5 de julio: Richard Strauss (1864-1949), “Don
Quijote” y “Vida de Héroe”, Poemas Sinfónicos.
6 de julio: F. Schubert (1797-1828): Sinfonía
Núm. 8 en Si menor, D. 759, “inacabada”, E. Elgar (1857-1934), Sinfonía Núm. 2,
en Mi Bemol Mayor, Op.63. Staatskapelle Berlin. Director. Daniel Barenboim.
Auditorio Nacional, 19.30 horas.
“Siempre he creído en la solución pacífica de
los conflictos y también sé que el problema de Medio Oriente no tiene solución
militar”.
Daniel Barenboim, 2002, en Oviedo, en la entrega
del Premio Príncipe de Asturias.
El maestro argentino pero universal, ha estado
en Madrid, en el Auditorio Nacional, un fin de semana de campanillas, convocado
por la Fundación Ibermúsica y dirigiendo la Staatskapelle de Berlín, de la que
es director titular desde 1992.
En el 2000 los músicos lo eligieron como
Director Vitalicio. Numerosas grabaciones en disco y VD dan prueba de la
excelente calidad artística de esta agrupación, escogida en varias ocasiones
como orquesta del Año por la revista Opernwelt.
Se trata de una de las orquestas más antiguas
del mundo y desde 1742 tiene su sede en la Opera Unter den Linden. La han
dirigido personalidades relevantes del universo musical, como Félix Mendelssohn-Bartholdy,
Giacomo Meyerbeer, Herbert von Karajan, Richard Strauss o Wilhem Furtwängler.
Ahora que se cumplen 50 años de su debut como
pianista con la Filarmónica de Berlín, el maestro de los cuatro pasaportes
(israelí, español, argentino y palestino), nacido en 1942 en Buenos Aires, fundador
junto a Edward Said del proyecto de hermanamiento racial y musical que se
plasmó en la obra y actuaciones de la orquesta West-Eastern Diván, organizó dos
veladas fantásticas de buena música en la capital madrileña.
Con estas dos noches finaliza la 44ª temporada
de Ibermúsica, que cuenta con un público fiel y atento a unas programaciones
que, sobre todo en los tiempos que corren, podrían considerarse de lujo, casi
al límite de lo inalcanzable.
El del
sábado 5 fue el primer programa, dedicado enteramente a Richard Strauss, y ya que
estamos con las celebraciones, es obvio recordar que se conmemora el 150
aniversario de su nacimiento. “Don Quijote”, una reflexión musical sobre la
vida del héroe español, contó con el chelo de Claudius Popp y la viola de Félix
Schwartz, en las evocaciones del caballero y su sirviente respectivamente y la
segunda parte, permitió un mayor lucimiento y brillantez de la formación
alemana y su director, con “Vida de héroe”.
El maestro argentino optó el día 6 por la”
Inacabada” de Schubert para ir preparando el clímax elgariano. Schubert está
envuelto en el misterio como la interrupción de esta partitura luego de los
primeros movimientos. Es posible que tuviera problemas técnicos o aún más
complicado de resolver, que un enamoramiento lo hubiera sumido en la indecisión
y el sufrimiento. La “Inacabada” es una obra bien aceptada, conocida, interpretada
a menudo, con sus dos movimientos en compás ternario que, como dijo Riccardo Muti,
hace que “hasta un guardia urbano pueda dirigirla, aunque carezca de los más
rudimentarios conocimientos musicales”.
Daniel Barenboim ha estado unido a Elgar desde
su juventud y hace una defensa de la creación y el estilo de este compositor. Explica
el maestro: “Hay una tremenda melancolía e inseguridad, lo que me atrae no es
el sentimiento de “Corona imperial” sino la soledad”.
Nos
ofreció dos veladas muy especiales, con un repertorio escogido, nada fácil ni
evidente, con una orquesta donde las cuerdas suenan profundas en las texturas y
los metales con mucho color, pero sin invadir el espacio sonoro, subrayando y consiguiendo
una coherencia y sensibilidad musicales impecables. La Staatskapelle funciona
con una corrección militar, no podría ser de otra manera y el entendimiento y
el respeto que tiene la institución con
el director son profundos y evidentes.
El maestro firmó discos después del concierto,
como a veces sucede en el Auditorio, como pasó con Cecilia Bartoli. La cola que
lo esperaba era abundante y al día siguiente Barcelona y a seguir con los
conciertos. Hay una compenetración evidente y necesaria del artista con el
medio discográfico, ya que acaba de pactar con la compañía Universal para
lanzar una marca propia.
Con su música imparte doctrina y apaciguamiento
ideológico a partes iguales, sus frases lúcidas y comprometidas que nunca deja
de hilvanar, aquí y allí entre la delicadeza de los pentagramas, caen por su
propia evidencia: “Los gobiernos están haciendo una cosa elitista de algo que
es de todo el mundo. La música es todo lo contrario de elitismo, es universal,
sin diferencias de color de piel ni de posición política, ni nada de eso”.
Por lo visto tiene además en proyecto- se
comenta- un libro en colaboración con Felipe González, otro viejo veterano de
antiguas batallas, sobre coaching.
El público del Auditorio dio una sonada
recompensa al maestro en aplausos y bravi, porque siempre es esperado y bien
recibido en la capital madrileña, pero no hubo, como es habitual en esta
formación, ninguna propina. Los espectadores lo entendieron así y se retiraron
tranquilamente porque el concierto, hasta el final, fue un regalo precioso e
irremplazable.
Alicia
Perris
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