domingo, 3 de noviembre de 2013

SOPHIA CHARAI ENAMORA AL REAL COLISEO DE CARLOS III DE EL ESCORIAL


Sophia Charaï en concierto, voz. Stephen Bendrossian, contrabajo. Bastien Charlery, acordeón. Hervé Lebouché, batería. Mathias Duplessy, guitarra. 
Sábado 2 de noviembre, 2013. Real Coliseo de Carlos III (desde 1770).
Programa: Pichu Pichu/ Casa/ Habiba/ Dalamouni,/Un p´tit chouïa/Bouhali/Rouhi Marhouna/Mêle ta langue/Raksa/Khoud Iddya/Dokak/Cow girl.
¿Y dónde había estado Sophia Charaï, dando vueltas por esos mundos de Dios, que no había venido a vernos, en estos otoñales espacios del austero enclave de Felipe II, tan Austria, tan castellano a la vez?
Danzando y cantando y amando puertas afueras de su Marruecos natal. En París y mucho más. Ailleurs. Cercana a las ideas de renovación del actual rey del país árabe “nuestro vecino del sur”, la “nayda” (“me levanto” en árabe), encarna una forma diferente de ser y de vivir a la mujer marroquí. Alternativa y privilegiada, claro. Enfundada en un vestido negro de lentejuelas, una flor roja al pelo y otra en la mano, sus únicas joyas.

 Sophia cree que corren buenos tiempos para su tierra de origen, mientras encadena esas imágenes del desierto, de la India, del mar de Casablanca, de todas partes, siempre inasible, siempre prometeico…Y momentos difíciles para su país de adopción, la Francia de la ecotasa y el socialismo aggiornato a las presentes circunstancias sociales y políticas de una Europa de innumerables velocidades que mira para otro lado ante el abarrotado funeral que está teniendo lugar en Lampedusa. Y en tantos sitios.
Diseñadora de moda también, proveniente de una familia acomodada que le permitió irse a estudiar arquitectura a la capital francesa, sus padres la acompañaron anoche en el concierto, como su marido, el guitarrista, que no duda en dejarse arrebatar por sus encantos en el mismo escenario donde va desgranado una estética vocal y muy física, tan suya.
 Tiempos difíciles estos donde sin embargo la artista nos viene a recordar que es una suerte estar vivo y ser plural y dejarse atravesar por el otro. No deja a nadie arrebujarse en la butaca del Carlos III porque hay que levantarse de la silla y dar palmas y bailar y acompañarla en esa especie de rito iniciático que se produce en compañía de sus músicos.
El acordeón de Bastien Charlery suena él solo como un aire de tango pasado por la música de órgano de bach, para volver a la chanson française. Todos o casi todos cantan, en árabe melodioso y culto y en francés y en inglés (mucho menos).

El jazz y el fado portugués, el bolero  lánguido y sensual  que repite una y otra vez, como una letanía: “Si tienes un hondo pesar, piensa en mí…”se alambica con los gestos ancestrales de esta mujer mediterránea y atlántica a la vez que seduce y atrapa, la cadera cimbreante, la cintura breve, una melena castaña look años sesenta y ondulante y el resto, ya pueden Ustedes imaginarse… el perfume almizclado y denso de una película retornada de Almodóvar, Pichu, Pichu.
Al terminar su actuación- habría que llamarla su “fiesta”, su celebración-sale acompañada de su marido a la callecita del centro de la villa y corte donde la esperan sus conocidos y sus padres. Su madre, vestida de forma multicolor con un abrigo de terciopelo a juego con un bolso que nadie se atrevería en España a pasear por la calle, maravilloso, como de caravansaray turco, está hablando con todos. “Ajlanwasajlan, merci”, le digo y me responde con una sonrisa cargada de contenido. Cuando me encuentro con Sophia, estoy refugiada en un segundo plano que intenta ser discreto, pero me descubre, me abraza y me saluda a mí también, aunque no me conoce de nada. Ella es así. Generosa, aleteante y oceánica, como diría Neruda.
La voz de Sophia viene del centro de la tierra y arrasa, allá en el punto más álgido de las entrañas enfervorecidas por el sol de Marruecos y el mundo. Es solar y religiosa. Espejeante y huidiza. Una odalisca urbana subyugada por la metamorfosis que la somete, esta noche fresca escurialense y serrana, a encontrarse con un público entregado, sabedor de una magia que surca la ruta de los siglos y la calidez femenina y uterina, paridora de todos los misterios.

Coda: La autora del blog agradece tanto a Estefanía como a Charo, del Coliseo de Carlos III, que en un día festivo, solucionaron con eficacia y dedicación, la acreditación de la velada.

Alicia Perris

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