Una exposición en Madrid
muestra las creaciones de 24 artistas becados en la Academia de España en la
capital italiana
RUT DE LAS HERAS BRETÍN
'Montorio', pieza de Juan
Zamora expuesta en la muestra 'Hecho en Roma'. CLAUDIO ÁLVAREZ
Roma es esa ciudad en la
que el tiempo se para y avanza a la vez. Se detuvo en los primeros siglos de
nuestra era, luego en el Renacimiento, en el Barroco... y transcurre cada día
en el barullo de sus calles. Se frenaron las vidas de los 24 becarios de la Academia
de España en Roma durante los nueve meses del curso 2015-2016 que disfrutaron
su estancia allí y, simultáneamente, su actividad creativa se aceleró. Fruto de
esto surge Hecho en Roma, la exposición en la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando (Madrid) que, hasta el 2 de abril, muestra algunos de los trabajos
que realizaron estos artistas en ese privilegiado lugar que es San Pietro in
Montorio con el templete de Bramante como elemento único
El peso de la arquitectura
en la residencia, de alguna manera, también se ha trasladado al diseño
expositivo y ha marcado el discurso de la exposición, ya que su comisario, el
arquitecto Manuel Blanco Lage, ha querido acordarse de Brunelleschi, jugando
con los módulos y las retículas. Prueba de ello es la contraposición o
conjunción -depende de cómo se mire- de algunas obras, como las de Jorge Conde
que muestra una serie de seis fotografías en las que se ve cómo algunos
mendigos de la ciudad han hecho de las arcadas del acueducto Acqua Felice su
hogar. A los restos de la Roma clásica le dan vida y sigue dando vida, sobre
todo cobijo. En frente, como si la sala de la Calcografía Nacional fuera una
basílica de una nave y estas obras marcaran el transepto, una suerte de
políptico de vídeos: entrevistas con los directores o responsables de los
centros y museos de arte contemporáneo, instituciones poco frecuentes hasta
hace unos veinte años en Italia.
Una doble mirada, hacia el
pasado y hacia el futuro, un tránsito, que se vuelve a materializar en la
cabeza de Jano bifronte que Juan Zamora usa para su altar-instalación,
Montorio, en la que rodea a este dios de pequeños objetos biodegradables:
palitos, piedras, hojas secas, algún fruto seco y conchas... encontrados en los
alrededores de su residencia, en la colina de Gianicolo. Y es que Roma ofrece
lo que los becados de cualquier disciplina demandan: constantes estímulos para
los sentidos tanto de la ciudad, como de los compañeros con los que conviven y
la beca les proporciona tiempo para pensar, construir, equivocarse, reformular
los proyectos presentados y, sobre todo, para trabajar. Dos de ellos, la
escultora Clara Montoya y el poeta Andrés Catalán, coinciden en la importancia
de ese tiempo, como oportunidad solo para crear. "Saber que tienes nueve
meses cubiertos", señala Montoya. Catalán, que además de poeta es
traductor, incide en esa idea, en la libertad que le dio saber que iba a poder
escribir sin tener que traducir, que es de lo que vive.
Los becarios comparten
ideas, temáticas y elementos: el Tíber está presente en Eternotevere, una pieza
de Juan Zamora; en Andante (Sinfonía),la creación poética de Catalán; el mármol
sin cuya textura no sería la misma ciudad como se observa en las dos grandes
fotografías de José Guerrero. Además, esta roca es claro testigo del paso de
los siglos, lo que ha plasmado Montoya en un vídeo de 56 minutos en el que
compacta una grabación de 24 horas en las canteras de Carrara. "Una de las
grandes piezas de land art de la humanidad”, como las define el comisario, “y
de las que ha salido media Roma”, añade. Pero no cesa ahí su trabajo con el
mármol, justo en la entrada -y salida- de la muestra, hay dos cubetas con
sendos experimentos. Metamorfosis son dos procesos que Montoya controla pero no
decide sobre ellos, en uno se está formando una escultura de cobre y en el
otro, al contrario, se está destruyendo un bloque de mármol, ella acelera la
erosión con un ácido pero desconoce cómo crecerá la grieta que ya se ha
formado.
La incesante construcción
de Roma a lo largo de los siglos es otra de las constantes: el arquitecto Jaime
J. Ferrer Forés está trabajando sobre los edificios de Luigi Moretti y Susana
Arenilla, sobre los inmuebles de época fascista, intentando feminizar las
grandes esculturas de cuerpos viriles símbolos de ese momento. Con la
estructura de la Academia de San Fernando dialogan directamente las fotografías
de Jesús Madriñán, que Blanco Lage ha querido sacar de la sala y situarlas en
la escalera de la institución y en las que hablan de tú a tú con el resto de
las obras que están siempre en este espacio.
El futuro no ha hecho más
que empezar para estos artistas, también para los actuales becarios que duermen
vigilados por el templete de Bramante y para los futuros ganadores de esta
oportunidad, cuyo plazo de solicitud de estancia para el próximo curso ya está
abierto. Tres momentos de futuro y de presente romano.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/03/actualidad/1488548577_880456.html
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