Sophia Charaï en concierto, voz. Stephen Bendrossian, contrabajo. Bastien Charlery, acordeón. Hervé Lebouché, batería. Mathias Duplessy, guitarra.
Sábado 2 de noviembre, 2013. Real Coliseo de Carlos III (desde 1770).
Programa: Pichu Pichu/ Casa/ Habiba/ Dalamouni,/Un p´tit chouïa/Bouhali/Rouhi Marhouna/Mêle ta langue/Raksa/Khoud Iddya/Dokak/Cow girl.
¿Y dónde había estado
Sophia Charaï, dando vueltas por esos mundos de Dios, que no había venido a
vernos, en estos otoñales espacios del austero enclave de Felipe II, tan
Austria, tan castellano a la vez?
Danzando y cantando y
amando puertas afueras de su Marruecos natal. En París y mucho más. Ailleurs. Cercana
a las ideas de renovación del actual rey del país árabe “nuestro vecino del
sur”, la “nayda” (“me levanto” en árabe), encarna una forma diferente de ser y
de vivir a la mujer marroquí. Alternativa y privilegiada, claro. Enfundada en
un vestido negro de lentejuelas, una flor roja al pelo y otra en la mano, sus
únicas joyas.
Sophia cree que corren buenos tiempos para su tierra de origen, mientras encadena esas imágenes del desierto, de la India, del mar de Casablanca, de todas partes, siempre inasible, siempre prometeico…Y momentos difíciles para su país de adopción, la Francia de la ecotasa y el socialismo aggiornato a las presentes circunstancias sociales y políticas de una Europa de innumerables velocidades que mira para otro lado ante el abarrotado funeral que está teniendo lugar en Lampedusa. Y en tantos sitios.
Sophia cree que corren buenos tiempos para su tierra de origen, mientras encadena esas imágenes del desierto, de la India, del mar de Casablanca, de todas partes, siempre inasible, siempre prometeico…Y momentos difíciles para su país de adopción, la Francia de la ecotasa y el socialismo aggiornato a las presentes circunstancias sociales y políticas de una Europa de innumerables velocidades que mira para otro lado ante el abarrotado funeral que está teniendo lugar en Lampedusa. Y en tantos sitios.
Diseñadora de moda
también, proveniente de una familia acomodada que le permitió irse a estudiar
arquitectura a la capital francesa, sus padres la acompañaron anoche en el
concierto, como su marido, el guitarrista, que no duda en dejarse arrebatar por
sus encantos en el mismo escenario donde va desgranado una estética vocal y muy
física, tan suya.
Tiempos difíciles estos donde sin embargo la
artista nos viene a recordar que es una suerte estar vivo y ser plural y
dejarse atravesar por el otro. No deja a nadie arrebujarse en la butaca del
Carlos III porque hay que levantarse de la silla y dar palmas y bailar y
acompañarla en esa especie de rito iniciático que se produce en compañía de sus
músicos.
El acordeón de Bastien
Charlery suena él solo como un aire de tango pasado por la música de órgano de
bach, para volver a la chanson française. Todos o casi todos cantan, en árabe
melodioso y culto y en francés y en inglés (mucho menos).
El jazz y el fado portugués, el bolero lánguido y sensual que repite una y otra vez, como una letanía: “Si tienes un hondo pesar, piensa en mí…”se alambica con los gestos ancestrales de esta mujer mediterránea y atlántica a la vez que seduce y atrapa, la cadera cimbreante, la cintura breve, una melena castaña look años sesenta y ondulante y el resto, ya pueden Ustedes imaginarse… el perfume almizclado y denso de una película retornada de Almodóvar, Pichu, Pichu.
El jazz y el fado portugués, el bolero lánguido y sensual que repite una y otra vez, como una letanía: “Si tienes un hondo pesar, piensa en mí…”se alambica con los gestos ancestrales de esta mujer mediterránea y atlántica a la vez que seduce y atrapa, la cadera cimbreante, la cintura breve, una melena castaña look años sesenta y ondulante y el resto, ya pueden Ustedes imaginarse… el perfume almizclado y denso de una película retornada de Almodóvar, Pichu, Pichu.
Al terminar su
actuación- habría que llamarla su “fiesta”, su celebración-sale acompañada de
su marido a la callecita del centro de la villa y corte donde la esperan sus
conocidos y sus padres. Su madre, vestida de forma multicolor con un abrigo de
terciopelo a juego con un bolso que nadie se atrevería en España a pasear por
la calle, maravilloso, como de caravansaray turco, está hablando con todos.
“Ajlanwasajlan, merci”, le digo y me responde con una sonrisa cargada de
contenido. Cuando me encuentro con Sophia, estoy refugiada en un segundo plano
que intenta ser discreto, pero me descubre, me abraza y me saluda a mí también,
aunque no me conoce de nada. Ella es así. Generosa, aleteante y oceánica, como
diría Neruda.
La voz de Sophia viene
del centro de la tierra y arrasa, allá en el punto más álgido de las entrañas
enfervorecidas por el sol de Marruecos y el mundo. Es solar y religiosa.
Espejeante y huidiza. Una odalisca urbana subyugada por la metamorfosis que la
somete, esta noche fresca escurialense y serrana, a encontrarse con un público
entregado, sabedor de una magia que surca la ruta de los siglos y la calidez
femenina y uterina, paridora de todos los misterios.
Coda: La autora del
blog agradece tanto a Estefanía como a Charo, del Coliseo de Carlos III, que en
un día festivo, solucionaron con eficacia y dedicación, la acreditación de la
velada.
Alicia
Perris
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