THE MAGIC OPAL. Ópera cómica en dos actos. Música de Isaac Albéniz
Libreto de Arthur Law. Teatro de La Zarzuela. 8
de abril, 2022
Adaptación de Paco Azorín y Carlos Martos de la Vega
Estreno en el Lyric Theatre de Londres, el 19 de enero de 1893 y en España en el Teatro de la Zarzuela, el 23 de noviembre de 1894.
Orquesta de la Comunidad de Madrid
(Titular del Teatro de la Zarzuela)
Director Antonio Fauró
Equipo
artístico
Dirección
musical Guillermo García Calvo
Dirección de
escena y escenografía Paco Azorín
Vestuario Juan
Sebastián Domínguez
Iluminación Pedro
Yagüe
Diseño de audiovisuales Pedro Chamizo
Movimiento escénico Carlos
Martos de la Vega
Asistente de dirección musical Rubén Sánchez Vieco
Ayudante de dirección de escena Álex Larumbe
Ayudante de escenografía Alessandro
Arcangeli
Coordinador de acrobacias Roberto Gascat
Maestros
repetidores Lilliam Castillo, Ramón Grau
Y otros
colaboradores…
Reparto
LOLIKA
Ruth Iniesta
ALZAGA
Santiago Ballerini
CARAMBOLLAS Luis Cansino
MARTINA Carmen Artaza
ARISTIPPUS Jeroboám Tejera
OLYMPIA
Helena
Ressurreição
ZOE
Alba Chantar
PEKITO Gerardo López
CURRO
Tomeu Bibiloni
EROS XXI Fernando
Albizu
Figurantes-Bailarines David Blanco, Laura Hernando, Jennifer
Lima,
Verónica Moreno, Pablo Muñoz,
Karel H. Neninger, Agus Ruiz, Sergio Toyos
Acróbatas Rafael Lobeto, Georgina Nieto, Aida
Pascual,
Nacho Rodríguez
El compositor deL El ópalo mágico, Isaac Manuel Francisco Albéniz y Pascual (Camprodón, Gerona, 29 de mayo de 18601-Cambo-les-Bains, 18 de mayo de 1909) fue un célebre compositor y pianista español, discípulo de Felipe Pedrell. Gracias a la ayuda del Conde Guillermo Morphy, compositor y mecenas de las artes, obtuvo una pensión para formarse en el Conservatorio de Bruselas en 1876, y terminó sus estudios en 1879. Virtuoso compositor de piano, dedicó más de una década de sus casi cuarenta y nueve años de vida a escribir temas para teatro.
La reputación de Albéniz como pianista y compositor siguió creciendo. En la primavera de 1889 viajó a París, y luego hasta Inglaterra, donde sus interpretaciones le aportaron un éxito al instante. En 1890 se puso en contacto con el empresario Henry Lowenfeld que contrató los servicios de Albéniz como intérprete y compositor. Trabajando en el Teatro Lírico y más tarde en el Teatro Príncipe de Gales, proporcionó números extras así como era necesario por sus adaptaciones de comedias musicales. Por petición de Lowenfeld, Albéniz compuso El Ópalo Mágico. Esta comedia lírica en el estilo de Gilbert y Sullivan fue estrenada en el Lírico el 19 de enero de 1893 (fue traducida posteriormente al castellano por Eusebio Sierra y presentada en Madrid en 1895 como La Sortija. A causa de una nefritis, Albéniz murió en Cambo-les-Bains, en los Pirineos franceses, el 18 de mayo de 1909.
La versión que se ofrece ahora de su ópera, con la dirección de escena y escenografía de Paco Azorín, contiene un nuevo concepto escénico y también en lo que concierne el propio mundo lírico. Lo visual, de hecho, a menudo, durante la representación, ocupa un lugar preponderante. Podría hablarse de lo contrario a un recital para versión concierto. El color, el calor, el movimiento continuo, los figurines, la escenografía y las entradas y salidas de los personajes (actores y cantantes) llamaron la atención de un público que osciló entre la fascinación (los jóvenes o los que descubrían una textura teatral y musical nueva y el desencanto (capitaneados por los más avezados en estas lides, que parecían reclamar una propuesta más tradicional, y anclada a la partitura de Albéniz).Así pues, hubo recompensas en aplausos y apreciaciones para todos los gustos.
