18 de diciembre de 2021
PROGRAMA
François Poulenc, À sa guitare
Giuseppe Tommaso Giordani, Caro mio ben
Francesca Caccini, Chi desia di saper
John Dowland, In Darkness let me dwell / Come
again
Henry Purcell, When I am laid (Lamento de Dido)
W.A. Mozart, Abendempfindung
Giovanni Paisiello, Nel cor più non mi sento
Gioachino Rossini, Di tanti palpiti. (Tancredi)
Gerardo Matos Rodríguez, La Cumparsita (guitarra solo)
Enrique Granados, El mirar de la maja
Franz Schubert, Erlköning
François Poulenc, Sarabanda (guitarra solo)
Gabriel Fauré, Au bord de l’eau op. 8/1 – Nocturne op 43/2
Barbara, Septembre
Federico García Lorca, Anda Jaleo
Luiz Bonfá, Manhã de Carnaval
Dilermando Reis, Xodo da Baiana (guitarra solo)
Ariel Ramírez, Alfonsina y el mar
Benjamin Britten, Il est quelqu’un sur terre
“L´amour nous
reviendra, peut-être un jour…Mon amour, à demain…” "El amor volverá a nosotros, tal vez, algún día...Hasta mañana, amor..." (Trad. A.P.)
Barbara
De vuelta de París, no hay mejor oportunidad que retomar con ese
espíritu familiar de la capital de Francia, yendo a un concierto de Philippe Jaroussky, en los Teatros del
Canal madrileños, siempre frecuentados, con una oferta muy variada, al alcance
de todos los presupuestos. Esta vez acompañado por un guitarrista, Thibaut Garcia, juntos en una
complicidad evidente, buscando nuevas carreteras musicales para darle otro
color a un fin de año parcialmente nublado otra vez con las sombras de la
pandemia.
Nacido en 1978, se suele admitir que Philippe Jaroussky es el contratenor más admirado de su generación,
tal y como confirmaron los premios franceses Victoires de la Musique (“Artista
Lírico Revelación” en 2004, “Artista Lírico del Año” en 2007 y, en 2010, “CD
del Año 2009) y también los numerosos galardones Echo Klassik alemanes que ha
recibido (2005, 2008, 2011-2012 y 2015). No solo es cantante, sino también
investigador y filántropo.
Desde que hace años le hice una entrevista rica y relajada, Jaroussky
forma parte de esa colección de recuerdos, personajes y presencias benéficas,
en las que pensar cuando las cosas no van del todo bien. Su sonrisa, su forma
de presentarse y comunicar con el público, produce la sensación en la audiencia
de que, al menos en esa hora muy larga de sonidos multiplicados que ofrece,
nada desagradable o tóxico puede ocurrir.
Muy cercano el contacto de ambos músicos con un público que cerraba
literalmente las butacas de la sala, repleta, llena de expectativas, porque
siempre una nueva prestación o la salida de un trabajo reciente del contratenor
es una fiesta.
Como expresan sus representantes discográficos, “cuando pensamos en
una melodía, lo que nos viene inmediatamente a la cabeza es la sonoridad del
piano. Pero no hay que olvidar que otros instrumentos de cuerda (pulsada, en
este caso) reinaban majestuosamente en los salones aristocráticos. La guitarra
y, previamente, sus antecesores como el laúd o la tiorba tejían ricas texturas
alrededor de las voces, creando atmósferas tanto oníricas como populares (tal
es la paradoja de este instrumento), que acompañaban a bellas composiciones
basadas en textos.
No obstante, para ello es necesario un virtuosismo capaz tanto de
opulencia sonora como de crear atmósferas etéreas. Es el que exhibe Thibaut Garcia, una estrella
consolidada a pesar de su juventud, y digno contrapunto de Philippe Jaroussky,
que presta la belleza de su voz a las potentes líneas vocales”.
El primer álbum conjunto del contratenor Philippe Jaroussky y el guitarrista Thibaut Garcia, À sa guitare, toma su nombre de una canción del compositor francés del siglo XX, Francis Poulenc, pero su marco de referencia es extraordinariamente amplio, tanto cultural como estilísticamente.
Sus 22 pistas abarcan 400 años y música de compositores de Francia, Gran Bretaña, Austria, Italia, España, Brasil, Argentina y Estados Unidos. “El álbum es un viaje entre diferentes culturas, diferentes continentes y diferentes idiomas”, dice Philippe Jaroussky, “pero cada pieza es un mundo en sí misma. La idea era tomar algunos riesgos (...) a veces mudarse a un mundo completamente diferente entre una pista y la siguiente ". "Podemos evocar colores muy diferentes mientras hacemos malabarismos entre la música renacentista y una canción de Barbara", explica Thibaut García.
