lunes, 12 de agosto de 2013

LA GIOCONDA: CSI AL RESCATE




Científicos exhuman los restos de los familiares de Lisa Gherardini para fijar la identidad de la modelo de Leonardo
Italia pide al Louvre el préstamo de la obra
Investigadores italianos buscan confirmar la identidad de la Mona Lisa
Lucia Magi Florencia


Silvano Vicenti, en el centro, asiste a la apertura de la cripta en la Iglesia de la Santísima Anunciación, en Florencia. / STEFANO RELLANDINI (REUTERS)

Entre un concierto y una exposición, la página digital de la Provincia de Florencia anuncia el evento más esperado del día con titulares rojos: “Mona Lisa, la palabra del ADN. Los investigadores buscan los restos mortales de Lisa Gherardini, la modelo de Leonardo da Vinci”. El equipo que desde la primavera de 2011 intenta averiguar a quién perteneció la enigmática sonrisa que el artista pintó a principios del siglo XVI, ha exhumado en la iglesia de la Santísima Anunciación los huesos de los hijos de la muchacha, Bartolomeo y Piero, conservados en la tumba del marido, Francesco del Giocondo.
La cita es frente a una fachada de apacible equilibrio renacentista, encerrada entre el soportal de los Inocentes, antiguo hospital infantil, y su gemelo al otro lado de la plaza. Allí espera Silvano Vinceti, presidente del comité para la conservación de los bienes culturales, una sociedad privada bajo un nombre que parece público. Se asemeja a un duende de cuerpo nervioso y ojos que saltan, es el gran maestro de este ejercicio de necrofilia colectiva. Alarga los brazos, saluda con ceremonias, y hace partícipes a los presentes de su emoción a base de gritos. Solo cabe preguntarse cómo aguanta tanto entusiasmo un cuerpo tan frágil.



Visitantes al museo del Louvre fotografían 'La Gioconda'.

Un enjambre multilingüe de periodistas se apelotona frente a la iglesia y se coloca sin rechistar la mascarilla blanca y el gorro verde. Los turistas se atropellan ante la improbable reunión de cirujanos en una iglesia monumental, disparan fotos y risitas. La caravana se traslada al interior y se cuela detrás del altar mayor, para alcanzar la capilla de los Mártires. “Ningún peligro, todo en orden: son periodistas que vienen a ver los huesos de los hijos de la Gioconda”, dice con voz tranquila el cura, en un intento no muy logrado de aclarar las ideas de las ancianas que asisten a la misa. “Estas protecciones son necesarias para evitar contaminar el ADN de la cripta”, explica un colaborador de Vinceti.
Según la teoría más popular, fue Gherardini —una aristócrata de Florencia y esposa del rico comerciante de seda Francesco del Giocondo— la misteriosa modelo que posó para Leonardo da Vinci. O al menos, al principio, alrededor de 1500, porque el pintor siguió durante 15 años retocándola y no se separó de su obra. Tanta excepcional dedicación contribuye a alimentar el incombustible enigma de una sonrisa apenas esbozada.

  Dos arqueólogos trabajan en la cripta de la familia florentina de Lisa Gherardini del Giocondo. / MAURIZIO DEGL' INNOCENTI (EFE)

La exhumación de sus descendientes llegó precisamente el día en que Italia pidió a Francia el préstamo durante unas semanas de la obra expuesta en el Louvre. La petición se funda en que el 21 de agosto se conmemora el centenario del hallazgo de la pintura en Florencia en 1913, tras su rocambolesco robo a manos de Vicenzo Peruggia el 21 de agosto de dos años antes.
Pese a que la respuesta de Francia es previsible (y recurrente, ya denegaron el préstamo hace dos años, cuando el centenario se refería al robo y no a la restitución), este acto es la etapa clave de una investigación mantenida desde hace más de dos años. Documentos polvorientos y antiguos registros eclesiásticos cuentan que doña Lisa Gherardini ingresó en el convento de Santa Úrsula de Florencia después de la muerte de su esposo y de los dos hijos, y que vivió allí hasta fallecer en julio de 1542. “Nuestro trabajo arqueológico se centró inicialmente en aquella pequeña iglesia, que se encuentra en el territorio del convento”, argumenta Vinceti, extendiendo el brazo como para subrayar la cercanía entre los dos lugares, dentro del pequeño casco antiguo de la ciudad. “Los archivos del convento mencionan en detalle varios sitios de entierro destinados a particulares. Tumbas que no pertenecían a los franciscanos, sino a otras personas. Decidimos probar”. Un año y medio de excavaciones más tarde, llegó por fin el esperado hallazgo: “Recuperamos ocho esqueletos de cuatro criptas. Seleccionamos tres que pueden pertenecer a una mujer sepultada en torno a la edad de 63 años. Los mandamos a la Universidad del Salento, en el Sur de Italia, donde hay un taller especializado en pruebas de datación del carbono 14, un examen que nos permitirá establecer qué esqueleto data de la época de la muerte de la mujer”, cuenta el investigador.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/09/actualidad/1376066079_788422.html

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