viernes, 29 de noviembre de 2019

Y VOLVIÓ A REPETIRSE EL MILAGRO: DESBORDANTE Y OCEÁNICA MARTHA ARGERICH ACOMPAÑADA DE LA KREMERATA BÁLTICA EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID


AUDITORIO NACIONAL DE MADRID, SALA SINFÓNICA. MARTES 26 DE NOVIEMBRE DE 2019. XXIV Ciclo de Grandes Intérpretes. Martha Argerich, piano. Mate Bekavac, clarinete. Kremerata Baltica. Obras de Bach, Bach-Busoni (arr. Kremer), Weinberg y Liszt (arr. Colliard).

PROGRAMA COMPLETO

J. S. BACH / F. BUSONI
Chacona en Re menor
(Instrumentación para orquesta de cuerdas de Gidon Kremer)

M. WEINBERG
Sinfonía de Cámara nº 4, Op.153
Mate Bekavac (clarinete)


J. S. BACH
Partita nº 2 en Do menor, BWV 826
Martha Argerich (piano)

F. LISZT
Concierto para Piano nº 1 en Mi bemol mayor, S.124
(Versión para piano y cuerdas de Gilles Colliard)
Martha Argerich (piano)


Martha Argerich y la agrupación Kremerata Báltica visitaron  el Auditorio Nacional de Música  como cierre a la 24ª temporada del Ciclo Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo. La de Madrid fue la última actuación de una gira por España que los condujo también a Bilbao (21 de noviembre), San Sebastián (23 de noviembre) y Oviedo (24 de noviembre).

De esta forma, Grandes Intérpretes concluye una edición que ha reunido a buena parte de los grandes nombres del piano actual con jóvenes talentos, además de poner en marcha numerosas iniciativas para acercar el género clásico a las nuevas generaciones. En la actuación de despedida, la orquesta ideada por Gidon Kremer e integrada por intérpretes de los países bálticos y la sobresaliente pianista argentina abordaron el Concierto para piano nº1, de Franz Liszt. Aparte de otras composiciones, entre las que destaca la Sinfonía de Cámara op. 153 de Mieczyslaw Weinberg, compositor de origen judío, que pagó, con una extrema penuria vital, el desacierto de haber nacido, como tantos otros, en el momento menos adecuado, en un lugar equivocado.

El origen de la Kremerata Báltica se remonta a más de dos décadas atrás, cuando Gidon Kremer creó las condiciones ideales para una revolución musical. El violinista de renombre internacional dio a conocer su nueva iniciativa en el Festival Lockenhaus de Austria en el verano de 1997. Integrada en su viaje a Madrid por veintidós jóvenes músicos de Letonia, Lituania y Estonia, fue recibida con una salva de aplausos. Además de explorar obras del repertorio general, la agrupación también ha presentado estrenos mundiales de composiciones de, entre otros, Lera Auerbach, Leonid Desyatnikov, Giya Kancheli, Arvo Pärt, Georgs Pēlecis, Alexander Raskatov, Valentin Silvestrov, Victor Kissine, Sofia Gubaidina y Pēteris Vasks.

La amplitud del repertorio de Kremerata Báltica se refleja en una galardonada discografía, que abarca desde los conciertos para violín completos de Mozart con Gidon Kremer, Octet de Enescu y Tango Ballet de Astor Piazzolla; hasta las primeras grabaciones de música de Kancheli, Kissine y Pärt. Alter Mozart con Nonesuch Records ganó los premios Grammy y ECHO Klassik en 2002, mientras que los álbumes de obras de George Enescu y Mieczysław Weinberg obtuvieron sendas nominaciones a los premios Grammy. En sus propuestas, nunca olvidan el lado solidario de la música como transmisión de valores y desiderata de convivencia entre los pueblos.

Con presentaciones en más de 50 países, más de un millar de conciertos en 600 ciudades, la formación hace apariciones regulares en numerosos conciertos y festivales, incluyendo Schloss Neuhardenberg de Berlín y Schloss Elmau de Baviera. El grupo presentó To Russia with love, un concierto celebrado en la Philharmonie de Berlín en 2013 para promover los derechos humanos en Rusia; y entre sus últimos proyectos creativos se encuentra Pictures from the East, en colaboración con el artista sirio Nizar Ali Badr, que versa sobre la situación desesperada de los refugiados de los conflictos de Oriente Medio.

