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A NUESTROS LECTORES HABITUALES Y POTENCIALES EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS DE CATÁSTROFE SANITARIA Y OTRAS, ESPERAMOS LLEVAR MODESTAMENTE Y CON NUESTROS ESCASOS RECURSOS, UN POCO DE LUZ, DE ALEGRÍA Y DE COMPAÑÍA.
ÁNIMO, ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
ALICIA PERRIS
IÑIGO DOMÍNGUEZ
A NUESTROS LECTORES HABITUALES Y POTENCIALES EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS DE CATÁSTROFE SANITARIA Y OTRAS, ESPERAMOS LLEVAR MODESTAMENTE Y CON NUESTROS ESCASOS RECURSOS, UN POCO DE LUZ, DE ALEGRÍA Y DE COMPAÑÍA.
ÁNIMO, ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
ALICIA PERRIS
IÑIGO DOMÍNGUEZ
Son tiempos de confiar en la ciencia y esperar. Y hablar del vermut
es muy adecuado para pasar el rato. Como recuerdo de lo que haremos en cuanto
nos suelten
Son tiempos de confiar en la ciencia y esperar, y si le añadimos un
toque italiano, en homenaje a ese gran país que lo está pasando tan mal, hablar
del vermut es muy adecuado para pasar el rato. Como recuerdo de lo que haremos
en cuanto nos suelten. Empecemos por la hora del aperitivo, que en Italia
coincide con el atardecer, cuando la luz es más hermosa. El color del vermut,
ese rojo crepuscular, hace pensar que fue inventado para ser bebido a esa hora,
no puede ser casualidad siendo una creación artística italiana. La palabra en
realidad es alemana, wermut, ajenjo, base de bebedizos ensoñadores y curativos
desde la noche o, mejor dicho, el atardecer de los tiempos. Echar hierbajos en
el vino y probar a qué demonios sabe, eso es un entretenimiento ancestral. No
sabemos cuántos corazones generosos se quedaron por el camino en infinitos
ensayos y errores, pero deberían tener un monumento —al borracho desconocido—
porque delimitaron el saber de lo que se puede beber y lo que no, y en qué
cantidades, y en qué tipo de vasos. El ajenjo era bueno para todo, curaba la
fiebre y era antiséptico. Colocado bajo la almohada, hacía soñar con la persona
amada. Servía para desinfectar perros. Quizá por eso un buen vermut sacude las
malas pulgas.
Los italianos persistieron con talento en los mejunjes de vino y
matojos. Ya en 1555 se publicó en Venecia un libro llamado Los secretos del
señor Alessio, un tratado de cócteles, drogas y perfumes de un caballero del
Piamonte, la patria del vermut. La mezcla de vino con ajenjo se fue
perfeccionando, con artemisas, salvia, tomillo, melisa, canela, camedrio,
mejorana. El primer vermut oficial, mezcla de vino blanco y 30 hierbas, lo
patentó en 1786 Antonio Benedetto Carpano en su bar de la Piazza Castello, en
Turín. El vermut Carpano aún existe. Era dulce, pero en el mismo bar se produjo
un avance, el Punt e Mes, en 1870. Fue fruto del estrés de unos agentes de
Bolsa, que iban allí a cocerse. Uno pidió que le añadieran media dosis de
quinina, para darle un toque amargo, y en jerga bursátil pidió “un punto y
medio”, una parte de vermut y media de quinina. El Punt e Mes aún existe. Comenzaron
entonces a llevarnos a todos por un dulce camino de amargura, uno de esos
prodigios italianos de indefinición, un sabor que es una cosa y su contraria a
la vez. El vermut se extendió por el mundo, surgieron dinastías (Martini,
Cinzano) y entró en una vida superior, la de los cócteles. Así llegamos al
Negroni. Pero antes fue el Americano (bíter Campari, vermut rojo y soda), de
moda a principios de siglo en Italia, hasta que un día de 1919 o 1920 el conde
Camillo Negroni necesitaba algo más. Sugirió al camarero del Caffé Casoni, en
Florencia, que sustituyera la soda por ginebra. Con una corteza de naranja y
hielo. Fue el último paso de la evolución. Más allá probablemente no se pueda
ir.
Al conde Negroni le gustó bastante, y mucho más el segundo y el tercero,
y no fue el único. Empezó a pedirlo todo el mundo y se quedó con el nombre del
conde. Qué más quieres en esta vida que le pongan tu nombre a un cóctel. Es así
como una acumulación de sabiduría de siglos, de búsqueda de hierbas en los
bosques, de los griegos a los frailes medievales, culmina en un bar. Quién sabe
si por un mal día o una tristeza de amor, el conde va y dice al camarero: “¿Por
qué no te dejas de soda y le metes un chorrito de ginebra?”. Es la curiosidad
humana que arroja luz en las tinieblas y las desgracias a través de los
tiempos. En este caso, una luz roja con hielo.
A ver si encuentran ya la bendita vacuna.
https://elpais.com/ideas/2020-03-20/el-dulce-camino-de-la-amargura.html
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