Egitaraua/programa. 23 de febrero, 2023 Kursaal. 19.30 horas
I
Ramón Lazkano (1968)
Mare marginis (pleine lune), para piano y orquesta.
Erabateko estrinaldia/ Estreno absoluto
II
Gustav Mahler (1860-1911)
Sinfonía no. 5 en do sostenido menor
I.
Trauermarsch
II.
II. Stürmich bewegt
III.
III. Scherzo: Kräftig, nicht zu Snell
IV.
IV. Adagietto
V.
V. Rond-Finale
El director Robert Treviño se hizo cargo de la ‘Sinfonía nº5’ de Gustav Mahler, de plena actualidad por su aparición en ‘Tár’, una de las películas del momento y el estreno absoluto del concierto para piano ‘Mare marginis’ de Ramon Lazkano, encargo conjunto entre Euskadiko Orkestra, Radio France y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia.
Robert Treviño es uno de los
directores de orquesta estadounidenses más sugerentes que actúan hoy en día y
se le reconoce, además, como uno de los talentos más solicitados de la
generación más joven. En los últimos tres años ha sido nombrado director
musical de Euskadiko Orkestra y
director titular en la Orquesta
Sinfónica de Malmö.
Posee un contrato de grabación de varios años con el sello discográfico de música clásica Ondine. Ganó el Premio James Conlon a la Mejor Dirección de Orquesta en el Festival y Escuela de Música de Aspen, trabajó como director adjunto de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati y en la New York City Opera.
En
temporadas recientes, Treviño ha desarrollado en Europa colaboraciones con la Orquesta Sinfónica de Londres, la
Filarmónica de Múnich, la Filarmónica de Londres, la Tonhalle de Zúrich, la
Gewandhaus de Leipzig, la Sinfónica de Viena, la Filarmónica de Helsinki y la
Orquesta Sinfónica Rundfunk de Berlín, entre muchas otras, por supuesto en
Estados Unidos, como se dijo, y también en Italia.
Robert Treviño ha estrenado composiciones y trabajado en estrecha
colaboración con compositoras y compositores de gran relevancia, entre quienes
destacan John Adams, Philip Glass, Sofia
Gubaidulina, Jennifer Higdon, André Previn, Augusta Read Thomas, Shulamit Ran y
John Zorn.
En esta ocasión en Donostia, Robert Treviño ha reunido a dos autores
cercanos a su universo: Ramon Lazkano,
cuyo concierto para piano Mare marginis
se estrena mundialmente, en lo que constituye un gran acontecimiento para la
música vasca, y Gustav Mahler, de
cuya Sinfonía nº5 se ha dicho y escrito, también analizado prácticamente todo.
Treviño ha llevado la música de Lazkano a los atriles de otras
orquestas con las que trabaja, como la Orchestra
Nazionale della RAI. El compromiso del estreno mundial recae ahora en Euskadiko Orkestra, que contó como solista
con Alexander Tharaud, uno de los
pianistas europeos más destacados del momento, especialista en la música
francesa para teclado de todas las épocas, desde el Barroco de Rameau y Couperin hasta Debussy, Ravel
y la creación actual.
Como explica la acertada información de la institución musical y también
la incluida en el programa de mano muy inteligente de Mikel Chamizo,” “En esta nueva obra, que supone la segunda escrita
para piano, Lazkano ha querido reflejar “un
mar sin agua, que es también el lugar de un límite, el que demarca lo visible
de lo invisible de la luna”. Esta obra surge de la amistad que tiene con
Tharaud, con quien ha compartido todo el proceso creativo de la escritura de
esta partitura protagonizada por el piano, instrumento con el que el compositor
asegura tener un afecto sonoro y físico”.
El maestro Treviño ha demostrado ser un gran director mahleriano y
en esta ocasión sonó la Quinta, con dos de los pasajes más célebres de toda su
producción. El primero en los compases iniciales, con un motivo de cuatro notas
que ejecuta la trompeta y recuerda al de la Quinta de Beethoven (recién
interpretada por Euskadiko Orkestra), y el segundo es el famosísimo Adagietto,
que sonó en la emblemática película Muerte
en Venecia (1971) de Luchino
Visconti. Es una sinfonía que sigue acumulando apariciones en la gran pantalla,
ya que en la recién estrenada Tár, muy
premiada y elogiada ya mencionada arriba, Cate
Blanchett encarna a una directora de orquesta preparando, precisamente, esta
sinfonía de Mahler.
Notable pulcritud y potencia en el liderazgo del maestro norteamericano: impresionante primera parte con el estreno y un piano forzado a llegar hasta las últimas posibilidades como instrumento, con un solista, Tharaud, que acomete un titánico esfuerzo psíquico y corporal en la ejecución y la demostración de una partitura llena de matices, de planos sonoros, de sugerencias, de efectos de todas clases. Muy aplaudida la obra, también lo fue su compositor, que estaba presente en la sala.
Tocar, dirigir a Gustav Mahler, compleja personalidad y subyugante
narrativa compositiva no es tarea fácil. Muchos lo han intentado y su hazaña no
ha quedado registrada en los anales de de las salas de concierto
internacionales.
Treviño consigue ahora una versión sensible, nada rutinaria, comprometida y con erudición y una evidente compenetración con la Euskadiko Orkestra que, para esta ocasión, como para tantas otras, parece en estado de gracia. Enorme prestación de los diferentes sectores de la orquesta, ya que se trata de una partitura que lo pide y da todos a los instrumentistas. Los metales, las maderas, las cuerdas, nobles y fervientes y por supuesto, la percusión, que en la obra del maestro Lazkano era también muy potente pero contenida, si eso es posible, que lo fue.
Preciosa, elegante sala el Kursaal, apolínea y con una acústica notable y con un público habitual respetuoso y conocedor del repertorio clásico y unos asistentes de sala con walkie talkie polivalentes entregados a la administración de un orden necesario para hacer posible una excelente escucha.
Muy aplaudida la velada por todos lo que colmaban el coliseo
donostiarra y de agradecer la
disponibilidad del Teatro y a la Dirección de Comunicación de la
Euskadiko Orkestra para todo. Y envolviendo, sublimando la noche, como diría el poeta Rafael Alberti, "El mar, la mar".
Alicia Perris
Fotos de Juantxo Egaña
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