TEATRO REAL, 01 NOV, 2019. VOCES DEL REAL
Anna Netrebko, soprano
Yusif Eyvazov, tenor
Christopher Maltman, barítono
Denis Vlasenko, director musical
Yusif Eyvazov, tenor
Christopher Maltman, barítono
Denis Vlasenko, director musical
Orquesta Titular del Teatro Real
Teatro Real. Sala Principal.
PROGRAMA
I PARTE
Giuseppe Verdi. "Già nella notte densa" - Otello
Obertura - Nabucco
"Tu che le vanità "- Don Carlo
"Oh fede negar potessi !" - Luisa Miller
"Pietà, rispetto, amore" - Macbeth
Obertura - I vespri siciliani
"Ove son io" - Macbeth
"Tace la notte! Immersa nel sonno..." - Il Trovatore
II PARTE
Giuseppe Verdi. "Invano Alvaro" - La forza del destino
Alfredo Catalani." Ebben? Ne andrò lontana" - La Wally
Pietro Mascagni. "Mamma, quel vino... "- Cavalleria Rusticana
Intermezzo - Cavalleria Rusticana
Franz Lehár. "Lippen schweigen" - La Viuda Alegre
Giacomo Puccini. "E lucevan le stelle..." - Tosca
" O mio babbino caro" - Gianni Schicchi
Umberto Giordano. "Nemico della Patria" - Andrea Chenier
"Vicino a te" - Andrea Chénier
Acontecimiento único
en Madrid en pleno festival de Halloween y sus circunstancias, hace unos años
de recogimiento y recuerdo hacia los muertos, en la actualidad vinculado al carpe diem de
la ciudad que marcan las nuevas costumbres y la precariedad de los tiempos que
nos tocan vivir, siempre inseguros y apocalípticos.
Dicho esto, todos nos embarcamos a pesar del festivo, en el último proyecto, o en la novedad, en el hecho exclusivo y caro, a toda prisa, en el last minute de lo que sea. En este caso, el recital de Anna Netrebko , Yusif Eyvazov y Christopher Maltman, con la dirección orquestal de Denis Vlasenko, fue una excelente decisión para este día de asueto. Madrid estaba muy poblado, a pesar de la lluvia, intermitente y de los que decidieron ausentarse, a otros derroteros, a involucrarse en otros planes, distintos.
Después de esta
presentación, una sugerencia práctica: el Teatro Real y otras salas de prestigio, deberían
establecer una especie de "libro de estilo" para exigir unos mínimos
a los autores de las reseñas musicales de sus espectáculos, que acuden gratis
et amore a verlos, para cumplir con la labor de informar. Cada vez más a
menudo, las críticas están carentes de la más mínima cortesía, conocimientos
musicales y destilan resentimiento, falta de tacto y una ordinariez que
espanta. Entonces: el responsable de una reseña inadecuada o insultante,
copiada de otras o inapropiada desde todo punto de vista, a partir de ahora, que
se pague la entrada si quiere acudir a
una función y de paso, que no torture al público honesto y lúdico, sabedor de
sus pentagramas, con su colección interminable de insultos, de naderías o de vulgaridades.
Dicho esto, todos nos embarcamos a pesar del festivo, en el último proyecto, o en la novedad, en el hecho exclusivo y caro, a toda prisa, en el last minute de lo que sea. En este caso, el recital de Anna Netrebko , Yusif Eyvazov y Christopher Maltman, con la dirección orquestal de Denis Vlasenko, fue una excelente decisión para este día de asueto. Madrid estaba muy poblado, a pesar de la lluvia, intermitente y de los que decidieron ausentarse, a otros derroteros, a involucrarse en otros planes, distintos.
No ha sido
aparentemente una rémora el alto precio de las localidades para ver a la diva
rusa, acompañada de Yusif Eyvazov, más estiloso que antes, con muchos kilos de
menos y una entrega absoluta a su esposa, Anna Netrebko y al público, al que en
todo momento saludó muy agradecido y emocionado.
