Elisir d´amore. Melodramma giocoso en dos actos. Música de Gaetano
Donizetti (1797-1848). Libreto de Felice Romani. Basado en el libreto de Eugène
Scribe para la ópera Le Philtre (1831) de Daniel-François-Esprit Auber.
Estrenada en el Teatro Cannobiana, Milán, 12 de mayo de 1832 y en el Teatro
Real, el4 de enero de 1851.
Producción del Teatro Real, en co-producción con el Palau de les
Arts Reina Sofía de Valencia.
Esta ópera de Gaetano Donizetti regresa al Teatro Real, en la
versión creada por Damiano Michieletto con su producción original,
transfiriendo la acción de esta ópera a una playa popular llena de vacacionistas
de verano. Transforma el "Elixir" del libreto original, un vino de
Burdeos ofrecido como poción mágica, en una bebida energizante.
Se dice que una de las arias de esta ópera "Una furtiva
lágrima" está considerada entre las composiciones y melodías más conocidas
por los melómanos. En esta ocasión, se presentan dos repartos destacados,
teniendo como protagonista en única función el 9 de noviembre a Javier
Camarena, el tenor lírico de Xalapa (Mexico).
Equipo Artístico
Director Musical I Gianluca Capuano
Director de Escena I Damiano Michieletto
Escenógrafo I Paolo Fantin
Figurinista I Silvia Aymonino
Iluminador I Alessandro Carletti
Director del Coro I Andrés Máspero
Reparto
Adina, Sabina Puértolas
Nemorino, Javier Camarena
Belcore, Borja Quiza
Dulcamara, Adrian Sâmpetrean
Giannetta, Adriana González
Actores y actores niños
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Edición musical, Ediciones Ricordi S.R.L. Milano.
Toda la prensa musical acreditada al Teatro Real, se manifestó con
un solo aliento, a la hora de correr a los ordenadores, el día siguiente a la
función del tenor mexicano, 10 de noviembre, a primera hora de la mañana, para
publicar cuanto antes, la noticia del día: aparte de la repetición de unas
elecciones generales en España, el nuevo bis de Javier Camarena, ahora en Una furtiva lagrima, del Elisir de
Donizetti. Javier Camarena debutó en el Teatro en 2014 con La fille du
régiment, del mismo compositor, ofreciendo al público noches gloriosas con sus
históricos bises en el aria ‘Ah! mes amis, quel jour de fête!’ y en el sexteto
de Lucia di Lammermoor, en 2018. Y ahora reitera su esfuerzo, a pesar de que no
se encuentra en sus habituales condiciones óptimas de canto, según ha
manifestado, debido a algunos problemas de alergia.
No pudo sin embargo resistirse a la ovación de 4 minutos por parte
de un público que llenaba al completo el coliseo madrileño y repitió el
famosísimo pasaje, seguido del duetto compartido con la soprano Sabina
Puértolas, por el que también fueron vivamente vitoreados.
Camarena goza de un instrumento delicado y pulido como un cristal,
repleto de matices, pero a diferencia de aquellos elementos inorgánicos
deslumbrantes, está dotado de una enorme
vida: afinación extrema, fiato generoso, gusto y musicalidad, fraseo impecable
y una facilidad en la emisión que deslumbra. Conecta con el público y sus
compañeros de reparto porque se implica, se emociona y lo entrega todo en cada
actuación. Es uno de los grandes de estos tiempos, junto al peruano Juan Diego
Flórez.
Sería injusto dedicar alabanzas ditirámbicas exclusivamente al
tenor, porque tuvo un elenco con quien compartir éxitos. Excelente presencia
escénica de los otros protagonistas y adaptación como un guante a una
escenografía y producción reconocible en cada playa de esta época, pero difícil
de manejar mientras se canta. Un escenario lleno de objetos en movimiento y los
personajes en danza constante. No apto para psicomotricidades y gargantas
frágiles o dubitativas.
Sabina Púertolas fue una Adina
pícara, a la altura de lo que pide un rol encarnando un temperamento
superficial, que vive como vive, y se deja llevar por amores y pasatiempos de un
día. Su voz estuvo a la altura, como la de sus galanes, un Belcore representado
por Borja Quiza, barítono lírico
gallego, de sargento conquistador con una ya prometedora trayectoria y un Dulcamara plástico y elegante, en la
actuación y la voz de Adrian Sampetrean,
bajo rumano, casi un barítono-bajo, que ganó los concursos Hariclea Darclée y
Eugenia Moldoveanu, dando origen a una carrera muy completa hasta hoy.
Muy bien la Giannetta de Adriana
González, soprano lírica nacida en Guatemala, que tiene un papel de
acompañamiento sin embargo importante por su continuada presencia en escena.
El director musical Gianlucca
Capuano hizo una labor adecuada, así como el excelente coro que dirige con
holgura y estilo, como siempre, su
director, el argentino Andrés Máspero.
El director Damiano Michieletto
hizo una apuesta enorme con su concepción aggiornata de la historia, llenándola
de elementos perfectamente ubicables en los territorios donde se pierden, en el
periodo estival, millones de gentes buscando la actividad, poco cultural pero
divertida, denominada de “sol y playa”. El haber cambiado de un asiento de
butaca de patio a una localidad de más arriba, le permitió a esta cronista
aprovechar los distintos claroscuros vocales de los cantantes desde otra
perspectiva sonora y tener un panorama más completo y global de lo que se
desarrollaba en el palcoscenico.
El del regista italiano es un abordaje que podría parecer facilón,
pero no exento de algunos riesgos. El público se identifica con lo que ve, se
ríe y aplaude las ocurrencias de los participantes en este escenario donde algunos
actores tempraneros empiezan a actuar al tiempo que los oyentes van ocupando
los asientos del teatro. Si alguien esperaba encontrar un proyecto tradicional
y recogido, de salón, para este Elisir, se habrá dado cuenta de que está
asistiendo a otro espectáculo.
Ha sido esta la primera intervención de Javier Camarena, al que
aguardan, sin prisa pero sin pausa, la Gran Gala del miércoles 13 de noviembre
y sus intervenciones en El Pirata, que se estrenará en el mes de diciembre. Por
el momento, todo son parabienes y éxitos. Enhorabuena y a seguir disfrutando. Hay
que aprovechar una voz como la suya, una excepción, un verdadero regalo.
Alicia Perris
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