Como recoge la eficacísima periodista (y más) María Díaz, en su función de enlace y encargada de representar el espectáculo "Yo, Mussolini", se trata de una obra provocadora y
divertida, concebida e interpretada por Leo Bassi, pensada para generar
optimismo y dar al público que sale del teatro ganas de resistir, o mejor:
¡risistir! con inteligencia a la intolerancia. Mezclando el chiste y la
provocación con una reflexión profunda sobre la manipulación política, propone
la risa y el pensamiento positivo como antídoto contra el fascismo.
Sala Mirador
Del 1 de noviembre al
1 de diciembre de 2019
Viernes, sábados a las
20.00h
y domingos a las
19.30h.
Jueves 28 de noviembre
a las 20.00h
Dramaturgia, dirección
e interpretación.
Leo Bassi
Producción:
Compañía Leo Bassi
El auge de la vieja
ideología fascista en el día de hoy, en muchos países, es un desafío directo a
mi alma de Bufón irreverente. Sentí una necesidad visceral de buscar las
contradicciones en su retórica y divertirme con las consecuencias. Así fue cómo
me surgió la idea de encarnar el personaje más emblemático del fascismo: Benito
Mussolini.
Sinceramente, hace ya
años que deseaba secretamente ser «Il Duce». Compartíamos tanto una cierta
similitud física como un auténtico talento innato para el histrionismo. Sin
embargo, cuando me puse el uniforme y las botas, fue mágico. Me sentí
totalmente a gusto e inmediatamente anhelaba gobernar un imperio y tener una
multitud en delirio con cada uno de mis discursos.
Pasé días mirando decenas de los vídeos de sus mítines, buscando la más menor de sus idiosincrasias para calarme en el papel, pero, con el tiempo, esta dimensión teatral acabó en segundo plano. Empecé a fijarme en las circunstancias de sus discursos, en la gente que estaba en los balcones, mientras arengaba las follas. En el papel de la Iglesia, de los grandes industrialistas, de los publicistas, de los artistas de talento que trabajaban la nueva estética fascista, quienes fomentaron el apoyo masivo del pueblo italiano.
Pasé días mirando decenas de los vídeos de sus mítines, buscando la más menor de sus idiosincrasias para calarme en el papel, pero, con el tiempo, esta dimensión teatral acabó en segundo plano. Empecé a fijarme en las circunstancias de sus discursos, en la gente que estaba en los balcones, mientras arengaba las follas. En el papel de la Iglesia, de los grandes industrialistas, de los publicistas, de los artistas de talento que trabajaban la nueva estética fascista, quienes fomentaron el apoyo masivo del pueblo italiano.
Esta idea de Mussolini
era solo un payaso, una diversión sin importancia en el flujo de la historia
era un concepto demasiado fácil. Mussolini y su partido fascista, igual que los
Nazis de su alumno pródigo Hitler en Alemania, fueron creados integralmente por
una elite que tenía una tarea muy definida: Impedir la contaminación de las
clases obreras europeas y EEUU por la onda revolucionaria bolchevique.
El cinismo de este
Poder fue sin límites y consiguieron evadir sus responsabilidades después de la
catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, fabricando el mito de que toda la
culpa era de líderes malvados y locos.
Intuí que narrar esta
historia era más importante que las gesticulaciones y las caras de Mussolini en
sus discursos.
Con el tiempo fui
adentrándome en la narración, y descubrí una cantidad impresionante de información
hoy en día olvidada o voluntariamente ocultada acerca del caudillo italiano.
Quedé fascinado al
descubrir los siguientes hechos tan inesperados:
Que a pesar de su
origen humilde y provincial hablase un perfecto alemán, francés e inglés; Que fuese
nombrado «Man of the year» por la revista TIME de EEUU en 1936; Que fue amigo
íntimo de Walt Disney. Que contase durante unos años con el apoyo entusiasta de
Churchill o estuviese hasta el 1938 ayudando a la creación del Estado de
Israel; Que fuese cocainómano y pensase que Hitler… ¡era gay!
