El mandatario chino Xi
Jinping con el presidente ruso Vladimir Putin. SERGEI CHIRIKOVAFP
Vista de lejos, España
parece un país ensimismado. Una taberna donde se riñe por un máster. Y donde la
mitad de una de sus tribus fundadoras se ha ido al monte siguiendo la estelada
de unos illuminati.Aquí vamos a hablar de cosas que realmente pueden influir en
su vida. Aunque pasen en Siberia o Siria. Lejanas pero importantes. Lo que está
en portada de toda la prensa mundial. La conversación de la aldea global. De lo
que habla mi cuadrilla, vamos.En Siberia, como Xavier Colás está contando, se
celebran las mayores maniobras militares rusas desde 1981. Cuando Moscú era la
capital de la Unión Soviética y Ronald Reagan vivía en la Casa Blanca. La
Guerra Fría. Participan 295.000 soldados rusos... y unos pocos miles de chinos.
Y esto último es lo realmente importante. El ejercicio viene a demostrar que
Rusia y China ya no se ven como rivales peligrosos sino como aliados y
socios.Para dejarlo claro, Vladimir Putin y Xi Jinping brindaron con vodka en
Vladivostok. Pretexto, un Foro Económico, como relató Javier Espinosa. Todo lo
cual es una respuesta cristalina (y un rotundo corte de mangas) a la principal
estrategia exterior de Donald Trump: cortejar a Rusia, hostigar a China. Se
dice que el propio Henry Kissinger se lo propuso antes de que se mudara a la
Casa Blanca. ¡Qué ironía! El reverso de su logro histórico, cuando sacó a la
China de Mao de la órbita de Moscú.Fareed Zakaria le puso un título poético en
la CNN: «Cuando el dragón baila con el oso, América debe preocuparse». Colás
prefirió la prosa directa: «Putin, gendarme de Eurasia». Y del Próximo Oriente,
añadiría yo.Porque desde Siberia nos venimos aquí al lado. Idlib, norte de
Siria. Allí resiste el último bastión rebelde contra el dictador sirio, Bashar
Assad. Un bolsa entre el Mediterráneo y la frontera turca. Defendida por
milicias islamistas afiliadas a Al Qaeda y los restos del ejército libre de
Siria. Acosada por la aviación rusa y rodeada por el ejército del dictador y,
sobre todo, por las brigadas internacionales que controla Irán.En ese escenario
va a desatarse una tormenta de fuego. Sobre los tres millones de personas que
viven en el enclave, según estimaciones de Naciones Unidas. La mayoría, en
tiendas de campaña, junto a la frontera turca. País que ya acoge a 3,5 millones
de refugiados sirios.Y por donde pasaron los cientos de miles que llegaron a
Europa hace tres veranos... y que han originado la crisis política de la UE con
cierre de fronteras, auge de los populismos nacionalistas.Nótese que la Turquía
de Erdogan está sacudida por una crisis que ha llevado a su moneda a
depreciarse un 40% frente al dólar en un año. Para atajarlo, su banco central
ha subido los tipos de interés al 24%. Un alivio para nuestro BBVA, que obtiene
allí un 16% de sus ganancias y que, por ello, ha perdido un 27% de su capitalización
bursátil en los últimos 12 meses.¿Se imaginan otra crisis de refugiados en
Turquía? Pues atentos a lo que escribió David Gardner en Financial Times: «Los
poderes europeos están intentando desentenderse de Siria. No parecen preparados
para afrontar otra crisis de refugiados que haga revivir la histeria migratoria
que sacudió a Europa en 2015-16. Rusia está diciendo a Francia y Alemania que
podría facilitar el regreso de unos seis millones de sirios. Siempre y cuando
la UE y EEUU se reconcilien con Assad en aras a la estabilidad del país y
acopien los fondos necesarios para la reconstrucción de una Siria
devastada..».Esto es el mundo real, señores. Si no quieres refugiados, tragas
con Assad en Damasco. Si quieres que Arabia te compre fragatas, le vendes las
bombas. ¿Que tus principios te lo impiden porque está en guerra con Yemen? Pues
explícales a los trabajadores de Navantia que no hay pedido y están sin
trabajo.Me gustaría que nuestro Gobierno y nuestra oposición estuvieran
debatiendo sobre los grandes temas del momento: la reforma del euro, la
definición de una política europea de asilo, la distribución de refugiados.Me
conformaría con que, al menos, estuvieran afrontando en común, con sosiego y
ánimo constructivo el mayor desafío de España. Que la mitad de los catalanes
haya decidido circular en sentido contrario por la autopista de la Historia. Y
concursar cada 11 de septiembre para el Guinness del onanismo.
Autodeterminación, autoafirmación, autoplacer.Ni lo importante, ni lo urgente.
Gobierno y oposición degollándose en el masterchef del copypaste. Se delatan
como acomplejados en pos de titulación. Presumidos sin motivo. Predican la
cultura del esfuerzo y se acogen al enchufe. España se ha convertido en un país
ensimismado en sus cainismos y, otra vez, ajeno a lo que pasa por el mundo. Por
eso, me gusta llevarles de paseo por ahí afuera.
http://www.elmundo.es/cronica/2018/09/16/5b9cef98e2704e5c7e8b4633.html
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