jueves, 2 de febrero de 2023

TEATRO DE LA ZARZUELA, “LA DOLORES” , UNA FIESTA


Drama lírico en tres actos

Música de TOMÁS BRETÓN

Libreto de JOSÉ FELIÚ Y CODINA

Dolores SAIOA HERNÁNDEZ

Lázaro JORGE DE LEÓN

Melchor JOSÉ ANTONIO LÓPEZ

Gaspara MARÍA LUISA CORBACHO

Sargento Rojas RUBÉN AMORETTI

Celemín JAVIER TOMÉ

Patricio GERARDO BULLÓN

Cantador de coplas JUAN NOVAL MORO.

Coro de voces blancas SINAN KAY

Orquesta de la Comunidad de Madrid

Titular del Teatro de La Zarzuela

Coro del Teatro de La Zarzuela

Director: Antonio Fauró

Dirección musical GUILLERMO GARCÍA CALVO

Dirección de escena AMELIA OCHANDIANO

Escenografía RICARDO SÁNCHEZ CUERDA

Vestuario JESÚS RUIZ

Iluminación JUAN GÓMEZ CORNEJO

Coreografía MIGUEL ÁNGEL BERNA

Nueva producción del Teatro de la Zarzuela

© Ediciones AUTOR / ICCMU, 1999. Edición de Ángel Oliver Pina

Madrid, 29 de enero 2023

“Si vas a Calatayud,

pregunta por la Dolores,

que es una chica muy guapa,

y amiga de hacer favores”.

El Teatro de La Zarzuela capitalino suele ofrecer muy a menudo, joyas relucientes no solo por su factura y el resultado de la producción en general, que también, sino por el interés, el apasionamiento y la entrega de los gestores y artistas: la dirección, prensa, el coro, la orquesta, los directores ad hoc de las formaciones, los solistas, los cantantes acompañantes, el ballet, como en este caso, en la Dolores, brillante. Así, se organiza un proyecto en torno con mucha frecuencia a los habituales, a artistas españoles, a los técnicos y especialistas que conforman un espectacular “fatto in casa”. 

No se fabrican espectáculos a partir de dos o tres relumbrones famosos y/o carísimos de tanto en tanto, en conjuntos o como solistas exclusivos en conciertos que giran alrededor del mundo, mientras que se recurre a montajes antiguos, a propuestas gastadas que se han lucido en numerosas salas antes de ser vistas, de nuevo, en la capital de España y/u otros coliseos nacionales. 

La Zarzuela puede, quiere y apuesta por el riesgo y sale airosa siempre, porque hay una honestidad profunda detrás de todos sus planteamientos en lo que se refiere sobre todo a un incansable e inagotable esfuerzo de equipo, una dirección con cabeza, la aportación segura del estado y el convencimiento de que la cultura es un derecho y un disfrute de todos.

Así, ahora, vuelve al Teatro de la Zarzuela un título emblemático de la lírica española que se estrenó en este mismo teatro en 1895, y desde 1937 no se representa en este escenario. ‘La dolores’ de Tomás Bretón, de quien se cumplen los 100 años de su muerte. Otro monumento de nuestro patrimonio en esta temporada, cuya importancia reside no solo en el dramatismo de su argumento o en su genial partitura, que también, sino en que con esta obra Bretón consigue por fin componer una ópera puramente española. 

Fue estrenada el 16 de marzo de 1895 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, según un libreto escrito por el mismo Tomás Bretón, basándose en la obra teatral de su amigo Feliú y Codina, y haciendo aún más popular el mito de “La Dolores”. Bretón, precursor de la llamada "ópera española", creó una obra llena de dramatismo pero alejada del neorromanticismo reinante en lo literario y de los estilos operísticos italianizantes, verista, aproximándose más a lo wagneriano. 

Para José Carlos Plaza, Premio Nacional de Teatro y director de escena "Solana, Valle, Goya, Buñuel han estado sobrevolando nuestro trabajo. Ellos y tantos más, supieron desnudar una parte del alma española y expresarlo con dolor a través del arte. Bretón, con su Dolores, es una pieza más de esta cadena. Muestra una parte de España, la España oscurantista y represora que, aunque los tiempos la barnicen de modernidad, todavía da zarpazos desgarradores".



“La 


Amelia Ochandiano sitúa la trama en los años 50 del siglo XX, juntando elementos dispares incomprendidos por algunos que sin embargo casan con el escenario de esa España lóbrega, lúgubre e incomprensible desde fuera. Los figurines de Jesús Ruiz acompañan la propuesta escénica de la directora. El bonito y exhaustivo programa de mano es una creación especial para esta obra.

Saioa Hernández, (la protagonista), no tuvo dificultades en un papel muy cargado de ideología y de requerimientos vocales complicados. Aprobó con nota con una excelente técnica, dulzura, registros amplios, buen fiato y garbo y generosidad teatral. Jorge de León (como Lázaro, el enamorado seminarista) derrocha voz, agudos y una sonoridad que supera por momentos el propio volumen de una orquesta acompañada por voces y baile, con palmas, zapateados y profusión de castañuelas. 

Inefable Rubén Amoretti como el sargento, una verdadera reconstrucción del “miles gloriosus” latino, genial. Gerardo Bullón borda el papel del rico pretendiente insoportable (todo lo quiere tener con dinero).  José Antonio López (Melchor, barítono) construyó adecuadamente su rol y derrochó seguridad y firmeza, también escénica. Destacables los acompañantes de este plantel de protagonistas y María Luisa Corbacho (Gaspara), Javier Tomé, (Celemín), instrumentos fogueados y flexibles. Como cantor de jotas estuvo Juan Noval, con gran lucimiento en la que es seguramente una de las páginas más emocionantes de la música cantada, la jota del final del primer acto, legendaria.


Fantástico, lleno de pasión el ballet, responsabilidad de Miguel Ángel Berna, que diseñó un impecable dibujo de danza con él mismo de primera figura. Muy vitoreado por la audiencia, por su magnífica y apabullante ejecución, los bailarines, repitieron un breve fragmento de la jota aragonesa sin orquesta y contra todo pronóstico.

Ajustado desempeño de la orquesta de la Comunidad de Madrid con la batuta certera del maestro García Calvo, así como todo el equipo técnico presente, el solvente Coro Titular de La Zarzuela, a cargo del maestro Antonio Fauró y el de Voces Blancas Sinan Kay, al mando de Mónica Sánchez. Hay que citar además, la Rondalla Lírica de Madrid, “Manuel Gil”, con Antonio Ortega como director y todos los especialistas en iluminación, vestuario, acrobacias, luces, escenografía, coreografías y maestros repetidores.

El público, que completaba hasta los últimos pisos la sala de la calle Jovellanos, vivó, aplaudió y recompensó el esfuerzo de todos. Un regalo, una fiesta.

Alicia Perris

 


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