Tales hallazgos no
hicieron más que aumentar mi voluntad de superar el lado anecdótico del
personaje y tocar el verdadero fascismo.
Creo que «Yo,
Mussolini» es una obra muy completa y puede tocar el público profundamente.
Quizás el punto más importante es mostrar como el fascismo fue concebido por el
Poder como medio de manipulación de la opinión publica utilizando el miedo como
arma. Desde los uniformes militares, el insulto como lenguaje, la glorificación
de la ignorancia o la amenaza de la violencia física, nada es fruto del azar:
Hay une estrategia atrás creada para asustar y, así, dominar.
«Yo, Mussolini» mezcla
el chiste y la provocación fácil con una reflexión profunda sobre la
manipulación política, un ejercicio artístico que toca la esencia del Arte
bufonesco. Es una obra provocadora y divertida, pensada para generar optimismo
y dar al público que sale del Teatro ganas de resistir o mejor: «¡Risistir!»
con inteligencia a la intolerancia.
Al final, el mejor
antídoto contra el fascismo es la risa y el pensamiento positivo. Sin su
capacidad de generar miedo, el totalitarismo se queda en nada.
Palabra de Bufón.
Leo Bassi"
Algunos datos de su biografía, generalmente aceptados y difundidos (Wikipedia)
Algunos datos de su biografía, generalmente aceptados y difundidos (Wikipedia)
Leo Bassi
Leo Bassi | ||
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Información personal | ||
Nacimiento | 1952 Nueva York (Estados Unidos) | |
Nacionalidad | Francesa | |
Información profesional | ||
Ocupación | Comediante, actor de cine y payaso | |
Años activo | desde 1959 | |
Géneros | Clownery, pantomima y performance | |
Distinciones | ||
Web | ||
Sitio web | ||
Se caracteriza por un estilo provocador con críticas a la derecha política o la religión (especialmente a la Iglesia católica). Bassi se autodefine como bufón. Ha trabajado como actor en obras teatrales y películas, como presentador de eventos, y también ha intervenido en televisión (por ejemplo, en los programas de televisión españoles Crónicas Marcianas y El Hormiguero). Aparte de los espectáculos teatrales creados por él, organiza performances y actos teatralizados destinados a denunciar hechos políticos y culturales desde un enfoque cómico, como el Bassibus o el Belén de Lavapiés.1 Da también charlas y conferencias sobre los temas que defiende o denuncia.
Más sobre Leo Bassi
Debutó en el circo a los 7 años en Australia, donde sus padres realizaban un road-show (espectáculo ambulante) llamado Sorlie´s, una versión "cutre", según sus palabras, de Aladino y la lámpara maravillosa. Pasó los 10 años siguientes recorriendo el mundo y se especializó en malabarismo, especialidad con la que se unió al trío familiar, el Trío Bassi, formado por su padre y su tía. A los 23-24 años, abandonó el espectáculo familiar para desarrollar su carrera en solitario como actor cómico, con un espectáculo callejero ecléctico llamado El circo más pequeño del mundo, con el que viajará por el mundo durante 5 años. Desde entonces ha desarrollado su trabajo como actor, payaso, animador y agitador cultural, desde el Off Broadway hasta eventos al aire libre, inauguraciones, convenciones, en teatros y televisiones.3 Ha creado también numerosos espectáculos teatrales en los que actúa en solitario. Entre ellos, la obra La revelación, estrenada en 2005 y que él mismo califica de "homenaje al laicismo", provocó violentas reacciones por parte
de grupos ultracatólicos españoles.
LA ENTREVISTA por Alicia Perris
Una ocasión como esta, la de entrevistar a una persona y un personaje como Leo Bassi, tan plural y rico, inteligente y captor de todas las esencias y vibraciones sociales y políticas, es única. Un raro privilegio. Bassi se deja entrevistar, no marca los ritmos pero sabe cómo escuchar y cuándo contestar, oficio raro y poco frecuente en que los entrevistados habitualmente hablan demasiado, no atienden o se reservan el corazón de su corazón y su mente para ellos, convirtiendo el encuentro en un ejercicio sin propósito e inane. Infértil.
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