jueves, 29 de agosto de 2013

TANGO PARA DOS... DEL MISMO SEXO


El Festival y Mundial de Buenos Aires, que termina hoy, ha promovido este año los dúos de hombres y mujeres
En la capital argentina se organizan seis eventos anuales con personas del mismo sexo
ALEJANDRO REBOSSIO Buenos Aires 


La pareja formada por Marlene Heyman y Lucía Christe. / REUTERS

El tango retoma los pasos de finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando toda Buenos Aires lo bailaba y los varones del arrabal practicaban entre sí para después impresionar a las mujeres. Parte de ese espíritu se ha revivido este año en el Festival y Mundial de Tangoque ha promovido la participación de parejas del mismo sexo.
En el evento, que termina hoy, participaron tres parejas de hombres y una de mujeres. Ya en 2010, el año en que Argentina aprobó el matrimonio gay, había participado una pareja de mujeres. Esta vez la actuación de los cuatro dúos del mismo sexo acaparó la atención de los medios de comunicación y puso en evidencia el fenómeno de que poco a poco un género musical en apariencia machista, por sus letras y porque es el bailarín el que conduce a la bailarina, se abre a la diversidad sexual.
La actuación de los cuatro dúos del mismo sexo acaparó la atención de los medios de comunicación y puso en evidencia el fenómeno de que poco a poco un género musical en apariencia machista, por sus letras y porque es el bailarín el que conduce a la bailarina, se abre a la diversidad sexual
De todos modos, el llamado tangoqueer no es siempre sinónimo de parejas gais o lesbianas sino de una danza en las que los roles no están fijos. De hecho, de las cuatro parejas del mismo sexo que compitieron en el Mundial, algunas eran homosexuales, pero sin estar unidas por una relación amorosa, mientras que la pareja de mujeres estaba formada por dos amigas heterosexuales. Ninguna de ellas llegó hasta las finales, pero tampoco despertaron el rechazo del público más conservador.
“No era que en las ediciones anteriores estuvieran prohibidas las parejas del mismo sexo, pero se daba por sentado”, comenta Claudio Siufe, un enfermero que compitió en el Mundial con Esteban Mioni, bailarín profesional y profesor. “Pero esta vez quisieron innovar e hicieron un anuncio en Internet en el que decían que se admitían”, añadió Siufe, de 41 años, que hace cinco se inició en el tango, ocho meses atrás empezó a bailarlo con hombres y hace dos meses comenzó a dar clases. Siufe se apuntó como un gesto político contra el alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, cuyo gobierno organiza el certamen, pero que se ha opuesto a las leyes de matrimonio gay e identidad de género. En la ficha de inscripción figuraban los casilleros de varón y mujer, y Siufe protestó porque él debió anotarse en el sitio del género femenino. En el tango queer no se dividen los roles entre el varón que conduce en el baile y la mujer que es llevada por él, sino entre conductor y conducido.
Daniel Alejandro Arroyo y Juan Pablo Ramírez. / REUTERS
Siufe y Mioni, de 26 años, no pasaron de la primera ronda del torneo, pero no les importa. “Sabíamos cómo iba a ser esto”, cuenta el enfermero. “Es un país machista, el tango es machista y el jurado también lo es porque los tangueros son recontra (muy) machistas. Era la primera vez que bailaban varones y encima yo me puse tacos (tacones). Nos dijeron en la organización: ‘¡Pero vienen los dos con traje!’. ‘¿Y qué quieren? Desnudos no vamos a bailar’, les respondimos. La gente gay baila como cualquier otra persona. Lo de los tacos fue muy bizarro, pero nos sirvió para aparecer en la prensa y para empezar a dar clase en dos lados”, se entusiasma Siufe. Él confía que ahora los invitarán a más milongas, aunque sea como “atracción”.
En el tango queer no se dividen los roles entre el varón que conduce en el baile y la mujer que es llevada  por él, sino entre conductor y conducido
En el mundo el tango queer está extendido, pero ahora ha llegado al Mundial de Buenos Aires. En la capital argentina ya se han organizado seis festivales anuales de tango entre personas del mismo sexo. Además funcionan dos milongas queer y en otras más se ha dejado de mirar de mala manera a las parejas de varones o mujeres, pero la discriminación continúa en muchos sitios.
“Muchos chicos bailan tango con otros chicos, pero no necesariamente por una cuestión sexual. A las chicas les pasa más a menudo que bailan entre ellas”, cuenta Siufe. Es el caso de Marlene Heyman, de 31 años, y Lucía Christe, de 30, que empezaron a bailar juntas porque a veces ningún varón cumplía con el ritual de sacarlas a la pista y entonces ellas se aburrían sentadas. Compitieron en el Mundial. “Nosotras vamos a la milonga y la prioridad es bailar con varones, pero mientras haya una linda sensación y el baile sea fluido, no importa quién esté adelante”, opina Heyman, que diseña zapatos de tango bajo la marca Taconeando y baila la música de Buenos Aires y Montevideo desde hace siete años. Ella iba a poner un puesto en el festival y entonces preguntó si podía apuntarse con su amiga: “Era un juego entre nosotras. Además, bailar con hombres te exige más. Queríamos hacer algo diferente, con menos nervios que con un hombre, por placer, para disfrutarlo, hacer algo relajado”.
Muchos chicos bailan tango con otros chicos, pero no necesariamente por una cuestión sexual. A las chicas les pasa más a menudo que bailan  entre ellas
No es lo mismo el baile entre varón y mujer que entre personas del mismo sexo, según los que lo experimentaron. “La sensualidad de la mujer nunca se va a igualar y tampoco el hombre debe querer igualarla”, opina Siufe, que recuerda que hace un siglo los varones practicaban entre sí para después impresionar a las mujeres. “Entre hombre y hombre cambia la pasión. Ya te conocés con el otro, no te sorprende, es igual que vos, es como estar en un vestuario después de jugar al fútbol. La mujer tiene una fragilidad diferente. Yo tuve que adaptarme a que me lleven, a una pelea de riña, pero me relajé y no me incomodó, es como aprender a caminar. También es diferentellevar a un hombre. Abrazar a un hombre es como abrazar a un hermano, a un compañero, a alguien macizo, robusto, a alguien que notenés que cuidar”, describe Siufe.
A Heymann y su compañera les interesaba “no perder la estética de mujeres”. Las dos alternan los papeles de conductora y conducida. “Yo sé cómo marca el hombre (el baile) y cómo nos hace hacer determinadas cosas. Hicimos algo improvisado, una abraza como hombre y como mujer”, cuenta la diseñadora de zapatos que ahora quiere tomar clases para conocer mejor el rol de conductor.

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