Desde 2003, Kremerata Báltica ha celebrado su propio Festival en Letonia. Durante su vigésimo aniversario y el 70 cumpleaños de Gidon Kremer en la temporada 2016-17 celebraron la efeméride con giras por Oriente Medio, Estados Unidos, Europa y Asia.

Por su parte, la intérprete argentina Martha Argerich está considerada como una de las grandes intérpretes del repertorio para piano del siglo XIX y XX. Todo un carácter, aparte de enorme artista, son conocidas sus actuaciones con un compatriota del que va de la mano de la excelencia muy a menudo, Daniel Barenboim.

Reconocida como un talento fuera de lo común desde niña, recibió su primera clase de piano a los cinco años del profesor Vincenzo Scaramuzza, Argerich forma parte del mapa de mi vida. Cuando en el Conservatorio desgranaba las horas escuchando y tocando el piano, la artista porteña parecía encenderse para todos los alumnos desasosegados por su instrumento, como un faro intermitente en la oscuridad.

Eran conocidas las anécdotas inventadas o contrastadas sobre sus cancelaciones, supuestos problemas de salud, la relación con su familia (¡Ay, siempre el Edipo!) y hubo que esperar a que muchos años después unas de sus tres hijas, la retratara a su manera y en pantuflas, de entrecasa, charlando con su manager Jack o desayunando plácidamente un plato donde no faltaba la fruta. “Bloody daughter” se llama el film y es un must para quien quiera descubrirla desde su interior de su vida cotidiana y sus fantasmas, lejos de las existencias habituales de los otros, ciudadanos comunes.

En 1955 se trasladó a Europa para estudiar en Londres, Viena y Suiza con Seidlhofer, Gulda, Magaloff, Lipatti y Askenase.Sin embargo, la música de cámara ocupa una parte importante de su vida. A menudo toca y graba junto a Nelson Freire y Alexander Rabinovitch, Mischa Maisky y Gidon Kremer. "Esta armonía entre un grupo de personas me produce una sensación fuerte y sosegada", ha dicho la intérprete sobre este formato.

Desde 1998 ejerce como directora artística del Festival de Beppu de Japón. Un año más tarde comenzaba el Concurso internacional de piano y Festival Martha Argerich en Buenos Aires. En 2002 nacía el Progetto Martha Argerich en Lugano. Asimismo, la intérprete atesora numerosas distinciones como el Oficial de las Artes y de las Letras (1996) y el Comandante de las Artes y las Letras (2004) que otorga el Gobierno francés y muchos otros premios y reconocimientos.

Aunque siempre viajando y residente en Bélgica, los argentinos la consideran un patrimonio nacional, como su himno o la bandera celeste y blanca. Como a Daniel Barenboim, claro. Voilà!

Podría decirse que los compositores escogidos para este concierto no están pensados para principiantes ni para sorprendidos descubridores primerizos de la música de cámara o solistas superdotados.

La primera parte de la velada propuso la Chacona en re menor de Bach, en versión del director Gidon Kremer para orquesta de cuerdas, con grabación aparte incluida en la audición, que a algunos presentes les hizo inclinarse más por la original, más tradicional y reconocible.

De todas formas, se trata de un grupo compacto, que suena bien, con una distintiva dedicación a la diferencia entre los intérpretes que abordan. Es decir, no se trata de una orquesta que suena o toca todo igual, aunque con pulcritud. En la Kremerata hay eficacia sonora y algo más.

Weinberg puede considerarse como uno de los grandes compositores rusos de la época soviética (aunque polaco de origen). Su estilo proviene de Shostakovich, pero también de Mahler, Prokofiev, Bartok y Miaskovsky, con una mayor complejidad armónica, pero sin abandonar la tonalidad. Puede considerarse como un modernista conservador. A partir de la segunda mitad de los años 1990 ha crecido el interés por sus obras en los países de Occidente,  realizándose grabaciones y presentando sus obras en el Festival de Bregenz, que le dedicó diversas sesiones las cuales han sido grabadas discográficamente. Este año se festeja el centenario de su nacimiento.

Su historia personal transcurre entre otras calamidades como su enfermedad digestiva crónica, la pérdida de toda su familia en el ghetto polaco de  Trawniki, sus cambios obligados de identidad con el trasiego de territorios y fronteras, aunque siempre se sintió profundamente judío. Su padre estuvo muy ligado a la tradición del idioma yiddish, el teatro, y son conocidas las donaciones del compositor al Instituto Yad Vashem de Jerusalem, que custodia la memoria de la Shoah, el Holocausto durante la II Guerra Mundial.

