social o estaría penada por ley, como se ha dicho, por ”políticamente incorrecto”
Ludovic Tézier compone un conde de Luna en su compleja malignidad, cuya pasión
por Leonora nos induce a la compasión, por lo perdido y desesperado de su situación
amorosa. Buena dicción para un no nativo, chorro de voz y excelente técnica, lo
acompañan un tenor muy verdiano y delicioso, en instrumento vocal y capacidad
teatral, Francesco Meli, que
defiende un Manrico decidido, pero a la vez, tierno y entregado.
Con la sala llena, donde tal vez faltó adecuación de la climatización, porque hacía demasiado calor, el público aplaudió el despliegue y el esfuerzo de todos, aunque podría haber insistido más en los reconocimientos, pero fuera esperaban la Plaza de Oriente, los restaurantes y la sociedad de amigos y había que pasar a otra cosa.
Alicia Perris
Teatro Real de
Madrid, 9 de julio de 2019, primero de tres elencos.
“Dramma” en cuatro
partes
Música de Giuseppe
Verdi (1813-1901)
Libreto de Salvatore
Cammarano, basado en la obra de teatro El trovador (1836), de Antonio García
Gutiérrez. Estrenada en el Teatro Apollo de Roma, el 19 de enero de 1853 Y en
el Teatro Real el 16 de febrero de 1854
Coproducción TR con
Opera de Montecarlo y La Royal Danish Opera de Copenhague
Coro y Orquesta
Titulares del Teatro Real
Elenco artistico
Director musical I Maurizio Benini
Director de Escena I
Francisco Negrín
Escenógrafo y
Figurinista I Louis Desiré
Iluminador I Bruno
Poet
Director del Coro I
Andrés Máspero
Reparto
El conde de Luna I
Ludovic Tézier
Leonora I Maria Agresta
Azucena I Ekaterina Semenchuk
Manrico
I Francesco Meli
Ferrando I Roberto Tagliavini
InÉs I
Cassandre Berthon
Ruiz I Fabián
Lara
Un mensajero I
Moisés Marín
Patrocinado por ENDESA
"Lasciate ogni speranza voi ch´entrate". Inferno, Canto III. "La Divina Commedia" di Dante
"Lasciate ogni speranza voi ch´entrate". Inferno, Canto III. "La Divina Commedia" di Dante
Mala fama de trama
confusa e incongruente ha tenido El trovador, un drama romántico situado en la
Zaragoza de la Edad Media. Escrito por Antonio García Gutiérrez, la mayor parte
de la acción se desarrolla en una torre de planta rectangular del Palacio de la
Aljafería.
Debido a esta
historia, el pueblo comenzó a llamar a la torre como «del Trovador»,
denominación que perdura hasta el día de hoy y que ha sido adoptada por los
eruditos en estudios versados sobre el castillo de la capital aragonesa.
Salvatore Cammarano,
recuperó de esta obra clásica de la literatura española, que en tiempo se
estudiaba en institutos y facultades de medio mundo hispanohablante, los
grandes atractivos del repertorio verdiano: la polivalencia freudiana de sus
personajes, la terrible y omnipresente vendetta, en este caso, el asunto de los
hermanos perdidos e intercambiados de pequeños o al nacer, (ya muy visitado en
la literatura grecolatina), los amores y emociones descontrolados, poco
adaptativos como diría un psicólogo cognitivo conductual de nuestra época, más
superficial que las teorías del genio vienés de Bergastrasse, las relaciones
edípicas cargadas de significado y de drama, nunca resueltas, la muerte,
simbolizada en la versión del Real, en un niño que pasea de lado a lado de la
escena el símbolo inconfundible de la guadaña, que todo lo destroza y todo lo
siega.
El estreno de El
Trovador, realizado en el Teatro del Príncipe el 1 de marzo de 1836, ha sido
uno de los más recordados de la historia del drama español. Según las reseñas
de la época, el mismo dramaturgo salió para recibir los aplausos del público.
Escrito en prosa y verso, este drama de raigambre histórico tiene sendos nexos
con el Macías de Mariano José de Larra.
Efectivamente, El
trovador se considera una de las obras maestras del romanticismo español. Se
inscribe en la vertiente liberal del romanticismo, visto que el trasfondo
histórico de la obra radica en un conflicto entre una figura emblemática de la
nobleza tradicionalista (Don Nuño, Conde de Luna) y un héroe marginado y
humilde (el trovador, Manrique).
Como muchas obras
del teatro romántico y el universo habitual de la ópera, el final es
desestabilizante, angustioso, un poco a la manera de las tragedias griegas, conocidas
o intuidas a priori, aquí con un coro,
el Intermezzo, dirigido por Andrés Máspero con la eficiencia, la fluidez,
ese saber hacer que proviene de la comprensión del trabajo que se realiza cada
día, con esfuerzos, sin improvisaciones y con mucho amor. Bravi sempre tutti e
tutte.
Verdi fue quien tuvo
la idea de componer una ópera sobre el tema de García Gutiérrez, encargando a
Salvatore Cammarano la redacción del libreto. El poeta napolitano murió súbitamente
en el año 1852, poco después de concluir el libreto, y Verdi, que deseaba hacer
algunos añadidos y modificaciones, recurrió a la intervención de un colaborador
de Cammarano, Leone Emanuele Bardare. Este, que trabajó bajo las precisas
instrucciones del compositor, cambió la métrica de la canción de Azucena (de
septetos a dobles quintetos) y añadió el cantable de Luna (Il balen del suo
sorriso) y el de Leonora (D'amor sull'ali rosee ).
