jueves, 25 de agosto de 2022

EXCELENTES COLLEGIUM 1704 Y COLLEGIUM VOCALE 1704 : HAENDEL Y SELENKA EN EL FESTIVAL DE VERANO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 Collegium 1704 & Collegium Vocale 1704. Haendel y Zelenka: pirotecnia musical. FIVE, Festival Internacional de verano de El Escorial. Auditorio (de El Escorial), sala B. 24 de agosto, 2022.

Solistas: Deborah Cachet, soprano (Zelenka, Händel). Pavla Radostová, soprano (Händel). Aneta Petrasová, alto (Zelenka). Jonathan Mayenschein, alto (Händel). Tobias Hunger, tenor (Zelenka, Händel). Tomáš Šelc, bajo (Zelenka, Händel).

Director: Václav Luks

Concierto pensado para una hora y cuarenta minutos, culminó en más de dos, debido al retraso del comienzo y el tiempo empleado por las afinaciones de los instrumentos, tan sufridos como los intérpretes por las altas temperaturas y la manifiesta sequedad del verano de la sierra de Madrid.

Se presentan la Orquesta Barroca Collegium 1704 con cinco violines primeros, cuatro violines segundos, tres violas, dos violonchelos, un contrabajo, órgano, tiorba, dos oboes y un fagot  y el Collegium Vocale 1704, de la República Checa, con catorce cantantes, incluyendo los siete solistas. Música religiosa en latín medieval litúrgico, compuesto por dos obras: el Dixit Dominus, de Georg Friedrich Haendel, y la Missa Omnium Santorum, del compositor checo Jan Dismas Zelenka.

La orquesta barroca Collegium 1704 y el coro Collegium vocale 1704, fueron fundados y dirigidos por el clavecinista checo Václav Luks, y como expresó el propio director a un medio donostiarra, “es música que amamos”. Uno de los objetivos de estas dos formaciones, además, es difundir la obra del compositor checo Zelenka, que consideran no suficientemente conocido y ejecutado en las regiones del sur de Europa.

Así, el doble programa que presentan en el FIVE de El Escorial, confronta dos obras de carácter religioso, el salmo Dixit Dominus, una obra de juventud de Haendel, terminada en 1707 en Italia, donde se encontraba temporalmente. La pieza se estrenó en Roma en julio de ese mismo año. En el catálogo de la obra del compositor alemán figura con el número HWV 232 y el texto copia el salmo 110 del Libro de los Salmos. 34 años después del estreno del Dixit Dominus, el compositor checo Jan Dismas Zelenka (1679-1745) escribió, en 1741, su Missa Omnium Santorum para solista y orquesta. Es la última de las veintiuna que compuso.

La estructura de la obra, que alterna o combina coros y arias para solistas (2 sopranos, contratenor, 2 tenores, bajo) para subrayar el contenido emocional del salmo, la convierte en una especie de cantata sagrada en ocho partes de compleja ejecución, lo que demuestra la maestría del director checo al frente de sus músicos, que funcionan como un mecanismo de relojería suiza, conjuntados, al unísono, destacando sin embargo cada cual en las partes que le adjudican maestro y compositores.

Excelentes las cuerdas, todas, los tres instrumentos de viento, afinadísimos, lo cual es raro en este tipo de producciones de música barroca, con mecanismos y concepciones de época, compleja construcción melódica y contrapuntística y la utilización del latín para compositores e intérpretes pertenecientes a otras culturas del norte o del este europeos, que a menudo lo desconocen o no lo estudian.

Con todo y con eso, se escuchaban con nitidez en la pronunciación, largas frases de las composiciones que los cantantes vocalizaban con esmero y valentía. Expresivos, dúctiles, versátiles y con gran gusto por su trabajo, estos estajanovistas en El Escorial dejaron encantados a un público que se lamentaba sin embargo de la arquitectura del edificio, vertical y complicado acceso salvo para atletas, edificado tres pisos subterráneos y muy empinado, más si cabe en esta sala B que en la más grande.


Lucido el trabajo de las sopranos y la mezzo, Deborah Cachet, soprano (Zelenka, Händel). Pavla Radostová, soprano (Händel). Aneta Petrasová, alto (Zelenka), vestidas en azul noche y negros, con escotes, sandalias y tacones, ellos, Jonathan Mayenschein, alto (Händel). Tobias Hunger, tenor (Zelenka, Händel). Tomáš Šelc, bajo (Zelenka, Händel), de oscuro con camisas blancas, sin corbata y con botellas pequeñas de agua a mano para ayudar a una emisión más fresca y relajada.

Destacable la coherencia de la labor vocal en las voces femeninas y masculinas del coro y en los solistas, cuya relajación de pie y sentados, esperando para cantar, hacía suponer un conocido control en la apertura y amplificación de los espacios corporales, del fondo pélvico a la cabeza, que redundaba en logros vocales adaptados a dos partituras de prueba para todos.

Muchos de los solistas esbozaban una amplia sonrisa al iniciar su parte, consiguiendo además por esta vía, no solo conectar con la audiencia y seducirla, llamando su atención, sino también la preparación de la máscara para el esfuerzo sonoro. Así desarrollaban todos un fiato generoso, con una esclarecida línea de canto, agudos y graves destacados aparentemente fáciles de emitir pero peligrosos, en la profusión de agilidades y fiorituras, matizaciones cuidadas y mucha expresividad.

Adecuada la acústica de la sala pequeña, con un público variopinto típico del verano, en general muy vestidos y peinados para la ocasión, una marca habitual de la zona, elegante y distinguida en general, aunque bastante indisciplinado a la hora de sentarse y ocupar sus localidades. Pero que aplaudió sin dudas el logro realizado por las dos agrupaciones, la instrumental y la vocal, y un director absolutamente entregado y pendiente de todo y de todos, extenuados pero eufóricos al final de la velada, después de haber ofrecido además,  bises con la repetición de dos números del programa.

El resultado fue una música de campanillas, solar, esplendorosa, que remite a una religiosidad sentida pero fulgurante y alegre, abierta al mundo, en la línea de la tradición italiana o francesa. Con la idea de un posible recrudecimiento de la guerra de Ucrania por la celebración del día de su independencia, para algunos, este tipo de música resultó un lenitivo, reconfortante y terapéutico. Como expresaba el último número de la Missa de Zelenka, un desideratum muy loable: “Dona nobis pacem” (Danos la paz). Amen (que así sea).

Alicia Perris

Foto 2, Julio Serrano

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