La Sala Alcalá 31 presenta “A escala humana. A escala real” una de las exposiciones individuales más importantes dedicadas a La Ribot, que incluye tanto su trabajo coreográfico como plástico en Madrid, la ciudad natal de la artista.
Como indica su título, la exposición subraya el papel clave que desempeña el cuerpo humano en la práctica de La Ribot: el cuerpo escenificado, el contacto entre cuerpos, la relación del cuerpo con su entorno espacial y arquitectónico, la huella del cuerpo en los objetos o la memoria de los gestos en vídeo o fotografía. La noción de escala también es determinante, ya que las obras se conciben y producen desde y con el cuerpo de la artista o de los intérpretes.
La exposición muestra una selección de obras realizadas a lo largo de más de veinte años, en las que se puede apreciar el trabajo particularmente singular de La Ribot. Espectáculos de danza, vídeos, composiciones fotográficas, objetos o textos que establecen una relación directa, a escala 1:1, con los visitantes/espectadores.
Si bien La Ribot se define ante todo como una artista de danza contemporánea, la búsqueda de la plasticidad, la incorporación del lenguaje textual, gráfico y sonoro y de una multitud de objetos y vestuarios nutren cada uno de los trabajos presentados en la exposición, ofreciendo un amplio panorama de su obra. A lo largo de su carrera, La Ribot no ha dejado de reinventar constantemente la relación con los espectadores/visitantes. Así, y con el fin de establecer un vínculo cercano y a escala humana con el público, lo invita, mediante interpelaciones directas, a la acción, a la contemplación y a la transformación.
Acompañada por los intérpretes de La Ribot Ensemble, un núcleo de colaboradores recientes y veteranos, la coreógrafa ofrecerá seis semanas de representaciones en el espacio expositivo de la Sala Alcalá 31. Una oportunidad única para descubrir creaciones emblemáticas de su repertorio, además de una pieza concebida especialmente para la exposición.
Las instalaciones Walk the Chair (2010), Walk the Bastards (2017) y Walk the Authors (2018 - en curso) se presenterán juntas por primera vez. A las sillas de estas tres piezas se añade ahora una veintena de nuevas sillas, conformando en la actualidad una gran familia de más de noventa sillas pirograbadas. A imagen de las sillas —“usadas, muy usadas, en donde miles de personas se han sentado para ver películas en los cines de verano, para celebrar bodas y bautizos, para contemplar a otras personas, o para leer” (La Ribot)—, la exposición está poblada también de objetos y materiales pobres, gastados y frágiles, con los que La Ribot siempre ha tenido una relación afectiva.
A pesar de que su realización esté separada por casi veinte años, en los vídeos Despliegue (2001), Cuarto de Oro (2008) y ROJO (2020) La Ribot sigue explorando su concepto de “cuerpo operativo”: un único plano secuencia rodado cámara en mano. A través de este dispositivo, la artista muestra universos fragmentados y trata de transmitir la experiencia de la danza. Así, por ejemplo, en Cuarto de Oro, un vídeo en que la danza viva se impregna de reminiscencias, casi puede escucharse el latido del corazón de la célebre artista flamenca Cristina Hoyos.
La composición de polaroids Otra Narcisa (2003) y los cuadernos de trabajo expuestos en la primera planta permiten recorrer más de treinta años de trabajo de La Ribot. La artista invita a los espectadores/visitantes a adentrarse en un viaje al corazón de sus archivos y de su proceso creativo.
La Ribot (Madrid, 1962) es coreógrafa, bailarina y artista y ha recibido el Premio en Artes Plásticas de Comunidad de Madrid, España 2018, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, España en 2015, y el León de Oro a la carrera en Biennale Danza di Venezia 2020.
Su obra, iniciada al final de la transición democrática en la España de los años 80, ha cambiado profundamente el campo de la danza contemporánea. Desafía los marcos y los formatos de la escena y del museo, tomando prestado libremente el vocabulario del teatro, de las artes visuales, de la performance, del cine y del vídeo para llevar a cabo un desplazamiento conceptual de la coreografía.