La primera pregunta de salida, organizada en torno a un enorme juego de elección, colmado de efectos visuales y auditivos dentro de la propia partitura, gira en torno a un proyecto personal, donde la presencia del grupo es imprescindible. Hay además una sobreabundancia de posicionamientos de última hora sociales y políticos, de esos que inundan la vida cotidiana en el foro y en el país, incluidos en el texto que se declama, se canta o se explica, sin que sea fácil rastrear los orígenes del meollo original de Albéniz, su partitura y su libreto. Pero la música es inspirada y contiene unos fragmentos reseñables, como el preludio, la obertura, el dúo de Lolika y Alzaga o el vals de la protagonista.
La propia producción nos da pistas: “¿Cómo conseguir el amor verdadero? ¿Y si un objeto, un Ópalo mágico tuviera el poder de enamorar a quien quisiéramos? Hoy en día la sociedad trata de establecer las relaciones personales a través de las app de contactos: amor líquido, relaciones cada vez más fugaces basadas en la falta de compromiso, la satisfacción inmediata y los vínculos superficiales, así como la mercantilización del amor. The Magic Opal es el juego que lo puede cambiar todo, o no. Elige personaje, sigue pistas y supera pruebas hasta encontrar el verdadero amor, la persona con la que acabar tus días. Eros XXI, nuestro maestro de ceremonias, es el dios del amor y creador de este juego”.
Excelente la concertación –difícil entre tanta agitación sobre el escenario y tantos estímulos de todo tipo, a menudo ajenos a la música y a la propia función-del maestro Guillermo García Calvo, en la dirección musical, con la formación de la ORCAM. Siempre pendiente de cantantes, en esta ocasión de actores, trapecistas, técnicos, puertas que se abren y cierran constantemente y cambios escenográficos abundantes, tiene oficio y siempre es una apuesta segura, el puerto hacia donde poner proa en tiempos de dudas en el palcoscenico. El Coro del T. de La Zarzuela, dirigido como siempre por Antonio Fauró, se adaptó bien sobre todo en la última parte al tobogán interpretativo y vocal de la creación de Azorín.
Extenuante y agitado el trabajo de figurantes-bailarines y acróbatas, en ocasiones peligrosos, propensos incluso a las lesiones físicas, pero todo pareció andar bien después de todo. Y hay presentes en la música, números bonitos, agradables, lucidos para los intérpretes y la propia orquesta.
La línea musical, el enredo y la actuación de los cantantes a menudo se siguió con dificultad, sin esa tersura que exhiben muy a menudo otras propuestas del Teatro de la Zarzuela, pero eficaces y cumplidores como saben hacerlo, estuvieron Ruth Iniesta, preciosa voz y línea de canto, fiato evidente, segura y elegante en escena a pesar de un vestuario peculiar, se ha fogueado como otros de sus compañeros en muchas salas internacionales de prestigio. Santiago Ballerini como Alzaga, bello instrumento y buena técnica, expresivo y comunicador. Luis Cansino cumplidor y con tablas más que suficientes en Carambollas y Damián del Castillo, adecuado y ajustado en Trabucos, acompañados de un elenco diligente y con solvencia, en general bastante joven, como Camen Artaza en Martina, Jeroboám Tejera en Aristippus, la Olympia de Helena Ressurreiçao, Alba Chantar en Zoe, y Gerardo López, Tomeu Bibiloni y Fernando Albizu en los roles de Pekito, Curro y Eros XXI respectivamente. Eros XXI omnipresente, propenso a un exceso de sobreactuación en la exégesis de la trama y el desarrollo del espectáculo. Todo, Una experiencia diferente.
Alicia Perris
No hay comentarios:
Publicar un comentario