La elección de este autor por parte de Kremer, también judío, no es una casualidad, como tampoco la de la propia Martha Argerich a quien algunos también atribuyen orígenes similares.

Weinberg compuso La “Sinfonía de cámara Nº 4” Op.153 en Moscú en muy poco espacio de tiempo, en 1992, para orquesta de cuerda, clarinete y un triángulo y fue dedicada al compositor Boris Tchaikovsky. Es su penúltima obra. Concebida como un solo movimiento, tiene sin embargo cuatro partes que se interpretan sin interrupción. El compositor decía que era como un resumen de su vida.

“Me dije a mi mismo que Dios se encuentra en todas partes. Desde mi Primera Sinfonía una especie de coral ha estado andando a mi alrededor...”.

La primera parte, debuta con un lento con motivos corales antes de la intervención del clarinete. Su entrada sigue a una sección recitativa de carácter solista. La repetición de la coral inicial cierra esta parte. Como Martha Argerich fue el gran relumbrón de la velada, se relega a un segundo plano la actuación de Mate Bekavac, que dio una lección de sensibilidad y saber interpretar una obra que explora todos los sentimientos del ser humano atribulado: la desesperación, la lobreguez y la inseguridad social, la pena, pero a la vez, ese reclamo pastoril que abre una luz musical a la esperanza.

La segunda parte, allegro molto, moderato, propone una línea vigorosa y rápida, constituyendo el scherzo de la obra. Llega un cierto apaciguamiento con la intervención del clarinete y un monólogo con, primero con el violín y luego por el violoncelo, que cierra la segunda sección.
La tercera parte, adagio, meno mosso, evoca un tema folclórico interpretado por el clarinete. Continúa la cuerda con un crescendo de expresividad hasta llegar al clímax. Vuelve a intervenir el clarinete, la cuerda realiza una recapitulación para dejar al clarinete dibujar la coda que termina con un trémolo.

Por fin, el final en andantino, adagissimo, con un golpe del triángulo, su primera y casi última intervención. El clarinete presenta otro  tema de carácter folclórico en forma de un largo recitativo. Después de una cadenza del clarinete, la cuerda discurre con serenidad lleva hacia el triángulo que redondea una de las últimas notas.

De y sobre Martha Argerich se ha escrito todo y aún sorprende y fascina cuando entra en el escenario a pasitos de geisha para transformarse en otro ser cuando acerca las manos al piano. En alerta permanente, nunca baja la guardia. Mientras toca controla el entorno sin problemas y con holgura.

Bach es un compositor que funciona como una especie de superestructura perfecta, un código a descifrar por solo unos pocos iniciados, a su manera del tipo del de Mozart. Una catedral y un culto al mismo tiempo. Sus Suites francesas, inglesas y sus Partitas, son el caballito de batalla de los estudiantes que intentan en un esfuerzo ímprobo, al menos que se escuchen todas las notas de la partitura. Pero ahí no acaba el encargo…

Con la Partita no. 2 Argerich se instaló en el Auditorio y mandó parar las respiraciones, el aliento. Parecía otra sala. No había ruidos extraños porque la concentración estaba focalizada hacia la pianista. Sonó muy bien, convenció  y enlazó después de la primera ovación con el Concierto para piano no. 1 de Liszt donde se creció en las octavas, los arpegios, los tríos y desplegó un desarrollo potente y una exhibición de potencia en las dos manos. Todo mientras daba instrucciones, perceptibles pero discretas, a la violista, al violinista, y hacia atrás a Gidon Kremer, rendido a su completo influjo porque era evidente que era allí la solista y todo lo demás.


Hubo saludos hacia los cuatro puntos cardinales del Auditorio, “encores” de regalo y más vítores para los músicos de la Kremerata . Y antes para el clarinetista Mate Bekavac.  Pero Argerich parecía, como siempre, estar en otra dimensión. Ella ha sido y sigue siendo así. Insondable, tumultuosa y genial…

Alicia Perris

Fotos: Scherzo, Mate Bekavac, José-Antonio Solé y Julio Serrano.
Webmaster: Julio Serrano

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