Su trabajo coreográfico se ha presentado en espacios como la Tate Modern (Londres), el Théâtre de la Ville de París, el Centre Pompidou (París), la Trienal de Aichi (Nagoya, Japón), la Galería Soledad Lorenzo (Madrid) o en el Museo Serralves (Oporto), mientras que su trabajo visual forma parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), el Centre Pompidou y el Centre national des arts plastiques (París), el MUSAC (León) o la Fundación Cajasol (Sevilla), entre otros.
https://www.comunidad.madrid/actividades/2022/exposicion-ribot-escala-humana
Il Teatro alla Scala sulla scia di Carnegie Hall, Wiener, Filarmonica di Monaco. Il maestro russo non ha risposto alla lettera del sindaco Beppe Sala. Un nuovo direttore per le prossime recite della «Dama di picche al Piermarini. In bilico il padiglione russo alla Biennale di Venezia
Una volta tanto il mondo della Cultura esce dal suo umbratile salottino per ricollocare le arti e anche l’intrattenimento («Eurovision») nel mondo della vita, dal quale trae origine e senso. Il «caso Gergiev», ovvero il rifiuto da parte dei teatri di tutti i Paesi democratici di far dirigere il maestro russo sostenitore di Putin, firmatario di un documento a favore dell’invasione della Crimea, supporter della legge anti-gay e molto altro è solo la prima «sanzione» per far sentire la Russia putiniana culturalmente isolata. La Carnegie Hall e i Wiener lo hanno già rispedito a casa; lo stesso la Filarmonica di Monaco (il sindaco, Dieter Reiter, procederà a defenestrarlo), lo stesso Rotterdam, mentre Londra ha già chiuso i rapporti con il Bolshoi (era prevista una tournée). Anche la Scala, lunedì o martedì annuncerà che nessuna risposta da parte di Valery Gergiev è giunta alla lettera nella quale il sindaco, Giuseppe Sala, gli chiedeva di condannare l’invasione dell’Ucraina (non di abiurare il passato) e procederà con l’indicazione di un nuovo direttore per le prossime recite della «Dama di picche», che si cercherà di non cancellare (l’opera è in russo, nel primo atto si vedono ragazzi russi con mitra in mano che esclamano: «La patria salveremo, / insiem combatteremo, /nemici innumerevoli / in schiavitù trarremo»; i cantanti sono quasi tutti russi). Chi ha preso la guerra con distacco è Anna Netrebko: «Io mi oppongo a questa guerra», ma «non sono d’accordo a forzare artisti a dichiarazioni pubbliche».
La commozione sul palco
In compenso, l’altra sera, nella recita della «Thais» diretta da Lorenzo Viotti, il mezzosoprano ucraino Valentina Pluzhnikova, che interpreta Suor Albine, è uscita in lacrime sul palco avvolta dalla bandiera Ucraina e abbracciata dalla protagonista, la lettone Marina Rebeka. Nei siti, qualche appassionato digiuno di filosofia dell’arte afferma che chiedere una «abiura» sia cosa da trasalire; ma gli ultimatum dei sindaci di Milano e Monaco vanno intese come modalità con le quali il mondo della cultura sta iniziando a partecipare alle sanzioni sulla guerra in corso: l’idea di far sentire isolata la cultura di regime ha forza cogente, poiché i russi sono giustamente orgogliosi del loro patrimonio culturale che finirà con l’essere tagliato fuori dal resto del mondo. Anche nel campo della cultura artistica, infatti, la condanna è unanime. «Condanniamo la brutale invasione russa di un Paese europeo sovrano ed esprimiamo solidarietà ai cittadini in pericolo e al patrimonio culturale in Ucraina», ha dichiarato Sneška Quaedvlieg-Mihailović, Segretario generale dell’associazione di Europa Nostra. «Siamo a conoscenza delle manifestazioni contro la guerra organizzate in varie città della Russia e applaudiamo ai cittadini e alle organizzazioni della società civile in Russia che si oppongono alla decisione degli attuali leader politici e militari russi».
La Biennale di Venezia
Alla Biennale d’arte di Venezia, che si apre ad aprile, sono formalmente previsti un padiglione russo e uno ucraino. Il padiglione russo per altro, è di proprietà del governo del Paese, sebbene su suolo italiano (i Giardini di Venezia). Lo staff del Padiglione Ucraino (nominato dal ministro Kateryna Chuyeva) ha dichiarato che «attualmente non sono più in grado di continuare il lavoro per il padiglione in quanto le nostre vite sono in pericolo», mentre la direzione della Biennale condanna l’attacco e prende tempo : «La Biennale – afferma il presidente Roberto Cicutto —, invoca la pace e ripudia fermamente ogni forma di guerra e di violenza, confermandosi luogo del dialogo fra istituzioni, artisti e cittadini di ogni paese, lingua, etnia e religione. Auspica che la diplomazia internazionale ritrovi la forza per arrivare a una soluzione pacifica condivisa nel più breve tempo possibile». Difficile pensare a un Padiglione russo aperto. Dopo l’occupazione di Praga da parte dell’Unione Sovietica, il Padiglione della Cecoslovacchia espose questo cartello: «Chiuso per motivi tecnici. Informazioni al padiglione sovietico».
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