¿Qué se podría decir
de la soprano rusa, que ya no se haya comentado, hasta la saciedad? Es
probablemente la mejor de su generación y la que puede enfrentarse hoy en día a
diferentes roles con una solvencia clarísima. Netrebko es en sí misma una
verdadera constelación, es decir, lo que ella misma representa, más la
sumatoria de sus acompañantes, cantantes, directores, músicos. Nadie se escapa
de su fascinación, de su sensualidad en el escenario, tampoco de los altos
niveles de exigencia que se intuyen que tiene. Su voz está fresca en la cuarentena, ahora se discute si de tesitura dramática o lírico- spinto, muy distinta
y más hecha, desde la época en que, a sus 22 años, en el Mariinsky, de Valery
Gergiev, el zar musical de todas las Rusias imperiales de Putin, la descubriera
cantando entre cajas y quedara cautivado por su timbre y su seducción evidentes.
El instrumento de
Netrebko es pulposo, atmosférico, potente, lleno de matices, excelente línea de
canto y fiato, increíbles en algunos rubatto, apoyos más que suficientes y una seguridad apabullante tanto en
el registro agudo, como en los graves, muy bien resueltos.
La voz ha crecido, tiene unos graves potentes, agudos límpidos y un registro central donde está tan cómoda como en su propia casa. Lo único objetable podría ser, por decir algo, aunque sin emborronar su actuación, angélica, la dicción italiana, que defienden mejor el tenor y el barítono durante el concierto. Aunque, suelo escribir, la perfección pura no existe y así si fuera, sería poco sugerente. Piensen en cómo cantó su conmovedor "O mio babbino caro!" (un pensamiento inevitable a la memoria de María Callas, eterna.)
La voz ha crecido, tiene unos graves potentes, agudos límpidos y un registro central donde está tan cómoda como en su propia casa. Lo único objetable podría ser, por decir algo, aunque sin emborronar su actuación, angélica, la dicción italiana, que defienden mejor el tenor y el barítono durante el concierto. Aunque, suelo escribir, la perfección pura no existe y así si fuera, sería poco sugerente. Piensen en cómo cantó su conmovedor "O mio babbino caro!" (un pensamiento inevitable a la memoria de María Callas, eterna.)
La soprano rusa se ha vuelto más
sofisticada desde la última vez que dio un recital en la Ópera de Montecarlo,
para festejar el año de la amistad ruso-monegasca, el verano del 2018. Entonces seguía pareciendo
un torbellino, arrastrando a su marido a una secuencia vocal y escénica de rara
intensidad y voltaje. Su grandiosidad a
veces algo excesiva, es en realidad lo que la convierte en una de las favoritas
indiscutibles del público.
Netrebko es lo que se ve, lo que canta y lo que sugiere detrás de sus vestidos amplios, con botoncitos a juego, lujosos, de brillos y violetas o, palabra de honor, escocés en blanco y negro, para lucir su bronceado permanente en los albores del otoño europeo. El cabello oscuro recogido en un moño imponente y un collar de diamantes llenos de luz.
Netrebko es lo que se ve, lo que canta y lo que sugiere detrás de sus vestidos amplios, con botoncitos a juego, lujosos, de brillos y violetas o, palabra de honor, escocés en blanco y negro, para lucir su bronceado permanente en los albores del otoño europeo. El cabello oscuro recogido en un moño imponente y un collar de diamantes llenos de luz.
El día que se le
ocurra ponerse un escote con un vestido negro de terciopelo o de raso, más al
gusto francés, más cool, no seremos capaces de soportarlo. Tanta belleza y esa rotundidad
carnosa de que hace gala. Netrebko sigue siendo la femineidad clásica y
sensual, en una época de personajes andróginos y ambivalentes, poco definidos. Donde la opción de sexo y género es siempre profundamente interpretable. Ella deja muy claro qué es, quién es y qué le interesa.
