16 de octubre 2017. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Auspiciada también por la Comunidad de Madrid (de hecho asistió su consejero de Cultura, Turismo y Deportes, Jaime de los Santos) se trata de la primera exposición monográfica dedicada en exclusiva a la búsqueda de un terreno común y fértil, fundacional, de estos dos grandes maestros de la modernidad, que contó con la participación del director artístico del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, los comisarios de la muestra y el representante de JTI, Miguel Luengo.
Bernard Ruiz-Picasso, heredero y nieto del pintor malagueño asistió también con absoluta atención al acto, acompañado, en primera fila, por el director gerente de la casa, Evelio Acevedo.
La propuesta incide en las temáticas que apasionaron a los dos prolíficos pintores, como el mundo del burdel o, la noche, el cabaret y el teatro, las bailarinas de can-can, el espectáculo circense o esos retratos imbuidos de ironía y sátira, pero a menudo afables y “bon enfant”, como señaló el director artístico.
Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de
Madrid y Paloma Alarcó, jefe de
conservación de Pintura Moderna del Museo, son los comisarios responsables de
que este proyecto, al que, según Alarcó, Guillermo Solana, director artístico
de la institución, inmediatamente dio el visto bueno. La exposición reúne unas 112
piezas, procedentes de 57 colecciones públicas y privadas de 40 países.
Solana destacó la importancia de incidir en apreciaciones que a veces
pasan desapercibidas cuando se visita la exposición, como el cuadro de Picasso de
la mujer mallorquina con sombrero o los carteles de Toulouse, verdaderas joyas,
a pesar de su aparente modestia.
El ambiente del salón de actos del Museo tenía el clima solar de
siempre, casi primaveral en un otoño que no quiere instalarse en la capital,
relajado pero expectante. Es de “spoilers” entrar en más detalles de la
mañana de hoy y la exposición, porque
como siempre se aconseja en estos casos, lo mejor es verla personalmente y
palparla de cerca, respirarla.
Los ponentes estuvieron ocurrentes, felices de compartir el
esfuerzo y el trabajo de una obra (de obras) bien conseguida. Y allí estaban
los habituales y ávidos periodistas gráficos, insistiendo como deben en “inmortalizar
el momento”, señoras mayores, señoritas, jóvenes, redactores, invitados, gentes
variadas del propio Museo, y todos,
con un afán generalizado por poblar la retina de talento, de vida y de calidez.
No faltó la mención a los literatos franceses o a los constructores del París del siglo XX (el Barón Haussmann), como destacó el consejero cultural de la CAM. Así que allí desfilaron Balzac y el infaltable Proust, que “escribía sobre la memoria (los recuerdos)”, mientras los dos pintores preferían enhebrar el presente. Hubo risas y complicidad, pero el público, un tanto lejos, tal vez se perdió los detalles de lo que sucedía en las primeras filas de la sala, pensando si acaso ya en otras cosas y otras convocatorias. Desgraciadamente, no hizo preguntas.
No faltó la mención a los literatos franceses o a los constructores del París del siglo XX (el Barón Haussmann), como destacó el consejero cultural de la CAM. Así que allí desfilaron Balzac y el infaltable Proust, que “escribía sobre la memoria (los recuerdos)”, mientras los dos pintores preferían enhebrar el presente. Hubo risas y complicidad, pero el público, un tanto lejos, tal vez se perdió los detalles de lo que sucedía en las primeras filas de la sala, pensando si acaso ya en otras cosas y otras convocatorias. Desgraciadamente, no hizo preguntas.
La segunda parte, en la propia muestra, dividida temáticamente en
varios apartados. Luego, un cocktail y esta tarde, como es habitual, la
presentación oficial con fiesta para los más allegados.
Como la información ortodoxa y canónica la darán los medios de
comunicación habituales, ahí va una anécdota desenfadada para seguir de buen humor y
convencerse por fin de que el Arte, como la Música, no deben ser acartonados o
poco flexibles, sin corazón, ni pasión, ni deseos, ni “fiato”: un participante
encantador de la mesa, ya saliendo y mientras subía las escaleras, le comentó
sin complejos a otro, igual de festivo: “Te quedan muy bien los trajes de raya
diplomática…a mí…” “No, respondió el interpelado, es que fui a ver Kingsman
II…”.
Texto y fotos: Alicia Perris
Webmaster: Julio Serrano
Webmaster: Julio Serrano
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