VANESSA GRAELL
El actor Frank Langella, quien interpretara al conde Drácula, en Sitges. EFE
Frank Langella, que fue Drácula en 1979, recibe un premio honorífico en un Sitges consagrado a los vampiros
Viste de negro noche y manga larga, aunque en Sitges parece que aún sea verano. Le molesta que en la habitación haya mucha luz. Como a ese Drácula en blanco y negro que interpretó en 1979 a las órdenes de John Badham.
El suyo es un Drácula de culto, un personaje romántico y seductor, de encanto decimonónico, un solitario que arrastra una infinita melancolía por toda la eternidad. «No quería repetir el cliché de Bela Lugosi ni todos los dráculas previos. Al releer el libro, vi un personaje elegante, un héroe gótico, un hombre que vivía solo, sin compañía, sin otras personas que pudieran entender su problema: la necesidad de beber sangre para sobrevivir.
Para mí es un caballero y los malos son quienes quieren destruirlo», reivindicó ayer Frank Langella en un Festival de Cine Fantástico de Sitges dedicado a la figura del vampiro y en el que recibió el Gran Premio Honorífico.En 1979, Drácula era pura moda. En ese año se estrenaron hasta tres películas sobre él: el filme de Badham, la comedia Amor al primer mordisco y el Nosferatu de Werner Herzog. Y Frank Langella creó otro mito. El del vampiro sentimental. «La ignorancia consiste en destruir todo aquello que es diferente. Hoy, mucha gente no entiende lo que es ser gay, negro o mujer. Drácula es como un símbolo, una personificación de una figura trágica, destruida por los otros que sienten temor. Con los años se convirtió en un personaje maligno, pero en realidad es alguien con problemas», psicoanalizó Langella. En aquella época, el actor era todo un sex symbol en Hollywood. En sus memorias Dropped Names. Famous Men and Women as I Know Them contó algunos de sus affaires con Ava Gardner, Jackie Onassis o Rita Hayworth. E hizo de Drácula un gentleman elegante, casi doliente. Aunque Langella tiene tres premios Tony por sus papeles en Broadway, el Oscar siempre se le ha resistido.
El actor Frank Langella, quien interpretara al conde Drácula, en Sitges. EFE
Estuvo a punto de acariciarlo con El
duelo. Frost contra Nixon cuando se metió en la piel del ex presidente de
Estados Unidos. «Nunca soy objetivo con mis personajes. Para mí, siempre son
mis héroes, sea Drácula o Nixon. Si interpretas a un villano, no puedes
juzgarlo, tienes que trabajar con la pasión del propio personaje», aseguró. ¿Y
con Nixon, cómo lo hizo? «Era alguien muy conocido. Y odiado... Debía encontrar
una manera de quererlo. Prepararé el papel viendo vídeos suyos a cámara lenta,
fijándome en su forma de mirar, en sus movimientos de hombros, incluso en cómo
transpiraba...», recordó. Con esos pequeños gestos construyó a Nixon. E, igual
como con Drácula, lo humanizó.
«Anthony Hopkins, que ya lo había interpretado antes, me preguntó un día: '¿No has acabado enamorado de él?' Yo le dije que sí. Fue un privilegio entrar en una mente tan difícil, la de un hombre terriblemente torturado».Ahora fantasea con poseer otra mente presidencial. Después de Nixon: Donald Trump. Incluso ha hablado con dos productores de un posible proyecto para encarnarlo. «Sería un reto interesante, me resultaría fascinante desaparecer en este personaje, como lo hice con Nixon», reconoció con una sonrisa. ¿Podría Langella hacer de Trump un héroe?
«Anthony Hopkins, que ya lo había interpretado antes, me preguntó un día: '¿No has acabado enamorado de él?' Yo le dije que sí. Fue un privilegio entrar en una mente tan difícil, la de un hombre terriblemente torturado».Ahora fantasea con poseer otra mente presidencial. Después de Nixon: Donald Trump. Incluso ha hablado con dos productores de un posible proyecto para encarnarlo. «Sería un reto interesante, me resultaría fascinante desaparecer en este personaje, como lo hice con Nixon», reconoció con una sonrisa. ¿Podría Langella hacer de Trump un héroe?
http://www.elmundo.es/cultura/cine/2017/10/14/59e0f8aee5fdeaaa258b4603.html
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