Esta obra quedó
marcada por dos muertes fundamentales en su desarrollo, aunque de diversa
índole: la muerte del libretista Cammarano y la de la madre de Verdi, que
añadió esta pérdida, a la lista de sus grandes desgracias personales siendo aún
joven: la de su mujer y sus dos hijos en escaso lapso de tiempo.
Si hay algo que caracteriza
esta producción del Real es la entrega absoluta de los participantes en la
concepción y puesta a punto de todos los elementos que la han convertida en una
ópera conseguida y un proyecto ejemplar.
Junto con las también muy famosas e interpretadas "Rigoletto" y "La Traviata" forma parte de la llamada "trilogía popular" verdiana.
Ahora se presenta en el Real con un excelente y completo programa de mano, con textos de Francisco Negrín, diector de escena de Il Trovatore, Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real y Francesco Izzo, diector del Departamento de Música de la Universidad de Southampton. Estos exégetas toman partido por el libretto, la musica verdiana y el pathos.
Junto con las también muy famosas e interpretadas "Rigoletto" y "La Traviata" forma parte de la llamada "trilogía popular" verdiana.
Ahora se presenta en el Real con un excelente y completo programa de mano, con textos de Francisco Negrín, diector de escena de Il Trovatore, Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real y Francesco Izzo, diector del Departamento de Música de la Universidad de Southampton. Estos exégetas toman partido por el libretto, la musica verdiana y el pathos.
Así, habría que
citar, también, que a menudo se olvidan, los responsables de la esgrima y las
escenas de lucha escénica, Jesús Esperanza y Enrique Inchausti, que posibilitan
las fintas y las peleas de los protaganistas, mientras siguen cantando.
Justo es citar a
todos los actores y miembros del cast sin cuya actuación y eficacia se caería
todo el entramado sobre el que descansa esta composición: Cassandre Berthon, en el papel de Inés, cumplida y generosa dama de
Leonora, el Ruiz de Fabián Lara, el
mensajero de Moisés Marín, la madre
de Azucena, Sophie Garagnon, y el
fantasma de la gitana, Saúl Esgueva
y Eneko Galende y los actores Ariel Carmona, Alvaro Hurtado, Kike
Inchausti, Javier Martínez, Xavier Montesinos, Miguel Ángel Moreiras, Giuseppe
Romano y los niños David Carasa, Inai Galende, Darío Hernández y Cristina
Sánchez.
Si ya hemos
mencionado la fantástica actuación del coro, hay que reseñar el comedimiento y
el cuidado del director musical, Maurizio
Benini, atento no solo a los instrumentos, sino también a lo que sucede en
escena. Sin grandes alharacas dirige y concierta con estilo una partitura
difícil también por archiconocida y a unos protagonistas que están en todo
momento al máximo de sus exigencias vocales y actorales.
Con un perfume a
ópera del siglo XX, por lo respetuosa y clásica, pero con un sesgoinefable que
nos habla de actualidad y absoluto presente, el director de escena, Francisco Negrín y su equipo de
figurinistas e iluminación, Louis Désiré
y Bruno Poet respectivamente,
diseñan un espacio abierto, que contrasta con el clima fóbico de toda la
partitura y el argumento.
Los cantantes son
capítulo aparte: poderosa la interpretación en la gestión vocal de Ekaterina Semenchuk, enfundada en un
simple hábito, con la cara tiznada y unos graves de enciclopedia, dota a su
personaje, clave en la trama, de una hondura psicológica notable. Es musical,
tiene plasticidad, es generosa en su hacer y comunica.
Leonora tiene la
responsabilidad de ser uno de los goznes importantes del argumento. A cargo de María Agresta, es solvente, fiable en
el desarrollo de las agilidades, con una capacidad vocal amplia y bien
timbrada, buena técnica, fiato y fraseo.
Y finalmente, last
but not least, de una sorprendente galanura, recia y varonil, el Ferrando de Roberto Tagliavini, con una emisión
hermosa y sólida como una roca, a destacar. Sorprendió y convenció a todos.
Gran do de pecho de
todo los equipos que construyen la estructura minuciosa y volcada a la ópera en
este caso del Teatro Real de Madrid, para un Trovatore que además fue
ampliamente difundido en instituciones colaboradoras con esta producción
verdiana que comienza el cierre de la presente temporada.
Con la sala llena, donde tal vez faltó adecuación de la climatización, porque hacía demasiado calor, el público aplaudió el despliegue y el esfuerzo de todos, aunque podría haber insistido más en los reconocimientos, pero fuera esperaban la Plaza de Oriente, los restaurantes y la sociedad de amigos y había que pasar a otra cosa.
Sin embargo, como
decía Plauto al final de sus comedias, indicación que siguieron algunos de los
dramaturgos del Siglo de Oro español, el nivel de excelencia es claro y
evidente. Por favor, como os ha gustado el espectáculo, “aplaudite”. Encore. Encore.
Alicia Perris
Muchas Gracias Alicia por tus estimulantes palabras para seguir creciendo y dar lo mejor en el escenario!!!
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