Un ensayo recuerda el proyecto truncado de una orquesta
israelí-palestina con sede en Sevilla
El director Daniel
Barenboim ensaya 'Tristán e Isolda' el 16 de enero de 2014, en Bormujos
(Sevilla), con la orquesta West-Eastern Divan.JULIO MUÑOZ / EFE (EL PAÍS)
JESÚS RUIZ MANTILLA
El West-Eastern Divan ha sido una gran arma por la paz que, por
ahora, apenas ha conseguido nada constructivo en la política de la región. Pero
sí entre buena parte de sus gentes y en la sensibilización global del
conflicto. Quizás lo ilustre esta anécdota. Cuando Daniel Barenboim se empeñó en
llevar la orquesta de israelíes, árabes y palestinos creada por él y el
intelectual Edward Said a Ramala, Cisjordania, una niña le dijo que estaba muy
contenta. “¿Por qué?”, preguntó el músico. “Porque es lo primero que viene de
Israel que no es un soldado o un tanque”, respondió la chiquilla.
Esa iniciativa por la paz, durante años, tuvo sede activa y
principal en España, como cuenta y recuerda Ana Arambarri en Música contra los
muros (Galaxia Gutenberg). Esa sede ahora ha pasado a sucursal de la Fundación
Barenboim-Said, que persiste mermada a la espera de ser reactivada en Sevilla.
Lejos quedan las concentraciones en Pilas, donde cada verano entre 2002 y 2014
decenas de niños y jóvenes entre ocho y 25 años se reunían para preparar las
giras mundiales.
Arambarri cuenta con detalle esa peripecia dentro de su libro, así
como otras iniciativas musicales que han surgido y resisten en medio de aquel
polvorín de Oriente Medio. Después de su biografía de Ataulfo Argenta, Música
interrumpida, la autora ha trazado el rastro de una región que sobrevive a sus
dramas con ecos de orquestas e interpretes muy dados al sacrificio. Entre la
geopolítica y la música se mueve la nueva obra de Arambarri, con Barenboim como
uno de sus máximos referentes en talento y rebeldía.
Aquella acogida en España a una iniciativa genuinamente nómada duró
mientras detentaron el poder algunos servidores públicos que entendieron su
relevancia internacional, caso del diplomático Bernardino León. Fue, entre
otros, él quien logró el traslado de la sede a Andalucía en el año 2002, cuando
era presidente de la Fundación Tres Culturas y antes de pasar a ser secretario
de Estado de Exteriores en 2004.
“La salida fue un patético ejemplo de escasa visión”, asegura
Arambarri. Se refiere a ese contraste de cómo se gestionó la llegada del
West-Easter Divan al desastre y la falta de apoyos y generosidad que obligó
después a su traslado cuando gobernaba Susana Díaz. La crisis de 2008 se lo
llevó por delante cuando redujeron sus tres millones de euros de presupuesto a
menos de 500.000. Entonces entró en acción Angela Merkel. Según León, “le hizo
a Barenboim una oferta que no pudo rechazar". 20 millones de euros para
establecer su sede en Berlín. Hoy existen conversaciones entre Barenboim, la
Junta y el Gobierno estatal para reactivar el proyecto en España. No de la
forma con que tuvo presencia antes, pero sí de manera más atractiva y
comprometida con Andalucía.
Cuando el director de orquesta y Said comenzaron a poner en
práctica la idea en el año 1999 en Weimar, impactaron. En 2002, el Gobierno
español, por medio de Bernardino León y la Junta de Andalucía, con Elena
Angulo, entonces directora general de Promoción Cultural, le presentaron una
propuesta de colaboración que incluía sede y manutención con su presupuesto, a
cambio, entre otras cosas, de que seleccionara también músicos españoles en la
orquesta. El número fluctuaba cada año, pero llegaron a ser 25 en alguna
edición.
Con el tiempo, un deficiente entendimiento de la dimensión
internacional de la iniciativa fue socavándola. Hizo que perdiera apoyos y las
amenazas se sentían en el entorno. En políticos de todos los bandos: “Que sepas
que vamos a ganar en Andalucía y vamos a cerrar ese chiringuito de Barenboim”,
cuenta Arambarri que le llegaron a decir a León. Un extremo que él confirma.
Fue un mensaje de Antonio Garrido, entonces portavoz de Cultura del PP en el
parlamento autonómico. Finalmente el PSOE se ocupó de reducir la actividad de
la orquesta.
La crisis y una evidente falta de ambición cultural del anterior
Gobierno andaluz se adelantaron a los actuales responsables de la Junta. La
Fundación Barenboim-Said sigue con sede en Sevilla pese a que la mayor parte de
sus fondos va a sostener una escuela en Ramala. No sirve ya de base para la
orquesta, como lo fue hasta 2014, pero sí puede convertirse en otra plataforma
que refuerce en España el papel de una iniciativa como el West-Eastern Divan.
Hoy existe, según León, “voluntad de enmendar en parte aquel error".
https://elpais.com/cultura/2020-03-15/el-sueno-de-barenboim-que-choco-con-la-politica-espanola.html
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