"Es
nuestro trabajo jugar con una paleta de colores para producir algo único (...)
Pensamos mucho en el álbum pero también pusimos nuestro corazón en él". De
hecho, el cantante utiliza el inglés, el francés, el alemán, el español de la
metrópoli y el rioplatense y el portugués (de Brasil).
Jaroussky escoge repertorio según le sugieren la fuerza de sus afectos, sus filias o sus
estados de ánimo, siempre en vías de exploración y descubrimiento, cada vez
cambiantes. Y en un constante fluir con lo que representa la tradición de la
cultura gala, en el más noble sentido de la palabra, literaria, cinematográfica
(la canción de Mañana de carnaval es de la película Orfeo negro, de Marcel Camus (1959) o musical.
Es por esta razón que estos dos artistas nos llevan por un completo
recorrido melódico, de la delicadeza de los maestros ingleses (Dowland y la tristeza de In darkness
let me dwell y, por supuesto, Purcell
y su trágico Lamento de Dido. Pero también Britten,
su heredero directo, al final del recital, con la poco interpretada (en francés) Il est
quelqu’un sur terre, al dramatismo de Erlkönig de Schubert, del crepuscular Abendempfindung de Mozart a los destellos ibéricos de Amor y odio, el mirar de la maja
de Granados (“Ya saben Ustedes quién
es la maja”, comentó risueño Garcia, mientras Jaroussky volvía a entrar al
escenario).
Presente también el refinamiento típicamente francés de un tríptico
dedicado a Fauré con Au bord de
l’eau, Nocturne y Les berceaux), y sin olvidar, por supuesto, À sa guitare,
melodía de Poulenc que presta su título al programa. Para recordar también Caro
mio ben, de Tommaso o el fragmento
de Paisiello o Rossini, Di tanti
palpiti, que el cantante definió “como champagne”.
A Thibaut Garcia se le escucharon con absoluta disponibilidad y una
técnica de excelente ejecución y destreza, los solos de guitarra Sarabanda de Poulenc o La cumparsita de Matos Rodríguez, una especie de himno
nacional del Río de la Plata que hace que cualquier habitante de aquellas
tierras se emocione irremediablemente cuando la escucha.
En otro tipo de tradición vocal, ni belcantista, ni renacentista, ni
barroca, ni tan siquiera la que consideramos “música clásica”, pero sí
“uncontournable”, como dicen los franceses, “imprescindible”, Alfonsina y el
mar, de Ariel Ramírez, que hizo célebre
la folklorista e intérprete argentina Mercedes
Sosa, sobre el final trágico de Alfonsina
Storni, poeta enamorada y enferma, cuyos sueños se hundieron para siempre
en las aguas turbulentas del Atlántico de la playa de La perla, en Mar del
plata. (“Una de las canciones más bellas que jamás se han escrito”, comentó el
contratenor).
La compositora Barbara
estuvo presente con Septembre, nostálgica melodía llena de dulzura por otro de
los afectos perdidos, citada al principio de esta reseña. Y por supuesto, un
recuerdo para Federico García Lorca,
que revivió con su Anda jaleo.
Se palpa con claridad en Jaroussky, un núcleo melancólico, que le hace bascular una y otra vez por las melodías sugerentes, lentas, cadenciosas, con un aroma de tristeza, evocación y lamento. Su sonrisa siempre presente y su facilidad en el trato con el público no impiden que ese sentimiento de herida, aflore y esté ahí.
Fueron muchos los vítores y los aplausos después de casi dos horas
de concierto y Jaroussky y Garcia dieron por terminado su fantástico periplo
con Les feuilles mortes (las hojas muertas), del escritor francés Jacques Prévert, que cantaba con otra
cuerda diferente, el poco recordado Yves
Montand, actor y cantante francés de origen inmigrante, enhebrando una
narrativa inacabable de nostalgias y de aventuras amorosas.
Con una evocación de esas frases podría cerrarse esta reseña,
agradecida y rendida, a dos artistas solares llenos de luz, que vinieron a traer
a Madrid su música y su poesía exquisita, en uno de los penúltimos trenes
musicales que podrán abordarse en la capital española muy poco antes de que
llegue Navidad.
“Mais la vie sépare ceux qui s'aiment,
Tout doucement, sans
faire de bruit
Et la mer efface sur
le sable
Les pas des amants
désunis”
“Pero la vida separa
a los que se quieren, suavemente y en silencio, y el mar borra en la arena, los
pasos de los amantes separados”. (Trad. de A.P.)
Alicia Perris
Nota bene: en este enlace puede escuchar también la entrevista realizada a Philippe Jaroussky en noviembre de 2018 en el Teatro Real:
https://aliciaperris.blogspot.com/2018/11/entrevista-con-el-contratenor-philippe.html
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