El programa
escogido, nada fácil ni convencional, fue lo más parecido a una lección de buen
hacer en voz y actuación escénica. Complicadas y largas arias, dúos, tríos y un
Verdi denso, bastante oscuro por momentos, igual que el Andrea Chénier de Giordano, la
Tosca de Puccini o el pasaje de "Mamma, quel vino è generoso", de la
Cavalleria Rusticana de Mascagni, emotivo y ajustado en la voz e interpretación
del tenor Eyvazov.
La forza del
destino, Macbeth, Don Carlo, Nabucco,
Otello, son proyectos acabados verdianos donde no se puede menos que
involucrarse hasta el final, exigentes como partituras, como sentimiento, como
evocación.
Las partes
instrumentales como la Obertura de Nabucco y de Vespri Siciliani y el
Intermezzo de Cavalleria, permitieron descansar las gargantas de los cantantes y
lucirse al joven director ruso Denis Vlasenko, que por momentos, al final de la
segunda parte construyó una sonoridad excesiva en la orquesta, pero logró
momentos de belleza y entendimiento natural con los artistas. Y lo que dirigió se parece mucho a Verdi.
Christopher Maltman,
es un barítono inglés que tras graduarse en bioquímica, se dedicó al estudio
del canto en la Royal Academy of Music de Londres. Es reconocido mundialmente
por sus prestaciones de Don Giovanni y fue el tercero ideal para un cuarteto
con tres señores potentes al servicio de Anna Netrebko y ad maiorem gloriam
suam.
Hubo concertación entre la Orquesta Titular del Teatro Real, muy atenta al trabajo constante, la atención y al sonido, sensible con la labor de los cantantes, su director ocasional y unos artistas que dieron lo mejor de sí mismos.
Hubo concertación entre la Orquesta Titular del Teatro Real, muy atenta al trabajo constante, la atención y al sonido, sensible con la labor de los cantantes, su director ocasional y unos artistas que dieron lo mejor de sí mismos.
Maltman convenció en
sus intervenciones en "Pietà, rispetto, amore" de Macbeth, "Tace la
notte", con Netrebko y Eyvazov, el dúo masculino de La forza y muy solvente,
conmovedora, la figura del asesino revolucionario, Gerard, que imparte y reparte la ley en "Nemico della
patria", de Giordano, alucinante en su " mentre uccido io piango..."
El dúo con Anna
Netrebko en La viuda alegre de Franz Léhar, "Lippen Schweigen", cuajado en un vals, fue
coqueto, lleno de seducción, divertido, lúdico, para romper en parte la apabullante seriedad del gran
bloque dramático anterior.
Maltman se sobrepuso a la pasión rusa y evitó tropezar en esa ocasión con el vuelo de su amplio vestido. (Es de esperar que el tenor y marido de la diva, no se haya sentido excesivamente amenazado por el baile).
Maltman se sobrepuso a la pasión rusa y evitó tropezar en esa ocasión con el vuelo de su amplio vestido. (Es de esperar que el tenor y marido de la diva, no se haya sentido excesivamente amenazado por el baile).
Los aplausos, en
cascada, los vítores y los bravi fueron merecidísimos. Los cantantes y el
director agradecieron encantados los saludos del público, después de clausurar
la velada con un "O sole mío" à trois, juguetón y frutal, casi
improvisado, que recordaba el aroma de los antiguos encuentros- míticos- de
los Tres Tenores por el planeta.
A la salida, con el
teatro llenísimo vaciándose organizadamente, el Director Gerente, Ignacio García-
Belenguer, en el centro del foyer, disfrutaba de los saludos y los beneplácitos
de todos los conocidos que habían disfrutado- en plenitud y una complicidad
absoluta- de este fantástico regalo del Teatro Real. Un privilegio...
Alicia Perris
Última foto y webmaster, Julio Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario